PECADOS AJENOS
PECADOS AJENOS
Por: Livi Ruiz
capitulo 1

--No olvides mañana traer la nueva pintura que mostraremos a los estudiantes, la espero con ansias...--la voz de Sara se alejaba conforme aquella sacudía su mano, en lo que se mostraba medio cuerpo fuera por la ventana del auto, mientras Violeth solo reían llena de diversión al ver como aquella no temía por tan extraña postura en la que se encontraba, en la que posiblemente podía salir volando de allí en caso de una mala maniobra del conductor

Violeth aun con su sonrisa divertida en sus labios, tomo su camino hacia el lugar donde se encontraba guardada su bicicleta en la pequeña escuela de arte donde impartía clases a pequeños y adolescentes que según ella tenían mucho talento, que solo necesitaba un poco más de financiación, algo que según el decano declaraba impasible, por lo que simplemente decidió dejar de lado su pensamiento como de costumbre, para concentrase en sus pasos a seguir en su hogar, como lo hacía cada día mientras iba rumbo a su pequeña casa

En lo que daba pasos con toda la tranquilidad del mundo, tal como era todo en el pequeño pueblo de california, donde no había la menor prueba de que algo malo ocurriese más que la b****a mal tirada de los vecinos y las llamadas a la policía de muchos ancianos, por que según ellos los vándalos de los jóvenes solían hacer mucho ruido después de las ocho de la noche, un pueblo pequeño donde todos se conocían y no había ninguna novedad, era una vida llena de rutina y seguridad para Violeth, quien solía pensar que su vida seguiría como siempre, mientras que pensaba una y otra vez en todo lo que tendría que hacer al llegar a casa, que entre ellas una era terminar la pintura de su amiga que mostraría en clases, sin contar las miles de tareas para ayudar a su madre, sacaba el candado de su pequeño caballito de metal como ella solía llamarlo, pero entonces. Pudo sentir un leve pinchazo en su cuello y con ello su mundo quedo en completa oscuridad, sin tener la menor idea de que había sucedido en realidad, antes de caer por completo en el mundo de los sueños

Atenas Grecia 

--Feliz cumpleaños... feliz cumpleaños...--por todos los lugares se escuchaban el sin fin de felicitaciones, en las que el rostro inexpresivo de el gran empresario y líder de la familia Katalakis se mostraba ante los invitados, además de que no parecía para nada complacido con el hecho de notar a tantas personas que para él, no eran más que desconocidos

Bastian Katalakis, era el sueño de toda mujer griega, aunque era uno de esos sueños imposibles, un hombre fuerte, decidido y dominante, además de su exquisito porte y belleza; era un hombre terriblemente inteligente y había llevado a su familia a la cúspide de las empresas desde que había tomado el poder, era el amor imposible de toda aquella que lograran estar cerca o incluso lejos de él, la única razón por que se podía decir que este era un amor imposible, era el cruel pasado que lo perseguía, en el que había perdido a su esposa e hija durante un lamentable accidente, el cual al parecer jamás logro superar

--Sé que todas estas personas ya lo han dicho pero... feliz cumpleaños querido primo...--Athan, llego con aquella sonrisa llena de maldad que tanto le predominaba, mientras que para Bastian, no era nada agradable que aquel fuese con tanta tranquilidad a aquella fiesta sin ningún tipo de invitación, además de que por obvias razones que solo ellos dos sabían ninguno de los dos podrían siquiera estar en la misma habitación por más de dos segundos, antes de querer asesinarse el uno al otro

--No estas invitado a lo que parece ser mi fiesta de cumpleaños, hasta donde tengo entendido... por lo que te suplico que te vayas del lugar, antes de que olvide el caballero que soy y la crianza que me impusieron desde muy niño--Athan no se había ofendido por la palabras de Bastian, después de todo, ellos no eran los mejores amigos y mucho menos los mejores primos, por lo que no le importaba para nada que este se colocara tenso con su presencia en el lugar abarrotado de gente estirada y según ellos la alta alcurnia de Grecia, como se hacían llamar a ellos mismos

--Lo sé... pero la tía no pensó igual... así que.... aquí estoy querido primo...--Bastian dio una mirada hacia su madre, quien vestía un costoso vestido y se mostraba bastante feliz ante la mirada llena de cariño de su padre, a lo que dio un gran suspiro y decido simplemente dar un paso en busca de alejarse de aquel, que no hacía más que dar problemas—oye no te vayas... vine en son de paz y para demostrártelo, te traje un regalo, y este viene de muy lejos... yo estuve ahí cuando uno de mi querida Elsa lo consiguió solo para ti...

--No lo quiero... tú y tus cosas sucias, se pueden ir a los confines del inframundo...--la sonrisa llena de malicia de parte de Athan, era algo que no le gusto para nada a Bastian, quien levantó una ceja al ver su expresión llena de satisfacción, al parecer su primo esperaba aquella respuesta, y nada bueno vendría de ello, ya que aquel solía tener una mentalidad bastante grotesca y sádica cuando se trataba de planes y juegos que en los que tenía la costumbre involucrarlo, mientas lo manipulaba con secretos familiares e incluso suyos 

--Solo te diré que me tome el atrevimiento de m****r tu regalo a tu villa, si no lo quieres... yo mismo me encargare de destruirlo... ya sabes que yo jamás te presiono... bueno si... si lo hago, pero eso que importa, ya sabes si no puedes con ellos únete...--sin más aquel le dio la espalda y lo dejo allí, lleno de miles de incertidumbres, mientras notaba como su madre se acerba hacia él, con aquella sonrisa llena de dulzura que tanto la predominaba, ignorando como siempre lo dolores en el corazón de su hijo

