Capítulo 1.

Liam  estaba llegando a su casa, después de un largo viaje de dos semanas a Colombia. Tenía que estar allí para entregar una mercancía y cerrar al fin el trato con los colombianos. Nunca había salido por tanto tiempo de la casa después de que se había casado con Harry. 

Habían pasado algunos años desde que al fin Harry  había vuelto a sus brazos por voluntad propia, sin que él haya tenido que buscarlo.

Harry  había estado con él en su cambio físico, que bastante le había costado volver a tener, pero al fin lo tenía con él. Había recuperado su peso normal ya no estaba rellenito como Harry  le había dicho que estaba. Pero Dalton cada vez que lo veía le decía que estaba gordo y que si seguía así Harry  tendría que hacer la puerta más grande porque no cabría por la que ya tenían en su nueva casa.

Se habían mudado a una casa a las afueras de la ciudad por petición de Harry, quien le rogó a Liam  que comprara una pequeña para los tres pero Liam es muy terco y compró la más cara de ese lugar. Lo único bueno de eso es que estaba cerca de Gideon.

Taolath estaba fuera del país con Josh haciendo cosas entre ellos, nada del otro mundo.

Maldiciendo por lo bajo se bajó del carro, la próxima vez que tuviera que salir del país mandaría a Michael. No dejaría a Harry  solo en la casa y si tenía que volver a salir se lo llevaría aunque fuera en el bolsillo al igual que su hijo de cinco años.

Ese era su tesoro, su todo. Desde que tuvo al pequeño niño en sus brazos la primera vez supo que era su hijo. Sangre de su sangre.

Abrió la puerta de la casa dejando las llaves sobre el llavero que estaba aún lado de la entrada; dejando su saco y las maletas en la entrada se dirigió a la cocina donde podía escuchar a veces hablando y el rico sabor a comida. Había extrañado tanto eso.

Entrando a la cocina vio a Jedward sentado en la encimera con Harry  a su lado mientras estaba de espaldas a él.

— Ya extraño a papá, papi. Dile que ya venga —hizo un puchero.

— Él vendrá pronto, no te desesperes. Sabes que sólo se fue por unos días y nada más. Así que no te preocupes —besó su cabeza y siguió cortando más verduras.

— Él se fue y me dijo que te cuidará, pero presiento que eres tú quien me cuida. Ya no quiero este trabajo, mejor se lo dejo a él cuándo vuelva —se cruzó de brazos y Harry  rió.

— Eres el hombre de la casa, sabes que ese trabajo es tuyo así que debes de seguir cuidándome —hecho lo que estaba picando en el sartén.

—No, lo quiero a él —frunció el ceño.

— A ver, jovencito. Que yo recuerde te deje a cargo de la casa —entró Liam con los brazos cruzados.

— ¡Papa! —gritó el pequeño, corriendo a los brazos de su padre.

— ¿Qué te dije cuando salí de la casa? —preguntó, con el ceño fruncido.

— Que debía de cuidar a papi — respondió.

— ¿Por qué acabo de escuchar que fue el que te cuido a ti? —preguntó, caminando hacia Harry, para darle un beso en los labios.

— Pero yo lo cuidé —miró hacia Harry—. ¿Verdad, papi?

— Sí, Liam. Él me cuidó como todo un hombre —dijo divertido, y Liam rió.

— Eso espero —lo bajó al suelo— Ve a lavarte las manos —dicho esto el niño fue al baño de la primera planta.

— Aún no sé cómo no se pierde yo siempre termino dando vueltas por el mismo lugar —negó, con la cabeza y dándose la vuelta para terminar de hacer la comida.

— Sabes que sólo debes de dejar trozos de pan detrás de ti y verás que no te vas a perder —Harry lo fulminó con la mirada.

— Ya mataste mi día, vete de aquí —apuntó hacia la puerta.

Liam  se acercó a él y lo abrazó por la espalda escondiendo su rostro en el cuello de Harry .

— Sabes que solo estaba bromeando —besó su cuello, y Harry dejó de hacer lo que estaba haciendo.

— No me gustan tus bromas de pésimo gusto, Liam —dejó su cuello a su disposición.

— Ya lo sé, amor, perdón —suplicó, dejando besos en esa zona.

— Sabes que siempre termino perdonándote esas malditas bromas —se dio la vuelta.

— Lo sé —dijo antes de besar sus labios.

Harry  colocó sus manos en el cuello de Liam  para acercarlo más a él y seguir disfrutando de sus labios.

Liam  depositó sus manos en la espalda de Harry  y las fue bajando hasta llegar a su trasero donde las dejó apretándolo. Harry gimió en la boca de Liam  y éste aprovechó eso para entrar su lengua en la boca del menor.

— Que asco —escucharon a sus espaldas la pequeña voz de su hijo y ambos se separaron.

— Terminamos esto después —le susurró a Harry .

Harry  sirvió la comida y después se dirigió al comedor para acomodarlos en cada lado correspondiente.

Liam  se sentaba en la cabeza de la mesa, Harry  en el lado derecho y el pequeño Jedward en el lado izquierdo.

Michael siempre se sentaba con ellos en la mesa, pero en estos días estaba detrás de un niño mucho menor que él a decir verdad Michael ya tenía veintiocho años y andar detrás de un niño de diecinueve años, era como decir que era la misma historia con los Jackson. Andar detrás de niños menores que ellos.

— ¿Cómo te fue en Colombia? —preguntó Harry, después de un rato de silencio.

— Fue mejor de lo que esperaba. Son muy compresivo los colombianos, aunque algo duros con la mercancía —le respondió, antes de entrar la cuchara en la boca de Jedward.

— No me gusta cuando te vas por tanto tiempo, me siento solo. No te vuelvas a ir así —se quejó, haciendo un puchero.

— Sabes que sólo me voy, por unos pocos días y si me vuelvo a ir me los llevaré en la maleta. Aunque, sabes por qué no voy con ustedes —hizo una mueca.

Jedward le quitó la cuchara a Liam, porque quería demostrarle que era un niño grande. Liam  le dedicó una sonrisa cariñosa.

— Eso espero, Jackson, o te la veras conmigo —dicho eso nadie siguió hablando hasta que terminaron de comer.

Harry  recogió los platos de la mesa lista para ordenarla. La misma rutina desde los últimos tres años. Liam  tomó a su hijo en brazos y subió las escaleras con rumbo a la habitación de su hijo quien comenzó a reír a carcajadas.

—Papá —llamó su atención—. Tengo una pregunta —dijo Jedward, después de que Liam  dejara de hacerle cosquillas.

—A ver, dime —se sentó en el piso con él en sus piernas.

— Hoy en la escuela besé a Kayled sin querer y me gustó mucho ¿Eso es normal? —preguntó confundido, y mirando a Liam  quien lo vio sorprendido.

— Aún eres muy pequeño para eso, pero te diré una cosa: no puedes volver a besar a tu primo, eso está mal —dijo besando su coronilla.

— ¿Entonces no debo volver a besarlo? —preguntó, aún más confundido.

— No, no debes. Eso está mal. Siempre han sido mejores amigos eso no debe cambiar, así que ya sabes nada de besos a Kayled —dijo reprochándole.

— Está bien, papi, pero ya no te enojes —hizo un puchero algo que significaba que estaba a punto de llorar o que quería algo.

— Está bien, mi amor. No estoy enojado sólo es que no quiero que beses a Kayled. Mejor besa a chicas y nada más —lo abrazó.

Ambos siguieron hablando de cosas sin sentido sin percatarse de la mirada de Harry  quien no tomó muy bien la respuesta de Liam  hacia su hijo.

Ya era de noche en el gran Londres, la pareja de casados se encontraban ya listos para dormir como una pareja normal si así se hacían llamar.

— ¿Por qué le dijiste a Jedward que no podía besar a Kayled que solo podía besar chicas? —preguntó Harry, acostándose a su lado en la cama.

— Sabes que no me gusta que andes escuchando las conversaciones que tengo con mi hijo — lo miró serio.

— También es mi hijo, Liam. No me gusta que le quieras prohibir que bese a Kayled, sabes que él puede hacer lo que quiera con Kayled —lo miró, y Liam  suspiró.

— Dejemos esta conversación aquí.

— Está  bien — se acostó dándole la espalda a Liam.

Liam  se acercó a él y lo abrazó por la espalda.

— No me gusta discutir contigo, amor —besó su cuello.

— A mí tampoco —Harry se dio la vuelta.

— Estuve hablando con Jedward sobre algo que nos conviene a él y a mí —comenzó hacer círculos con los dedos en el estómago de Harry .

— Liam, suelta la sopa —suspiró.

— Queremos a otro miembro en la familia —susurró, en su oído.

— Pues compra un perro —dijo simple.

— Sabes de qué hablo —rodó los ojos —. Queremos otro niño en la casa.

— Pues qué esperas para buscarlo —dijo de forma seductora.

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