Capítulo 2

Mariana, secó sus lágrimas con sus manos y miró hacia fuera. Luego de unos minutos miró a Jordan, su cara de dolor cambió a intriga.

  • ¿Cómo es que siendo mi tío, no te conozco?- él no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa.
  • Es que soy primo segundo de tu padre.-
  • No se parecen en nada.- Jordan volvió a sonreír.
  • Eso es porque una prima de tu padre me adoptó cuando yo tenía 8 meses, así que no busques porque no hay parecido familiar.- se encogió de hombros y logró el milagro; Mariana sonrió.
  • ¿Cómo te localizaron? -
  • Pues, nuestro apellido no es de lo más común, así que utilizaron el directorio. Hablaron con mi secretaria y ella los puso de inmediato en contacto conmigo. Hubo suerte de que viniera tan rápido, es que andaba por estas latitudes, que sino; hubiera demorado al menos 2 días en llegar.- dijo ya más relajado.

     La conversación se había vuelto más amena, pero pronto empezarían las dudas a asaltar la cabeza de Mariana.

- ¿Ahora que va a pasar, que va ha ser de mi? – lo miró llena de angustia e incertidumbre.

- Pues ahora, te irás un tiempo conmigo y luego ya veremos.- le respondió Jordan con tono paternal

- Pero mis padres…

- Mariana, la decisión es tuya.-

- ¿Decisión de qué?- le dijo sumamente asombrada.

     Se tomó un minuto antes de responderle, caminó por la habitación con nerviosismo. Es que otra vez entraban en terreno doloroso. Al fin, respondió con voz apagada.

- La decisión de si quieres un funeral o no.-

- ¿Por qué no querría uno? – respondió intrigadísima.

   Nuevamente caminó nervioso, pero esta vez frotándose la cabeza con ambas manos, de pronto se detuvo, caminó hacia la cama, se sentó junto a Mariana, con ambas manos tomo una de las suyas, la miró profundamente y le respondió.

- Mariana, si necesitas un funeral para despedirte, les daremos el funeral más hermoso en la historia de los funerales. Pero si no quieres, en cuanto te den el alta nos iremos a casa.- le sonrió nerviosamente.

- Sigo sin entenderte, tío.- allí se dio cuenta que ella necesitaba que se lo dijera, necesitaba un baño de realidad.

- Cariño, luego de la explosión no quedó casi nada del avión, mucho menos de sus ocupantes. Lo que te quiero decir, - hizo una pausa y tragó saliva.- es que no hay restos que enterrar, no hay nada que meter dentro de ataúdes y mucho menos, no hay nada que meter en la cripta familiar. Pero si tu necesitas eso para despedirte, lo haremos.- Lo miró horrorizada.

- ¿Entonces quedará así, como si nunca hubieran pasado por éste mundo? – volvieron a brotar las lágrimas.

- No, mi chiquita, por supuesto que no. Cuando estés lista, regresaremos y pondremos sus lápidas, muy juntas, en el cementerio, como recordatorio de su paso por aquí. Pero sobre todo…, - puso la mano de la joven en su pecho, a la altura del corazón,- sobre todo, los llevaremos aquí por siempre, y por ello no morirán jamás.- secó las lágrimas de Mariana con su mano.- pero ahora debes descansar un poco más, ya mañana seguiremos hablando.- se paró y se dirigió a la puerta.- ahora debo hacer un par de llamadas para hacer algunos arreglos para nuestro regreso, estaré en el pasillo, si me necesitas llámame.- se volteó y salió de la habitación.

     Mariana, se acostó de lado y sollozó largo rato hasta que por fin la venció el cansancio.

    Mientras tanto, Jordan conversaba telefónicamente con su ama de llaves.

- Hola Laura, ya estoy en el hospital.-

- ¿Cómo está tu sobrina?-

- ¿Cómo crees?, acaba de presenciar el avión donde estaban sus padres volar en mil pedazos. Todavía no se hace a la idea. A demás se culpa, pues no estaba ella en el avión porque había tenido una discusión antes y por ello se retrasó en embarcar. Así que el último recuerdo que tiene de sus padres, es que  prácticamente les dijo que los odiaba.-

- Pobrecilla, Jordan, debe ser muy duro para ella en éste momento. Espero que lo supere, pues cuando se es adolescente, es normal odiar a los padres. ¿Qué edad tiene ella? –

- ¡Qué se yo!, hace como un siglo que no la veo y era una niñita. Te juro que me parte el alma verla así, yo quería a Germán, pero en este momento solo puedo pensar en Mariana, en su dolor y en cómo hacer para aliviarlo – Sonaba algo ansioso y nervioso

- No hay mucho que puedas hacer, así que tranquilízate.

- Escucha, Laura, quiero que hagas todos los preparativos para su llegada, prepara una habitación en la casa, una que esté cerca de la mía, quiero estar cerca por si tiene pesadillas.-

- ¿Quieres alguna decoración en particular?

- No, lo normal, ya ella la irá haciendo suya.-

- ¿Llegarán mañana? –

- En realidad no sé cuando llegaremos, hace mucho que no me tomo vacaciones y creo que es hora, pero nada de aviones; no creo que sea buena idea tratar de meterla en uno; así que iremos en el auto y por el camino largo, a ver si logro que se despeje.-

- Me parece una excelente idea, lo que necesites me llamas. –

- Ok, gracias, Laura. Nos vemos al regreso.

