Capitulo 2

Alayah decidió matar dos pájaros de un tiro. Matar la curiosidad y su hambre, por eso nos encontrábamos en un restaurante de comida rápida, que estaba cerca de la empresa. El lugar estaba lleno, pero aun así pudimos conseguir puesto.

Ninguna hablaba, pero la mirada de mi amiga lo decía todo, por ello deje mi burrito en el plato, antes de que le diera una crisis de nervios por el suspenso.

—Adam se acostó con Ginger.

Alayah iba a morder de nuevo su taco, pero al escuchar lo que dije se quedó a medio camino.

—¿Qué? — pregunto desconcertada. Deja su taco en el plato y se apoya en el espaldar de la silla.

Ginger es mi madre. Incluso me molestaba el hecho de tener que referirme a ella como madre. Presenciar el acto de infidelidad, no solo me rompió el corazón, me devasto. Eran dos personas muy importantes a mí, y eso lo hizo aún más difícil.

—Difícil de creer, pero es cierto. — respondo, bebiendo de mi refresco. —Ese día quería, verlo antes de la boda, por eso, me escabullí sin que nadie me viera, cuando llegue a la habitación de Adam, escuche ruido, de como si alguien estuviera en pleno acto. Quise creer que era uno de los amigos de Adam, pero quería sacarme la duda. Tenía una llave, que este mismo me había dado, y cuando abrí, allí estaban los dos.

—Rae, yo…—Se detiene la pelinegra, buscando las palabras correctas—. ¡Maldición! Esto no era lo que me esperaba, nunca vi nada extraño en ellos. Incluso cuando desapareciste, los dos se mostraron preocupados, además ese imbécil se hizo la victima ¡Son unos malditos!

Llevaba más de unas semanas sin conciliar el sueño, porque siempre aparecía la escena de ellos en mi mente, era una completa tortura. Las dudas y los interrogantes asechaban mis pensamientos. ¿De cuantas veces me vieron la cara? ¿Fue la primera vez o la décima?

Alayah y yo seguimos comiendo, en silencio. El rostro de mi amiga estaba contraído por la rabia, hasta como mordía su taco daba la sensación de que quería asesinar a alguien, ella más que yo sabía lo horrible que era, que la persona que amaras te traicionara.

—Me molesta lo que me acabas de contar, pero más me molesta de que decidiste irte sola, cuando me tienes a mí. Estaba realmente preocupada. —Me reprocha.

Había podido ir con ella, pero estaba demasiado alterada como para buscarla, lo único en lo que pensaba era en salir de allí.

—Necesitaba estar sola, además si te buscaba y la gente me hubiera visto llorando, hubieran hecho muchas preguntas, revelando la verdad, no me importa ser la mala del cuento, lo que si no soportaría es que las personas me mirasen con lastima, eso me dolería aún más. —respondo comiendo una papita. Aly asiente, dándome la razón.

El silencio comienza a reinar de nuevo, hasta que Alayah vuelve a hablar:

—¿En dónde estuviste toda la noche?

—No recuerdo mucho de esa noche porque bebí demasiado, pero creo que me acosté con alguien. — Aly abrió los ojos por la sorpresa. No se lo esperaba, ni yo tampoco.

Cuando desperté la mañana del día siguiente, estaba desorientada y la cabeza me dolía, contando de que estaba en una habitación de hotel que no era la mía, además de que había un hombre boca abajo, estaba desnudo, las sabanas solo le cubrían hasta la retaguardia, observé que también yo estaba desnuda. Asustada por la situación y por no recordar nada, busqué mi ropa y me fui de allí.

—¿Le viste el trasero? ¿Eran firmes? — pregunta Aly, con una mirada picara.

—Por lo que vi estaban firmes—recordé la imagen, y me sonreí—Muy firmes… Recuerdo que tenía un tatuaje en gran parte de su brazo derecho.

—¿Y qué más? ¿Se intercambiaron los números, para repetir? —pregunta a toda velocidad, como una ametralladora.

—¿No? —respondo dudosa. La chica achina los ojos para verme molesta.

—Desde hoy comienza la búsqueda del hombre con glúteos grande y tatuajes en el brazo. —sentencia.

Ruedo los ojos. Sin embargo, si quería saber quién era y preguntarle que había pasado esa noche.

Cuando terminamos de almorzar cada una fue, a su puesto de trabajo. En el proceso de ir a mi puesto, pude notar como las personas hablaban a mis espaldas. El chisme de que yo hubiera dejado a mi novio en el altar, todos lo sabían, era el tema favorito de todos, incluso escuche a alguien en el baño decir de que deje a Adam, por alguien más.

Entre en el ascensor, y cuando se cerraba una chica entro apresurada. Los demás colaboradores la miraban raro, porque venía mojada, extraño porque cuando regresaba a la empresa había un sol radiante.

La observe, y note lo bajita que era, aun llevando tacones, además tenía muy buenos atributos físicos. Se le veía enredada por todas las cosas que llevaba en la mano.

