Capítulo 5: Eres Tú.

“Lo imposible dejó de ser a simple vista aquello que no puedes creer, para convertirse en un quizá”

Esto debía ser una broma, una maldita broma, me importa una m****a que ella se haya quitado la vida, lo que no logro entender es por qué siento esta culpa eminente dentro de mí. Yo no fui el único culpable, y no debería afectarme ya he matado a personas inocentes antes, sin embargo ella era más que inocente, era pura.

No sé exactamente cuánto tiempo llevo golpeando el saco de boxeo, mis pulmones arden y una punzada en los nudillos crece con cada respiro.

Veo su rostro en mi mente, esos ojos claros tan bellos, esas pestañas grandes y rizadas al igual que su cabello de un color rubio natural.

— M****a. Eres una tonta. ¡¿Por qué?!

Un grito sale de lo más profundo de mi garganta. Tengo los músculos tensos.

—No quiero saber que te puso de esa forma, pero debes dejar de golpear al pobre saco, solo te lastimas y con ello el material.

— Rig no estoy para tus regaños— me separo un poco y le doy la cara, respiró con pesar, éste me tiende una gran botella de agua que yo no desperdicio y bebo.

—¿Qué te tiene así Eidrian?—. Pregunta, obviamente sabe que algo sucede Pasó mis manos por mi cabeza sentándome en una de las barras. No quiero ni voy a sentirme culpable en lo más mínimo.

—Dela Macrow la chica que molestábamos por ser becada, se suicidó ayer por la noche.

Mis palabras salen con un atisbo de culpa y niego de inmediato a que ese sentimiento crezca en, no lo a hecho en todos estos años, a pesar de las vidas inocentes que he quitado, mucho menos lo hará con la idiotez de una chiquilla.

—Vaya, y te sientes como la m****a por haber ayudado a que eso pasara ¿verdad? —. Tiene razón pero no dejaré que la vea, soy Eidrian Hall, yo no siento culpa o temor.

—Sabes que, no me importa, esa niña cometió una estupidez y fue lo mejor que pudo hacer, yo no tengo que ver en eso.

No permito que hable, tomo mi mochila y salgo del local, necesito distraerme y relajarme, mañana será la tonta ceremonia y no dejaré por nada del mundo que me afecte.

Acelero para llegar rápido a casa, iré a un bar y tomaré sin importar que sea inicio de semana. Llego después de unos minutos y dejo las llaves sobre la mesa, me despojo de mi ropa para darme una ducha caliente.

Me siento mejor, dispuesto a olvidar el rostro de esa chica. Me colocó un traje negro, esta noche saldré en uno de mis autos y conseguiré alguna chica para pasar la noche. Ya listo, revisó mi celular solo para darme cuenta de la infinidad de mensajes dedicados a Dela en las redes sociales, todos ellos son unos hipócritas, apago el teléfono saliendo.

En el camino escucho mi canción favorita, me tranquiliza y por esos momentos no recuerdo lo que pasó hoy.

Let It Go, de James Bay, nunca pasa de moda. Me paso un par de semáforos y llego al bar Dance red.

Hay una enorme fila en la cual no tengo que incluirme ya que el dueño del lugar es mi socio en varios negocios, quién diría que un chico de diecinueve años fuera la misma sombra que su padre, me siento orgulloso.

La música esta bastante alta, voy directo a la barra y pido un trago de whisky varias chicas ya me tienen en la mira y estoy más que dispuesto a bailar con ellas.

Después de varias copas y besos estoy listo para llamar a Nancy, una tia que me dio su número, será mi acompañante esta noche. Saco mi celular y mientras enciende le doy una mirada a mi alrededor, quedo estático cuando mis ojos se topan con unos color azul, esos en los que tanto dolor provoque.

Me aproximó a ella y la hago encararme. No es ella, es otra chica rubia. No puedo creer que la confundí con esa nerd .

—Lo siento me equivoqué.

Salgo del bar y mi respiración es muy rápida, una capa de sudor frío me cubre la frente. Todos los recuerdos de ella vienen a mi mente, las humillaciones, gritos, los golpes de Mónica hacia esa pobre chica.

Corro hacia mi auto y entro, golpeó el volante con los puños y siento algo caliente bajar por mis ojos.

¿Estoy llorando?

«No, no, no, maldita sea, ¿por qué m****a no se fue, por qué?»

Regresó a casa y sin quitarme ninguna prenda me tiro a la cama, son las 2:00am y el hecho que no he comido nada en todo el día me parece menos importante.

Cierro mis ojos enterrando esta sensación. Me dejo caer en el cansancio.

El sonido de mi alarma me hace despertar, tengo un fuerte dolor de cabeza, ya el sol entra por la gran ventana de mi habitación. Me levanto con pesar hacía el baño.

Me doy una ducha rápida y visto para el instituto, desayuno algo y también tomo algunas pastillas para la molestia de mi cabeza.

Voy camino y veo el reloj, faltan 5 minutos para que las clases comiencen. Cuando por fin llego al estacionamiento me sorprende el que no haya nadie.

Escucho la voz de una persona hablar por un micrófono y la sigo hasta el jardín trasero del campus.

La ceremonia.

Todos los estudiantes están sentados, hay flores por doquier y una gran fotografía de Dela al frente. La mujer que habla parece ser su madre. Me llama la atención ver que la mayoría está con una cara de tristeza enorme, sigo la vista y abro los ojos, Mónica está llorando, la misma chica fría y que ha intentado meterse en mi cama durante años esta derramando lágrimas por alguien insignificante.

Me acerco hasta donde están todos, no pretendo escuchar a la mujer, cambió de opinión y doy la vuelta para irme, pero en ese preciso momento siento que el alma me abandona el cuerpo, la sangre quema en mi interior y no puedo respirar.

Frente a mis ojos esta Dela, usa un vestido blanco y detrás de ella hay dos alas brillando. Esto es una locura. El alcohol aún debe estar en mi sistema. Ella está muerta, ella está muerta.

—No puede ser tú estás muerta.

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