El Complejo
El Complejo
Por: Calironi
Capítulo 1

 

     Mariana estaba en esa etapa rebelde de la adolescencia. Esa en la que todo lo que deciden los padres está mal. Así que el hecho de que hubieran decido mudarse de Estado, sin siquiera consultarle, había sido suficiente para que se llenara de ira y resentimiento. A pesar de ser una joven muy madura para su edad, no dejaba de tener los arranques de cólera de cualquier adolescente.

             - Mariana, ¿has terminado de empacar ya lo último?- preguntó Isabel, su madre, desde el pie de la escalera.

            - No, aún no.- respondió Mariana en un tono algo irritado.

Isabel subió la escalera y entró en la habitación.

             - ¿Qué es lo que estás esperando?, en 2 horas tenemos que ir rumbo al aeropuerto.

            Mariana miró a su madre con la mirada llena de rencor

  • Estoy esperando encontrar un bolso lo suficientemente grande como para meter el ataúd que debo llevar, pues este viaje significa la muerte para mí.- arrojó el bolso de mano que tenía con despecho sobre la cama, dio un paso hacia su madre y con tono desafiante continuó. - es mejor que vayan haciéndose a la idea, tu y papá, de que su hija ha muerto, porque así es como me siento y me sentiré por siempre.- se sentó en la cama y comenzó a llorar desconsoladamente.

        Isabel se sentó junto a ella e intentó abrazarla, pero Mariana huyó corriendo de la habitación.

Se cruzó con su padre, que subía al oír los gritos, en las escaleras.

     - Pero Mariana, ¿que pasa hija, a donde vas?

       Mariana ni se detuvo y salió por la puerta principal hacia la calle.

     - Isabel, ¿que pasó?, ¿que eran esos gritos? -

Isabel le miró con los ojos llenos de lágrimas y sollozando le dijo:

     - Creo que esta vez la perdimos de verdad. A ella le ha costado adaptarse y hacer amigos aquí, pero por primera vez lo ha logrado. Y ahora se lo arrebatamos llevándola lejos.

Germán se sentó junto a su esposa y secó con sus manos las lágrimas que brotaban.

     - Ya verás como lo supera, nuestra niña es fuerte. No te preocupes, se le pasará.- Esbozó una mueca de sonrisa.- bajemos que ya viene el taxi.

        Al bajar las escaleras encontraron que Mariana yacía allí parada, con cara de haberlo perdido todo por lo que vivir.

 Germán se acercó a ella y puso la mano en su hombro, pero ella no pudo contener las lágrimas y se abrazó de él.

     - Papá...-

El acarició con ternura su pelo...

     - Hija, ya pasará, verás que no es tan malo.- tomo la cara de su hija con ambas manos y le besó en la frente. En eso llega el taxi.

Sus padre suben al auto mientras ella va ha su habitación por el bolso que había dejado sobre la cama.

      Mira la habitación por última vez, baja las escaleras y se sube al coche con sus padres.

        El viaje en taxi estuvo tenso, todos miraban por las ventanillas hacia afuera absortos en sus propios pensamientos. Ni una palabra cruzaron.

Tan callados, como en el taxi, bajaron en el Aeropuerto. Esperaron pacientemente que el chofer bajara las maletas.

Germán fue por un carro para trasladarlas. Los tres ingresaron a la terminal ha hacer los trámites para embarcar.

El silencio entre ellos seguía siendo sepulcral.

Ya sentados en la sala de espera, Isabel rompe el silencio.

        - Voy a comprar un libro para leer en el viaje, ¿me acompañas, Mariana?-

Mariana la miró y negó con la cabeza.- Como quieras, pero luego no me lo pidas cuando te aburras.- forzó una sonrisa y tomó rumbo a la librería.

Mariana tomó sus auriculares y se sumió en su música sin prestar más atención a su alrededor.

        Mientras tanto, Germán, se encontraba del otro lado de inmenso salón de espera, al teléfono; tratando de ultimar los detalles para que los fueran a buscar al Aeropuerto.

        Al terminar la charla, miró a Mariana, quien se encontraba absorta en sus propios pensamientos, mientras escuchaba su música; dio un largo suspiro y se dirigió hacia ella, se sentó a su lado, le corrió el cabello de la cara y se lo puso detrás de la oreja. Ella le miró desconcertada y se quitó los auriculares. El le sonrió y susurró con complicidad.

