SECUESTRADA

Me muevo aturdida, abro los ojos lentamente, me duele la cabeza, siento mi cuerpo pesado, ¿Dónde estoy?, el lugar es frío y oscuro, miro a los lados y no veo a nadie, solo hay unos despojos de algún pequeño almacén abandonado.

Las cuerdas que atan mis pies y manos me lastiman estoy acostada en una pequeña alfombra azul, trato de incorporarme y solo logro sentarme.

Escucho la puerta rechinar abriéndose lentamente por el óxido de esta, estoy asombrada, aunque de esta arpía no me podía esperar algo mejor.

Daniela ingresa con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

—Hasta que por fin te despiertas, has dormido más de ocho horas.

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