Capítulo 4

  • Esto es hermoso, aquí podría vivir toda una familia sin necesidad de salir a ningún sitio. – De pronto lo miró con ojos picarescos – Eh, Jordan, podría acostumbrarme a todo esto – él sonrió satisfecho
  • Nos refrescaremos del viaje y bajaremos a cenar, en el placar hay unos vestidos de noche que son para la ocasión, al igual que zapatos. Ponte el que más te guste, pues el lugar es algo formal.
  • ¿Vestidos? – dijo asombrada
  • Sí, mientras dormías en el auto llamé y pedí que subieran de la tienda algunos para que eligieras, espero haber dado con el talle. – ella salió corriendo para la habitación continua a ver los vestidos – si no te molesta iré dándome una ducha, estoy muerto - ella ni le respondió, estaba de cabeza metida en el placar.

            Al salir Jordan de la ducha fue a su habitación para ponerse los zapatos, pero al pasar por la puerta de la habitación de Mariana, vio que ésta estaba tendía en la cama con todos los vestidos desparramados. Se detuvo justo en el umbral de la puerta, inclinó la cabeza hacia un lado y entró.

  • ¿Todavía no te decides por uno?
  • No – le respondió cortante
  • Puedes quedarte con todos si quieres – ella lo miró fijamente – pero hoy tendrás que elegir uno, pues solo te puedes poner uno a la vez – rió
  • No me pondré ninguno y no bajaré a cenar – él se sentó a su lado
  • ¿Por qué no?, ¿Qué sucede, linda?
  • Esto no es para mí, pareceré un payaso, yo no estoy acostumbrada a usar este tipo de ropa – dijo sollozando
  • Si es que no te gusta puedes ponerte cualquier otra… - lo interrumpió
  • ¿Si no me gusta?... ¿estás loco?, es el sueño de cualquier mujer, pero no creo que me quede
  • ¿El talle tal vez?
  • No, el tipo de ropa, yo soy muy simple, esto no va a quedarme – él la tomó de la mano he hizo que se parara frente al espejo.
  • Dime que ves
  • A mi
  • Pues yo veo a una jovencita sumamente hermosa, llena de frescura, con un cabello perfecto y con unos enormes ojos negros que enloquecerían a cualquiera que se sumergiera en ellos, si tu no ves lo mismo que yo es que no estas mirando bien.

     Ella se dio vuelta y quedó frente a él, a una proximidad algo incómoda, él retrocedió un par de pasos.

  • ¿Realmente crees que soy bonita?
  • No lo creo, lo sé – y alejándose más aún de ella – porque no te duchas y te ayudo a elegir el que más te quede.
  • Sí – salió corriendo hacia la ducha

            Jordan se retiró a su habitación, estaba algo nervioso; ¿qué había pasado allí?, normalmente él ponía nerviosas a las mujeres, pero esta vez era diferente, él era quien estaba nervioso. Seguramente sería que era la hija de Germán, que no solo tenía que cuidarla, sino que tenía un trabajo que hacer con ella, que ni él sabía bien cual era aún. No era saludable que la viera de  otra forma que no fuera como su sobrina, aunque no lo fuera realmente. Trató de alejar esos pensamientos de su cabeza y terminó de vestirse. Siente que golpean la puerta de su habitación, la abre, era Mariana, ella había decidido sola que vestido ponerse, él la miró maravillado

  • Estás increíblemente hermosa – la tomó de una mano y le hizo dar un giro – Sí, increíblemente hermosa, el verde te sienta espectacular. – ella sonrió
  • Gracias, pero tengo miedo de caerme arriba de éstos zapatos tan altos. – Él la tomó del brazo
  • No te preocupes no te soltaré ni un instante –
  • Eso suena muy comprometedor, Jordan – él no pudo evitar sonrojarse
  • Deja de tonterías y vamos que tengo hambre –

            El salón era por demás majestuoso como todo el hotel. Mariana estaba fascinada, pues se le estaba abriendo un mundo que no conocía. Al llegar a la mesa, Jordan corrió su silla, como todo un caballero, tanto glamour le estaba encantando.