- Buen viaje, Jordan. – Jordán sonrió y cortó la llamada.

    Con paso más que cansino se dirigió a la maquina de café, solo Dios sabía cuanto precisaba cafeína bien cargada. Se sentó en una silla del pasillo, hasta ese momento no se había puesto a pensar en como cambiaría su vida. Germán siempre había sido bueno y cariñoso con él, tenía muy buenos recuerdos vividos. La familia Reich, siempre lo había acogido en su seno y lo había hecho sentir que era parte de ella, nunca se sintió un extraño, el hecho de no haber nacido de ninguno de los integrantes de la misma no había hecho diferencia. El era un Reich, con todas las letras. Aún así su trabajo lo había hecho alejarse, ya era poco lo que se veían, con la familia de Mariana hacía más de 10 años; si bien hablaba por teléfono a menudo con Germán o con Isabel, no se habían reunido en la última década. Eso ahora le pesaba, - debería haber estado más presente – reflexionaba.

- ¿Que voy ha hacer? – Pensaba apoyando sus codos en las rodillas mientras se tomaba la cabeza con sus manos – soy un perfecto extraño para ella – en eso siente una mano que se apoya en su hombro

- ¿Estás bien? – levanta la cabeza y ve que es Mariana la que yace de pie junto a él.

- Sí, linda – le sonrió – solo cansado. Pero tú deberías estar recostada. -  Se sentó junto a él.

- Estuve pensando en lo que me dijiste del funeral.-

- ¿A sí? ¿Y ya resolviste algo? -

- Sí, en cuanto me den el alta quiero irme, como bien dices, cuando esté mejor ya los honraré, ahora no puedo ni pensar con claridad – comenzó a llorar, él la abrazó

- Tranquila, mañana mismo nos iremos y dejaremos todo esto atrás. – Ella asintió con la cabeza y se fue a descansar a su habitación. Luego de un rato, él la siguió y se hundió nuevamente en el sillón.

     Los primeros rayos de sol entraban por la ventana anunciando el comienzo de un nuevo día. Jordan se desperezó y trató de acomodar sus miembros tullidos por la mala posición al dormir. Al abrir los ojos notó que Mariana no estaba en su cama, de un sobresalto se puso de pie.

  • - llamó – Mariana, donde estás.- la buscó por la habitación y en el baño, pero ni rastros de la joven. – ¡OH, por Dios…! ¿Dónde te metiste, Marianita? - Salió al pasillo, pero ni rastros de ella. Ya cuando se dirigía a recepción para denunciar su ausencia, se cruza con ella, que traía una bandeja con café y biscochos para desayunar. La miró aterrado - ¿Dónde demonios estabas? – inquirió. Ella le miró con asombro y respondió
  • En la cafetería, fui por el desayuno.
  • Debiste avisarme
  • Es que te vi tan dormido, no muy cómodo, supongo – rió - pero dormido profundamente, así que me dio pena despertarte. Creo que te gusta bien cargado y con 3 de azúcar, ¿no? – él bajó la cabeza, un poco avergonzado, y respondió
  • si, así exactamente. - Pasó su mano por encima de los hombros de ella y caminaron hacia la habitación.

      Al cabo de un rato, entra una enfermera

- Señorita Reich, esta de alta, se puede retirar ya – miró a Jordan y acotó - solo resta firmar unos papeles en recepción, Señor Reich.

- Bajo de inmediato – Miró a Mariana y le dijo – tu vete vistiendo, subiré a buscarte en un segundo. – Mariana asintió con su cabeza. Jordan bajó entonces a recepción.

     Mariana tenía una mezcla de sentimientos, por un lado estaba desvastada por la reciente muerte de sus padres y por el otro lado le intrigaba como sería su vida con Jordan, alguien al que acaba de conocer, sin embargo, por algún motivo desconocido, confiaba plenamente en él, la hacía sentir muy segura y relajada. Iba a empacar sus cosas, cuando se dio cuenta que todo lo había perdido en el aeropuerto, solo le quedaba su bolso de mano y la ropa con la que había llegado. Eso la entristeció nuevamente, pero entró Jordan a la habitación con 2 bolsas de la tienda y sonriendo le dijo

- Te he comprado una muda de ropa, espero que te quede, es solo para salir de aquí e ir por las tiendas para que tengas un guardarropa como Dios manda.- ella tomó las bolsas y se dirigió al baño. Jordan le había comprado un jean, una remera, un canguro y un par de championes. Lo suficiente como para no salir con la ropa ensangrentada con la que había llegado. Salió del baño tímidamente, hacia muchos años que nadie le compraba su ropa, pues se había vuelto muy independiente. – te queda genial, estas como para un desfile - ella le sonrío

- Ya vámonos de aquí, por favor.

     Salieron de la habitación ambos y bajaron al estacionamiento. Jordan tenía un lujoso coche deportivo negro. Cuando Mariana lo vio no pudo menos que suspirar.

- Si me vieran mis amigas montada en este auto y con un chico guapo…- se rió

- ¿Chico guapo?, ¿que tenía lo que te dieron en el hospital?, yo quiero un poco.- emitió una fuerte carcajada.

- Bueno, fue un cumplido, que no eres demasiado feo, y elogiar solo tu auto me pareció una grosería -

- Tú tampoco estás tan mal para ser tan mocosa.- se subieron al auto y tomaron la calle.

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