CAPITULO 31
Adriano llego a la Mansión para reunirse con su mujer, la verdad desde que cambio de aparencia. Habia hecho todo lo posible para no verla, sentia que si la veia terminaria haciendole el amor a la fuerza, el deseo por ella era demasiado.

Eran las 10 : 30 de la noche, no sabia si ella estaba en su habitación o en el club. Pero segun pudo ver alli estaba su auto.

Las discusiones con ella eran cada vez mas dificiles para él cuando lo unico que deseaba era tenerla en la cama junto a él.

¿Cómo había podido engañarlo de aquella forma? ¿Dónde demonios había escondido aquellas sensuales piernas, aquella preciosa cara, aquellas espectaculares curvas y aquellos turgentes, redondos y firmes pechos? La sangre que corría por sus venas subió varios grados de temperatura y su miembro se endureció sin piedad. ¡Maldita sea! No podría permanecer en la fiesta, en el centro de aquel puto salón, si entre sus piernas aparecía un bulto del tamaño de una pelota de tenis. ¿De tenis? ¡Más bien de balon
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