Ibiza

Ibiza, la ciudad la ciudad conocida por su animada vida nocturna, con importantes clubes nocturnos y sobre todo las playas, me encanta la playa. Las villas tranquilas, los lugares de retiro, la playa d'en Bossa y las tiendas, todo rodeado de colinas con pinos que le da un aspecto increíble a la costa. Amo Ibiza, y por eso regreso aquí cada vez que puedo, y de nuevo lo hago con mis amigos de siempre que sólo quieren una cosa: fiesta toda la noche.

Debo admitir que aún no me siento con ganas de salir, tomar y bailar toda la noche hasta el amanecer, pero tampoco me quedaré encerrado en el hotel mientras ellos se divierten, así que no importa lo que pase, iré con ellos y tendré la mejor noche de mi vida, eso lo puedo asegurar. No será para olvidar a Bea sino por mí, porque soy joven, rico y guapo, y sé que al final no será necesario hablar a ese número mágico para poder conseguir una cita.

Después de unas cuentas copas en un bar del malecón, caminamos hacia uno de los night clubs más exclusivos de Ibiza donde Manuel tiene vara alta y podemos pasar sin problema, aunque admito que nunca he tenido problema para entrar a ningún club aquí. La música está a todo volumen y el club a reventar. Desde que entro me llama la atención la cantidad de chicas guapas que bailan en el lugar, y parece que yo tampoco no les soy indiferente porque cuando pasé al lado de una me tomó del brazo haciendo que me parara por un segundo para hacerle caso ― ¿Vienes solo? ― me dijo sin ningún reparo y se mordió el labio provocativamente.

― Viene conmigo ― dijo otra chica que se pegó a mí.

―Lo siento chicas ― escucho a Manuel quien me toma del brazo ― Pero por el momento viene a divertirse y me jala para que sigamos caminando.

―Tío, pero si me estoy divirtiendo ― digo un poco molesto.

―No, no, no, necesitas estar un poco más subido de copas para eso, ven vamos a la mesa.

La mesa V.I.P de Manuel está cerca de la pista pero algo escondida del resto de las personas. Una botella de champaña nos espera en el centro y unas copas que sólo están esperando a ser servidas. Cada quien toma una y Manuel hace un brindas para obligarnos a todos a tomar ― Esta noche es tu noche abuelo ― bromea ― Toma el mundo que es tuyo y olvídate de esa Bea.

La música cambia y se escucha un grito de júbilo de todos los que están en la pista y comienzan a bailar incluyendo a Manuel que ha tomado de la cintura a su esposa y se mueven divertidos al ritmo de la tonada. Mientras tomo otro sorbo de champaña bailo ligera y discretamente sin causar tanto alboroto, hasta que la música cambia de nuevo, ahora es reggaeton y con éste bien un cambio de luces que me deja ver un poco más a la gente que bailar en el centro de la pista.

Manuel se acerca a mí moviéndose al ritmo de la música y me dice al oído ―¿Ya viste a la rubia de la pista? ―

―¿La rubia? ― le pregunto

Me señala con la mano y en medio de la pista hay una chica rubia increíblemente guapa bailando sola, y como si fuera magia la pista se abre dejándome pasar entre la gente. Mientras camino hacia ella puedo verla moverse como nadie al ritmo de la música, disfrutando cada movimiento de su cuerpo. Su vestido de lentejuelas doradas la hace brillar en medio de todo, llamando la atención de todos los hombres que están en la pista, supongo porque las lentejuelas no dejan nada a la imaginación. El cambio de luces da el ambiente perfecto a la música que invade el lugar y sus lentejuelas me llaman como una abeja a la miel.

Me acerco a ella, ya que encuentro una oportunidad para hacerlo, y cuando ella se da la vuelta no puedo creer lo que mis ojos ven ― ¿Candela? ― le digo, pero la música está tan alta que sé que no me escuchó. Ella me toma de las manos y jala hacía ella pegándome a su hermoso cuerpo y comienza a mover las caderas con el resto de su cuerpo acompañándola momentos después. De nuevo, parezco un idiota porque entre el shock de verle ahí, de rubia, y el no saber bailar tan bien como ella creo que no me puedo mover como ella quiere. Se acerca a mi oído y escucho su sensual voz ― Muévete como lo hiciste en la cama guapo ― me dice y luego me da una sonrisa coqueta que me pone en el ambiente.

