Capítulo 35: Por partida dobleHan pasado un poco más de dos semanas desde lo ocurrido con Magnus en la cabaña. Por fortuna logró salvarlo… al menos de la muerte, porque de todo lo demás es imposible.Barton se encuentra en el cuarto de Magnus vigilando su sueño mientras, el Sol comienza a iluminar lentamente la habitación.Desde aquel intento de matarse, no ha dejado solo al hombre ni un solo segundo. No tanto porque le preocupe su vida, sino porque sabe que, si cumpliera con su objetivo, Dalila sufriría demasiado.Como cada mañana, quién entra primero es Serafina, seguida de Tania, quien lleva la bandeja. Tras ellas, tres hombres listos para cumplir con la vigilancia, así Barton puede descansar.—¿Cómo pasó la noche, señor? —Pregunta la mujer angustiada y Barton solo niega con tristeza.—Cada vez peor. Lo más grave de todo es que el médico que trajimos hace unos días salió de aquí sin que le dijera una sola palabra. Se niega a hablar con cualquier persona, lo único que hace es pregu
Capítulo 36: Despechos y extorsiones Barton se la queda viendo con los ojos muy abiertos, sin poder creer lo que Dalila le está diciendo. Una mezcla de euforia y nerviosismo lo atacan, y se pone de pie tratando de procesar aquello hasta que nuevamente se gira con una enorme sonrisa y se arrodilla nuevamente frente a ella para preguntarle. —¿Estás segura? —Me hice dos pruebas caseras y además fui al médico… —Entonces ¿voy a ser padre…? —Se pasa las manos por el cabello y luego termina levantándose con ella y abrazándola—. ¡No lo puedo creer, mi amor! ¡Me has hecho el hombre más feliz del mundo! —Barton… Lamento decirte, pero no voy a terminar mi matrimonio con Rómulo —le dice ella apartándolo y sin mirarlo a los ojos—. Hoy por la noche le diré que estoy embarazada y quiero que esto sea lo que termine de asentar mi matrimonio. —¿Me estás diciendo que, a pesar de todo lo que nos hemos dicho en estos días y de lo mucho que te amo… Aun así, vas a quedarte con Rómulo? —Sí. Él es mi e
Capítulo 37: Sin clemenciaMagnus abre los ojos sintiendo el peso del mundo y el vacío de ya no tener ni siquiera el olor de Daphne en su almohada. Se sienta en la cama con las ganas de terminar con su vida, pero Barton parece empeñado en no dejarlo llevar a cabo su único propósito en la vida.«¡Eso es de cobardes! Si fuiste capaz de someterla a humillaciones y dolores injustamente, ahora tienes que aguantarte como el macho vengativo que decías ser», se dice a sí mismo en aquella parte dura que aún le queda.Pero él no es cobarde.Si al menos Daphne estuviera viva…Si ella estuviera viva, no tendría ningún problema de vivir con sus tormentos, pero ese es el problema. ¿Para qué quiere vivir todo aquello si ella no estará para ver cómo se hunde? El mejor lanzarse de una vez al fuego eterno del infierno, donde podrán castigarle como realmente se merece.—Buenos días —la voz de Barton atrae su atención y posa sus ojos en él—. Creo que los calmantes están haciendo efecto al fin, anoche dor
Capítulo 38: Papá… te necesito Una vez que la ambulancia que los interceptó en el camino llega al hospital, Barton entrega rápidamente sus antecedentes y llama a Dalila. A pesar de que no ha hablado con ella en varios días, esto es algo que realmente debe enterarse y no puede dilatar. La mujer se tarda un poco en contestar y recién a la tercera llamada responde como si estuviese cansada. “Barton… No es bueno que me llames… —Créeme que, si no fuera un asunto de vida o muerte, no lo haría porque no tengo interés de tener contacto contigo. Solo te llamo desde el hospital. “¿Le pasó algo a mi padre? ¡¿Tú estás bien?! —Es Magnus, se tomó las pastillas que quedaban en el frasco y… acaba de entrar con el doctor, quien está haciendo todo para salvarle la vida. “¡Oh, por Dio! Pero ¿cómo es posible? ¿No se supone que tú lo estabas cuidando? ¡¿Cómo demonios se tomó el frasco de pastillas sin que te pudieras dar cuenta?! —Yo… Yo solo me descuidé dos minutos —Se pasa las manos por el rostr
