CAPÍTULO 3. PERFUME

Elizabeth

¿Quién es ese extraño? Es un intruso que ingresó a la empresa, hay que tener cuidado con ellos porque pueden ser espías.

¡Oh Dios! Mi jefe no debe estar enterado de esto porque me habría comentado. ¿Verdad?

La cosa es que debo ir a su oficina a alertarlo de esta amenaza, su cabello claro me dice que es extranjero, tiene muchas luces y estaba en la oficina de Mayra como un infiltrado. ¡Ok! Elizabeth, por amor y respeto a esta  empresa debes ir al despacho de tu jefe a contarle lo visto.

Camino mis quince pasos reglamentarios hacia la puerta de mi oficina, la que abro y cierro rápidamente tres veces y sin perder tiempo voy recorriendo el espacio comprendido entre la misma y el elevador en su búsqueda uno, dos , tres, cuatro… diecisiete.

Ingreso, ya que estaba en el piso a Dios gracias, y respiro para liberar el estrés causado por el armatoste y el encierro, catorce y quince ¡Listo!.

Salgo de la caja metálica y me dirijo hacia la oficina del sr. Enderson, contando uno, dos, tres, cuatro, cinco… veinte ¿Eh? No son veinte, son veintidós pasos ¡Oh Elizabeth deja los nervios! Giré y me devolví entonces comencé el conteo uno, dos, tres, cuatro… veintidós ¡Perfecto! Ya casi no tengo  estrés… ¡Casi!

La puerta esta entre abierta, me asomó y… ¡No puede ser! El intruso se ha colado en el despacho de mi jefe ¡Nooooo! Esta abrazándolo ¿Se está riendo? Me acerco, la puerta suena y el intruso se gira y… ¿Aspira, que aspira? Me mira y mis piernas tiemblan, las comisuras de su boca suben en una sonrisa y es… Interesante. Debe ser de otro planeta porque, nunca había visto un ser así de … Interesante, ladea la cabeza y su sonrisa crece. Pronuncia un “Hola" y algo más que no me quedo a escuchar ya que involuntariamente salgo corriendo de allí, tomo el ascensor y bajo a mi piso, no me da tiempo a contar ya que voy de prisa y me encierro en mi oficina.

Camino contando; uno, dos, tres, cuatro… quince luego quince más y mis manos huelen a puerta ya que deje el paño con el cual las abro. Voy al baño lavo y cepillo mis manos, aplico el desinfectante de manzana y fresas… casi estoy tranquila…¡Casi!

Dos toques en la puerta me sacan del mundo en que me sumerjo.

—¡Adelante!  - debe ser Sara, con los documentos que le pedí.

El pomo de la puerta suena y olvide que estaba cerrada.

—¡Un momento! – cuento mis nueve pasos y abro. ¡Madre mía! El intruso.

Corro hacia mi escritorio para protegerme, no tiene cara de malo pero jamás me confiaré de él.

—¿Elizabeth? ¡Hola! – sonríe y se sigue viendo… interesante.

Se acerca con la mano estirada ¿Quiere que lo toque? Nunca! ¿Y si me contagia algo? Se acerca sonríe mi piel se enchina, mis piernas ceden, sudor oscuridad, tapo mi cara, me falta el aire y cuando está cerca trato de retroceder;  mis oídos zumban, que no se acerque, que no se acerque. ¡Me va a tocar!

—¡Noooooo! – fue lo último  que escuché, luego todo se nubló.

Frank

—¿Elizabeth? ¡Hola! – cuando estire la mano y me acerque, tapo su cara y retrocedió — Tranquila vamos a ser compañeros de piso – me acerqué un poco más  y gritó desesperada ¿Qué tiene?

—¡Noooooo! - ¡Dios mío se desmayó!

—¡Papáaaaaa! – la detuve antes de que llegara al suelo.

¡Dios! Si cae se hubiese destrozado la cabeza ¿Por qué reaccionaría así? ¿Y mi padre dónde está?

