Una historia que promete ATRAPARTE desde el principio hasta el final. Camila es hija de una sirvienta, Ignacio Besnier es el heredero de un conglomerado empresarial Internacional. Se conocieron cuando eran unos niños y se volverán mejores amigos, pero con los años se darán cuenta que no pueden ser solo amigos. Una historia llena de secretos, amistad, amor, y pasión.
Leer más—Sí es que cuando tú padre murió tú abuela trato de dar con ellos, pero huyeron de su residencia.En él apartamento donde ellos vivían, los investigadores consiguieron un cuaderno con tres fotos, que decía pagaran por todo lo que le hicieron a mi madre; había una foto tuya, una de tú abuela y una mía.—¿Estas diciendo que allá afuera tengo un hermano que se quiere vengar de ti, de la abuela y de mí? —pregunto impactado.—Si, Ignacio hay otras cosas que tengo que decirte, pero lo haré cuando tu abuela recupere el habla. Quiero que ella misma admita unas cosas que hizo, porque no quiero ocultarte más nada.—¿¿En serio??, ¿¿Todavía hay más secretos?? —le pregunto indignado.—¿¿Todavía ocultan mas cosas tú y mi Abuela?? —mi tono de voz es de rabia.—Sí —responde con sus ojos cristalizados.—Te exijo que me los digas.—No lo haré —responde seria —Me encargaré que sea tu abuela, que te diga lo que hizo, ella también tiene muchas cosas que confesar.—Ignacio perdóname, yo estoy arrepentida d
No me importa lo que tu digas, pasaré el resto de mi vida con ella te guste oh no —me doy la vuelta para irme cuando voy llegando a la puerta. —Quiero que te olvides de esa chica, para mí ella es una cualquiera —réplica molesta. Me regreso cabreado —Nunca más vuelvas a expresarte así de mi novia. Ella no es ninguna cualquiera, tú que te acostaba con tu escolta, no tienes moral para hablar así de ella. Me acerco a su escritorio de la molestia que tengo paso mis brazos por el y mando abajo todo lo que estaba ahí. Se escucha el ruido que hizo la laptop y sus papeles cuando cayeron al piso. —Mientras yo esté en París no me llames, ni si quiera te me acerques. Olvídate de que yo soy tu hijo, ah, y ve pensando qué le inventas a la prensa y a los Laurent… Porque yo no me voy casar. Cuando la miro sus ojos color miel están cristalizados —Ignacio no permitiré que se repita la misma historia. —¿Qué historia, de que hablas? —le pregunto con desconcierto. —No permitiré que cometas los mism
Tenía años, que no venías a estas oficinas, desde que murió mi padre. La última vez que vine era un niño de cinco años. Papa me trajo, es que le dije que queria conocer donde el trabajaba. Él paso ese día en su escritorio revisando y firmando papeles. Mientras yo jugaba con mis carros en el piso. Estaciono mi auto frente a la entrada del edificio mas grande. Los vigilantes no me dejan pasar, me dijeron que tampoco me podia estacionar en el frente. Saco mi identificación, al mirar mi nombre y mi apellido. Ahora no solo me dejan entrar, ya no me pone problema por el auto. Pero en fin todos los edificios de la empresa los remodelaron, los hicieron más amplio hace un par de años. Espero que la oficina de presidencia siga funcionando aquí. Voy hacia la recepción una señora de ojos azules, peli roja me atiende usa un uniforme gris. —Buenas tardes, me puede decir dónde queda la oficina de la presidenta Isabel Besnier. —¿Buenas tardes usted es? —responde con una pregunta ella. Su hijo
Carlota Laurent, se me quedo mirando molesta cuando me iba. Ni idea de lo que ella estaba pensando. Bueno podría ser algo así como te… destruiré si te acercas ha Ignacio. Algo que no tiene sentido ya porque creo que nadie podría destrozarme más, de lo que ya lo hizo él. Limpios las lágrimas que ruedan por mis mejillas. Unos minutos después le pregunto al Señor Franco —¿Usted puede tener problemas, con la presidenta Isabel Besnier por mi culpa si me ayuda? —No, porque en esa mansión solo manda la señora Victoria y él Joven Ignacio es el que estás a cargo ahora. —Puedo llevarla a la clínica con él Joven si eso desea. —No gracias, mejor lléveme al aeropuerto. —Es una pena, que la señora Victoria este en una cama postrada. Se que ella, nunca fuera permitido que la presidenta la tratara así. —Usted no estaba cuando nosotras hablamos señor Franco —le digo, porque no sé cómo él lo sabe. —Pero trabajo en esta familia desde hace treinta años. Supe lo que pretendía la señora Isabel Besnier
