Capítulo 4

–Lo sé. -Mire al suelo de nuevo.

–¿En qué demonios se gastó ese dinero? -Se pregunta el joven. –Bueno, supongo que no puedo decirle nada, él tiene dinero invertido en la empresa, pero tuvo que haberme dicho antes. -Suspiro encontrándole una solución a las cosas. –¿Eso es lo que te consternaba? -Me mira.

–Sí, eso es todo. -Le respondí de inmediato, intentando dibujar una sonrisa en mi cara. –Lamento haber sido tan dramática.

–Supongo que estabas preocupada, de que le rompiera la cara a tu esposo, pero no lo hare. -Tenía que bajar del auto, así que le brinde la última sonrisa que tendría esta noche, para después bajarme de su auto. Él espero hasta que entrara a mi gran casa, de paredes blancas y ventanales hermosos.

Y al entrar a casa, puedo ver como prende su auto, para irse con rapidez. Él era un gran hombre, pero después tuve que escuchar el sonido, de alguien tocando música en el segundo piso de la casa. Sabía que era Mark. Él solía tocar el piano siempre que estaba preocupado, así que decidí subir hasta el segundo piso, para entrar a una pequeña sala que usábamos para leer, o tomar té.

El hombre solo estaba usando el pantalón del pijama, mientras dejaba ver sus pectorales y su espalda bien trabajada. Y como si fuera psíquico, voltea su cuerpo cuando me encuentro en el lugar, recargada en la puerta blanca.

–Hola, hermosa. -Se levanta de su asiento, para caminar hacia mí.

El hombre me abraza entre sus brazos, para después besar mi frente, mientras mira mis ojos con amor, pero sabía que todo esto era mentira.

–Te extrañe mucho. -Me dice con dulzura.

–¿Sí? -Le pregunté alzando una ceja, mientras que mi semblante quizás este mostrando mucha tristeza. –Realmente no creo que me hayas extrañado. -Lo empuje con lentitud, para hacerle frente. –Llame a la aureolina y me dijeron que viajaste con alguien, a una playa turística en Italia. -Él al escucharme, se queda tieso. –También llame a todos los inversionistas italianos, con los que dijiste que estabas, pero ninguno te vio en sus oficinas. -Lentamente voy caminando hacía un sillón, para tomar un poco de aliento. –También sé que ocupaste ese dinero, para contratar un Ferrari durante toda la semana. -El hombre ahora me voltea a ver, mientras que mis lagrimas empiezan a salir.

–No es lo que crees. -Es lo único que puede decir en su defensa.

–Me estas engañando. -Dije en silencio, como si no quisiera que nadie pudiera escucharlo. Incluso yo misma, no quería saber que él me había engañado con otra mujer.

–Lisa…-Pero no podía más con su hipocresía, así que me levante con rapidez del sillón, para empujarlo con fuerza.

–¡Me estas engañando! -Grité con fuerza, mientras golpeo su pecho con fuerza.

–¡Lisa, tranquilízate! -Me pide más de una vez, tratando de esquivar mis golpes, pero yo solo quería matarlo, pero había una parte de mí, que no paraba de llorar. Todo lo que creí hasta ahora es mentira, pero a pesar de que mis golpes no eran tan fuertes, el hombre termina dándome una bofetada con fuerza. Esa misma bofetada, hizo que cayera al suelo, mientras que mi mejilla palpitaba con fuerza. –Lo lamento. -Se disculpo por el golpe, para después ayudarme a levantar. –Solo quería que te detuviera y me dejaras hablar. -Me dice tomando mi cara con sus dos manos. –Te amo con todo el corazón.

–Y si me amas tanto, ¿por qué demonios me fuiste infiel? -Le pregunté mientras él limpiaba mis lágrimas.

–No te fui infiel, todo está en tu mente. -De inmediato empezó a actuar de una forma extraña. –Se que te encargas de las finanzas de la empresa, pero creo que no deberías meterte en los asuntos de los demás.

–¿En los asuntos de los demás? -Le pregunte enojada. –¿En el asunto en donde me fuiste infiel? Perdóname por darme cuenta que me engañas. -Pero mis palabras tenían mucha ira, estaba enojada, creí que estaba en mi derecho de estarlo, pero cuando recibí un jalón de cabello, me di cuenta que no era la única persona, que estaba enojada en ese lugar.

Él hombre me estaba tomando con fuerza de mi cabellera, mientras yo tensaba mi mandíbula, me estaba doliendo demasiado.

–Somo un matrimonio ejemplar, la sociedad piensa que somos una de las parejas con una inteligencia excepcional. Mientras que nuestros valores, también lo son. -El hombre sigue hablando con fuerza, mientras yo empiezo a llorar. –Pero recuerda de donde eres. Sin mí, nadie sabría que eres especial, o que eres una de las mujeres más listas de Londres. -Me empuja con fuerza, hacia el sillón. –Te amo con todo mi corazón, pero sin mí, serías una mediocre trabajando en una empresa sin importancia. -Él me da una última mirada, para después salir de la habitación con enojo.

Estaba asustada, nunca había visto esa parte macabra de Mark. Incluso me hice pequeña, sosteniendo mis rodillas con mis manos, para empezar a llorar en silencio. No podía creer que Mark fuera capaz de tocarme un pelo, ya que siempre se ha comportado como un hombre realmente tranquilo.

Pero quizás deje de pensar en él, cuando escuche que la puerta de la entraba se cerraba con fuerza, eso significaba que había dejado la casa. Así que me levanté con apuro del suelo, para caminar por mi bolso, que estaba en la entrada de la casa. Cuando bajé las escaleras tomé mi teléfono, pero después me di cuenta, por un espejo que estaba pegado en la pared, que mi cabellera negra estaba muy despeinada, mientras que tenía cabellos arrancados sobre mi nariz respingada. Mis ojos azules se veían demasiado hinchados, mientras que mi mejilla izquierda estaba completamente roja. Verme de esa forma, me hizo entender que lo que estaba viviendo, no era algo normal.

Mire mi teléfono, buscando a un amigo con quien poder hablar, pero sabía que todas mis amigas me juzgarían. Ellas se enterarían que no tenía la vida soñada, de una mujer de Chelsea, sabía que hablarían mal de mí ante toda la sociedad. Y aun que era horrible decirlo, Mark tenía razón, tenemos un matrimonio lleno de apariencias.  La única persona que sabía que no me juzgaría, era Mathew , pero no sabría si estaría de mi lado, o del lado de su hermano. Así que al final no llame a nadie. Estaba asustada por lo que había pasado, pero tampoco podía ir con todas las personas que conozco, y hacerles saber que mi matrimonio no era lo que pensaban.

Así que me recosté en mi cama, esa cama que compartí con Mark desde que nos casamos. Habían pasado tantas cosas aquí, habíamos hecho el amor, también habíamos llorado, reído y hasta peleado, así que darme cuenta que todo era falso, hizo que todo mi mundo se destrozara en dos.

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