6 El secreto

Ofelia

Es invierno, están cayendo la gotas de lluvia son gruesas. El frío que está haciendo afuera es fuerte. La visita de la señora Victoria Besnier, fue algo imprevisto. Aunque ella viene unas dos veces al año, había dicho que no vendría está navidad.

Y no dijo el motivo, pero creo era porque estaba tratando de resolver ese asunto que tanto preocupa a esta familia.

Pienso que entre cielo y tierra no hay nada oculto. Algún día, la señora Victoria y la presidenta tendrán que revelarle al niño Ignacio el secreto o los secretos, que ellas ocultan. 

Esta noche de lluvia y de invierno me recuerda ese día en la mansión de Francia. Él niño Ignacio lloró tanto... la muerte de su padre. Duró días sin comer, sin dormir, sin querer salir de su habitación. La pérdida de su padre fue muy doloroso para él.

Dos semanas después de la muerte de su padre. Mando a llamar Adelaida y a mí. Nos preguntó que sí queríamos, venir a vivir a Nueva York con él. Que se nos pagaría el doble.

—Yo le dije que sí, porque necesitaba el dinero para ayudar a mi familia y por otros motivos personales.

Ya hice la masa para el pan y el postre favorito del niño Ignacio. Estoy terminando de lavar las losas, cuando miro hacia el reloj, que está en la pared de la cocina cerca de la nevera. Marca las diez de la noche.  

—Adelaida entra en la cocina —¿Terminaste Ofelia?

— Si ya casi, ¿por qué? —le pregunto.

—Entonces deja eso para despues, vamos la  señora Victoria quiere hablar con nosotras en el despacho.

— ¿Hay buenas noticias? ¿Ya podemos estar en paz, en esta mansión?

—No lo sé, pero vamos no hagamos esperar más a la señora Victoria —responde Adelaida.

—A veces eso me preocupa, todo este asunto me pone nerviosa —le digo.

—Si te entiendo Ofelia, a veces me pasa lo mismo; cuando pienso en está situación, pero igual no debemos decir nada. Eso es algo que sólo le compete revelarlo a la señora Victoria o ha la presidenta Isabel Besnier. Y nosotras prometimos guardar el secreto, recuérdalo.

—El secreto Adelaida... serán los secretos —le digo frunciendo el ceño.

—Si pero apúrate vamos, creo que de eso es de lo que no vas hablar hoy la señora Victoria —me responde Adelaida, ella está afanada por ir a escuchar, lo que tiene que decirnos la señora Victoria es que todo esto, es delicado.

Salimos de la cocina y caminamos por un pasillo, luego subimos la escalera, hasta llegar al segundo piso ahi está el despacho. Adelaida toca la puerta.

—Está abierta pueden entrar  —es la voz de la señora Victoria.

El despacho es grande con un escritorio, y una silla giratoria negra detrás de el es dónde está sentada la señora Victoria. Hay una hermosa vista hacia los Jardines de la mansión. Todo está decorado de una manera elegante cómo le gusta a ella.

Hace una seña de siéntense con la mano izquierda, en la mano derecha tiene una copa, que se está tomando de la botella de champán que tiene a su lado, su rostro luce cansado, tiene ojeras.

Yo tomo un asiento frente a ella y Adelaida el otro. La señora Victoria ella siempre nos ha tratado con mucha confianza. Creo que es porque nosotras sabemos lo que pasó esa noche y prometimos guardar los secretos.

—¿Tiene alguna novedad de ese asunto señora Victoria? —le pregunto preocupada.

—Ni rastro de eso —responde con un tono de voz lamentable, mientras se toma un sorbo de su copa.

—Quiero darme por vencida, dejar esto en el pasado. La única razón por la que no lo hago es por mi difunto hijo —dice ella con cara de frustración.

—Porque mejor no le dice todo al niño Ignacio —pienso que no tiene sentido decírselo porque no accederá, pero igual lo intento no pierdo nada con eso.

—Ustedes mejor que nadie saben lo mucho que él ha sufrido, y lo rebelde e incontrolable que se volvió después de la muerte de su padre. No puedo contarle esto, porque solo lo voy a lastimar más.

—Y ustedes tampoco porque lo prometieron esa noche en París —dice la señora Victoria seria.

—Pienso que esto solo empeorará la relación con su madre —responde Adelaida.

—Si, pero es mejor hablar con la verdad que seguir con las mentiras —les digo en un tono suave.

—Ellas hacen un silencio, porque saben que es verdad que no deberíamos... seguir guardando los secretos.

—Cambiemos de tema ¿Esa niña Camila que les parece? —pregunta la señora Victoria, y se que es para romper el silencio. Porque seguro se siente incómoda de que le insista en qué revele lo que tanto se empeñan en ocultar ella y la presidenta.

—Me agrada me parece una niña muy dulce —respondo lentamente.

—A mí no agrada esa amistad de ellos señora Victoria.

—¿Por qué Adelaida? —pregunta la señora Victoria 

—Porque si el joven Ignacio, en el futuro se llegará a enamorar de esa niña. Eso sería peor que la tercera guerra mundial en esta mansión —responde Adelaida y ella tiene razón, la madre del niño Ignacio nunca aceptará a Camila.

—Si de por sí la relación de él con su madre está mal esto lo arruinara más de lo que está —les comento yo.

—No quiero que Isabel Besnier se entere de la amistad de mi nieto con esa niña. Si en un dado caso Ignacio llegará a enamorarse de Camila, el contará con toda mi aprobación y consentimiento —su rostro luce serio y yo tengo un mal presentimiento.

Esas palabras hacen eco en mi oído. Porque creo saber porque lo está permitiendo.

Adelaida está sorprendida, con la boca abierta, se que no puede creer que esas palabras la haya dicho ella la gran señora Victoria Besnier.

Yo disimulo, pongo cara de impresionada, aunque en realidad no lo estoy, porque se que esto quiere decir es solo una cosa...

"LA GUERRA COMENZÓ"

...

Autora: STEFI 

¡Ay! ¡Ay! ¿Cuáles serán esos secretos hermosas y hermosos? de que están hablando ellas ¿Que secreto que guerra? Si les agrada está historia no olviden, comentar que les parece y Seguirme,  gracia por su apoyo.🌹🌹

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