      - No deberías cubrirte el rostro con el cabello, eres demasiado hermosa para esconderte detrás de él.- Ella le sonrió obligada.

     - Como se nota que me quieres, papá.-

     - ¿Como no quererte?, eres el regalo más grande que me dio la vida.

       En eso se escuchan los altavoces anunciando el embarque de su vuelo. Isabel cruza el salón a pasos agigantados, llevaba entre sus manos, como atesorando algo muy preciado, el libro que había comprado para el viaje.

        - Ya nos llaman, debemos abordar.- inquiere al llegar a ellos

       - Adelántense ustedes, yo tengo que ir al baño, los veo en el avión.- Se para y toma rumbo a los baños.

     - Mariana...- le grita Isabel. - no te demores.- Mariana ni voltea, solo levanta su mano indicando que la escuchó.

     - Vamos, Isabel, tenemos que abordar.-

     - Espero que no se demore y pierda el vuelo.- Germán sonrió tranquilizándola

     - No te preocupes, no será la primera vez que pierda el vuelo, en el peor de los casos tomará el próximo. - le hizo una guiñada.- démosle espacio; dejemos que viva su luto.-

        Isabel y Germán embarcan en el vuelo.

       Mariana yace en el baño, se mira al espejo, lava reiteradamente su cara, como si quisiera borrar, con agua, esa mueca de enfado y desolación que lleva.

       - ¿Primer vuelo?, ¿asustada por el viaje?- le pregunta la anciana que acaba de ingresar al baño.

        - No, no es eso. Estoy demasiado acostumbrada a viajar, será raro el día que no lo haga. Mis padres parece no poder estabilizarse en ningún sitio.-

La anciana le regala una sonrisa afectuosa.

     - Seguro que tus padres hacen lo mejor que pueden. ¿Sabes...? no nacemos con un manual de como ser buenos padres, ya lo verás cuando estés en sus zapatos. Ahora eres muy joven, seguro que no entiendes las palabras de ésta vieja. Pero cuando te des cuenta lo que valen, espero los tengas aún.-

Mariana hizo una mueca de fastidio.

     - Gracias por el consejo, señora, pero debo irme, mi vuelo ya parte.- Sonrió y se fue.

        Al salir del baño, encuentra en el salón mucho movimiento de  seguridad. Corre hacia la puerta de arribo de su vuelo, pero la detiene un policía.

     - ¿A donde va, joven? - Interroga

     - Ese es mi vuelo.- le muestra el billete.

     - Lo siento pero no puedo premitir que suba, hay un inconveniente y hasta que no se resuelva no puedo permitir que suba nadie más. Le sugiero que se siente y espere que la llamemos para que pueda abordar.

       Mariana, aunque desconforme, acata la petición del policía y se sienta.

       Luego de más de 40 minutos de espera, se para y se acerca al ventanal que da a las pistas, allí, debajo, estaba el avión que debía tomar. Sus padres estarían preocupados por su ausencia, trata de llamarlos, pero solo logra que el buzón de voz le conteste. Luego de varios intentos decide dejarle un mensaje.

      - Mamá, no te enfades, no me han dejado subir al avión, dicen que hay un inconveniente, pero en un rato se solucionará, así que  allí estaré. Me he portado como una mal criada, te pido perdón y prometo madurar, es que ya va siendo hora. Dile a papá...- en eso un estruendoso ruido y una enorme bola de fuego abraza el avión, imposible divisarlo entre tantas llamas. Mariana se desespera, se golpea contra el cristal, al punto de hacerse un corte en la frente.

   Pronto todo se vuelve confusión y caos. Ella estaba mareada, se había dado un gran golpe, perdía mucha sangre y por fin desvanece.

    Cuando despierta está en la cama de  un hospital, se toca la frente, donde le duele, tiene una venda. La enfermera que atiende al paciente de la cama de junto, la mira.

            - Tuvimos que ponerte algunos puntos, pero no te preocupes, no se notará la cicatriz.- Le dice sonriendo.

  • ¿Qué sucedió?... ¿dónde están mis padres? – intenta levantarse pero al marearse debe volver a sentarse en la cama.-
  • Tranquila, haz perdido mucha sangre y el golpe fue tremendo, debemos hacerte una tomografía.
  • Pero… ¿y mis padres? -

            La enfermera la miró con compasión.

  • No lo sé linda, pero tengo entendido que ya viene un familiar. Tú quédate tranquila.

