Capítulo 2

JUNTAS DE LOS LUNES  

BALTHAZAR 

 

Es lunes y es día de junta, hoy los empleados me dan un informe de cada una de sus áreas y los viernes me dan informes mis gerentes de esas áreas, me gusta escuchar a todos por igual y no cargarme a nadie de recursos humanos por incompetentes. 

—Conseguí una empresa innovadora en cuanto a drones se trata— hablo Camille contenta. 

—¿Qué la hace innovadora? —cuestione. 

—Sus drones son livianos, utilizan perfiladores para reconocerá su dueño y si el propietario es un principiante tiene la inteligencia para evadir golpes o caídas. 

—Me gusta, que quiere la empresa. 

—Capital… No tiene. El suficiente capital para producirlos, hasta ahora tiene prototipos. 

—Quiero un 50% de la empresa y un puesto en su junta directiva. 

—Ellos quieren vender un 30% señor Lennox. 

—40% y no bajo más— decrete, no es querer joder ninguna empresa, pero tampoco voy a perder mi dinero— te encargas tú del proyecto. 

—¿Yo? —abrió los ojos más allá de sorprendida. 

—Sí, tú —le respondí —Quiero un informe. 

—Betania, cuéntame —le pedí a una de las empleadas. 

—Tengo un edificio que le gustará señor Lennox— alega entusiasmada —antes era un castillo de un viejo duque, data del XV y ahora estaba abandonada, una pareja de casados la quieren vender para irse de luna de miel. 

—Pásame las fotos a mi oficina allí estudio el área. ¿Alguien más?  

Todos y cada uno de mis trabajadores se expresaron y me dijeron que tienen entre manos y luego los despache para que siguieran con su horario laboral. 

Estoy saliendo de la sala de junta principal cuando me aborda Jazziel. 

 

—¿Cómo te fue el fin de semana en Londres? 

—Me dejaste botado por un culo, ¿tú que crees? 

—Primero que nada, era un muy buen pedazo de culo y segundo me imagino que ligaste.

—Lo hice, una morena espectacular — no di muchos detalles. 

—¿Pero? 

—Pero nada, quería que me quedara a dormir en su habitación y no gracias. 

—El gran Balthazar no duerme con sus amantes. 

—No te burles, no habían pasado ni cinco horas cuando ya quería una relación amorosa. 

—Eres muy guapo— bromea. 

—Lo soy— digo ofendido. 

Y es que mi cuerpo es agradable a la vista, todo está en los genes… Herede los ojos dorados de mi madre, tengo el cabello negro azabache de mi padre y también soy más alto de lo que él es, tengo un eterno bronceado por mis raíces. Lo que dije, buenos genes. 

—Mejor cállate — me dice mi buen amigo picando el ojo a una pasante rubia que tenemos y que pasa por nuestro lado. 

—No te acuestes… —iba a continuar, pero él me interrumpe.

—Con las empleadas —me interrumpe —lo sé, hermano. Lo sé. 

No me gusta que se metan entre jefes con sus empleados y menos los picaflores que son mis amigos, me quedaría sin empleadas. 

Luego de eso nos fuimos para nuestras respectivas oficinas. 

Vivir en Edimburgo siempre me ha gustado el clima siempre es perfecto y las vistas son hermosas, aunque hace años cuando era muy joven me gustaba más los campos, mi padre vino una vez por negocios a Edimburgo y jamás volvió a sus tierras. Soy Lennox de apellido, pero un highlander de corazón, mi abuelo siempre me lo recordaba y quería que cambiará el apellido de mi padre por el de mi madre, pero a mi mamá nunca le molesto que me sintiera orgulloso de ser un Lennox.

 Estoy pensando en ello mientras me quedo viendo el palacio de Holyroodhouse desde mi ventana, la multinacional Lennox tiene un edificio entero de 50 pisos para todas sus investigaciones, nos interesa todo lo que es innovador en cada área, en el mismo edificio tenemos nuestro propio periódico con tasas de interés, noticias relevantes con la empresa y hasta una página de sociales para los cumpleañeros y para quienes se casan o jubilan, contamos con un gimnasio con spa y un área de recreación para niños con su guardería, el comedor tiene tres restaurantes para una mejor variedad, le exijo a mi gente el 101% así que les doy lo mejor y la paga es la más calificada para eso. 

