Capítulo 2: Muda y Patética

- Entonces ¿si los grabaste teniendo sexo? – preguntó una voz femenina al teléfono.

La otra persona le dio algunos golpes al teléfono comunicándose en clave morse: “Si, ella no colgó

- Excelente… am… bueno amiga ya sabes…

“Descuida, te entiendo”

- Mañana que te lleve tu pastel y tu regalo, me das esas pruebas para que se las pase a mi esposo y ya ponga la demanda de divorcio.

“Gracias”

- No tienes que dármelas, bueno descansa – indicó la persona terminando la llamada.

La mujer que se había comunicado en clave morse solo dejo escapar un suspiro y en eso volvió a sentir como sus ojos picaban y amenazaban con volver a llorar, porque recordar todo lo que escucho y como su esposo le decía te amo a su amante, dolía.

A paso lento se dirigió a su habitación y al pasar por el gran espejo que estaba en el pasillo se quedó mirando por un momento su reflejo.

Sinceramente el reflejo era de una mujer hermosa de cabello castaño algo ondulado, ignorando que en ese momento sus ojos estaban hinchados por culpa de la tristeza, estos eran de un singular color azul, su figura era delgada… tal vez no tenía un busto exuberante como Sophia, pero su cuerpo estaba bien proporcionado.

En verdad era una mujer guapa, de no ser por ese cruel defecto que ese accidente le provocó, ya que por culpa de un trauma de su niñez ella perdió el habla, por lo que ahora se comunicaba mediante el lenguaje de señas y clave morse, algo que Roger odiaba porque tuvo que estudiar esos lenguajes para poder hablar con ella.

Ella colocó su mano sobre el espejo mientras pensaba que lo que estaba por hacer era lo correcto, ya no podía vivir como una sombra en esa casa.

Quitando a su gran amiga de la infancia, el esposo de ésta y el vecino, no había alguien que la quisiera: su padre jamás la quiso, su madrastra y hermanastros abusaban de ella, su esposo la traicionaba abiertamente y su suegra la humillaba cada que podía… por lo que, de no ser por esas 3 personas, ella viviría aislada en esa gran casa.

Ciertamente la casa era un departamento moderno y lujoso, equipado con lo mejor y decoraciones muy costosas, aunque el plan original era vivir en una casa-mansión propia, pero Roger se negó a comprar algo así por el mero hecho de que solo compraría una casa cuando viviera con la mujer que amaba.

Ella camino hasta la cocina para guardar la cena que le habia preparado a Roger en unos recipientes, ya que sabía que cuando era noche de sexo con Sophia, él no regresaba hasta las 7 de la mañana, aunque solo regresaba para bañarse, cambiarse de ropa, desayunar y regresar a la oficina.

Tras guardar todo y limpiar los trastes sucios, ella ingresó a la recamara de Roger para acomodar la ropa limpia sobre la cama para que la tenga a mano a la mañana siguiente y tras acabar fue a su habitación a dormir, porque ellos dormían en habitaciones separadas.

A la mañana siguiente fue despertada por el sonido del agua correr, lo que significaba que Roger había llegado y se había metido a bañar.

Ante eso ella se levantó y fue a prepararle el desayuno, el cual acomodó rápidamente en la mesa y se sentó a esperarlo.

La espera no tardó mucho, ya que 5 minutos después Roger apareció bañado y arreglado para sentarse a desayunar sin saludarla.

“Buenos días” – le dijo ella moviendo sus manos, pero el pelinegro la ignoro porque su atención estaba en su celular, ya que estaba mandando un mensaje de texto, aunque por la sonrisa de idiota en su cara de seguro estaba hablando con Sophia.

Ella solo suspiro y comenzó a comer con la mirada baja.

Cuando Roger terminó se colocó de pie para irse, pero vio que su supuesta esposa se puso de pie y se acercó.

- ¿Qué quieres Débora? – le preguntó frunciendo el ceño al notar que estaba por tocar su cuerpo, aunque solo dejó escapar un suspiro al ver que ella tomaba su corbata y se la acomodaba.

“Que tengas un buen día”

- Siempre lo tengo – dijo en tono sarcástico pasando al lado de ella y golpeándola en su hombro derecho provocando que cayera al piso, pero no le importo lastimarla y él siguió con su camino sin mirar atrás.

