Nuestra ansiada llegada al paraíso en la tierra, se sintió más bien como la llegada a nuestra primera pelea como casados. ¿Sorprendente? Para nadie, ni yo misma debía sorprenderme con que nuestra disputa alcanzase este nivel. Nuestro matrimonio era con facilidad una receta perfecta para el desastre, y así demostró serlo.En todo el vuelo hacia Malé, el proceso de bajar las maletas, tramitar el visado, ir al puerto, y montar la lancha hacia el resort sobre el mar, ni pío nos dedicamos Luciano y yo. Cada vez que el miraba hacia mí, le reviraba la cara del mal humor que tenía.No lo quería ver ni en pintura, ni siquiera las aguas turquesas que parecían ser sacadas de una imagen editada que estaban de su lado. Finalmente, pisando la villa que sería la nuestra, puedo distraerme mucho más con la sensación de fantasía que nos da.La terraza privada con un panorama capaz de dejar a cualquiera sin aliento, después la ducha con efecto lluvia al aire libre, la piscina privada, seguido de las com
Mi estado actual es: con el corazón roto, no el estómago vacío. He terminado sola la cena de muchos tiempos en el restaurante debajo del mar y estoy alargando mi camino hacia mi habitación de hotel. Como lo pude esperar, Luciano no volvió, después de sacarme de la comodidad de mi cama para comer, me dejó cenando sola en ese sitio. Él era todo lo que nunca quise en un hombre, sin embargo, veme aquí. Abriendo la puerta de la suite para comprobar en qué onda está montado esta vez. En lo que abro, me extraña que las luces estén apagadas y haya música de ambiente suave. —¿Luciano? ¿Volviste? — pregunto al vacío. Entonces lo escucho, risas masculinas a la distancia. Al mismo tiempo miro al piso para encontrarme con una camisa blanca masculina, más adelante veo un pantalón y más allá en una de las mesas, una botella de vino tirada, vacía. Las risas masculinas vuelven a sonar desde afuera, desde el apartado de la piscina privada. Mi mente se va hacia un lugar doloroso, hacia esa escena que
La confianza es la base de cualquier matrimonio, pero alguien podía culparme de pensar que Luciano me estaba escondiendo más. Lo cual era una locura porque de por sí que fuese el hijo de mi madrastra, y que nos hubiésemos casado, es un disparate del cual estoy al tanto.De lo que no estoy es de lo que sigue escondiendo. Por eso, veme aquí con su celular desbloqueado a mi disposición por primera vez desde que nos conocemos. Mis pulgares se mueven al aire mientras sostengo el teléfono sin saber en dónde buscar.—Los mensajes, vamos por los mensajes primero — me digo a mí misma buscando en su celular.Entro en la sección de mensajes de texto, me desplazo por varias conversaciones sin que ningún nombre en particular llame mi atención. Entro en cuatro conversaciones con nombres de mujeres y tres con nombres de hombre, pero las conversaciones tratan sobre trabajo o sobre servicios triviales.Intento en otra app de mensajería con el mismo resultado. Después me voy a la lista de llamadas reci
El regreso a la realidad es triste, pero necesario. Había regresado a Belmonte Raíces a volver con la rutina y esta vez con la mano izquierda con dos anillos de quizás mayor valor que mi pequeño departamento, ese que seguía pagando. Ironías de la vida.—¡¿Qué haces aquí Marianne Belmonte?! — exclama Giana que estaba pasando por mi escritorio. Tiene una expresión de sorpresa. Se acerca a mí — ¡Te hacía adornando y dándole tu toque a tu nuevo departamento de lujo!No le presto mucha atención a su argumento, estoy analizando por quinta vez los contratos de venta del New Century. En unas horas concretaríamos la ansiada venta.—Una empresa de mudanzas se está encargando de llevar mis cosas y arreglarlas. No tengo tiempo para mudanzas, ni redecoraciones innecesarias. El departamento está bien así — revelo al pendiente de mi computadora.—Debe estarlo. ¿No le alquilaste una propiedad de cinco estrellas? — se recuesta de mi cubículo.—Así fue.Ella toma la silla a mi lado, se sienta y se me a
Con la llegada de Luciano a la sala de juntas, la incomodidad se apodera de Mateo. Y su incomodidad hace que no termine de revelarme el nombre del accionista, tampoco le termina de contestar a Luciano. En un respiro, Ernesto está de regreso con nosotros argumentando que ya tienen que irse.Con ello, ambos se despiden de mí volviendo a estrechar nuestras manos, y por igual tienen que hacerlo de Luciano. Con Ernesto el apretón de manos es normal, con Mateo no lo es. Veo que se la aprieta mucho, también veo que le dedica una mirada de amenaza que hasta a mí me da miedo. Luciano tenía ojos terroríficos cuando se lo proponía.Al quedarnos los dos a solas, mi esposo no pierde tiempo en hablar.—¿Qué fue eso Marianne? — pregunta mirándome con exigencia.—¿Mi trabajo? — respondo viendo a los lados.—No me parecía trabajo de lo que hablaban. Estaban muy cerca para considerarlo trabajo — comenta.Puede que al querer sacarle información a Mateo me haya inclinado más a él, pero sus acusaciones so
6 meses despuésEl sonar de la alarma de mi celular me hace despertar de mi plácido sueño. Extiendo mi mano para detener el sonido y estiro todo mi cuerpo en esta cama gigante en la que estoy sola. El aroma a café recién hecho me llega desde aquí y me tienta a salir de esta con rapidez. Tomo mi bata de seda y ato un lazo en mi cintura mientras voy saliendo de la habitación.La imagen era la usual de los viernes de limpieza profunda en este departamento de lujo. Visualizo a tres empleadas ocupadas en esta tarea, mientras que a un par más en la cocina preparando el desayuno.—Buenos días a todas. ¿Cómo están? — las saludo.—Buenos días señora Marianne — me contestan al unísono.—Sonando como un coro puedo decir… — bromeo a lo que la mayoría ríe.Teresa que es una de las chicas que trabaja en la cocina, me sirve una taza de café bien cargado al ocupar un asiento en la mesa del comedor. Me informa que me han preparado waffles y me los traen. Degusto de mi desayuno en la tranquilidad del q
Narrado por Luciano BrownLa rutina me aburre, estar en el mismo sitio me aburre y estar con la misma mujer por más de un mes, es una sentencia de muerte por aburrimiento. Entonces, ¿por qué estoy ansioso de llegar a mi departamento a ver a Marianne?Ni yo mismo me explico lo que ha pasado estos seis meses de matrimonio. Lo único que sé es que estoy bastante obsesionado con ella. Tan obsesionado como para venir directo de un vuelo de 10 horas a verla. En lo que abro la puerta y soy recibido por una de las empleadas, le pasó mis maletas a duras penas, mi atención está destinada en su totalidad a Marianne.A ella que está en la cocina salteando vegetales con suma concentración. Marianne había hecho un curso de comida china en mi ausencia, y debía estar aplicando sus conocimientos. Lo sabía y recordaba porque nos llamábamos casi todos los días, aunque sea unos cinco de minutos.Lo cual me resulta un hecho vergonzoso y una consecuencia de mi obsesión hacia ella. Era difícil no estarlo cua
Narrado por Luciano BrownTomo aire con profundidad, concentro mi atención en el rostro de Julia en lugar de sus piernas abiertas y me siento en el sillón frente a esta. Ella no me quita los ojos de encima, su boca muestra una leve sonrisa sensual.—¿Unirme a qué? ¿A otra de tus provocaciones como tu auto invitación a mi boda? Me subestimas demasiado. Eso es doloroso — menciono.—Oh créeme que nunca llegaré a subestimarte. Eres el favorito de los altos mandos. El consentido que lo arriesgó todo y a todos por su ego.Uso uno de mis dedos para limpiar mi oído.—¿Todavía sigues resentida? ¿No me digas que eres una de las que hace apuestas sobre el fracaso de mi matrimonio? Te visualizo a la perfección apostando por mi desdicha matrimonial.—He sido atrapada — alza las manos al aire en una burla a mí — Aposté 20 dólares a que durarán un año de casados.Julia agarra la caja de cigarrillos que tenía al lado, y enciende uno de ellos. Veo las líneas que adornan su brazo con ese tatuaje que se