Reino Witther (Presente)
Las mucamas corrían de un lado al otro limpiando cada rincón del castillo, las cocineras preparan postres de moras y en el pueblo los rumores del regreso del príncipe corrían por todos lados. Regresaba después de 4 años, 4 años en luto.
Los pueblerinos no sabían la verdadera razón del asesinato de sus padres, pero sabían que el dolor sería curado con la venganza. Maximiliano había vuelto para cobrar venganza. Quería que sus padres descansarán en paz. Quería estar en paz consigo mismo, aunque ahora mismo la soledad sea su única compañía.
María, era la nana del príncipe, esperaba la llegada de su amado niño para poder darle un abrazo y hacerle saber que no estaba solo.
Ella observaba la reja que yacía cerrada, sostenía entre sus manos un sobre blanco y sus ojos se llenaban de lágrimas a cada segundo. En el camino, los pueblerinos murmuraban viendo pasar un carruaje.
—¡El príncipe ha llegado! —gritaron, los aplausos alertaron al príncipe quien asomó su rostro por la ventana
La gente aplaudía.
Dejó de mirar y continúo en su antigua posición. Una parte de él pedía a gritos que volviera y otra pedía enfrentarse al dolor.
Su corazón dolía.
Ese castillo estaba lleno de melancolía, de recuerdos. De dolor.
Durante estos años se dedicó a entrenar y buscar pistas, pero el asesino no dejaba ninguna, era muy astuto.
Así que como no tenía pistas decidió escribir el nombre de algunos sospechosos, pero resultaba que de los 35 sospechosos ahora solo tenía 7.
Era frustrante para él tener que investigar al asesino de sus padres y a la vez ser rey.
En una semana sería su coronación, estaba nervioso pero triste a la vez. Recordaba que su padre solía hablarle sobre la responsabilidad que un rey tenía, debía cuidar a su pueblo, ser justo, honrado y bondadoso.
Por eso ante la tumba de sus padres juro que al tomar el trono sería un buen rey.
Pero no pararía hasta tener entre sus manos al asesino de sus padres.
Las grandes rejas fueron abiertas dando paso al carruaje real, María sonrió ante la idea de abrazar a su pequeño Max, como solía llamarlo.
El carruaje rodeo la pileta que yacía en medio frente al castillo y frenó, Maximiliano soltó un suspiro y la puerta fue abierta. El aire fresco llegó a sus fosas nasales, reconocía aquel aroma, creyó que ya lo había olvidado. Bajo lentamente del carruaje, observó a su alrededor, los grandes jardines relucían de flores blancas, rojas y amarillas. Los colores favoritos de su madre.
Alrededor de la pileta florecían girasoles, a los costados del castillo había inmensos jardines y detrás de este un gran jardín se extendía en 70 hectáreas, justamente ahí estaban las 2 cabañas donde dormían los del servicio.
Maximiliano amaba correr por ahí y observar las nubes.
—Max —un susurró lo saco de sus pensamientos, giró su rostro y se encontró con su nana. Una mujer de mirada dulce, cabellera negra con algunas canas visibles y unos hermosos ojos verdes.
María era humana, pero fue adoptada por una pareja de licántropos quienes le dieron amor y compresión. Ella se casó a los 24 años con su vecino, su amado León. No tuvieron hijos, pues el falleció dos años después de estar casados. Así que ella decidió seguir con su vida. Y luego terminó en el castillo cuidando a un pequeño príncipe, que años después sería rey.
—Nana —susurró, sintió una gran felicidad. Odiaba recalcar que estaba solo, pero luego mediante su egoísmo recordaba el amor que su nana le brindaba. María y Maximiliano se fundieron en un fuerte abrazo, ella sollozó en el pecho de su pequeño.
Lo había anhelado, había querido verlo por mucho tiempo y ahora estaba aquí con ella.
Los minutos fueron largos para ambos, pero luego de romper el abrazo ambos entraron al castillo donde el aroma a moras inundó sus fosas nasales. Esa tarde Maximiliano le contó muchas cosas a María, ella lo escuchaba atentamente.
—...pero, aunque aún no haya pistas, estoy seguro que pronto encontraremos alguna que nos lleve a su paradero. Ese maldito no estará libre por mucho tiempo —susurró con odio, de pronto María recordó
—Max —este asintió— te dejaron esta carta —Maximiliano elevó la mirada y observó el sobre blanco que su nana le tendía
—¿Quién me lo dejó? —tomo entre sus manos el sobre
—Tu tío Felipe —aquello impacto a Maximiliano, había oído de su tío hace algunos años atrás según le habían dicho él volvería de visita, pero luego sucedió aquello y Felipe nunca fue. No se supo de él hasta ahora.
