Capítulo 4

Después de casi tres horas una enfermera me lleva a donde está Renata.

—¿Cómo te sientes?— le toco la rodilla lentamente.

—Bien— musita con voz débil —estoy bien.

—¿Y el bebé?— ¿Mi bebé? Imposible, yo siempre usé preservativos. 

—Está bien, sobrevivió —habla con pena y con miedo.

—No podía permitir que te golpeara — me acerco más a ella, esta vez no se voltea ni me evita con la mirada.

—No debiste, ese hombre es mi esposo —mi mira por primera vez a los ojos,— él es el papá de mi bebé, no tú así que no te hagas ilusiones. Eres un niño mimado, cuna de oro, mira tu ropa y tu auto, tú no eres pars mí. Eres solo un niño ridículo, entiendeme, solamente te usé para divertirme.

—Tú me juraste amor, todo lo que me decías no parecía mentira, Renata, yo doy todobpor ti, entiendelo. Dime, ¿quieres vivir conmigo? No te faltará nada, te trataré como lo que eres, una mujer que vale oro.

—No quiero, por favor, metete en la cabeza que yo no quiero estar contigo —se pasa las manos por la cabeza desesperada.

—Bien pero ese hombre jamás te volverá a molestar, hoy es el último día que lo viste— salgo de la habitación, busco la sala administrativa, pagaré la cuenta y buscaré a ese parasito. 

Cuando llego a la zona de edificios dañados y deteriorados, no hay rastro del hombre, pero a pesar de eso hay dos hombres que me miran fijamente, supongo que son sus amigos. Uno de ellos le hace señas a otros dos tipos que no había visto, les sonrío a todos, cada uno tendrá por lo menos unos 40 años, por dios, soy un joven de 18 en pleno crecimiento y mejor aún, un lobo que muerr por explotar sus habilidades. Uno de ellos me toma del brazo y me somete, dejo que lo hagan, aquí no puedo dar un espectáculo.

—hay que llevarlo a la bodega —ordena uno, me hacen caminar en dirección del edificio pero al llegar me guían hacia unas escaleras subterráneas. Piensan que tiene el control pero no es así.

—¿Este niño fue el que golpeó al jefe?— pregunta burlonamente.

—Fui yo y no me arrepiento —contesto en el momento en el que uno de ellos cierra la puerta.

—Nadie te dio permiso de abrir la boca— lanza una patada que detengo en menos de un segundo, lo siento pero ustedes buscaron problemas, jalo su pierna al grado en el que no puede sostenerse en pie, cae y aprovecho para tratar de doblarsela, chilla de dolor, uno de sus amigos viene a su rescate pero sot demasiado rápido para detenerlo, lo sujeto del cuello tan fuerte que se desmaya. Quedan dos pero estos son más astutos o más tontos, apuntan hacia mí y disparan, una bala penetra mi pierna izquierda y otra en mi abdomen, el dolor que me causan me deja casi inmóvil. 

—¿Que te pareció eso lobito?— mierda... —¿Crías que esto se quedaría así? ¿Crees que no sabemos quien eres? ¿Crees que Renata era tuya nada más porque sí?— esto es una tetra y no me di cuenta, los ojos me arden y siento que estoy perdiendo el conocimiento, como puedo busco las balas y con mucho dolor las saco pero no puedo terminar porque me han disparado de nuevo. No hay otra opción, dejo salir a Dan, tomo todo el control y le convierto en mi forma de lobo. Los hombres se quedan atónitos al ver mi altura y mi complexión, empiezo por los caídos, rasgo sus cuerpos tan fuerte que sus vísceras salen disparadas hacia la cara de los dos hombres que me dispararon. Tratan de huir pero no pueden porque ya los he hecho trizas, malditos imbéciles. Siento un pinchazo en la pata delantera, velozmente localizo a mi cazador, el esposo de Renata. 

—Tú tío no se debió meter conmigo, tuve que prestarte a mi esposa para poder obteber información de tu estúpida mafia, gracias a ella conseguí contactos y mucha información valiosa, pobre niño, te enamoraste de alguien que solo estaba contigo por ordenes mías. —Doy un paso adelante y me posiciono para atacar, él también me apunta pero soy tan rápido que con un sólo movimiento la cabeza de ese idiota cae rodando en el suelo... Ese bebé se acaba de quedar si padre o quizás le haga el favor de juntar a toda la familia en el infierno...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo