Marcus
Acelero todo lo que da mi Porsche 911 Carrera 4s, para llegar a la casa de Victor y ver que sucedió con Katherina, mis nervios van en aumento mientras me acerco a mi destino, solo quiero verla con mis propios ojos y saber que está bien.
En este mes que hemos pasado juntos por petición de mi amigo ha sido el mejor de mi vida, no estoy exagerando es la verdad, ella le da ese soplo de aire que necesitaba, ese sentido que no encontraba, pero es una relación prohibida le doblo la edad, podría ser su padre, aun así la tentación que siento cuando veo esos labios es incalculable, inimaginable, todo ella incita a cometer mil pecados.
Salgo de mis pensamientos pervertidos cuando llego a la mansión de Victor, estaciono el auto en la entrada, bajo apresurado y me dirijo a la puerta de entrada, toco varias veces hasta que me habré el ama de llaves.
—¿Dónde se encuentra Katherina? —pregunto entrando sin invitación.
—En el despacho señor. —responde señalando con su cabeza el sitio.
—Gracias. —agradezco.
Me dirijo donde esta esa mujer que hace mis días cortos con su presencia y mis noches largas con su ausencia, entro sin golpear y la encuentro con la cabeza apoyada sobre el escritorio, su hermoso cabello dorado esparcido sobre el mismo, me acerco lentamente.
—Katherina. —susurro llegando a su lado.
Levanta la vista y cuando me ve, como cada vez se convierte en un bello tomate, esa fruta nunca me ha gustado no obstante le estoy tomando cariño gracias a esta mujer, que me recuerda tanto a ella.
—Viniste. —¿lo duda aún?, no sabe que iría por ella al fin del mundo.
—Siempre iría por ti. —¡carajo!, las palabras escapan de mi boca, se sonroja más si eso es posible.
—Gracias, —se levanta de la silla giratoria. —No sé que hice, trate de transcribir los contratos que me dejaste, pero se borró todo. —agacha su mirada con culpa.
Doy un paso en su dirección, mis manos pican por tocar esa piel aterciopelada, no lo resisto y la tomo de la barbilla haciendo que levante su cabeza perdiéndome en sus bellos ojos, pero cuando dirijo mi vista a sus labios pierdo todo el autocontrol que puedo llegar a tener, me acerco más a ella dejándola contra el escritorio y mi cuerpo, su respiración se acelera sin medida, la mía no está mejor, abre sus labios buscando aire, lo que más quiero es apoderarme de ellos, aun así me obligo a controlarme.
—Hay una copia de cada uno de ellos. —aviso alejándome como si quemara, no puedo estar un segundo más en su cercanía. —Búscala en los archivos. —ordeno yendo hasta la puerta, detengo mi paso cuando escucho su melodiosa voz.
—Por favor, quédate. —suplica tan suave y bajo que casi no la oigo hablar.
—Katherina, puedes hacerlo tu sola. —no quiero quedarme o no podre contenerme, de hacerla mía sobre ese escritorio.
—Todo es más fácil cuando es a tu lado. —giro mi cuerpo completamente cuando habla, sus ojos grises me hipnotizan, ¿como decirle que no?
—Te aviso que no hay vuelta atrás. —arruga su ceño sin comprenderme. —Prepara café por favor, esto llevará tiempo. —me acerco de nuevo a ella.
—Gracias Marcus. —se aleja dejando su maldito perfume en la habitación.
Veo su retirada y me quedo pensando en que momento acepte esta locura, sabía que esto iba a pasar, la deseo del momento que la vi en el aeropuerto esperando su maleta sin saber que era ella, cuando se acercó y pregunto por mi apellido no podía creer que fuera la hija de mi amigo, en realidad no quería que lo fuera, había estado viéndola hacía unos minutos y ya sentía ese magnetismo extraño que tengo cuando está cerca de mí.
Aún no entiendo como acepte la petición de Victor y Nikolay, no sé cómo me deje convencer por ese par de idiotas, si supieran como la deseo, como la pienso, como la quiero en mi cama, jamás me la hubieran puesto en bandeja de plata.
Flashback
—Marcus acepta por favor. —ruega Victor que sigue en su cama.
—No, no soy niñero. —declaro enojado.
—No es ser niñero, —suelta con dramatismo Nikolay. —Serías su mentor. —quiero ser cualquier cosa de esa mujer, menos su mentor.
—No. —vuelvo a decir, sé que no dejaran de insistir.
—Vamos hombre, —mi amigo levanta las manos al cielo. —Me costó demasiado convencerla de que se quedara y aceptara ayudarme, mientras pasa lo de mi enfermedad. —¡mierda! Me siento un hijo de puta con Victor.
—No uses lo de tu enfermedad para sacar tajada. —declaro fastidiado, comienza a negar.