Ella se voltea y ahora me da la espalda, se pega contra mi cuerpo y sigue moviéndose, esta vez mis manos bajan a su cintura y después un poco más abajo hasta llegar a su descubierto muslo que me trae increíbles recuerdos. Candela se mueve, me prende, y me lleva lejos, tan lejos como mi imaginación pueda dar, no me importa si las luces del lugar nos cubren completamente a nosotros, o si hay miles de miradas sobre nosotros, estoy bailando con ella y eso me mantiene completamente hipnotizado. Puedo sentir la tersa piel de sus muslos sobre mis manos y mientras subo las manos subiendo al mismo tiempo su vestido, ella roza más su trasero contra mi hombría.

Sus manos suben sensualmente por su cuerpo hasta llegar a mi rostro que está pegado a su cuello, donde puedo respirar su delicioso aroma, después sube las manos al aire y comienza a moverlas mientras sigue llevando el ritmo con sus caderas, mientras yo estoy aferrado a ella y disfruto cada movimiento que frota contra mi cuerpo, además de tener la fortuna de poder acariciar el suyo sin limitaciones. Candela se aleja de mi y se voltea para quedar frente a mí, la música cambia y ella lo hace con el ritmo, moviéndose un poco más rápido pero igual de sensual. Toma a una chica que está al lado de ella y la pega a ella, todo esto viéndome directamente a los ojos, seduciéndome, atrayendo mi atención que es obvio que la tiene por completo desde hace momentos atrás. La pelirroja trae una paleta de dulce en los labios y mientras baila la chupa de una manera tan provocativa que ahora no sé a quien mirar más.

Comienza a bailar con la chica pegada completamente a ella, rozando sus cuerpos de una manera peligrosa y erótica, la cabellera pelirroja de la otra chica se enreda en sus dedos y cuando menos me lo espero, Candela la besa en los labios, disfrutándolo, haciendo que desee ser yo esa persona, puedo sentir como los labios de ella disfrutan el caramelo en los labios de la otra, sus bocas están perfectamente coordinadas y sus manos acarician lascivamente el cuerpo de la otra. Me siento en un sueño erótico del que no quiero despertar y se potencia ese deseo cuando se separan y Candela va directo a mí y me sonríe ― ¿Te gusta la cereza? ― me murmura y acto seguido me besa a mi también los labios, pasándome el sabor de la paleta de la otra chica y al vez comiendo totalmente los míos quitándome la respiración.

Vuelve a alejarse y se acomoda el cabello rubio, comienza a bailar alejándose de la pista y saliendo de ella, pediéndose entre la gente que está al rededor de nosotros. Reaccionó rápido y la sigo hasta la barra donde se sienta y en barman le da una bebida que se termina de un sorbo.

― ¿Candela? ― vuelvo a repetir, pero ella me ignora por completo ― Sé que me conoces ― repito.

Ella me ve a los ojos y sonríe ― Guapo, lo siento pero estoy casada ― dice y me enseña una sortija en su mano ― suerte para la próxima.

―¿Casada? ― digo en voz baja inaudible para el ambiente del club. Ella se pone de pie y un hombre de unos cuarenta años más o menos se acerca a ella y le da una pequeña bolsa ― ¿Nos vamos Bella? ― le dice en una voz que me permite escuchar todo.

― Vamos, muero por llegar al jacuzzi contigo ― le dice y luego camina pasando a mi lado ― Bye guapo, gracias por el baile ― y me guiñe el ojo.

¿Bella? ¿Casada? Espera ¿qué? Mientras ella sale del club con el hombre este que ahora está con ella la sigo y mientras él se distrae con otra persona la tomo del brazo y la alejo de él ― ¿Candela qué te pasa? ― le pregunto enojado.

― Bella para tí ― dice fría ― Suéltame, que si no mi esposo puede enojarse.

―¿En verdad estas casada? ¿Te llamas Bella? ― digo confundido.

― No te conozco, así que por favor déjame ― y se suelta ― Buenas noches.

El hombre la toma de la cintura y ambos salen del club sin mirar atrás. Veo como se suben en una camioneta GMC y el chofer les cierra la puerta para así dejarme en la puerta del club más enojado que confundido.

―¿Vas a salir? ― me dice uno de los guardaespaldas de la entrada.

―No, claro que no ― respondo de inmediato y entro de nuevo sólo para envolverme en el ambiente del club y regresando a mi mesa para tomar no una si no 3 copas más de champaña que sé son el principio de lo que será una terrible cruda al siguiente día.

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