--Deja ya esa cara... hoy es tu cumpleaños número veintinueve y parece que cumples cincuenta...--el rostro estoico de Bastian, mostró una mínima sonrisa y permito que su madre le diera una leve caricia en su mejilla masculina y bien tallada, mientras el solo pensaba que un día como hoy, su pequeña hija, también cumpliría años

--No es una fecha que me gustaría celebrar madre, eso bien lo sabes...--el corazón de Ainara, se estremeció de tristeza al recordar que ese día además del cumpleaños de único hijo, también lo era de ella, por lo que sus ojos mostraron una notable tristeza, al igual que el de su amado hijo

--¿No estarás siendo grosero con tu madre? es lo último que falta...--la voz dura de su padre se escuchó, en lo que Bastian noto como su padre alejaba a su madre de su lado y la tomo posesivamente de su cadera, mientras Bastian solo dio un suspiro y hablo sin aquel cariño que solía mostrar ante su madre

--No debes preocuparte padre... no lo hago de esa manera... ahora si me disculpan debo retirarme, tengo que trabajar...--los ojos de Ainara se llenaron de tristeza, pues aquello no era lo que deseaba, pero ella no tenía idea de cómo unir a su esposo e hijo, quienes se habían separado de una manera lamentables desde el día que su hijo había elegido el amor, por encima de la familia

Bastian tenía miles de sentimientos en su cabeza, miles de ideas retrogradas que se alejaban de su mente en cuestión de segundos, miles de acciones que solo hacían las personas cobardes, él no era uno de esos, pero en aquellas fechas era imposible en no pensar en cosas como ellas, en aquellas fechas era imposible que su corazón no se sintiera desolado, era imposible que no pudiese llegar alberga aquel sentimiento de querer estar con ellas, de lograr verlas aunque fuese por unas horas

No supo en que momento había llegado allí, no sabía en qué momento sin pensarlo su auto lo había llevado justamente a aquel tétrico cementerio, que por la noches era de verdad aterrador, en realidad si parecía a lo que muchas historias de las que hablaban eran real, pero no le intereso en lo más mínimo, él no era un cobarde, él sabía que ellas estaban allí y justamente era el lugar al que él pertenecía, aquel al que añoraba con ansias estar, solo con la única meta y posibilidad de tenerla en sus brazos nuevamente

--Hola mi amor... hoy nuestra hija cumpliera seis años... solo me imagino como seria su increíble fiesta, además de las discusiones que llegaríamos a tener, al ver que tu desearías tener una pequeña fiesta, mientras yo querría hacerlo todo en grande...--sus palabras no lograron ser terminadas pues la verdad era que en ese instante sus palabras habían quedado atascadas en su garganta, mientras luchaba por que sus lagrima no abandonaran sus ojos, pues él debía ser fuerte, no por el hecho de ser un hombre, lo hacía porque sabía que a ella no le gustaría para nada verlo de tal manera al menos solía consolarse a sí mismo de aquella manera aunque en el fondo el supiese que no era verdad --algún día... algún día estaremos juntos...--sin más aquel simplemente se alejó de la bien cuidada tumba, mientras se maldecía una y otra vez por no ser más que un cobarde

A llegar a su villa no noto nada completamente extraño, en lo que pensó que tal vez Athan solo había hecho una broma con aquello de hacer un regalo y logro tranquilizarse un poco, la verdad era que para Bastian no había nada peor, que aquellos mal intencionados regalos y deseos de su primo, quien él sabía perfectamente no hacía nada bueno, ya que de su manos no se podía esperar nada hecho de manera óptima o incluso legal, aquel era el hombre que odiaba y siempre lo odiaría, y nada en el mundo cambiaría tal sentimiento, nada en el mundo borraría el hecho de que ellos al parecer habían nacido para ser enemigos y que Athan seria siempre aquel que se encargaría de hacerlo sentir miserable y ruin

Subió los escalones que lo conducía a su habitación, en la que su villa era una de las más hermosas de todo Grecia, y no era de menos, pues la familia Katalakis era una de aquellas familias que no solo las procedía riquezas y empresas con un estatus alto en las industrias, también lo hacía el hecho de que aquellos eran de las familias fundadoras del país, en el que se les daba el títulos de condes e incluso príncipes, algo que para Bastian no era nada importante, por lo menos desde aquel día que logró verla con su despampanante sonrisa

Al iluminar la enorme habitación, había una inmensa caja de regalo envuelta en papel de colores pasteles, algo que logro inquietar grandemente a Bastian, quien se acercó a esta con algo de temor y aunque no deseaba hacerlo, muy dentro de él, sabía que debía cerciorarse de que se trataba aquello que había dejado Athan en el lugar, sin contar que él no era alguien que se intimidaba fácilmente y eso lo demostró de inmediato, mientras abría y quietaba el pequeño cerrojo que no permitía que nada de lo hubiese dentro saliese, aquel abrió la caja con cautela, pues aunque era alguien valiente, mas no era un tonto y no podía confiar de por sí, en aquel hombre que no era alguien de fiar

--Pero... ¿Qué?—no pudo terminar sus palabras, pues justamente en ese instante un golpe en su nariz logro hacer que retrocediera y diera unos leves cabeceos para lograr estabilizarse, mientras observo con sorpresa, como en cuestión de segundos una figura pequeña y delgada, salía de la caja y corría hacia la puerta dejándolo completamente sorprendido al cerciorarse que el famoso regalo de su primo, no era nada más y nada menos, que una preciosa mujer desnuda que parecía una preciosa hada danzando, mientras parecía estar queriendo huir, sin el poder evitar quedar completamente embelesado con su belleza

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