—No lo hago Marcus, es simplemente la realidad. —hace una mueca de disgusto, a mi amigo le descubrieron cáncer y debe estar muy lejos de los negocios.
Iba a negarme de nuevo, cuando por la puerta entra Katherina, nos mira a los tres, pero se detiene en mí por unos segundos ruborizándose por completo, carraspea un poco para cortar nuestras miradas.
—¿Interrumpo? —pregunta mirando a su padre.
—Para nada hija, —estira su mano en su dirección, se acerca hasta él y toma asiento a su lado. —Marcus acepto ser tu mentor. —¿QUÉ?, mataré a Victor, maldito.
—¿En verdad? —pregunta con una hermosa sonrisa y ¿cómo negarme?
—Es verdad, —mascullo asesinando a mi amigo con la mirada. —Te advierto que no seré benevolente. —aseguro tratando de que desista.
—Lo entiendo, —asiente con su cabeza. —Pondré lo mejor de mí, si me doy cuenta de que no puedo, no le haré perder el tiempo. —¿por qué es tan decidida?
—Mañana a las 9 a.m estaré aquí. —me alejo con dirección a la puerta, salgo sin despedirme.
—Espera Marcus, —detengo mi andar cuando escucho la voz de Nikolay. —No seas duro con ella, es buena chica. —se le forma una sonrisa cuando habla de ella.
—Pueden buscar a otro niñero si no les gustan mis métodos. —mis palabras salen mordaces.
—Eres el indicado. —sonríe burlón y si no fuera el hermano de mi amigo ya lo hubiera golpeado.
—Me largo. —doy medias vuelta, escuchando sus carcajadas.
Salí de esa casa odiando a Victor, odiando a Nikolay y odiándome a mi mismo por ser tan débil ante Katherina, será un dolor de cabeza ser su mentor.
Fin Flashback
Vuelvo en mí, cuando una mano pasa por delante de mis ojos, la tomo por instinto tirando de ella haciendo que caiga sobre mis piernas, Katherina queda demasiado cerca de mis labios, sus mejillas están teñidas de un hermoso rojo, su respiración vuelve a ser agitada, nuestras miradas chocan y nos perdemos en ellas.
—Marcus ... —susurra, pierdo todo el maldito autocontrol que tenía, la callo de la mejor forma que lo sé hacer ...
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Katherina ¡Por Dios! Soy una torpe no entiendo ¿cómo mi padre me puede haber dejado a cargo de la empresa?, creo que se volvió loco, si no fuera por Marcus hubiera renunciado hace mucho, hablando de ese hombre, me trae en una maldita nube, no puedo concentrarme cuando lo tengo cerca, mis neuronas solo piensan en sus brazos tatuados, en sus labios que cada vez que dice mi nombre mi corazón late desbocado, no entiendo que sucede conmigo, nunca había experimentado nada igual, tampoco es que tenga mucha experiencia con hombres solo un novio y no terminamos bien que digamos. Agradezco que Marcus viniera ayudarme, por un momento creí que me besaría o eso es lo que esperaba, es demasiado correcto para hacer tal cosa, nunca se propasaría conmigo, además creo que no le gusto, siempre me está escaneando con la mirada, pero no sé cómo descifrar lo que piensa es muy frío y cerrado, jamás lo he escuchado hablar de su vida, solo me dice lo que debo hacer y nada má
MarcusVamos en mi auto con una Katherina muy entusiasmada mirando por la ventanilla, su cara es un libro abierto, puedo leer cada expresión que hace, hasta ahora he visto curiosidad. No sé por qué la invitéa venir, solo sé que la quiero cerca de mí todo el tiempo que sea posible, sería capas de detener el tiempo con tal de estar con ella sin límites.La observo de reojo y fue muy mala idea, tiene sus labios entre abiertos, a mi mente llegan recuerdos de unas horas atrás, casi la beso dos veces, estoy jugando con fuego y sé que me quemaré, es imposible no querer besarla, morder esos carnosos labios, querer jugar con ellos, debo cambiar mis pensamientos o haré una locura.—¿Tienes frío? —la pregunta más estúpida solté.—No, —susurra. —Se está muy bien aquí. —me da una
KatherinaLamanode Marcus en mi cintura y sus labios sobre los míos me tienen mareada, mi impulso inicial fue huir, sin embargo una energía magnética que desprenden nuestros cuerpos hace que me pegue más al ruso respondiendo a su beso, somos dos polos opuestos que se atraen, él es tan dominante, tan brusco, tan posesivo, todo lo contrario a mí que soy una oveja asustada.Sus labios me están devorando por completo, cada partícula de mi cuerpo se la está llevando sin ningún permiso y eso me aterra. Aprieta más mis caderas, siento como el cuaderno cae al piso, esa mano libre va a mi nuca inmovilizándome por completo, como si tuviera miedo que me aleje, aunque mi cerebro diga que debo huir, no puedo, no quiero, sus labios desprenden una calidez que me embriagan haciendo que mi corazón lata desenfrenado.Se aleja de mi boca para dejar besos en mi cu
