Capitulo 2

A partir de ese día ambos hicieron la ocasión de encontrarse en el comedor de la fábrica a la hora de la cena, allí se sentaban en la misma mesa solos a conversar sobre ellos y sus días en casa y trabajo, al ver que se trataba de un incipiente romance el resto de sus compañeros conocidos y amigos preferían dejarlos solos para al final hacerles burlas por separado, eso comenzó hacer algo del diario hasta que después de un tiempo dejo de importarles, era cierto, los dos se gustaban y no podían evitar que sintiesen sentimientos uno por el otro, pero ahora el problema de hacer la pregunta de ser novios recaía en Francisco, que cada vez que lo pensaba se quedaba pasmado y no hacía más que balbucear cada que a solas en su cuartucho ensayaba la petición de ser novios.

Todos los días Isis y Francisco pasaban a tomar café, él lo pagaba tan solo para pasar unos minutos más con ella, Isis sabía que él ya no se podía seguir permitiendo pagar algo más que café y ella tampoco se había puesto quisquillosa en pedir algo más, Isis mejor que nadie sabía que la situación no era tan desahogada como todos quisieran, pero al menos tenían empleo y un sueldo.

-¿Qué pasa? – le pregunto Isis esa mañana en la que bebían café de pie justo en la entrada del local. 

La cara de Francisco estaba roja como si se estuviera ahogando con el café o el panqueque que comía a pequeños mordiscos.

-¿Quieres ser mi novia? – pregunto de golpe y sin más preámbulo. Nada romántico.

Isis lo miró sorprendida, le hizo feliz y al tiempo sentía unas ganas enormes de echarse a reír por la cara que tenía Francisco al haberle dado tantas vueltas en su cabeza a lo que le quería preguntar, por supuesto que no fue nada romántica su manera de pedirlo, pero ver su rostro de esa manera era más que suficiente para ella, eso le decía que si se ponía así de rojo era porque de verdad sentía algo sincero por ella y durante todo ese tiempo nunca le había propuesto ir a su cuarto de renta, Francisco la había respetado hasta ese momento. 

-¡Si! – respondió Isis con una sonrisa que hizo que le devolviera el alma al cuerpo a Francisco.

-¡Si! ¿de verdad?

-¡Si! – y sin esperarlo él le dio un casto beso en la mejilla.

Ese fue el inicio de su relación, tras convertirse en novios se comenzaron a tomar de las manos cada mañana al salir de la maquiladora y antes de despedirse se permitían darse un beso en los labios, conforme las semanas transcurrieron Isis dijo a su familia que tenía un novio de nombre Francisco que trabajaba en la misma fábrica pero en otra sección, tras esto sus padres pidieron conocerlo y un domingo Francisco vistiendo su mejor ropa fue a casa de su novia para conocer a sus suegros.

Francisco estaba nervioso pero por lo menos conocer a sus suegros ya era un avance en su relación, él quería a Isis de verdad, él la quería para formar una familia y para madre de sus hijos, él quería una vida con ella pero obviamente pedir la mano de Isis era aún muy pronto, solo tenían dos meses de novios y no quería verse tan intenso y desesperado por casarse.

Al llegar, Isis lo recibió con un breve beso en los labios y lo hizo pasar a su humilde hogar, una casa pequeña construida de block y cemento, con techo de láminas, todo era sencillo pero limpio y cuando por fin entro a la casa, sus suegros estaban allí esperándolo y le dieron la bienvenida. 

Su suegro fue quien dio pie a la conversación, era como una especie de examen  que le hacía entre preguntas inocentes que buscaban saber la verdad de sus intenciones y reflejara realmente que tipo de hombre era Francisco, pero para su suerte Francisco no era un hombre de tantas malicias, era aún incauto, un tanto inocente y no tenía cara de borracho, ese ya era un punto a su favor, por eso desde ese día fue bien recibido, pero no sé salvó de las ligeras amenazas de broma que le hicieran sus suegros. 

Pero de broma en broma, la verdad se asoma.

El hombre es fuego y la mujer estopa viene el diablo y sopla.

Cómo ha de pasar en todas los romances la atracción y el deseó se vuelven en determinado momento incontrolables, es algo tan sutil y a la vez tan dominante que tan solo un beso no basta, deseando cada vez más de esa persona, sentir piel contra piel, fundir sus cuerpos en la intimidad para ser solo uno, y a Isis y a Francisco les estaba sucediendo lo mismo.

Los besos arrebatados a escondidas en el baño de mujeres de la maquiladora ya no bastaban, las caricias por encima de la ropa ya no eran suficientes, en un principio era más que satisfactorio, una toqueteada bastaba, no necesitaban de más, aún no tenían suficiente confianza, pero tras semanas de hacer lo mismo casi del diario en lugar de calmarlos un poco, solo los hizo ansiar más y más de sus cuerpos ardientes como lavas de un volcán que estaba cerca de hacer erupción.

-¿Quieres ir a mi cuarto? – lanzó Francisco la pregunta a penas salir del trabajo y tomaba de la mano a Isis como de costumbre.

-Si – respondió Isis con cierta timidez pero deseándolo tan fervientemente como Francisco.

Francisco apretó un poco más la mano de Isis y con rápidos pasos se dirigieron al cuarto de Francisco, desde que lo decidieran el mundo despareció con el resto de personas, solo existían ellos y su pasión que estaba a punto de desbordarse dentro de poco, en tan solo unas cuadras y al cruzar la puerta de aquél lugar desangelado y desprovisto de pintura en el exterior.

 Al llegar al pequeño edificio, subieron la escalera con pasos sigilosos y presurosos hasta que llegaron a la puerta que les llevaría al paraíso a penas cruzarla.

