5 El cumpleaños

¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! mi mamá y todos los empleados me están cantando cumpleaño. Ellos usan gorro de fiesta la señora Ofelia me hizo un pastel rosado y unos dulces muy ricos.

Mamá me compró un vestido nuevo y los empleados me dieron regalos. Ceci me llamó en la mañana al celular de mi mami para felicitarme... mi tía Ruth también me llamó.

Así transcurrió mi cumpleaños. 

Aunque todavía no he podido olvidar esas palabras del Joven Ignacio...

Fueron como un calmante para mi dolor.

Flashback

Ignacio Besnier, me abrazó una mano la coloco en mi espalda y la otra sobre mi cabello. Mientras me decía:

—Estoy aquí Camila llora todo lo que desees... No estás sola yo estoy contigo —su tono de voz es suave y sus brazos me hacen sentir segura y más tranquila. Era la primera vez que él me llamaba por mi nombre, lo decía de una manera tan tierna.

—Antes de irme me dijo —Mañana quiero verte en el salón de piano a las seis ¿puedes?

—¿A las seis para que?

—Mañana lo sabrás sólo ven.

—Está bien —respondo y asiento con la cabeza.

...

Me preguntó ¿Para que él quiere verme a esa hora?

Falta todavía dos horas para las seis cuando ya es la hora subo la escaleras y voy a hacia allá. Al llegar él está sentado en el balcón como puede sentarse ahí él sabe que estamos en tercer piso es peligroso.

—Hola joven —me acercó donde él está.

—¿Cómo te sientes pecosa? —pregunta.

—Bueno yooo, no me llamo pecosa —el ríe al escuchar eso.

—Entonces la pecosa cumplió nueve años —dice con una pequeña sonrisa.

—Si joven, ¿qué edad tiene usted?

—Tengo diez, el mes que vienes cumpliré los once, soy prácticamente dos años mayor que tú —habla con una sonrisa de boca cerrada.

Él se baja del balcón y se para frente a mi. Saca algo del bolsillo de su Jean, es una cajita pequeña color turquesa.

—¡Feliz cumpleaños pecosa!—exclama mientras me da la caja. 

La tomó y la abro, ahora soy yo la que sonríe. Son unos aretes tienen forma de piano, con una pedrería preciosa de color ámbar; incrustados en el medio.

—¿Te gustan?

—¡Si joven, son hermosos gracias! —le respondí emocionada.

—Yo te los coloco —su voz tembló al decir eso no se porque.

—Está bien joven.

El los sacó de la caja y me los puso cuando se me acercó podía oler su perfume es muy agradable. Lo detallo su cabello es rubio medio, con unos reflejos claros naturales. 

Sus ojos son color verdes, pero cuando se molesta he notado que se le oscurecen.

—Te quedan lindo pecosa —comenta con una pequeña sonrisa. 

—Gracias joven ¿le puedo hacer una pregunta?

—Si dime.

—¿Por qué estos días no lo he visto casi? 

—él vuelve a sentarse en el balcón colocando su manos, a los lados. 

—He, estado en práctica de fútbol y hoy en la tarde tuve un partido, pero perdimos —dice un poco triste.

—¡Se que la próxima vez ganarás! ¡Y que también ganarás el campeonato! 

—exclamó y él sonríe.

—¡Gracias por las porras! —responde, y yo también sonrío.

—Pecosa, por el partido fue que no pude estar presente cuando picaron el pastel.

Entonces no era que él no quería ir, sino que tenía que jugar un partido. 

¿Será que si le pido que sea mi amigo acepte? 

—¿Oye en qué piensas? —pregunta.

—¿Ahhh joven le gustaría que fuéramos amigos?

—Él me da una pequeña sonrisa —No se déjame pensarlo, lo más seguro es que te diga que no.

—Entiendo bien debo irme adiós. —Mi voz suena algo apenada, me volteo para irme.

Bajate de la nube Camila, no hay motivos para que él quiera ser amigo tuyo. Pienso eso, hasta que su voz interrumpe mis pensamientos.

—Camila se mi mejor amiga y yo seré tu mejor amigo —me volteo cuando lo miro él tiene... una pequeña sonrisa.

....

Han pasado dos meses. La navidad llegó y las calles están cubiertas de nieve. ÉL joven Ignacio y yo en nuestro ratos libres, siempre estamos jugando videojuegos, viendo películas de Disney en su cine privado o yo estoy tocando el piano para él. En fin nos hemos vuelto muy cercanos, siempre estamos riendo y también compartimos mucho con Elior y Bradley.