  • ¿Qué vas a ordenar? – preguntó Jordan, una vez acomodados en la mesa – ella ojeó la carta y con una amplia sonrisa respondió:
  • Sorpréndeme tu y ordena para los dos – él sonrió
  • Gracias por la confianza – ella comenzó a reír pero trató de hacerlo de forma discreta
  • Gracias, nada… es que está todo en francés y no entiendo nada – Jordan rió también y la acercarse el camarero, ordenó para ambos.
  • Cuéntame algo de tu vida, Jordan.
  • No hay mucho que contar, mis padres biológicos murieron en un accidente cuando yo tenía cuatro meses, por los siguientes cuatro viví con el hermano de mi madre, pero me vendió, para mi suerte me compró Carolina, prima segunda de tu padre, y me crio como hijo suyo; pero murió cuando tenía 11 años, así que quedé a cuidados de Andrés, un amigo suyo, que lo único que hizo fue mantenerme internado en los mejores colegios toda mi vida. Por eso salí estudioso – sonrió forzadamente – por suerte, la ama de llaves, mi querida Laura, me visitaba cada tanto, fue mi única familia durante varios años; luego Germán, tu padre, supo de mi situación y se acercó; pero la vida y mis estudios nos alejaron más pronto de lo que hubiera querido. Luego no hay mucho más, he tenido suerte en mi carrera y soy un abogado prestigioso. Eso es básicamente todo –
  • Me dijiste que estuviste a punto de casarte, ¿Qué pasó? –
  • Uff… que curiosa eres, pero luego tienes que contarme de ti. – suspiró – en fin, no hay mucho, la conocí en la universidad nos enamoramos, o al menos yo sí lo hice, nos íbamos a casar y a una semana me dejó por el que creí era mi mejor amigo. Así que a partir de allí ni amor ni amigos para mí, estoy mejor así. Ahora algo de ti.-
  • No hay mucho, desde que me conozco no he pasado más de un año en un mismo sitio, y eso que mi padre es…- meditó un momento – era ingeniero y no militar. Nunca tuve verdaderos amigos.-
  • ¿Un primer amor?
  • No tuve tiempo de conocer a un chico lo suficiente como para enamorarme; así que no, nunca tuve un primer amor, creo que eso tampoco es para mí.
  • Bienvenida al club. - Les trajeron la cena.

            La charla fue amena y distendida. Hasta tuvieron tiempo de bailar un poco, pues los dos venían muy tensos de todo lo sucedido, así que se permitieron relajarse.

            Ya de regreso en la habitación…

  • Ese que suena es tu celular – dijo Mariana risueña, pues había bebido un cóctel y no estaba acostumbrada, no era mucho, pero fue suficiente para marearla
  • Sí, pero primero deja que te lleve a la cama –
  • Mmmm…sonó a invitación – rió a carcajadas
  • Deja ya de tonterías y colabora, siéntate en la cama – le hizo el saludo de soldado y obedeció. Jordan le quitó los zapatos y la ayudó a recostarse
  • ¿Y el vestido?, ¿me lo vas a dejar puesto?
  • Obviamente, ya cuando te despiertes te lo quitas tú, ahora deja que te tape y duerme que debo ya contestar la llamada

            Su celular había sonado de manera insistente, él sabía perfectamente quien era, lo que no sabía era que quería. Salió de la habitación de Mariana y contestó al fin

