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Complacido se arrodilló entre los muslos abiertos y acercó su boca al botón caliente e hinchado entre los labios rojos. Y lo besó. Nefer se mordió la mano ante la fuerte succión sobre su clítoris.

El dios le agarró las piernas para que no la cerrara y siguió succionando hasta ponerlo tan rojo como quería. Para cunado separó con un sonido húmedo encontró una imagen muy tentadora. La mujer se retorcía sobre la meseta y sus ojos tenían lágrimas. Anubis simplemente sonrió y volvió a atacarla, quería llevarla al orgasmo

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