Mi madre siempre me dice que no le agrada nuestra amistad.

...

Al siguiente día, la mañana se fue rápido ví unas tres materias. Cuando llegó a la mansión mami no estaba, ella pidió el día libre para ir, a comprarme unas cosas.

—¿Señora Ofelia tiene algunos dulces de esos que me gustan?

—Si mi niña linda —responde con una sonrisa. 

Ella abre la nevera y saca un vasito y me lo da con una cuchara. 

—Gracias —le digo con una sonrisa.

Adelaida entra a la cocina se para frente a mí y dice —Camila la señora Besnier, pidió verte —su tono de voz es serio como siempre.

—¿Quién es la señora Besnier? —pregunto.

—La abuela del joven Ignacio, come eso después vamos, no le hagas esperar. 

Coloco mi vaso sobre la mesa y salimos de la cocina, subimos la escalera y vamos hacia la sala que está en el segundo piso.

Llegamos a la sala de amplias ventanas dónde estan varios muebles y cuadros grandes que decoran las paredes. La sala está llena de muchos regalos hay bolsas y cajas en envolturas preciosas. Casi toda ha sido ocupada por ellos.

Está una señora sentada en un mueble, su ropa es un falda azul oscuro, que hace juego con una camisa de seda color beige lleva puesto tacones altos, ella está muy seria. 

Su cabello es plateado y su piel tan blanca tiene los ojos verdes... tan bonitos como Ignacio. Una cara perfilada, de facciones delicadas.

—¿Ella es Camila? —le pregunta a la señora Adelaida.

—Si es ella, señora Victoria .

—Por favor déjanos solas.

La señora Adelaida sale cerrando las grandes puertas de la sala que se divide en dos.

—Camila siéntate —ordena seria, me siento frente a ella. Quedando en el medio una pequeña mesa, con algunos adornos.

—¿Sabes por qué está aquí?

—No señora.

—Quería conocerte porque mi nieto me ha hablado mucho de ti.

—Él me dijo que tocas muy bien el piano. Espero pronto tener la oportunidad de oírte tocar —dice seria

—Claro señora, cuando quiera tocaré para usted —ella con su manera de hablar y de vestir derrochar elegancia. Me siento como si estuviera antes alguien de la realeza.

—Camila, no sé cómo lograste ser tan cercana a Ignacio. El es muy obstinado y solo sus amigos, Elior y Bradley lo soportan. ¿Me imagino que ya los conoces? 

—comenta sonriendo.

—Sí señora los conozco ellos son muy amables.

Ella se levanta y busca una caja grande que está en la mesa, está forrada de papel color dorado. Con un hermoso lazo en el medio

—Me la da y dice  —Es para ti ábrela —me mira con una pequeña sonrisa.

La abro es una chaqueta blanca con rayas rosadas en la etiqueta dice. A /X Emporio Armani.

—¿Es para mí? —le pregunto sonriendo

—Si es para ti —responde, de una manera tan dulce. Su rostro paso de ser serio a alegre.

—Gracias, muchas gracias —le digo con una pequeña sonrisa.

...

Ya es de noche no ví a... Ignacio hoy,  ya no lo llamo joven él me dijo que lo podía tutear en fin no lo vi. 

Pero escuche al ama de llaves, decirle a la señora Ofelia que él está muy feliz porque su abuela vino a pasar las navidades aquí.

Al día siguiente mamá me compró un vestido muy lindo para nochebuena y otro para año nuevo.

Voy al tercer piso me dijeron que la señora Besnier me mandó a llamar. Cuando llegó está en la sala con Ignacio.

—Hola Pecosa —me dice con una pequeña sonrisa —Hola Ignacio —le respondo en un tono de voz suave.

—Es un gusto tenerte aquí Camila —comenta la señora Victoria.

—Buenas tardes —le digo con una sonrisa.

—Pecosa, mi abuela quiere oírte tocar.

—Está bien —me siento frente al piano y abro el pentagrama. En una de la sinfonía de Beethoven.

Comienzo a tocar para ellos, la abuela de Ignacio me mira sorprendida ella está sentada en el sofá. Ignacio está parado junto a su abuela, él me observa con una mirada indescifrable. 

Autora: STEFI 

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