6. La rana que baila

«Que la sed no te haga beber del vaso equivocado», se lee en la frase que está en la parte superior del parabrisas del taxi… ¿Mensajes provenientes del gran padre celestial? Será solo coincidencia…

Podría detener el viaje y pedirle al taxista que me deje justo aquí, pero ya pasé vergüenza con tan solo decir el nombre de aquel club y notar que aquel hombre al instante reconocido el lugar. Justo ahora me está observando con tanta intensidad y lujuria, como si fuese a cobrarle el tiempo que dedica al mirarme. Señor que parece diez años mayor que yo, tan delgado que hasta podría perforar el respaldar de su silla con los codos. Al notar que me está incomodando, aclara la garganta y decide hablar:

—Ya casi estamos llegando.

—Ajá…

—Eh… Debería tener cuidado al llegar a ese lugar, no es bueno que una chica tan linda como usted esté sola por esos lados.

—No necesito acompañante, estaré bien a solas.

—Hubiera sido mejor que la acompañara…, por ejemplo, un novio.

«¿Y este idiota hasta donde pien
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