—Así que le di la orden a Ofelia de colocar esa carta ahí. Para que tú la encontrarás, se lo dijeras a Ignacio y él la botara. Pero todo salió mal ¿por qué creo que tú no se lo dijiste o si?—No se lo dije —le respondo secamente.Es verdad, yo le entregué esa carta a la señora Adelaida, la noche que iba a ver ha Ignacio. Hasta hicimos un trato yo no le diría a Ignacio de la carta y ella no le diría nada a mi madre de mi relación con él.Entre nosotras hay una pequeña distancia, a su alrededor están esos hombres que parecen ser sus escoltas. Sol sigue cerca de la puerta, me mira con preocupación. Pero ella no puede entender nada de lo que estamos hablando. La madre de Ignacio interrumpe mis pensamientos, comienza hablar otra vez—Unos días antes de tu cumpleaños mi asistente me pasó unas facturas de las tarjetas de créditos de mi hijo… Me dijo que él había realizado un gasto enorme.—Cuando revisé esas facturas me enteré que él había rentado un lujoso restaurante y comprado un collar d
—¿Por qué me hiciste venir aquí, si ya estabas comprometido? Y de paso te vas a casar. Yo me peleé con mi madre por ti, me acosté contigo, me enamoré de ti solo para que me destrozaras en un montón de pedazos.—No me voy a casar y me prometiste que confiarías en mí —sus ojos están cristalizados —Recuerdas lo prometiste —él habla con un tono de voz suave.—Como quieres que confíe en ti, si siempre me mientes y me ocultas cosas, mentiste cuando te pregunte lo del auto de Elior, luego me enteré que hacías apuesta para acostarte con chicas en la universidad, me haces creer que vamos en serio cuando siempre estuviste comprometido, te vas a casar y también me lo ocultas. Eres un desgraciado Ignacio Besnier siempre me has visto la cara de estúpida. Hasta mentiste cuando me dijiste “sabes que nunca he salido con ninguna chica que no seas tú así que tú tampoco puedes salir con ningún chico que no sea yo”. Cuando en realidad perdiste la cuenta de con todas que te acostaba, tú no tienes corazón.
CamilaIgnacio y yo vamos a desayunar y más tarde iremos a visitar a su abuela a la clínica.Lo detallo, él lleva puesto un Jean negro, con franela de algodón blanco y una camisa de cuadros vino tinto y negros encima abierta en el medio, unos zapatos casuales y un reloj Rolex.Yo llevo puestos unos Jean desahogados un buzo blanco y unos tenis del mismo color. Mi cabello suelto alrededor de mi hombro, y un maquillaje natural.Vamos, bajando las escaleras, con nuestras manos entrelazadas. Una empleada viene subiendo, su uniforme es una falda negra y una blusa azul claro de botones manga larga parece como de treinta años.Ignacio le dice algo en francés y ella asiente que sí.—¿Qué le dijiste mi Darcy?—Que, limpiara nuestra habitación.—¿Nuestra? —le pregunto con una pequeña sonrisa.—Sí nuestra pecosa. —responde en un tono suave.…Cuando estábamos desayunando, Ignacio saca una pastilla del bolsillo de su camisa de cuadros vino tinto y negro.—Toma, es la pastilla del día después —Me l
Me volteo lo miró a sus lindos ojos verdes —Gracias por ser como un príncipe conmigo —le doy un pequeño beso en sus labios y él sonríe.—No ni tan príncipe, anoche tenía unas ganas de follarte, que pensé que no me iba a poder controlar. Si me los fuera pedido dos veces más con esa cara de angel que te gastas, anoche mismo te fuera desvirgado.—Follarme, desvirgado, eres un pervertido. —Él ríe —Aunque también eres un romántico, pero ni modo así te amo —le digo bostezando, siento cuando me da un beso en mi mejilla.…A la mañana siguiente me levanté miré el móvil de Ignacio en el tocador, lo revisé y mire la hora y eran las ocho. Ignacio me dijo anoche para ducharnos pero creo que lo hizo solo. Porque yo me quedé profundamente dormida, miró las sábanas y tiene una pequeña mancha de sangre. Todavía están los pétalos de rosa en la cama y en el piso.Me levanto voy a su vestidor y busco una toalla de las de él. Me envuelvo en ella y me voy a lavar los dientes.Preparo la tina para darme un
Él continúa jugando con mi clítoris y gemidos salen de mi boca otra vez. Nuestras miradas vuelven a encontrarse él me dice. —Quiero que te corras para mí. —¿Te correrás para mí? —Sí haré todo lo que tú quieras —le respondo con una respiración agitada. Cuando miro sus rostro veo una pequeña sonrisa. El ahora mete dos dedos dentro de mi entre piernas, los mueve de un lado a otro suavemente dentro de mi. Mientras su lengua vuelve a jugar con mi clítoris, lamiendo envolviendolo en sus labios. Me preguntó si él quiere hacerme sentir un órgasmo o matarme del placer. Yo creo que las dos, porque arqueo mi espalda un gemido más fuerte sale de mi boca. Ahora comienza a mover sus dedos, de una manera rápida y más… rápida mi espalda se arquea otra vez hasta que mis piernas tiemblan y después siento ese desahogo, ese estallido en mi entre piernas. Un gemido pequeño sale de mi boca mientras trato de recuperar el aire en mis pulmones. —Eres una buena chica, me gusta que seas obediente. Él sac