Maximiliano negó con la cabeza.
—No estoy segura si debas leerla, pero lo único que te puedo decir es que hace unos días él llegó y pidió hablar conmigo. Solo me dijo que leyeras la carta y que pronto sabrías de él
—¿Saber de él? —pregunto con sarcasmo— Mi tío nunca vino a verme, ni siquiera decirme que debía ser fuerte. No le importó la muerte de su hermano, no le importa nadie —no sabía cómo explicar ese sentimiento, pero sentía que algo dentro de él se oprimía de solo escuchar el nombre de su tío. ¿Era odio?
—Cálmate —susurró María
—Quiero que mañana envíes a Candela y ponga un aviso. Haré algunos cambios en el servicio, quiero a 15 nuevos empleados para este fin de semana —se puso de pie
—Estamos jueves, Max —él frenó
—No importa nana, ve a la aldea humana y trae a 15 humanos para el servicio de limpieza. Ellos necesitan trabajo —y ante sus últimas palabras salió del comedor dejando el sobre en la mesa, María la tomó entre sus manos
Ella estaba en shock.
Su pequeño estaba raro, el dolor y la tristeza lo estaban consumiendo.
¿Cómo pararía?
María no lo sabía.
Aldea humana, al sur del reino Witther • Esmeralda • "Comunicado real Reino Witther Ante lo presente, se necesitan 15 nuevos ayudantes en el personal del castillo. Las edades pedidas son entre los 16 a 28. Atte. Maximiliano Witther" Todos los que irían al castillo estaban siendo subidos a dos carruajes, ahora mismo había 7 chicas de mi edad y en el segundo carruaje iban los restantes mayores de 18 años. Aquí estudiar, leer o pensar en formar una familia es casi nula en los jóvenes, ellos solo quieren dinero que es algo que buscamos por la pobreza de esta aldea. Estamos prácticamente abandonados y las ayudas son siempre con un motivo aparte. Vivía con mi abuela hasta que ella hace unos meses falleció, era mi única familia y ahora tengo que mantenerme con vida y buscar el dinero sufici
Reino Witther • Maximiliano • "Tal vez deba comenzar pidiendo disculpas por no haber estado a tu lado en ese momento tan difícil, pero necesito que entiendas que al igual que tú yo también busco venganza, busco al maldecido que le arrebató la vida a mi hermano. Tengo pistas sobre él, durante estos últimos años ha habido más víctimas al igual que tus padres, pero lo difícil es entender la razón de sus muertes y por eso sigo investigando. En unos días te llegarán unos papeles que contienen los informes de cada asesinato, guárdalas. Maximiliano yo también sufro día a día al no tener a tus padres, tu madre era una mujer muy dulce y bondadosa, en cambio tu padre solía esconder su furia para no preocupar a nadie y siento que él sabía sobre ese hombre, solo ve y busca algún documento en la oficina de tu padre ahí debe haber algo. Prometo v
En alguna parte El misterioso hombre observaba con curiosidad a la joven frente a él, sus hermosos ojos ámbar reflejaban la locura infinita. —Mi querida, Amanda. —relamió sus labios disfrutando de aquel nombre— Sigues siendo tan hermosa como antes La mujer lo miro con asco, sabía que sus intenciones no eran buenas. —¿Para qué me llamaste? —pregunto sin rodeos —Cálmate Amanda, primero quiero que conozcas a mis mascotas. —al lado del hombre 3 grandes bestias descansaban, eran aquellas horribles bestias que asesinaban sin piedad— ¿Te acuerdas de ellos? —Cómo voy a olvidarlos. —soltó con asco— ¿Para qué me llamaste? Sorbió un poco del vino, gimió al sentir el dulce néctar bajar por su garganta. —Es simple, —observó su copa vacía— sabes que ya son 11 asesinados ¿no? —ella asintió— Muy bien, es bueno saber que estás informada. Pero como te decía, me faltan 10 más y es ahí cuando