Débora buscó aguantar el dolor de la caída y se colocó de pie, buscando secar rápidamente las lágrimas que estaban por salir de sus ojos y en eso miró a un punto específico de la pared que tenía enfrente de ella.

Con cuidado se acercó a ese punto y al mover un adorno quitó la mini cámara que colocó en ese sitio, porque poco a poco había reunido las pruebas para exigir el divorcio.

Porque si… ella ya había llegado a su límite, ya no quería aguantar más humillaciones… aun no entendía: ¿por qué todos la odiaban? ¿solo porque no hablaba de forma fonética?

Eso le parecía injusto, aunque lo que más le dolía es que de nuevo espero al menos una felicitación por parte de su pareja por su cumpleaños… pero de nuevo el actuó como si fuera un día más.

Además de sentirse triste de un momento a otro sintió unas horribles ganas de vomitar por lo que corrió al baño.

Últimamente se sentía débil, se mareaba con facilidad y vomitaba después de comer… ciertamente en casos como esos debería ir al médico de inmediato, pero ella no quería ir porque pensaba que todo era por culpa de la presión psicológica que estaba sufriendo.

Por lo tanto fue a acostarse un rato en el sofá dejando escapar un suspiro en lo que buscaba calmar un poco sus angustias antes de empezar con sus labores domésticas o ese era el plan, ya que de un momento sonó el timbre de la puerta, anunciando que alguien había llegado.

Débora se colocó de pie y fue a ver quién era, aunque el malestar desapareció cuando vio que era su amiga, por lo que enseguida le abrió.

“Hola Caro” – le dijo sonriéndole.

- Hola Debi, ya se fue el imbécil ese ¿verdad? – indicó una chica de cabello negro, acercándose a abrazarla y darle un beso en la mejilla.

“Si”

- Que bueno, porque no le traje a él – dijo mostrando una bolsa de papel.

La castaña le miró confundida y en eso vio el nombre de la bolsa asombrándose, porque su amiga trajo comida de su restaurante favorito.

- Y por cierto ¡feliz cumpleaños!

La castaña sonrió y le abrazó, agradeciendo este gesto porque era la única que le felicitaba a esas alturas de la vida.

Tras eso buscaron acomodar todo en la mesa para comer y platicar de trivialidades sobre cosas que veían en la tele o el drama que pasó en la novela de las 9.

“Sí que se la pones difícil a Cristian” 

- Bueno él sabe que no soy una chica fácil y así me ama – bromeó ella sacándole la lengua y haciéndola reír.

“Oye ten, son las grabaciones” -  habló dándole los dos usb con todas las evidencias que había reunido.

 - Perfecto, yo se los daré para que demos inicio a la demanda – indicó poniéndose seria y guardándolos en su bolso.

Débora le agradeció su ayuda y tras guardar las pruebas se sentaron a comer a la mesa comentando de cualquier otro tema para pasar un buen rato, aunque este se vio interrumpido cuando la castaña se levantó de golpe para correr al baño a vomitar lo poco que había ingerido.

- ¿Débora? ¿estás bien? – la pelinegra corrió detrás de ella, porque esa reacción fue extraña y se asustó al escucharla vomitar, por lo que no dudó en ingresar al baño para ayudarla porque ahora se veía algo pálida – oye ¿hace cuánto que te pasa esto? ¿has ido al hospital? – empezó a preguntar, sin recibir respuesta alguna porque no la dejó hablar al pasarle una toalla para que se limpiara.

“Es algo hace poco empezo a pasarme y no… aun no voy al hospital”

- Entonces olvida la comida, porque ahora mismo te llevaré al hospital – indicó la pelinegra frunciendo el ceño y ayudándola a colocarse de pie.

“Pero mis deberes…”

- Ah… olvida eso, la m*****a casa no se destruirá por un día que no la limpies, lo importante es tu salud – le regaño su amiga.

“Deja le aviso a Roger”

- Débora por favor, olvídalo o acaso él te pide permiso cuando se va a acostar con su amante.

“No…”

- Entonces vamos amiga, porque en este momento debes recordar que lo más importante en esta vida eres tú y nadie más.

“Gracias” – Débora sonrió agradeciendo que en verdad ella le apoyara.

- Bueno levántate y ve por tu bolso - le ordenó mientras le ayudaba a colocarse de pie y enseguida sacó su móvil de su bolsillo para mandar un mensaje de texto - ven, te llevaré con mi médico para que no tengas problemas con ese loco.

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