Capítulo 20

—Vale... —Digo tomando el micrófono. Al escuchar los acordes de “Loba" de Shakira carcajeo, esa canción me mata, mirando a Kahin le guiño, esta si que es para él. Mi amiga junto a mis compañeros inician a bailar y yo a cantar, lo hago con coquetería, Loan carcajea mirando a Kahin, es a él a quien le canto, sé que lo estoy molestando, pero amo ver esa cara tan seria que pone. Pronto me aprendo los pasos y bailo junto a mis amigos.

—Me la va a pagar señorita. Kahin besa mis labios una vez bajo del escenario. Todo el teatrillo entre Randon y yo, se ha caído, sé que todos hablarán el lunes, de lo que aquí pasó con mi “Sugar Daddy”, como ellos le han puesto a Kahin.

—No sé de qué hablas, yo solo cantaba— vuelvo a besarlo, extrañaba esto con él, no sabía cuánta necesidad de estas demostraciones de cariño tenía.

La fiesta finaliza y todos están por marcharse, mi madre no se separó de su mejor amiga y eso me extrañó mucho, me está preocupando, ella jamás me deja sola en fiestas así, siempre se divierte a mi lado.

—Nos vemos el lunes —dice mi madre casi molesta— espero decidas volver conmigo, digo, como ya tienes novio. —Frunzo el ceño.

—Puedo tener el novio que sea y yo jamás te dejaría sola, me duele tu comportamiento mamá. ¿Algo que debas contarme? Mi madre niega.

—Solo te digo que tengas cuidado con ese imbécil. —Resoplo, está claro que Kahin jamás será perdonado por ella. —Te amo, jamás olvides eso. Abrazo a mi madre y me despido de ella.

—Tranquila, se le va a pasar. Me abraza mi amiga dándome su apoyo.

—Es normal que esté molesta por lo que él hizo, pero ella está exagerando. —Miro a mi amiga y sonrío—. Me alegra que tu madre y Loan se lleven bien. —Ella me guiña.

—Mi chico es lo más precioso que hay en la tierra, todos lo aman. —Enarco una ceja.

—Espero que no te des de bruces. —Ella rueda los ojos.

—Me voy, mi hombre Zazo me espera. —Me da un último abrazo y se va, sonriendo entro a la casa para bañarme e irme a la cama, está casi amaneciendo, la juerga estuvo buena aunque Kahin no me dejó pasarme en alcohol.

—¿Qué es esto? —Me pregunto a mí misma, mirando esas cosas extrañas que están en mi closet y me han hecho caer.

—¿Qué sucede? —Se acerca Kahin y me ayuda a ponerme en pie.

—Me he enredado con esas cosas. —No dejo de mirar los objetos— ¿Es eso una soga? —Me agacho y la tomo en manos, Kahin de inmediato me la arrebata, pero yo que quiero saber. Tomo un tubo de metal con dos pulseras. —¿Qué es esto? También me lo quita y veo un látigo, de inmediato miro a Kahin.

—Deja de tocar. —Me gruñe.

—¿Estos son objetos sexuales? —sonrío burlona. —Quiero usarlos. —Suelto sin pensarlo, él me mira atónito. —Quiero experimentar contigo. —Sonrío mientras me encojo de hombros.

—La otra vez me has dicho que tus deseos eran obscuros, quiero probarlos.

—No sabes lo que pides Dulce loba. —Escuchar eso me hace reír.

—Entonces ¿Eres tú mi amarga Luna? —Carcajea.

—Será magnífico ¿No crees? —se acerca a mí  y me besa— ¿Segura que quieres jugar conmigo? —Asiento mirándole a los ojos, deseo saber que es eso que él tanto teme mostrarme.

—Deseo hacerlo y aprender. —Frunce el ceño.

—Esto solo conmigo ¿Comprendido? —Alzando las cejas frunzo los labios y contraigo la nariz, le escucho reír.

—Está bien, solo contigo. —Miro sus ojos, con él lo quiero todo, lo deseo todo y lo haría todo, menos tener una relación.

—Vamos. Deja las cosas en su lugar y de la mano me guía hasta una habitación que es dorada por donde se mire.

