Capitulo 1

—Este es el informe que solicito esta mañana— Me acerco al escritorio y le entrego la carpeta.

Mi jefe agarra el documento, revisando con detalle cada hoja, alternando la vista hacia su computadora de vez en cuando.

—La secretaria del señor Valdez pregunta, si la reunión de mañana puede ser pospuesta para las 11:30 a.m.— Le informo.

—Niega esa petición, ¿Quién se creen?, ¿piensan que no tengo más nada que hacer? —  Se queja.

Firma el documento y me lo vuelve a entregar. “No, hay otras personas que al igual que tú, tienen otros compromisos también” pienso.  

Revisé en el iPad si tenía algo más que debía de informar, y vi la nota que había echo, sobre la junta de hoy. Vi la hora en el reloj del dispositivo y faltaba cinco minutos para que llegasen los inversores suizos.

—En cinco minutos llegaran los inversores señor Collingan. — avise.

Regresar al trabajo después de las vacaciones habían sido bastante pesado, ya que, en los últimos meses, la empresa había tenido más ingresos, por nuestros productos que reciente habían salido al mercado, el cual tenían una gran demanda en el país, pero también en el exterior.

—¿Dónde está el contrato? — pregunta.

Mi jefe se pone de pie, y agarra su celular de la mesa. Pasa por mi lado y le entrego el documento, que los abogados habían redactado. Lo revisa y asiente, mientras sale de la oficina. Le sigo por detrás, en dirección al ascensor, el cual cuando se abre veo a varios compañeros de trabajo de otras áreas riendo despreocupadamente, pero al ver a David Collingan, sus caras cambian a una mas seria.

Mi jefe ajeno a la situación entra al ascensor, lo cual hace que los trabajadores se arrinconen en las paredes del elevador, como si estar muy cerca del hombre, era el peor de los pecados. La situación me parecía ridícula, era cierto de que mi jefe, era difícil de tratar por su personalidad, aunque eso no lo hacía mala persona. Las puertas se abrieron, y camine junto a David en dirección a la sala de reuniones.

—Bonitos tacones. —alaga David. Lo observo, y está viendo la pantalla de su celular, mientras escribe. Sonrió y le doy una ojeada a los tacones nuevos que me había comprado hace más de dos semanas atrás—pero, la verdad no te lucen. Las piernas se te ven como bates de béisbol.

—Eso no es muy cortes de su parte—me quejo, mirándolo con desagrado.

            Me retractaba de haberlo defendido, él era el diablo en persona.

—Nunca quise ser cortes, solo di mi opinión. — comenta.

—Con todo respecto, creo que su opinión se lo hubiera podido ahorrar. — respondo con una mueca de desagrado, que él no ve. —A mí me gustan, y si me gustan a mí, es lo que importa.

Eso era verdad, con ellos lucia sexy, dijese lo que dijese, nadie me haría cambiar de opinión, por lo tanto, camine con confianza. Entramos al lugar, y aun no había nadie.

David se sentó en una de las sillas, dejo su celular en la mesa junto al contrato.

—Supe lo que paso…—comienza a decir mi jefe. No necesito preguntar a lo que se refiere, porque es el tema principal de los chismes dentro de la empresa. Mis ánimos decaen, al recordar mis vacaciones, pero aparto esos pensamientos.

—No crea que mi rendimiento bajara, esos son temas personales que no van a interferir en mi trabajo. —respondo antes de que este se queje, de por lo que paso, no hare mi trabajo. El levanta la mirada y nuestras miradas se cruzan, le dedico una sonrisa.

Tenía dos años trabajando, y además tenía el record de haber durado en este puesto, mucho más que mis predecesoras que al primer día renunciaron, al no soportar la presión que David imponía.

David Collingan era atractivo en su aspecto, pero a veces por su demasiada “sinceridad” podía herir a las personas, lo había experimentado, pero luego entendí de que lo que te digan las personas de ti, no te define como personas y comencé a acostumbrarme a sus opiniones e personalidad, incluso había llegado a tomarle cariño.

El teléfono de la empresa vibra en mis manos, y es un mensaje de la secretaria de los inversores, en donde se disculpan, porque llegaran tarde.

—Señor, los ejecutivos llegaran un poco tarde, debido al tráfico —informo.