     Al cabo de 15 minutos, llegaron con la camilla para llevarla ha hacerle la tomografía.

    Mientras tanto en la recepción del hospital.

  • Disculpe enfermera, me avisaron que mi sobrina está internada aquí.
  • ¿El nombre de ella? -
  • Mariana Reich.-
  • Sí, aquí está. ¿Quien es usted?
  • Soy su tío, Jordan Reich.
  • La subieron para hacerle una tomografía, ni bien la lleven a la habitación le avisaremos.
  • Bien, muchas gracias, espero.

     Se dirigió a la maquina de café y se sirvió uno bien cargado. Al cabo de unos minutos, que parecieron horas, la enfermera le avisa.

  • Reich, su sobrina ya fue llevada a la habitación, es la número 437.
  • Muchas gracias.-

     Sin mediar más palabra, se dirigió a la habitación. Al llegar a la misma, se detuvo antes de entrar, se secó la transpiración de su frente con el pañuelo que llevaba en el bolsillo trasero del su jean. Sin golpear, entró con mucha cautela.

  • ¿Mariana, estás despierta? - casi susurró
  • Sí, lo estoy. ¿Quién es? - con voz apagada
  • Soy tu tío Jordan, soy primo segundo de tu padre.-
  • ¿Dónde están mis padres? -
  • ¿Nadie te ha dicho nada? - se acercó muy despacio y se sentó junto a ella en la cama. Ella lo miró con miedo.
  • No, nadie me ha dicho ni una palabra.-
  • ¿Qué es lo último que recuerdas? -
  • Estar en el aeropuerto, esperando que me dieran permiso para subir al avión, recuerdo que llamé a mamá, pero no me respondió, le dejaba un mensaje…- sus ojos se llenaron de terror y de lágrimas, lágrimas que rápidamente corrieron por sus mejillas. – ¡el avión explotó! - gritó con horror.-
  • Sí, Mariana, nadie sobrevivió.- llorando respondió su tío.

     Entonces Mariana se largó a llorar de una manera desconsolada. Jordan la abrazó con fuerza para que no se hiciera daño. Ella comenzó a gritar histéricamente, estaba entrando en shock. Entró la enfermera y, con la ayuda de Jordan para que se quedara quieta, le aplicó un fuerte sedante.

    Cuando Mariana se durmió, Jordan la arropó y acomodó su cabello, dejando su frente despejada. Cuando se cercioró de que estuviera lo más cómoda posible se hundió en el sillón de acompañante.

    La noche ya había entrado, en la habitación la única luz provenía de una lámpara muy débil que había sobre una mesa al lado del sillón donde yacía Jordan, aunque eso no le imposibilitó dormir un poco, es que estaba cansado, el viaje había sido largo. Pero un murmullo lo desprendería de su sueño reparador. Abrió los ojos y se percató de que Mariana se estaba despertando. De inmediato se incorporó y se sentó junto a ella, tomó su mano.

  • ¿Cómo te sientes? -

     Como pudo se sentó, llevó su mano a la cabeza, pues le dolía horrores.

  • Como si me hubiera pasado un tren por encima varias veces. – lo miró de manera muy profunda y luego de un largo suspiro preguntó: - murieron ¿verdad?

     Jordan hubiera querido poder mentirle, aunque fuera por un tiempo, pero sabía que eso empeoraría las cosas, cuanto antes se lo dijera, antes empezaría su recuperación.

  • No hubo sobrevivientes, lo siento muchísimo.- ella se puso a llorar, pero ésta vez con dolor pero sin histerismo; él la abrazó lo más fuerte que pudo. Acarició su cabello y le prometió.- iré al fondo de esto, no escatimaré en gastos hasta saber que fue lo que sucedió y quien es el responsable.

Ella se separó y mirándole profundamente le susurró:

  • Eso no me los devolverá. Le dije cosas muy duras y no pude disculparme a tiempo.- Bajó la mirada, él tomó su barbilla y enderezó su cabeza.
  • Cariño, ellos sabían cuanto los querías y seguramente estaban muy orgullosos de ti. No fue tu culpa, no debes sentirte mal por eso. Es lógico que te duela y no encuentres consuelo, pues murieron tus padres y sin aviso. Pero nada de esto es tu culpa, nada de lo que hubieras hecho podría cambiar lo que pasó. No te tortures con eso.- Le hizo una mueca de sonrisa pero llena de dolor.
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