  • Sí, Elda, ¿qué quieres? –
  • Hola chico guapo, sabes perfectamente lo que quiero, a la chica
  • No sé de que chica me hablas
  • No te hagas el tonto, Jordan, baja y hablemos en el bar del hotel.
  • Estoy de vacaciones, no quiero trabajar
  • Es mejor que bajes, a menos que prefieras que suba y tengamos esta conversación frente a ella. Por mi está bien - él miró la puerta de la habitación de Mariana
  • De acuerdo, ya bajo – entró a la habitación y se cercioró de que ya estuviera dormida. Entonces bajó. Llegó al bar y allí estaba Elda, una mujer madura, tan rígida y fría que sus subalternos le apodaban la estatua.
  • Hola querido, ¿algo de beber? – se sentó a su lado
  • No, gracias. ¿A que debo el honor de tu visita?
  • Tienes algo que nos pertenece
  • ¿Les pertenece?
  • Sí, no te hagas el tonto, sabes que la chica nos pertenece. Hace tiempo que estamos detrás de ella –
  • Es solo una jovencita, ¿para que la querrían?
  • Eso no te incumbe, ella es parte de un proyecto al cual Germán e Isabel se prestaron, luego se arrepintieron y han estado huyendo desde entonces. Por suerte, esta última vez pudimos interceptarlos en el Aeropuerto. Amanda logró seguir a la chica al baño y allí la entretuvo lo suficiente como para que no la dejaran abordar luego. Pero alguien más sabía algo, pues el avión explotó en mil pedazos con Isabel y Germán a bordo. Fue un alivio que Amanda tuviera éxito.
  • ¿Amanda?, Mariana me dijo que había hablado con una anciana.
  • Ya sabes que ella es la reina del disfraz. El asunto es que sin Isabel ni Germán en la vuelta tenemos el campo libre con ella, así que sería bueno que la entregaras de forma inmediata.
  • ¿No lo podemos hacer de una forma menos invasiva?, ya ha tenido suficiente con lo de la muerte de sus padres.
  • No, esto debe comenzar lo antes posible.
  • Elda, ¡ten corazón…! Aunque sea una vez en tu vida – dijo levantando la voz.
  • No se trata de corazón, se trata de que esa chica vale millones de dólares y no puede andar suelta por ahí sin supervisión ni entrenamiento.
  • Yo me ocupo de ella – dijo decidido
  • Si tienes una sugerencia te ruego me la hagas saber, de lo contrario me la llevaré –
  • Deja que yo la entrene, juro que la llevaré a hacerle los estudios correspondientes y la iré poniendo al tanto, pero de forma paulatina, algo que no la shockee más. –
  • Germán dijo lo mismo la última vez y trató de huir nuevamente –
  • Conmigo será diferente, yo no la crie, no tengo ese apego emocional a ella, sabes que soy bueno, que no será la primera vez que entrene a alguien – ella lo miró por encima de sus lentes, bebió un sorbo de su bebida y dijo:
  • No hagas que me arrepienta
  • Sabes que puedes confiar en mi –
  • Jordan si esto sale mal no solo mi cabeza rodará, la tuya también y no sé qué será de la chica
  • Juro que nada saldrá mal, déjame a mí, ya verás que todo irá genial – le extendió la mano y ella se la estrechó. Tenían un trato. Elda terminó su trago y se levantó de la barra, ya se dirigía hacia la salida cuando se dio vuelta y le dijo
  • No me decepciones, Jordan –
  • No lo haré, estaremos en contacto. – y se marchó

            Jordan volvió a la habitación y fue inmediatamente a la de Mariana; que alivio que aún seguía allí, es que con esa gente nunca se sabe. Se quitó la corbata, el saco, los zapatos y se sentó en el sillón junto a la cama de la joven; eso de verla dormir se estaba volviendo una costumbre. Como era de esperarse quedó dormido, un poco más cómodo que en el hospital claro está, el sillón era muy diferente. Mariana despertó antes que él, al incorporarse en la cama lo vio allí, tendido en el sillón. Estuvo un rato mirándolo sin querer despertarlo, hasta ahora no había tenido oportunidad de observarlo bien sin que él se diera cuenta, así que había que aprovecharla, se levantó y se acercó con mucho sigilo. Era bien parecido, su cabello castaño claro, casi rubio y algo despeinado le daban un aspecto juvenil, es que no tendría más de veintisiete o veintiocho años, no lo sabía aún con exactitud, su cuerpo estaba bien trabajado, se veía que hacia ejercicio, sus manos, si bien estaban cuidadas, también tenían callos, no eran las manos que imaginaría en un abogado. Sus ojos, aunque estaban cerrados, esos sí los conocía, eran de un azul intenso y su mirada profunda, casi intimidante. Su sonrisa amplia era contagiosa.

  • ¿Acaso me estás viendo dormir? – le dijo sin abrir los ojos. Ella dio un salto hacia atrás sorprendida
  • En realidad no, quería ver si te podía robar la tarjeta de crédito para ir la tienda del hotel de compras. – la miró y sonriendo pensó –“vaya, sí que no es buena para mentir”
  • No necesitas mi tarjeta para eso, vas, compras lo que te plazca y dices que lo pongan en mi cuenta. -
  • ¿Así de fácil? -
  • Así de fácil –

            Desayunaron y ella se fue de compras, por suerte Jordan tenía bastante dinero, sino lo hubiera llevado a la quiebra.

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