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  —Hace unos años tuve una novia y usted se le parece mucho, sobre todo en los ojos, si me disculpa la comparación.

  — ¿Dónde, en las minas?

  Charley se sorprendió que la señorita supiera que él había trabajado en las minas. Entonces dedujo que el abuelo se lo había dicho.

  —Sí, en las minas.

  — ¿Era trabajadora de allí? —insistió en el tema, con la curiosidad propia de una adolescente que no sabía nada de ese mundo.

  —No, en las minas no trabajan mujeres, no aguantarían ni una semana.

 — ¿Cómo qué no? El trabajo no puede ser tan duro como para que una mujer no pueda hacerlo. Nosotras podemos hacer de todo. En Paris las mujeres hacen exactamente las mismas cosas que los hombres, trabajan, pintan, conducen autos y hasta tienen negocios. &

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