—¿Frank? ¡Oh Dios mío! ¿Qué pasó? – Mayra corrió a socorrerme ya que estaba sosteniéndola por encima del escritorio.

—¡No lo sé May! Yo me… ella solo… se desmayó – en ese instante llegó mi padre. Entonces respiré.

—¡Mierda! Hijo llama una ambulancia por favor ¿Intentaste tocarla? – frunci el ceño, no sabía que estaba preguntándome.

—¿A que re refieres? – pregunte algo incómodo.

—¿Trataste de hacer contacto físico con ella? – el semblante de mi padre se suavizó.

—Extendí la mano para saludar y gritó desesperada, yo no iba a lastimarla ¿Pensó  eso? – mis ojos querían salirse de las cuencas.

—Ella es diferente hijo, tiene algunos problemas – ahora entendí menos.

—¿Como diferente? ¿Qué tiene? – ahora tengo curiosidad, el perfume es de ella, ella huele así. Delicioso.

—Es compulsiva con la limpieza, tiene conductas repetitivas… - ahí deje de escuchar, como una chica tan hermosa sufre cosas así, no es justo.

Imagino su vida sufriendo y aguantando esa mierda del bullyng, además de que no solo los chicos son crueles sino que la sociedad los excluye. Me hierve la sangre de pensarlo.

La ambulancia llegó muy rápido y ella aún no despertaba, la asusté… ¡Maldita sea! La asusté. Subí a la ambulancia y mi padre nos siguió en su auto me siento responsable de lo que que le pasó porque aunque no sabía su condición, se sintió acorralada y entró en pánico o una crisis de ansiedad como lo dijo el paramédico.

Llegamos e ingresamos a un hospital privado, la atienden y el diagnóstico es Crisis Severa de Ansiedad por estrés ¡Santo Cielo! Yo la estresé.

Abro con cuidado la puerta y encuentro una silla para sentarme justo al frente de la cama con la cabeza entre mis manos, no puedo dejar de recrear el momento en que me miro a los ojos con terror, cuando gritó que no y luego el desmayo; ella pensó que yo era un peligro, ella pensó que yo la lastimaría que la dañaría. Me levanto de la silla y camino por la habitación, pensando en lo sucedido.

—¡Mami, mamá! – me giré para verla, tenía los ojos cerrados y la boquita curvada hacia abajo. Tenia el rostro bañado en lágrimas y sorbió por la nariz.

Jamás vi una chica que llorando se viera tan bella como ella, como Elizabeth. Su nombre me sabe dulce y delicioso ¿Por qué siento esto? Mientras ella continúa llamando a su mamá, a mi me pican las manos por tocarla, consolarla y abrazarla hasta que se calme por completo.

—¡Hola! Ya llamé por teléfono a tu casa – le dije para que se calmara y calmarme yo también. Abrió los ojos y su labio inferior tembló.

—¿Quién eres tu? ¿Por qué estás aquí? – quería llorar de nuevo y yo deseo abrazarla.

—Mi nombre es  Frank Enderson, yo no voy a lastimarte – me mira con asombro.

—¿Eres pariente de mi jefe,  su hijo tal vez? – sonreí, es muy lógica.

—Soy su hijo, si – me miró aún asombrada.

—¿Y por qué estás aquí? – preguntó

—Mi padre está afuera esperando tu familia, no quería dejarte sola – le expliqué.

—¿Por qué? ¿Qué te importa lo que me suceda? – ¡auch!

—Es que yo fui el causante de tu estrés – dije rascándome  la nuca.

—Me querías tocar – no fue una pregunta.

—No es como tú lo ves, no iba a violentarte; yo solo te iba a saludar - ¿Se está meciendo? ¿ Por qué se mece?