Cuando levanto la mirada, mi jefe se encuentra observando la vista a la ciudad, no era tan bonita como la que se veía en la oficina de este, pero te dejaba fascinado, por la altura en la que nos encontrábamos.

Susurra algo que no puedo escuchar, después se voltea y dice:

—Escríbele que se apuren, porque no tengo todo el día.

Suspiré, y asentí. No iba a escribir eso, pero fingí hacerlo. ¿Podía ser mejor? No, la verdad es que no, él no tenía remedio, ni volviendo a nacer. Tenía que admitir, que hoy a pesar de haber sido un día bastante ajetreado, por la cantidad de trabajo que teníamos, no había sido tan mal lidiar con él.

Unos minutos después, los inversores entraron. Tres hombres y una mujer, nos saludaron a mi jefe y a mí.

—Disculpen la demora, pero el tráfico es un caos. —se queja uno de los extranjeros—¿Podemos comenzar con la reunión?

David asiente, y se dispone a tomar asiento, al igual que los demás.

—¿Su hermano, va a estar en la reunión? —pregunta otro de los inversores. Puedo observar que tiene una leve desconfianza.

El hombre a mi lado, se acomoda el saco incómodo.

—No, está en China atendiendo unos asuntos con nuestros proveedores. —responde sin hacer que se note la molestia.

—Disculpé mi desconfianza señor Collingan, De hecho, antes de contactarme con ustedes hice mis investigaciones, su hermano es un hombre de temer en los negocios. —sonríe el hombre, impresionado por ese hecho. —Corrijo, usted también debe ser un as en los negocios.

David asiente no tan complacido por el comentario por el hombre. Este desvia el rumbo que estaba tomando la conversación a la discusión del documento.

Durante los últimos dos años, que llevaba aquí, había percibido cierta rivalidad entre los hermanos Collingan, al principio pensé que era normal entre hermanos, pero más el tiempo pasaba vi que no era una simple rivalidad, este no toleraba ni la mención de su hermano. Había especulaciones de que a David le molestaba el hecho de no haber heredado la presidencia, sino que se la entregaron a su hermano menor. Gabe Collingan.

De este no conocía mucho, solo dos veces había coincidido con él en la empresa. Era alguien muy reservado con su vida privada de lo que veía en la noticia de farándula, todos parecían querer saber más sobre él.

Apunto los puntos clave, o algunas sugerencias, además de eso estaba utilizando el celular de la empresa para grabar la conversación, y poder guiarme por si se me escapaba algo, al transcribir todo en un nuevo documento. Observe mi reloj disimulando para que nadie me viera, faltaba una hora para el mediodía, sin embargo, aún no llegaban a un acuerdo.

En eso la puerta se abre, y todos observan al recién llegado. Gabe Collingan está allí. Veo como David se tensa al ver a su hermano y le vuelve a dar la espalda.

—Disculpen la interrupción, el tráfico a esta hora es horrible. —Se excusó. Saluda a los inversores con un apretón de mano, y veo como la mujer frente a mí se derrite al darle la mano al menor de los Collingan, además de tener una sonrisa de adolescente enamorada.

No la culpaba, ver a Gabe Collingan de cerca, te dejaba sin aliento. Cabello castaño, ojos de un azul intenso y una fisonomía atlética. Era un hombre que cuidaba muy bien de su aspecto. Los genes Collingan eran privilegiados.

—Descuide, ya lo sabemos —respondió unos de los hombres sonriendo.

El presidente tomo asiento en la cabecera de la mesa, entre la rubia y yo, por cortesía lo salude con un asentimiento de cabeza y una sonrisa de boca cerrada. Después devolví la mirada al IPad, en donde había comenzando a dibujar por aburrimiento, obviamente traté de que David, no se diera cuenta. Había echo un boceto de un hombre panzón y calvo.

—Tomare un momento esto. — dijo Gabe Collingan, al agarrar el IPad. Comencé a sudar frio al ver cómo veía la pantalla del dispositivo—. Ok…

Gabe Collingan dejo de ver la tableta y aparte la mirada avergonzada. Este con naturalidad siguió continuo con la discusión sobre el tema del contrato. Mi día no podía ser mejor. Observé con disimulo y vi como escribía en la tableta, para luego entregármela. Ni muerta quería ver que había escrito, ya podía imaginarme algo “Gracias por tus servicios esta despedida” allí mismo moriría.