Me siento en mi silla y veo los planos del nuevo edificio que quiero, me llaman en ese momento a mi teléfono personal y lo tomo casi sin ver quien es. 

—Aquí Lennox —respondo cuando me pongo el celular en el oído. 

—Señor Lennox, le habla McCain —me responde el investigador privado— le tengo noticias sobre el edificio que quiere comprar. 

—A ver… ¿Qué tienes?

—¿Ya lo compró? —me responde con otra pregunta y me está exasperando. 

—Firmamos un contrato de compra venta ¿por qué? 

—En ese lugar viven monjas, señor— suelta McCain. 

—¿Qué dices? —espete furioso — ¿ese imbécil me mintió? 

La pregunta es retórica obviamente me mintió para ganar miles de dólares. 

—Sí señor —igual me responde —las monjas no tienen a dónde ir y ya le llegó un papel de desalojo. 

—No voy a correr a unas monjas de su casa. 

—Albergue señor —me corrige el investigador —tienen un albergue para mujeres golpeadas y abusadas, cuidan a niños mientras sus madres trabajan y estaban tratando de incluir algunos vagabundos, aunque su donación está corta. 

—Mierda— pase la mano por mi cabello— hay que resolver esto. Eso no apareció en ningún documento. 

—El señor que le vendió hace unos veinte años les arrendo el lugar por un dólar al año para evitar impuestos. 

—Si esto sale a la luz no se verá bien. 

—Así es señor. Si me entero de algo más se lo hago saber. 

Odio que la gente mienta y quiera hacerme pasar por tonto. Llamo a mi abogado. 

—McHale —responde solicito como siempre — en qué puedo ayudarle señor Lennox. 

Aflojo mi corbata de repente asfixiado y abrumado por el estrés. 

—Necesito que deshaga el precontrato con el señor Hill. 

—Si usted rompe el contrato deberá pagar 100 mil dólares americanos extras. 

—No pagaré nada, me mintió y tiene un albergue de monja en ese edificio. 

—Veré que puedo hacer, pero le recomiendo que no saque a las monjas y que se quede con el lugar. 

—¿Esta demente o que le pasa? 

—Quédese con el lugar y refórmelo para las monjas, lo va a liberar de muchos impuestos este año, gana usted y ganan ellas. 

Me quedé pensando mucho tiempo con la línea muerta del otro lado. No quiero correr a nadie, como van a desalojar a esas mujeres, están ayudando a mucha gente… Pero quería tanto ese edificio, tenía estructuras que databa del siglo X, mejor salgo a tomarme un traigo y relajarme. 

Esta vez salimos todos, Jazziel, Elliot, Camilo y yo nos fuimos a un bar. 

—Vaya lunes —suspiro cansado — ¿cómo fue el de ustedes?

—Tenemos este jefe mamón y latoso— empezó Elliot. 

—¡Oh, cállate! —le lanzó una cáscara de maní —secretamente me amas cabrón. 

Todos reímos y comenzamos a platicar amenamente, a Elliot lo conozco desde la infancia, pero el mujeriego de Jazziel y el serio de Camilo los conocí en la universidad de Cambridge y los arrastres conmigo en esta nueva aventura. 

Son mis mejores amigos y siempre hemos estado juntos. 

—Debo irme la semana que viene a la hacienda. 

—¿La granja de tus padres? —todos saben que no me gusta regresar a ese lugar. 

—No es una granja. Y sí, el capataz murió y su hija se hace cargo, mi padre me llamó y me necesita — les respondí —quiere ver si la mujer sirve para el puesto de su padre. 

—Hermano estarás una semana de vacaciones —espeta Elliot en broma. 

—Cállate si no vas a aportar algo realmente útil —regaña Camilo. 

—¡Uy no! Hablo Don perfection. 

—¡Cállense los dos! —dije harto de sus peleas —pelean más que un matrimonio obligado.

Ellos se quieren, pero, viven día y noche peleando, son como el día y la noche. 

—¿Entonces irás? —pregunta Camilo serio. 

—Sí, saco la carta de mi mamá. 

—Uff, casi nunca lo hace... Debe ser importante —reflexiona Jazziel. 

—Lo es... Los mejores caballos pura sangre están allí —les explique. 

—Bueno, solo será una semana— dictamina Jazziel —ya volverás a tú vida como si nada. 

—Sí, solo será ver cómo está todo y si puedo en tres días me regreso. 

Poco sabia yo lo que la vida me tenía preparado.

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