-No hay mucho – dijo él con voz casi entrecortada por la excitación y emoción antes de abrir la puerta.

-Esta bien, no vine a ver tu mobiliario – dijo sonriendo para restarle importancia.

Francisco abrió la puerta y dejo que Isis entrara primero, él entro detrás de ella para ver cuál era su reacción al ver su cuartucho.

 Lo que había de mobiliario era una pequeña mesa con una silla desvencijada junto a la única ventana del cuarto, otra mesa vieja que contenía algunos comestibles enlatados, después una puerta en el fondo que era la de un pequeño baño y por último los ojos de Isis repararon en el colchón que había en el suelo con un cubre cama gastado y una almohada, esto se encontraba cerca de la puerta del fondo.

Se miraron a los ojos y Francisco vio en aquellos ojos claros que no le molestaba su situación actual, sin más preámbulo comenzaron por un beso, el beso llevo a caricias y todo lo demás, terminaron sobre el colchón en el suelo y allí consumaron su amor.

-Debo irme – dijo Isis levantándose y enseguida buscando su ropa que estaba regada por el suelo cerca del colchón.

-¡No quiero que te vayas!

-Ni yo, pero debo hacerlo o mis padres me matarán.

En su burbuja de amor y de ignorancia, ninguno de los dos se dio a la tarea de usar preservativos, de cuidarse para no concebir un hijo, ellos creían que la luna era de queso y resultó que no lo era.

Sus encuentros de amor pasaron de ser de dos veces por semana a ser casi del diario, hasta que Isis se dio cuenta de que llevaba casi un mes de retraso, sintió caer el alma a los pies cuando saco las cuentas y se dio cuenta de que probablemente estaba en cinta, se asustó tanto que no fue capaz de comer antes de irse a trabajar, se excuso con sus padres diciendo que se le había hecho tarde y que debía irse pronto o no alcanzaría el bus.

Con el corazón latiéndole a mil, camino por la acera hasta la espera del transporte público, una vez allí pensó en la manera de como decírselo a Francisco, más que preocupada estaba enojada consigo misma por haber sido tan estúpida y descuidada, sentía un nudo en la garganta al pensar en que él pudiera rechazarle y tuviera que decirle a sus padres sobre su estado, al llegar a este punto de sus pensamientos realmente sintió miedo de como fueran a reaccionar sus padres, quienes seguramente se pondrían furiosos y le echarían en cara su mal comportamiento y casi estuvo a punto de llorar en medio de la gente que viajaba en el transporte.

Cuándo llegó al trabajo María y Francisco la esperaban como cada día, él la saludo rápido y se fue a su sección, no podría decirle nada por el momento hasta más tarde, en cambio si podía contarle a María su amiga lo que le pasaba.

-¿Qué te pasa? – le pregunto cuando comenzaron su labor y no había muchos prestando oído – te noto preocupada.

-¡Dios! – exclamó como si estuviera a punto de sacarse una gran espina de su pecho – creó qué estoy en cinta. 

-¡Que!

-¡Sí! Eso, que creó que espero un bebé – dijo en voz baja.

-¿Que no se cuidaban?

-No – respondió Isis dejando escapar por fin las lágrimas.

-¡Oh Isis! ¿Qué harás? ¿Francisco ya lo sabe?

-No, aún no lo sabe. Hasta hoy me he dado cuenta de que llevo casi un mes de retraso y mi madre comenzara a sospechar si no hago algo pronto.

-¿Qué piensas hacer?

-Decirle a Francisco.

-¿Y si se niega a responder?

-Ya veré como me las arreglo sin él y sin mis padres.

-¿Tan segura estás de que te nieguen su apoyo?

-Lo estoy María, lo estoy. Muchas veces me lo han repetido, pero tal parece que me entró por un oído y me salió por otro.

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-¿No tienes hambre? – le pregunto Francisco a Isis a la hora de comer.

-Creo que estoy esperando – le soltó sin más mientras lo miraba a los ojos.

Francisco se quedo perplejo ante la noticia y al igual que Isis sintió que el alma caí a sus pies, pero en Francisco hasta el estómago cayó al suelo también, había perdido el apetito de golpe, entendiendo por fin el porque Isis no comía, estaba igual o peor que ella por la noticia. Un bebé. Ellos tendrían un bebé. Eran demasiado jóvenes para tener uno, pero no lo suficiente como para no hacerlo.

-¿Estas segura? – le pregunto al cabo de unos minutos en los que Isis pensó que él huiría de allí sin decir palabra.

-Tengo casi un mes de retraso y siempre soy muy exacta – para ese momento Isis hablaba nerviosa – y no nos hemos cuidado.

-¡Lo sé! – respondió él también con la misma voz estrangulada y nerviosa que Isis, que se puso a llorar – no llores – la consoló y la abrazo – no te preocupes, iremos hacer una prueba de embarazo. Pero de igual manera me casare contigo, con o sin bebé.

Tras escuchar esas palabras Isis sintió un gran alivio, Francisco no la dejaría sola y eso era lo más importante, si sus padres la echaban de casa, él se haría cargo de los tres si sus sospechas resultaban ser verdaderas.

Esa misma mañana al terminar su turno de apresuraron a ir a un laboratorio de análisis clínicos para que Isis se realizara la prueba de sangre para estar cien por ciento seguros de que las sospechas eran ciertas y no falsas. 

Para no levantar sospechas y no llegar tarde tomaron un taxi para que dejara lo más cerca posible a Isis de su casa, aquél día fue de demasiados gastos para Francisco, su descuido le estaba costando susto y dinero, pero quería a Isis con todo su corazón, la quería de verdad y por eso haría todo por ella.

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