MarcusSigo mirando el bendito dibujo que me regalo Katherina, hago mis manos en puños por la frustración que recorre mi cuerpo, ¿Quémierda hice? ¿Cómo se me ocurrió besarla? Peor aún alejarla de mí, maldito estúpido me he vuelto, parezco un puberto sin experiencia, en realidad no la tengo, con ella todo es nuevo, es un soplo de aire en mi vida.Golpeo el escritorio de mi oficina con rabia, no me perdonaré hacerla llorar, porque si me di cuenta como limpia sus lágrimas disimulando que nada había pasado, sin embargo ninguna palabra salió de mí, ningún sentimiento, nada que demostrara que tengo corazón, para mí es el motor de vida que tengo, algo físico, nada que ver con esas cursilerías a las que llaman amor, no está en mi diccionario esa palabra y menos el sentimiento.Debo trabajar, aunque no t
KatherinaArrastro mi maleta por los pisos lustrados del aeropuerto, estoy volviendo a España, pueden decirme cobarde, sin embargo no tengo ganas de que jueguen conmigo, no de nuevo, no juzgo a Marcus entiendo que es hombre y es más impulsivo que una mujer o por lo menos yo no lo soy, prefiero huir y no tener que seguir viéndolo, hacerlo sentir culpable o tener que vivir situaciones incómodas, no es mi estilo molestar a las personas, prefiero hacerme a un lado.Tomo asiento en los bancos, una lágrima rueda por mi mejilla, dejo que caiga total nadie me ve y si lo hicieran no me importa lo que puedan pensar, no hoy. Este mes en Rusia la pasé de maravilla compartir tiempo con mi padre fue lo mejor de todo, sin embargo debo irme, Victor está dolido porque lo dejo, creo que se había ilusionado con tenerme en su casa y empresa, su mirada rota hace mi corazón pequeño.Fla
MarcusHace media hora que traje a Katherina a mi casa, ni sé por qué la traje aquí, solo quiero que me diga que le sucede, a que mierda le teme tanto. No debería importarme lo que le suceda, sin embargo tengo un instinto sobre protector con ella, le hice una promesa y la voy a cumplir, nadie la dañara mientras que viva.La observo detenidamente, buscando la razón por la cual me tiene entre sus labios, la razón de que mi corazón lata desbocado cuando estoy a su lado, su bellezano es, estoy acostumbrado a tener mujeres tan hermosas como ella, reconozco que sus ojos grises llaman la atención de cualquier mortal, sin embargo su esencia me vuelve loco.Que mujer con el dinero que tienen sus padres viaja en un vuelo comercial, no usa guardaespaldas, no le interesan los lujos, en mi mundo esas personas no existen, todo es manejado por poder, al parecer esono le interesa, no est
KatherinaLas palabras de Marcus hacen que mi corazón latadesenfrenado, quedarme sin respiración, ¿Por qué ocasiona todas estas sensaciones en mí? No quiero cometer los mismos errores de nuevo, no podría recuperarme de algo así dos veces, con una vez aprendí la lección.—Marcus, no hagas promesas que no cumplirás. —advierto con tristeza, me encantaría que fueran reales.—Te he dicho que no soy un mocoso, —espeta fastidiado. —Se lo que quiero, y te quiero a tiKhrustal´nyy tsvetok (flor de cristal).No tengo tiempo a procesar sus palabras, porque me besade esa forma avasallante y posesiva que solo este hombre puede hacer, sus manos presionan mis caderas, llevo las mías hasta su pecho desabrochando los botones de su camisa, cuando lo logro, la abro para poder pasar mis dedos en sus pectorales marc
Marcus—Prométeme que no le dirás a mi padre. —es lo primero que dice, después de unos minutos en silencio.—Katherina, lo único que te prometeré será que nada ni nadie ta lastimara, —la abrazo más a mi cuerpo. —Lo demás se verá con el tiempo y las circunstancias. —no pienso prometerle algo que no podre cumplir después.—Está bien. —esconde su cara en mi pecho. —Tengo frío. —susurra.Me alejo de su cuerpo para sacar las sabanas, me quedo embobado observándola, es una mujer hermosa, sus cabellos rubios esparcidos por la almohada, su cuerpo desnudo, las marcas que deje en su pecho y cuello, la hacen la mujer perfecta, no necesita nada más.—Ven. —le hago un lugar a mi lado, se acerca como si fuera un dulce gatito. —Eres demasiado perfecta. —la aprieto a m