Reino Witther La tarde se hizo presente, el sol seguía brillando y una fresca brisa acariciaba el rostro de Maximiliano. Después de haber rebuscado en el despacho de su padre, decidió tomar un descanso. Su mente divagaba, estaba atormentado y ofuscado. No encontró nada, ¿Felipe lo estaba distrayendo? Así que decidió darse un baño y luego observar el bello paisaje desde su balcón, no había querido almorzar. Por ahora su apetito era nulo, pero su sed de venganza era inmensa, sentía que algo le faltaba. Como si una parte de su alma estuviera vagando por alguna parte. Pero no lo descifraba, ¿qué era? Recuerda que solía esconderse de todos y encerrarse en su alcoba, donde lloraba en silencio y dejaba que su dolor se apoderara de él. Ahora estaba a punto de comenzar una nueva etapa, el ser un rey. Tendría tanto que resolver, cuidar un reino entero y al mismo tiempo vengar a sus padres. Se sentía
Reino Witther Los días habían pasado y con ello los recuerdos de aquel encuentro, Esmeralda no había sido castigada pues nadie la había descubierto. Ella solo huyó de ahí, dejando al príncipe confundido y feliz. Maximiliano soñó con su compañera, pensó en su dulce mirada y el miedo que reflejaba. Fue imposible poder ocultarlo, así que tuvo que confesarlo a su nana quien se emocionó por aquello, pero él fue muy claro. —No puedes decirle esto a ella, es un secreto. Por eso te pido tu discreción y tu apoyo. Cuídala y no dejes que nadie se enteré de esto. Debo cumplir mi venganza y guardar este secreto. Para él era difícil, los días siguientes de su encuentro no dejaba de observar a su compañera y le era difícil no enloquecer por aquel dulce aroma. Todo el castillo estaba impregnado con su aroma. El sol brillaba y el pueblo se alistaba para la coronación. Maximiliano observaba
Reino Witther • Maximiliano • El silencio reino durante unos largos minutos, ninguno de los dos dijo nada. Él al igual que yo lucíamos impactados, la última vez que lo vi fue tras aquella discusión y mi tonta reacción. Lo trate mal sabiendo que él no tiene la culpa de nada. Habían pasado 3 meses desde mi coronación, al principio fue difícil adaptarme, pero ahora ya estoy controlando más el reino. Y ella, suelo verla contemplar las flores del jardín por unos largos minutos, posee una sonrisa inocente y dulce. Muchas veces su aroma interrumpe mis pensamientos, le pedí a mi nana un pequeño favor, cada vez que mi desayuno, almuerzo o cena sea llevado a mi despacho ella debe traérmelo. Me gusta su aroma. Es tan exquisito y me da calma. Y no hay sospechas, pues la encargada es mi nana así que el personal le hace caso. Sigo investigando, pero no encuentro alguna pista. H
En alguna parte • Felipe • Su sonrisa se ensanchó más, a veces parecía un demente y en ocasiones un hombre inteligente, pero ahora mismo ante mis ojos era un desconocido. Ya no lo conocía. ¿En qué se había convertido? Ya no lucia cansado, ahora su apariencia era mágica y perfecta. Su rostro sin ninguna marca de guerra que antes poseía, su piel relucía firme. Caminaba de un lado al otro con aquella sonrisa, sabía lo que pensaba. Y era mi error, mi traición. —¿Entonces qué más deseas que haga? —este asintió suavemente ante mi pregunta —Muy buen trabajo Felipe —susurró, dejó de caminar y me observó, ambos permanecimos frente a frente. Él a un lado de su trono y yo abajo, como su sirviente Asentí. —Maximiliano es aún muy débil, ya tengo algo a mi favor debo averiguar si tiene algo más —observé sus ojos detenidamente, permanecían oscuros
Reino Witther • Maximiliano • "Sobre nuestras razas hay mucho que contar, cada uno emergía en las sombras. Evitan ser vistos, pero tarde o temprano serían vistos. Los primeros en ser vistos fueron los felinos, cuentan que fue la hija del jefe quien corrió aquel riesgo. Era apenas una cría cuando salió del bosque, una de las reglas principales era mantenerse en su nido hasta que sus padres vuelvan de cazar, pero ella era muy traviesa. La curiosidad fue más grande y rompió la regla, camino escuchando todo a su alrededor y jugueteando, pero no había visto a un humano observarla. Aquel humano prepara en silencio su lanza para poder acabar con aquella presa, pero fue un Alfa quien la salvo, asesinando al humano. Días después los humanos se alteraron, ya sabían de bestias que asesinaban en el bosque. Nuestras razas corrían riesgo. Así que tuvimos que actuar, form