Capítulo 39: Donde pertenezco Barton continúa con la misma rutina de todos los días de cuidar a su amigo, por lo que cerca de las 8:00 de la noche llega al hospital y se encuentra con que Dalila aún está allí. La imagen de la mujer le causa un escozor. Está acurrucada en el sofá sin dejar de mirar a Magnus, quien permanece dormido en la cama. Quiere tantas cosas, pero sabe que ninguna de ellas sería buena. —Debería irse a descansar, señora, después de todo está embarazada y no creo que su esposo desee que ponga en peligro la salud de su hijo —ella lo mira con una sonrisa cargada de tristeza y asiente. —¿Tú vas a quedarte con él? —Ni aunque se quede en un hospital puedo zafarme de esto. Mi destino está atado a este idiota —Dice sentándose en una silla al lado de la cama, tratando de ponerla como barrera para no lanzarse hacia Dalila y abrazarla como quiere. —Muchas gracias por todo lo que estás haciendo… Por favor, si durante la noche despierta o sucede cualquier cosa, llámame. —
Capítulo 40: SilencioEl carrito con la comida se acerca lentamente con ese chillido característico por la falta de mantenimiento de las ruedas. Algunos ojos, los más lúcidos, lo miran con alegría, algunos con molestia, otros con miedo.Pero hay un par de ojos que ni siquiera lo notan, porque en su mundo solo hay un sonido que se repite una y otra vez.Cuando dejan la bandeja frente a la mujer y la enfermera nota que no hay una reacción de parte de ella.—Lucía, tienes que comer —le dice con firmeza y la chica a su lado le dice con molestia.—No va a comer porque la regañes, yo me encargo, tú vete a joder a los locos de la esquina, esos necesitan de tu odiosidad para que no tiren la comida. La mujer va a replicarle, pero la chica le pone cara de advertencia y decide mejor marcharse de la mesa. La chica se acerca a Lucía, le coloca un mechón de cabello tras la oreja y le dice con cariño.—Vamos, bella, tienes que comer un poco… tú lo necesitas más que cualquiera de los que está
Capítulo 41: El interruptorLos días de Lucía se van entre la bruma del dolor y el querer recordar quién es, pero más que busca en su mente, no hay nada.Su vida parte desde el día en que se despertó en una casa maloliente, en donde una mujer de unos cuarenta años le pasó una ropa descarada y quería llevarla a un antro de mala muerte para venderla al mejor postor como dama de compañía por una noche o las que quisieran pagar.Pero en el instante en que la mujer vio que tenía un problema, la mandó a pedir limosnas a la calle. Una semana después la pobre comenzó a tener náuseas, vómitos, lo que le dijo a la mujer que estaba embarazada y eso era mejor, para pedir dinero mientras más pena diera, era mucho mejor.Y en medio de todo eso, Lucía como le puso la mujer, se desmayó luego de pelear con un chico por el dinero que había recaudado. Un auto se detuvo a su lado y antes de que la mujer pudiera ir por ella, cuando vio que un hombre con un arma escondida dentro de su traje se la llevaba,
Capítulo 42: Esperanza No hay manera de que la quiten de su lado, hasta que unos brazos fuertes y cálidos la rodean, la levantan a pesar de que ella pelea para que la suelten, pero cuando ve que es Fernando quien con su rostro bañado en lágrimas y mirando a su hermana dormida para siempre por su propia mano, solo se aferra a él y llora. —Tranquila, pequeña… es lo que ella quería, alejarse del dolor… por más que yo quisiera curarla, si Facunda no lo quería, eso jamás iba a suceder. Fernando se refugia en un abrazo que se interrumpe cuando llega el equipo forense para llevársela. Él mismo ayuda a colocarla en la bolsa negra con que protegerán su cuerpo y antes de que la cremallera oculte su rostro, deja un suave beso en su frente. —Te prometo que seré feliz por ti… y que nunca dejaré sola a Lucía, sea cual sea el camino que tome en su vida, no la dejaré. Nos vemos en el cielo hermanita. Fernando se encarga de llevarse todas las pertenencias de su hermana y de sacar a Lucía de allí,