—¿Necesitas ayuda? —pregunto amable. Ella levanto la mirada. Sus ojos son preciosos, de un ámbar escondido detrás de unas gafas.

—Oh, no te preocupes…—se ve interrumpida cuando los documentos se caen al suelo. —Creo que si la necesitare después de todo.

La ayudo a recoger los documentos, y se lo organizo en las carpetas me fijo que en uno de los archivos está firmado por Gabe Collingan, y me entra la curiosidad de porque tiene esos documentos.

—¿Por qué tienes estos documentos? —pregunto.

—Soy la nueva secretaria del señor Collingan. —responde, recibiendo de nuevo los documentos. Ahora entendía de porque nadie había avisado de que el señor Gabe, iba a estar en la reunión. —Ayer me llamaron, pero tuve algunos contratiempos y creo que estaré despedida por llegar a esta hora. —Su voz suena triste, y cansada.

—No te preocupes, explícale la situación, pero creo, que primero deberás de cambiarte. Si quieres te presto una camisa que tengo de repuesto—Le ofrezco.

—Muchas gracias—susurra—. Soy Sara

—Rae, un gusto en concerté.

Las puertas del elevador se abren en el piso de gerencia, y camino junto a Sara hasta mi escritorio. Abro unos de los cajones, y le doy la camisa de manga larga. Le señalo que se puede cambiar en la oficina, ella entra y minutos después sale.

—Me has salvado la vida.

—No hay de qué.

Después de conocer a Sara, mi día se resume en contestar llamadas, anotar en el IPad citas de trabajo y redactar escritos atrasado, que, al parecer, mi suplente nunca hizo, sin embargo, podía decir que me mantenía ocupada, dejando de lado los problemas que tenía.

Mi teléfono sonó, vi la pantalla de mi celular el cual mostraba el nombre de “papa”. No había hablado con él en más de unas semanas, para no preocuparlo más conteste.

—Hola papa. —salude.

—Cariño, no he sabido de ti ¿Cómo estás? —pregunta. Sé que su interrogante es más para sacar información sobre lo que sucedió.

—Estoy bien, el trabajo me mantiene bastante ocupada. — respondo, con la verdad a medias.

—Tu madre quería hablar contigo, pero se fue junto a tu hermana al médico. —Me informa.

—¿Sucede algo? —Me preocupe. A pesar de todo, seguía siendo mi madre y me preocupaba por ella. —Mama ha intentado…

—No, los doctores dicen que la medicación está funcionando, hoy fueron para un chequeo general— me aclara.

            Mama había tratado de suicidarse hace más de un año y medio atrás, pero ella alega a que no fue así, y que por estar hablando con mi papa se confundió en lo que hacía y se tomó más medicamentos. Nadie le creyó. Creo que, por eso, aun no decía nada sobre lo que había visto. ¿Y si ella lo intentaba de nuevo?

El teléfono suena en mis manos, y se debe a que hay otra llamada, asi que me despido de mi padre.

—Pa’ te llamo luego, porque me están llamando.

—Rae, sabes que te quiero mucho y lo que haya pasado en el día de tu boda, lo superaremos ¿está bien? — Papa, era muy perspicaz, por eso también no le respondía las llamadas.

—Lo sé. Hablamos luego, te quiero.

Luego de escuchar un “te quiero, también”, colgué. No tarde en recibir otra llamada del número desconocido. Solo pedía de que no fuera alguien queriéndome cobrar algo, porque estaba hasta el cuello de deudas.

—¿Eres Rae Brooks? —pregunta una chica detrás de la línea, cuando contesto. Puedo escuchar como mastica algo, y el sondo es molesto.

—Sí, soy yo. En que le puedo…

—Listo, ya le envíe a su correo su certificación. Gracias por contratar nuestros servicios y felicidades. — dice la mujer, colgando en seguida.

¿Certificado? De lo que sabía es que no había solicitado ningún tipo de documentación, de eso estaba segura. Con la curiosidad y el miedo en la garganta de que aquella noche, haya hecho otra locura que no recuerdo, entro a mi correo personal, buscando el email que es el más reciente. No tenía ningún asunto, solo un archivo adjunto.

< ¿Y si es un virus?> pensé. Esto no me daba muy buena espina, sin embargo, lo abrí. El archivo se abrió en mi celular y comencé a leer el documento:

—El estado de Nevada, autentica el siguiente certificado, solicitado por las dos partes de este contrato el día 27 de diciembre, de 2019, en la iglesia Special Memory Chapelco, en Las Vegas, y que unió a: Rae Amanda Brooks Scott, y a Gabe Black Collingan Dorrance, en santo matrimonio, en la presencia de sus testigos. — volví a releer de nuevo el documento, porque parecía irreal. Esto debía de ser una broma, pero al ver la firma y el sello de autenticación—que ya conocía—el mundo se me vino abajo.

Estaba casada, y legalmente, no obstante, no contenta con eso, me había casado con Gabe Collingan, el jefe de mi jefe.

¿¡Como m****a sucedió eso!? ¿Esto no era real? ¿o si?

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