—¡Tu, tu, tu ibas a tocarme, no me gusta, no me gusta. ¡Me ibas a tocar! Casi me tocas…¡Casi! ¡Uuuuuhmmm, Uuuuuhmmm!! - ¡Dios! ¿Por qué hace eso? Me levanté e iba a llamar a alguien cuando entró una rubia gigante y preciosa.

—¿Lichi, Lichi Lee? – Elizabeth la miró con tristeza,  me siento como una mierda, yo provoqué esa crisis.

—¡Nena! ¡Intruso, intruso, intruso!

—¡No! No mi amor él es amigo, es amigo Lichi Lee… - esto es una locura, no puedo estar aquí.

Lloraba desconsolada en el pecho de esa chica, mi corazón se arrugó y se estaba rompiendo en pedacitos, no me di cuenta que lloraba hasta que  una lagrima mojo la mano que tenía tapando me la boca.

—¡Tranquila mi amor! ¡Tranquila mi niña! – le acariciaba la espalda y la besaba en la cabeza. Miró hacia atrás y sonrió, es hermosa. Articule un: “me voy" sin voz señalando la puerta. Asintió con la cabeza sin dejar de abrazar y mecer a Elizabeth.

Salí del hospital, necesitaba aire puro y controlar mi cuerpo además de mis pensamientos, claro está.

—Asustaste a mi hermana, creo que debería golpearte por eso – giré de inmediato y me conseguí con Elliot  Cambridge.

—¿Elliot? – es un gigante.

—¿Frank? – sonrió como un niñito. Me abrazó fuerte, en realidad pensé que me partiría en dos.

—¡Wow! Estás… enorme pequeñín.

—¡Si bueno! Creo que crecí un poco – se rascó la nuca y me sonrió.

—Es bueno verte – le dije sincero — En cuanto a tu hermana… yo no quise – levantó la mano para que no siguiera hablando.

—Me alegra verte también, con respecto a Lizzy, ella es un poco delicada por su trastorno y parece más chica de lo que es; por eso la asustaste. No se lleva bien con extraños – puntualizó con tristeza.

—Lo siento amigo, no se que  decir – no sonreí, pero le di unas palmaditas en la espalda.

—Descuida, ella es feliz dentro de su entorno. Lo que me duele es que no encuentre alguien que le ame, ya sabes; por su problema. ¡No es justo! – pateó una piedra imaginaria y se cruzó  de brazos.

Entonces pensé en que podríamos ser amigos, que podríamos compartir cosas de amigos y tal vez… solo tal vez algo más. Elliot miró el auto que llegaba y sonrió, sus ojos brillaron cuando vio salir una mujer altísima enfundada en un vestido gris con el cabello color chocolate y ojos azules, se ve preocupada. Venía caminando con los brazos abiertos y Elliot se adelantó para abrazarla levantándola del piso. Es bellísima, una belleza clásica y se parece a Elizabeth,  mi Elizabeth. ¿Eh, yo dije eso?

—¿Dónde está? Llévame con mi niña por favor mi amor – su voz se quebró yo me aparté y cuando pasó por mi lado giró su cabeza para sonreírme y pronunciar un “buenos días"

de manera cordial, a lo que yo respondí con un asentimiento de cabeza.

—¡Madre te presento a Frank Enderson! – abrió mucho los ojos y sonrió espontáneamente.

—¡Oh! Muchísimo gusto joven, es para mi un placer – si señora, hasta que descubra que nuestra Elizabeth está así  por mi.

—¡El placer es todo mío bella dama – muy cortésmente tomé su mano y la besé de manera sutil.

—¡Vamos  cariño! Carl está esta parqueándose pero, yo quiero ver a mi niña – pidió permiso para pasar y yo le hice un movimiento de cabeza.

Tengo que admitir mi error; nunca debí ser tan atrevido con ella, pero ese perfume me vuelve loco. Trato de retirarlo de mi s fosas nasales y fallo en el intento. Además de su boca que es hermosa y provocativa. ¡Oh por Dios! No me conozco.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados