Capitulo 3

Centro de Manhattan, Nueva York.

Diana se puso de pie inquieta y se acercó a la ventana que daba a la calle.

Miro su reflejo en la ventana de vidrio y sonrie, ha pasado una semana desde su divorcio con Fabricio, ahora Diana es dueña de una gran y lujosa villa al sur de la Ciudad de Manhattan, pero no vive en ella, sino que compro un departamento, la razón de que le haya pedido a Fabricio aquella villa fue solo para poder venderla después.

Diana fue a su habitación, recogió su bolso y sale de su departamento recién comprado. 

Sentada en el Audi A3, Diana no encendió el auto de inmediato, sino que pensó un poco. 

Se sentía sola y deprimida esta noche. Aunque ya había superado su separación con Fabricio, aún sigue sintiéndose vacía. Ahora, este vacío la estaba consumiendo. Esta noche, Diana quiere olvidarlo.

Pronto llegó a un prestigioso Club de la ciudad, estaba lleno de mucha gente. Diana pensó que sería buena idea despejar su mente. Justo estaba a punto de entrar al club cuando chocó con alguien.

—Lo siento— Diana levantó las cejas y vio al hombre frente a ella. Él era realmente guapo; tenía una apariencia elegante y noble, y su imponente presencia hacía difícil que la gente lo ignorara, su piel sin imperfecciones tenía un suave brillo. Las cejas ubicadas debajo de la frente recta eran gruesas, además de ello sus brillantes ojos azules eran familiares para Diana. 

—Estoy bien— dijo el hombre con una encantadora sonrisa y luego entró al club.

-EN EL CLUB- 

En la pista de baile se encontraba Diana. Estaba en su pequeño mundo, ya que tenía los ojos cerrados y parecía perdida en la letra y el ritmo de la canción, había bebido un poco, pero eso no la detuvo de hacer lo que quería. 

Aquel hombre que le resultó muy encantador la observaba muy interesado. Diana se percató de ello y levantó los labios en una sonrisa astuta y vio que él la miraba fijamente. Sosteniendo su mirada, ella le ofreció una sonrisa con la boca cerrada que parecía muy seductora.

Diana observa divertida como aquel hombre se acercaba a ella. 

Justo cuando estaba a punto de alcanzarla, una pequeña rubia apareció frente a él. El hombre frunció el ceño cuando miró a la persona que bloqueaba su vista. 

—Oye, Gigoló. ¿Quieres que te invite algún trago?— dijo la mujer mientras batía sus pestañas postizas, empujando sus pechos a su lado. 

—No—respondió el hombre. 

—Tan frío. Me gusta eso, ¿cuánto quieres? —la lengua de la mujer se deslizó hasta tocar la parte superior de sus labios. El hombre hizo una mueca de disgusto.

—Oye, cariño, ¿dónde has estado? El hombre abrió los ojos con sorpresa cuando vio a Diana, que había puesto sus manos sobre su hombro. 

Ella sonrió ante la mirada estupefacta en el rostro del Hombre y se volvió para mirar a la mujer

—Señorita, ¿hay algo en lo que mi hombre pueda ayudarla? —Diana preguntó con frialdad mientras examinaba a la mujer frente a ella con las cejas juntas. 

Al ver el comportamiento helado de Diana, la mujer resopló y abandonó el lugar. 

—Deja de mirarme así, esto no lo hice gratis— dijo Diana sarcásticamente mientras se volvía hacia el hombre. 

—Usted es una mujer muy interesante, No todos los días conozco a una mujer tan encantadora como tú— Una brillante sonrisa se derramó en sus labios mientras le guiñaba un ojo. 

Diana lo miró un poco avergonzada. 

—Puedes hacerme compañía. Acabo de salvarte de quien sea que haya sido— dijo Diana con una coqueta sonrisa. 

—Sería un placer, cariño— El hombre le rodeó la cintura con las manos y la acompañó hasta la barra del bar.

El hombre miró a Diana que estaba ocupada bebiendo y suspiró. 

 —Eso es suficiente. Ya has bebido lo suficiente, ha este paso estarás ebria— dijo el hombre mientras intentaba quitarle el vaso de las manos. 

Diana apartó sus manos mientras tragaba el resto de su bebida. 