—¡Joder! ¿Esto es un matadero? —pregunto al verlo todo— ¿Qué es eso? —Acaricio las varas de hierro que van desde el piso hasta una altura bastante respetable.

—Ahí puedo atarte de pies y de manos para deleitarme con tu cuerpo. —Asiento y sigo caminando.

—¿Por qué tantas camas? —Le escucho sonreír.

—Para más placer, cada cama es perfecta para un juego en específico. —Me muestra una que parece una S acostada.

—Esa se parece a la forma de Panamá en el mapa. —Ríe por mi comparación, soy la única que piensa en geografía en un momento así.

—Lo sé, pero en este sofá tu y yo nos podemos divertir a lo grande, puedo someterte a mi placer y para tu disfrute. —Su voz ronca y sugerente me excita, pero eso de someter no me gusta.

—Wow... ¿Para qué tantos látigos?— me dirijo a la pared y tomo uno.

—Son fustas, con ellas puedo recorrer tu piel y darte pequeñas azotaditas para que el placer en ti aumente. —Asiento, ese lugar no me gusta, no debí decirle que quería jugar con él.

—¿Así? —Sin avisarle le doy un azote en el pecho desnudo, no medí la fuerza y el sonido seco que hace me espanta. —Lo siento... Lo siento... Lo siento... No quise lastimarte. —La carcajada me invade y no puedo controlarme, la marca de inmediato se le nota, aún con los vellos que tiene en su pecho.

—Marilí Cook... —Gruñe—. Me has dado duro. Se va acercando a mí y yo voy retrocediendo mientras le señalo con el látigo.

—No me hagas nada, ha sido sin querer. —Sigo riendo.

—No te haré daño mi Dulce loba. —corre y me toma en brazos—No estás lista para probarlo todo, pero aun así, podemos experimentar con algunas otras cosas. —Me deja en la gigantesca cama con sábanas doradas y se aparta de mí, me siento en ella y le veo buscar algunas cosas. —Te voy a atar de pies y de manos en la cama, vendaré tus ojos y disfrutarás solo con tu cuerpo. —Paso saliva sin quitarle ojos a las cosas.

—¿Qué es esto Kahin? —Las toma en sus manos y sonríe, me quita el albornoz y las acerca a mis pechos, retrocedo asustada.

—Tranquila Dulce, estos son pinzas de pezones, son suaves y muy placenteras —acerca su cara a la mía y me besa— para esto debes confiar en mí, si no estás segura te puedo follar como siempre lo he hecho, quizás esta vez lo hagamos en la piscina.

—Sus dedos juegan con mis pezones y los endurece en el acto, jadeo mirándole, el calor va subiendo por mi cuerpo, el placer va tomando su lugar en el momento y el deseo como siempre me va invadiendo. ¿Soy capaz de permitir que ese hombre juegue con mi cuerpo?

—Quiero que me hagas eso que has dicho. —Él sonríe y vuelve a besarme, me acuesta en la cama, me ata y tapa mis ojos.

—Ahora solo te dejaras llevar por las sensaciones que provocaré en ti —susurra a mi oido—. Tu cuerpo será más sensible a mi contacto. —Siento como pasa algo suave por mi abdomen, jadeo por tan deliciosa caricia—. Te dejarás llevar por mi voz, por cada palabra que te digo. —Da un azote en mi bajo vientre, eso me hace gemir, me ha gustado, sigue el camino por mi pierna derecha hasta la planta de mi pie y luego sube por el otro.

—Kahin... —susurro—. No soporto esto, te quiero sobre mí. —Le pido desesperada siempre quiero tenerlo y sentirlo sobre mí—.

—Quiero tocarte. —Digo arrepentida por querer jugar a esto.

—Ya es tarde Dulce. —Siento mis pezones presionados por algo, cuando tira de ellos, me calienta más. —Ahora solo queda disfrutar preciosa, solo eso.  Pasa su lengua por mis labios y yo abro mi boca para besarlo, pero él se aparta de mí. —Estás tan mojada que tus labios brillan por tu elíxir. —Sentir sus dedos a lo largo de mi hendidura, ese contacto me obliga a querer cerrar las piernas, pero no puedo hacerlo, me las amarró y no tengo posibilidades de moverlas. —Mmmm deliciosa. —Siento su aliento en mi sexo y el deseo porque pase su lengua me quiere descontrolar—. Tu cuerpo es perfecto, tu sabor delicioso y tu piel lo tienen todo para enloquecerme. —Deposita un beso en mi sexo y va subiendo hasta llegar a mi cuello dónde me da una pequeña mordida, para después pasar su lengua. Sus palabras, sus actos, ese tono en el que me habla, me están enloqueciendo del deseo y la lujuria que crece en mí.

—Kahin... No lo porto más. —Me retuerzo bajo su cuerpo, su calor a la distancia me quema y me tortura, sus besos que apenas tocan mi piel me hacen agonizar, sus caricias me hacen delirar.

—Mierda Marilí —gruñe y me destapa los ojos—. ¿No puedes dejarte hacer? —pregunta mirándome a los ojos.

—No, no puedo, no sirvo para este juego. —Resopla exasperado, le estoy arruinando la noche.

—Tienes razón, yo tampoco puedo con esto, no cuando estoy contigo. —Se baja y se desnuda, cuando creo que me va a soltar no lo hace, se posiciona entre mis piernas y me penetra de un empellón. —Contigo no puedo tener espera, siempre que te tengo cerca de mí, no puedo estar sin hundirme en ti como un loco—. Tirando de las cadenas por su salvajismo trato de conciliar el aire que me quitó cuando me penetró de tal manera. —Me vuelves loco y odio eso.  —Me besa, mirándole con el deseo plagado en mis ojos sonrío.

—Tú problema está en que el sexo te domina y no tú a él.— muerde mi barbilla.

—No es que me deje dominar por el sexo, es que tu piel me esclaviza—. Escuchar eso me lleva al cielo, Kahin Hamann está haciendo lo imposible por hacerme ver que me ama y quiere estar conmigo. Le siento tirar de las cadenas que presionan mis pezones y chillo, que placer más delicioso sentí. ¿Te gustó?  —pregunta sin dejar de moverse con diligencia.

—Si.... Si... —Digo en pausa, Kahin me toma de las caderas y se hunde en mí una, dos, tres, diez, veinte veces y cada una de sus embestidas es más fuerte a la anterior, su erección cada vez más caliente y más gruesa, me llena por completo, estoy acostumbrada a él, estoy hecha para él, mi cuerpo solo reacciona con él, mi deseo solo despierta por y para él.

—Quiero tocarte, quiero hacerlo. –Le pido, me sonríe y niega.

—Quiero que seas mi juguete por una noche. —Besa mis labios y tira con más fuerza de las cadenas y con ellos de mis pezones, un grito sale de mi boca y no por el dolor, sino por la excitación y las inmensas ganas que tengo de tocarlo, el no poder hacerlo de cierta forma crea una impotencia en mí y eso aumenta a mi placer, sus ojos oscuros no se apartan de los míos, nuestros cuerpos sudorosos y calientes se rozan entre si, Kahin se ha acostado sobre mí y puedo sentirlo todo. ¿Feliz por sentir a tu hombre? —Le beso, no quiero enojarme por su estúpida arrogancia.

—Moreno, en el sexo todos somos felices. —Sonrío, pero se me vuelve mueca, Kahin ha tirado de las cadenas. —¡Aaaaahhhh siiiii! —En un ensordecedor grito, me corro como solo él sabe hacerme correr, los temblores de mi cuerpo me sacuden y los gemidos no cesan.

—Me encanta tu gesto cuando te corres. —Me besa y le da más rápido, un gutural gruñido sale desde su garganta y poco después siento su caliente líquido regarse en mí, agitados, sudorosos y cansados reposamos, él sobre mí.

—Esto es preocupante. —Se quita de encima y me suelta para abrazarme—. Acabamos de estar juntos y ya quiero cogerte nuevamente. –Sonrío.

—Te apoyo, es muy preocupante. —Acaricio los vellos de su pecho. —Siento lo mismo que tú. —Me sincero.

—¿Será que me darás tu corazón? —Me mira a los ojos, suspiro por su insistencia.

—No puedo confiar en ti. —Susurro no muy convencida, la reacción de mamá me ha puesto sobre aviso y debo escucharla, ella es mi madre y sabe por qué dice las cosas.

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