—No te pago para que estés allí, sin hacer nada. — susurra David de mal humor.

Con todas mis fuerzas desbloqueo la tableta y casi se me escapa una risa al ver que este había termino de dibujar el boceto que había hecho. De reojo, observo como está concentrado en la reunión, sin embargo, nuestras miradas se cruzan, su rostro esta serio, pero en un ese momento puedo jurar ver una leve sonrisa, que se la devuelvo con complicidad.  

La reunión termino con la promesa de reunirse mañana, y firmar el contrato corregido. Estaba feliz por el contrato, pero más porque me podría ir a descansar.

—Quiero los cambios del contrato en mi correo antes de enviarlo al abogado. — ordena David.

Asiento. Regreso a mi puesto de trabajo, dejándome caer en la silla. Apoyo la cabeza encima de unos documentos en el escritorio, y cierro los ojos por unos segundos. Mi teléfono personal comenzó a sonar, molesto agarre el teléfono y descolgué la llamada sin ver de quien se trataba.

—Buenas tardes señorita Brooks, soy Ivette la organizadora de bodas—Maldigo por lo bajo, haber contestado sin antes ver quien era—. Desde hace unas semanas he estado buscando la manera de contactarme con usted.

“Sera porque la estaba ignorando”pense.

—Sé que aún no he pagado sus honorarios, he tenido una semana muy ocupada—Le hago saber—Ahorita mismo, no tengo toda esa cantidad, pero si me da tiempo de reunirla, podría pagarle.

—Señorita Brooks…—Se detiene, buscando las palabras—. Cual sea el problema que le hizo detener su boda, usted debe cumplir con los pagos, ya que no trabajo sola, tengo proveedores a la cual le di mi palabra de que les pagaría, si no lo hago, mi negocio y la confianza que depositaron en mí se verá afectada.

Dejo salir un suspiro largo y cansado.

—Por favor… Deme dos semanas para buscar la manera de poder pagarles. —ruego.

 El silencio detrás de la línea es largo y agobiante, hasta que puedo escuchar voces de fondo.

—Una semana—me ofrece.

—Está bien. — respondo y cuelgo.

Deje caer mi cabeza de nuevo en la pila de carpetas en mi escritorio, cansada por el gran problema en el que estoy.

—¿Mal día? —pregunta una voz masculina.

Levante la cabeza y vi a Pedro, en la puerta con varias carpetas en las manos.

—La verdad, mi vida entera está mal. —aclare—¿A qué se debe tu presencia el día de hoy?

—Vengo a entregar esto, David nos había pedido el balance del mes pasado. —dijo, entregando la carpeta —. Escuche los rumores.

—Quien no lo ha hecho. —me burlo.

—Si necesitas con alguien hablar, sabes dónde encontrarme.

Pedro era un chico agradable, además de que envidiaba a su novia, sin embargo, la odiaba también por no apreciar al rubio. En innumerables ocasiones había escuchado las peleas por teléfono que tenían por los celos de ella, pero este era demasiado bueno para dejarla, además de que así era el amor, soportas todo, hasta que tu burbuja se rompe y ves los defectos. Por experiencia lo sabía.

—¡Alto allí! Antes de hablar con alguien, ella deberá darme las explicaciones a mí, primero —exclamo Alayha. La morena entra al lugar, empujando a Pedro, para llegar a estar frente a mí.

—¡Hey, con cuidado! Algún día vas a matar a alguien. — se queja el chico, fingiendo enfado.

Alayha solo rueda los ojos, y lo ignora. A veces su personalidad me hacía recordar a la de David, incluso me los había imaginado como pareja, aunque dudo de que el mundo estaría preparado para eso.

—Nos vemos. —se despide Pedro de mí.

—Antes de que me grites y exijas tus explicaciones, necesito rescribir este documento. —La muestro el contrato. Ella me hace el gesto de “te estoy vigilando, de esta no te escapas”, para tomar asiento en el sofá de espera que estaba al frente de mi escritorio, observándome como psicópata.

Cuando termine de rescribir el contrato, busque el correo personal de David y se lo envié.

—Listo, ¿por dónde quieres que comience? —pregunte.

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