—Se supone que debes acompañarme a beber, no detenerme, no es acaso eso tu trabajo— siseo Diana. 

Un silencio incómodo cayó entre ellos. Sabía que ella estaba herida porque una vez tuvo esa mirada en sus ojos. De repente vio lágrimas en sus ojos. Él levantó la mano para secarle las lágrimas que le habían caído de los ojos. —Tú ... No estoy llorando. Algo cayó en mis ojos— dijo Diana limpiándose rápidamente las lágrimas. 

El hombre a su lado estalló en carcajadas después de escuchar a Diana. 

—Un brindis... para esta hermosa dama, por ser fuerte— dijo el hombre sin esperar la respuesta de Diana y bebió su vino de un trago. 

Tal vez la música la entusiasmó, o tal vez la tristeza que albergaba en su corazón era lo que estaba tratando ocultar, finalmente salió a relucir. 

Diana se volvió hacia el hombre que tenía a su lado y le preguntó algo que nunca pensó que diría.

—¿Te gustaría dormir conmigo?

—¿Qué...? —Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa ante su repentina pregunta 

—¿Bebiste demasiado?

—Si tome demasiado alcohol —dijo Diana, asintiendo la cabeza. . 

Su rostro estaba sonrojado por el frío, pero estaba bien.

—¿Sabes lo que significan tus palabras?— pregunta el hombre.

—Lo sé— responde Diana —¿No te gusta mi oferta? —preguntó Diana con una seductora sonrisa.

—Suena tentador— Respondió el hombre, el tono casual de su voz agrado a Diana —¿Sabes quién soy? —preguntó con una sonrisa juguetona.

—Eres un gigoló de este club— dijo Diana.

El hombre entonces se rio entre dientes—¿Estás dispuesta a acostarte con un Gigoló? —preguntó el hombre con una burlona sonrisa. 

Estaba claro para él que ella no sabía lo que estaba diciendo. 

Él se río y sostuvo su cintura. Sus ojos se burlaban claramente de Diana —No te arrepientes de lo que dijiste, ¿verdad?

—Por supuesto que no—afirmó Diana.

El hombre se echó a reír ante la respuesta de Diana. Le dio a Diana una sonrisa tentadora y la tomó por la cintura—Si así es como te sientes, entonces ya no hay razón para que me rehúse—dijo y se levantó. 

El hombre deslizó su mano por la suave mejilla de Diana y sonrió peligrosamente—En realidad, es una propuesta tentadora para mí.

Diana se levantó, abrazó el cuello del hombre e inconscientemente apoyó la cabeza en su cuello.

Sus labios frotaban inconscientemente la piel sensible del hombre. Su aliento ferviente abanicando su cuello.

Diana se sentía inquieta ahora. El hombre respiró hondo. Estaba muy orgulloso de su autocontrol, pero frente a esta mujer seductora, parecía perder el control.

El hombre la levantó en sus brazos, el cuerpo de Diana era tan ligero que sintió que se la llevaría el viento.

Diana se apoyó contra él y sostuvo su cuello con ambas manos. Ella besó su cuello. "Es tan fragante y cómodo". El hombre se alivió cuando se dio cuenta de que finalmente habían llegado a la suite. Sacó una tarjeta negra de su bolsillo y la pasó por la puerta. 

Diana sin tardar besó sus finos labios, luego su barbilla, y finalmente bajó la cabeza para besar su cuello.

El cuerpo del hombre se tensó ferozmente y sus brazos envolvieron la esbelta cintura de Diana apretando más fuerte para mantener su cuerpo presionado contra el suyo.

Un sonido de desgarro resuena en la habitación, y con un movimiento de su mano, El hombre fácilmente quita la ropa obstructiva de Diana, revelando su hermosa figura.

Diana se perdió gradualmente en sus brazos, permitiéndole hacer lo que quisiera. Poco a poco ella se quedó sin aliento y su cara se puso roja así que el hombre dejó de besarla con satisfacción. Él la tomó en sus brazos nuevamente y le dijo con voz ronca: "Te extrañé mucho". 

Diana confundida no entendió las palabras del hombre, solo lo vio quitarse la ropa sin más palabras.

Eventualmente, él la penetra y Diana se pierde en el placer.

Diana ni siquiera sabe cuándo se quedó dormida.

Por la mañana, Diana se despertó y vio que estaba apoyada en una persona como un pulpo. Miró a la persona, vio su rostro encantador y se congeló.  

La primera sensación al despertar fue que le dolía todo el cuerpo, ella se sentó rígida.

Intuitivamente, baja la cabeza, y se sorprende al verse desnuda.

Mirando alrededor de la habitación, la ropa esparcida en el suelo muestra completamente lo que pasó anoche, pero debido a que sus acciones fueron rápidas, despertó al hombre a su lado.

Cuando Diana vio que la persona había abierto los ojos, tragó saliva nerviosamente. El hombre miró a Diana y una sonrisa satisfecha apareció en su rostro.

Atrajo a Diana hacia sus brazos y susurró—¿Quieres escapar?

La voz embriagadora del hombre hizo que Diana se pusiera rígida.

—Tú… ¿quién eres? —Diana parecía incómoda con su postura con este extraño y se dijo a sí misma que fuera racional y tranquila —¿Por qué estoy aquí? Nosotros… nosotros…

El hombre inclinó la cabeza y susurró al oído de Diana.

—Cariño...estás satisfecha.

La encantadora voz del hombre sonó en sus oídos. Su aliento ardiente rozó las orejas y el cuello de Diana, despertando una serie de sentimientos que había enterrado.

Diana no pudo evitar pensar en lo que sucedió anoche. De repente recordó lo que sucedió y quería encontrar un agujero para esconderse en ese momento.

No podía creer que le hubiera pedido descaradamente a un extraño que se acostara con ella, incluso no era cualquier extraño sino un Gigolo.

—Lo siento... lo siento... no quise decir eso— dijo Diana avergonzada.

El hombre sonríe y pregunta— ¿Por qué te disculpas?

Mirando a la mujer en sus brazos, el hombre sonrió suavemente con un toque de calidez en sus ojos. 

Él le acarició la cabeza suavemente, Diana de inmediato se alejó del hombre, se cubrió con las sábanas y dijo firme— Olvida lo que pasó entre nosotros.

El hombre abrió los ojos sorprendido por sus palabras y replica a Diana— Fue la primera vez que hago esto con una mujer... yo era virgen anoche hasta que me acosté contigo, cosa que tu no lo eres.

—Lo siento. No quise aprovecharme de ti... estaba tan borracha que no pensé en lo que hacía— se excusó Diana, ahora más avergonzada.

Una brilló frío se vio en los ojos del hombre cuando escuchó a Diana. 

—No sé cómo compensarte. ¿Hay algo que quieras? —dijo Diana mientras veía al hombre fruncir el ceño. Ella no sabía cómo compensar a este hombre. 

—No quiero nada. Solo asume la responsabilidad de lo que sucedió anoche— dijo fríamente el hombre. 

—¿Qué? —Diana pensó que lo escuchó mal.

—¿Por qué, te arrepientes de lo que dijiste?... tú te aprovechaste de mi—

—¿Cómo quieres que yo sea responsable? —dijo Diana nerviosa mientras miraba al hombre frente a ella. Ni siquiera sabe su nombre todavía.

—Cásate conmigo— dijo el hombre y parpadeó, esperando su reacción. 

Diana miró al hombre aturdida, como puede pedirle matrimonio un extraño, además pasó solo una semana desde que se divorció de Fabricio, aquella ruptura fue muy duro para Diana así que no está interesada en nada relacionada con el amor.

Ha sido herida, y realmente no puede soportar otro golpe. 

—Piénsalo. No tienes nada que perder si te casas conmigo. Soy guapo, bueno en la cama. Puedo cocinar, hacer los quehaceres y soy fiel. ¿Cuántos hombres pueden decir con honestidad que serán fieles a una sola mujer? —dijo el hombre con una brillante sonrisa.

Diana lo miró indiferente y le habló con firmeza—Lo siento no puedo aceptar tu propuesta de matrimonio, ¿Cuánto quieres para olvidar lo sucedido anoche?, no me importa la cantidad.

Tan pronto esas palabras salieron de la boca de Diana, el rostro del hombre se oscureció y con una fría mirada observó a Diana con severidad —¡¿Me tratas como un prostituto?!— dijo el Hombre enfurecido.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo