Capítulo 3: Noticia

Al llegar al hospital, la pelinegra fue quien habló con su médico pidiéndole que le hicieran una revisión completa a su amiga, porque no se encontraba bien e igual le contó que la vio vomitar.

El médico al escuchar lo que había pasado y notar que la joven castaña se miraba algo pálida, en seguida ordenó que le hicieran un examen completo para encontrar el origen de su malestar.

“Caro, tengo miedo” – le decía Débora, porque le aterraba pensar que tuviera algo malo y jamás lo noto y ese miedo creció al ver que le aplicaron varios exámenes.

- Tranquila, sea lo que tengas aquí estoy a tu lado para apoyarte ¿sí? - le comentó tomándola de las manos para buscar transmitirle calma. 

La castaña solo asintió y tras esperar unos minutos, llegó una enfermera con los resultados de los análisis.

- Gracias preciosa – le dijo coqueto el médico guiñándole el ojo, provocando que ella solo sonrió y de forma lenta se girara para salir del consultorio, provocando que las amigas rieran ante esas acciones.

Al tener los papeles en la mano, el doctor enseguida comenzó a leerlos poniéndose ligeramente serio conforme pasaban las páginas.

- ¿Qué tiene mi amiga? – preguntó la pelinegra al ver que el médico no les decía nada.

- Tranquila Carolina, tu amiga está bien de salud – aclaró el médico.

- ¿Bien? ¿y porque ha estado vomitando y no se ve…?

- Porque ella tiene 2 meses de embarazo, felicidades señora – le interrumpió el doctor mirando que esa noticia asombraba a ambas.

- Que… 2 meses… —la pelinegra miró a ver a su amiga, quien estaba en shock.

- Veo que estás un poco sorprendida por la noticia - opinó el doctor al notar que ella estaba quieta y su cara no reflejaba algún tipo de emoción. 

“Bastante…” - la castaña movió sus manos con dificultad, ya que se sentía en una especie de limbo en esos momentos.

- Dice que bastante, pero ¿está seguro?

- Si es un examen perfecto y de hecho, los mareos y vómitos, son las pequeñas alertas del comienzo de un embarazo – comentó notando que las amigas solo hacían una mueca al escuchar eso – veo que aún tiene sus dudas y si desea yo… - comenzó a decir abriendo su cajón para sacar una tarjeta y su block de recetas – mira aquí te doy el nombre de un buen ginecólogo para que comiences con tu seguimiento y tus cuidados, pero si no deseas esta es la dirección de una clínica para que abortes.

“Que…nooo”

- Creo que no le gustó la idea de abortar - indicó Carolina buscando calmarla.

- Perdón por sugerirlo – dijo el médico al ver la cara de horror que puso la castaña – pero no te ves feliz con la noticia, por eso me atreví a comentarte sobre esa opción.

- Gracias doctor y pues no se ve feliz porque recién se peleó con su pareja – mencionó Carolina buscando hacer que el médico deje de hablar del tema.

- Entiendo, pero bueno señorita recuerde que hablando se entiende la gente y sé que las cosas se solucionarán, además de seguro su esposo estará encantado con la noticia de que serán padres.

Débora solo hizo una mueca y asintió, ya que no tenía caso decirle sobre eso a un extraño.

- Am… doc. y dígame ¿mi amiga puede tomar algo o hacer algo para que ya no tenga esos horribles malestares? 

- Claro – indicó empezando a anotar algo rápido en su recetario y se lo entregó – mira estas vitaminas te ayudarán a que ya no te sientas tan débil y por ahora como estas empezando a conocer de tu embarazo, lo que sientas que te hace mal evítalo y aumenta tu consumo de frutas y verduras ¿entendido?

Débora asintió tomando la receta que le ofrecía.

“Gracias”

- Dice que muchas gracias doc.

- De nada y cuídense – mencionó el médico despidiéndose de ella.

Mientras andaban Carolina notaba que su amiga se encontraba algo ida, ya que estaba sumida en sus propios pensamientos.

Embarazada… realmente era una hermosa noticia, ya que en algún momento esa noticia se volvió su gran sueño y anhelo… pero porque se enteraba de esto ahora que estaba decidida a divorciarse.

Ahora tenía esa duda: ¿debía divorciarse? o… las palabras del médico podrían ser ciertas y todo cambiaría con la llegada de ese bebe.

- Débora – en eso escucho que su amiga le llamaba, sacándola de sus pensamientos.

Al detener sus pasos y mirar a ver a los ojos noto su preocupación. 

- Este embarazo es producto de lo de esa vez ¿verdad? – preguntó angustiada, recordando ese día que la encontró toda golpeada al ir a visitarla.

“Creo que sí…” – indicó triste.

- Débora y dime ¿qué vas a hacer? porque te conozco y sé que el aborto no es una opción, pero dime ¿harás lo que dio el doctor o seguirás con el plan de divorcio?

“Es que será su bebe”

- ¿Y qué? no sabes cómo tomará la noticia.

“Pero será su bebe… de… de seguro todo cambiara para bien”

- Amiga…

“Caro sé que te estas enojando, pero siento que debo decirle sobre mi estado”

- Débora, mejor promete y júrame por la memoria de tu mamá – dijo la pelinegra mirándola a los ojos y tomándola de las manos – que solo le preguntaras ¿qué opina de que tengan un hijo? no le digas que estás embarazada porque en verdad no deseo que se gire y te golpee hasta que te haga abortar.

Esas palabras asustaron un poco a la castaña porque sabía que él podría tener ese tipo de reacción, por lo que accedió y prometió cumplir con esa promesa.

Ante esa mención, empezó a recordar ese día, si… ese fue el día que quedó embarazada y tristemente, no hubo nada de amor ni cariño en esa única ocasión en la que compartieron cama, ya que solo fue sexo rudo acompañado de golpes e insultos, porque Roger la utilizo como saco de boxeo para sacar sus frustraciones debido a que esa mañana habia peleado con Sophia y tenía miedo de perderla… y como siempre, Débora fue la razón de la discusión, porque la rubia deseaba ser la esposa y no la amante, así que esos golpes eran porque le estaba arruinando su vida.

Ciertamente ese hecho fue el que detonó que ella marcara la línea final de la tolerancia, porque ella jamás le había hecho algo para merecer ese trato por lo que no entendía porque la odiaba tanto, ya que ella no recordaba haber hecho todas esas cosas de las que la acusaba.

Débora buscó sacudir todos esos malos recuerdos de su mente y solo se dedicó a seguir caminando por las calles en compañía de Carolina hasta la farmacia para surtir la receta médica.

Al tener las pastillas busco tomar unas y guardar el resto en su bolso.

- Bueno ahora que ya las compramos, qué te parece ir de paseo.

“Pero…”

- Ayer fue tu cumpleaños y te quedaste en casa encerrada esperando a ese imbécil, así que hoy tomarás tu revancha y comeremos pastel - dijo Carolina tomando de la mano a su amiga para caminar hacia el centro comercial.

Tras pensarlo un poco, Débora accedió porque ella decía la verdad: ya era hora de disfrutar de la vida y debía celebrar su cumpleaños pasándola bien fuera de casa.

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