Capítulo 4: Seré su guardián.

“Lo más difícil es confiar en alguien que grita desconfianza a su paso”

Mert y yo seguimos caminando por el lugar hasta que tuve que usar las alas de mi espalda para pasar un pequeño lago, fue increíble. Cómo si no pesará nada, como si fuesen parte de mí. Me levantaron sin tambalear. De niña cuando miraba el cielo y observaba las parvadas de pájaros, siempre quise saber que se sentiría volar. Hacer del cielo tu hogar.

— Bien, detrás de esos árboles está dónde habitan todos los Ángeles, me acompañarás para llevar el registro y ver en que categoría serás añadida—. Estaba algo nerviosa, todo esto era nuevo, es como si estuviera en otro planeta, uno hermoso por supuesto.

En el camino no dejaba de observar a mi alrededor, había un sin fin de Ángeles, tenían alas de todos los tamaños, y de todos los brillos posibles. Llegamos hasta lo que parecía ser un escritorio enorme, estaba lleno de archivos donde todos corrían de un lado a otro con papeles en la mano. La mujer de cabellos cortos y dorados se adelantó, cogió una pila de ellos, mientras la seguía hasta una mesa. Me senté justo al frente.

—Bien, aquí está tu expediente, moriste ayer por la noche, causa suicidio, bueni por lo que veo los de arriba te encomendaron a ser un Ángel Guardián, felicidades— me veía con una sonrisa de oreja a oreja, pero yo no entendía nada, ¿qué se supone que hace un ángel guardián?

—No entiendo muy bien—. Me encogí en el asiento.

—El deber de los Ángeles Guardianes es velar por la seguridad de un alma en la tierra. Ser su protector y hasta cierto punto guía—. Asentí con la cabeza, no era muy diferente al concepto que tenía en la cabeza. Pero entonces una duda apreció.

—¿Yo tenía Ángel Guardián?—. La pregunta salió de mis labios en un soplo melancólico. Si era así, ¿por qué no cuidó de mí?

—Lo tuviste, sin embargo él no podía cambiar tu destino, tú escogiste quitarte la vida. Allá abajo, no somos seres materialistas, no podemos evitar ciertas cosas, ya que es imposible para tu ser, tocar objetos. Tu antiguo Guardián se llama Owen. No lo tomó bien cuando el destino marcó la muerte en tu vida—. Suspiré con pesar, con Ángel o no, no hubiera cambiado de opinión, no tenía nada que me uniera al mundo de los vivos.

—Bueno que te parece si vamos a conocer a tu custodio y quién deberás cuidar. Por lo regular a los nuevos les tocan pequeños o a veces ancianos mayores. Los Ángeles se cambian después de un lapso de tiempo.

Asentí y un tanto más emocionada seguí a la mujer de cabellos claros hasta una pizarra. Todo aquí era tan astral, tan blanco y puro.

Merteer buscó mi nombre entre la lista, de un momento a otro su sonrisa se borro de por medio, noté que su pecho subía y bajaba de una manera frenética, me dio la espalda y se puso sus manos sobre la cabeza. Me preocupé en este instante.

—¿Hay algún problema?

Se dio la vuelta y buscó algo con la mirada, pareció encontrarlo ya que su expresión cambió a una de alivio.

—Juliett, ven aquí creo que hay un error y necesito que lo

modifiques—Le grito a una chica de baja estatura y con unas grandes gafas.

Ella volvió al mismo lugar donde Merteer había buscado antes y negó con la cabeza.

—No hay ningún error señorita, el mayor ha decidido a esa persona, su antiguo Ángel renunció esta mañana a su cuidado y necesitamos uno urgente—. TieneLa chica se fue sin antes dirigirme una mirada de lástima, la cual no entendí, Mert dejó caer su cabeza a un lado.

—Dela, nosotros no escogemos a quiénes debemos cuidar, la mayoría de las veces el creador lo hace, fuiste escogida para ser el Ángel guardián de Eidrian Hall— Y cuándo su nombre salió de sus labios sentí que el mundo en el que me encontraba me daba la espalda, sentí como si un hoyo negro me tragara.

—Esto no puede ser—. Susurré. Me negaba a ser el guardián del chico por el cual me suicidé, me negaba internamente.

—Lo lamento pero no podemos hacer nada para cambiarlo, lo único que puedo hacer es explicarte cómo sobre llevar esto.

Después de un sin fin de tiempo platicando sobre este mundo y las tareas más importantes de un Ángel, acepté serlo. No sé cómo haré esto, pero el lado positivo es que él no podrá saber de mi presencia, seré su sombra, dolerá al principio, pero no durará mucho tiempo. Desde ahora soy parte de su destino, y él del mío.

Merteer me dejó sola para que conociera más el lugar, ella tenía otros ángeles que guiar. Caminé por un jardín bastante hermoso, estaba maravillada, si bien ahora no sentiría nada, hambre, sed, dolor, todo eso lo había dejado atrás en el momento que mi corazón dejó de latir.

Mis ojos se toparon con una chica sentada en una de las bancas, me acerqué a ella y la saludé.

—Hola—. Ella me sonrió y se puso de pie.

— Hola, ¿eres nueva verdad?—Preguntó.

Me pase las manos por el cabello y asentí con la cabeza.

—¿Se nota mucho?— Ella río un poco y me dio la mano, lo mismo hice yo.

—Un poco, yo apenas llevo unos días aquí, por cierto me llamo Berlín.

—Yo soy Dela.

En el paseo conocimos a más ángeles, uno de ellos era muy lindo su nombre era Marcus. Lo acompañaba su hermana Becky, ambos mencionaron que sufrieron un accidente y murieron hace unos meses.

Ellos se sorprendieron cuándo les conté que me había quitado la vida, pero después de un rato entramos más en confianza.

Becky es un Ángel de las almas, se encarga del cuidado de almas pérdidas y guiarlas, casi como lo hace mi guía, pero su puesto es de un rango menor. Berlín también es un Ángel guardián pero a diferencia mía ella protege a una bebé de un año.

Marcus es un Ángel del edén, protege todo lo bello de este lugar.

—¡Dela!—. El grito de Merteer interrumpió la platica de Berlín, me di la vuelta, venía volando hasta donde nos encontrábamos.

— ¿Pasa algo?— sonrió y negó.

—Veo que ya has socializado, me alegra mucho, tienes que acompañarme es tiempo de que regreses a la tierra, tu deber te llama, y no te preocupes podrás volver cuando sea necesario—. Asentí y me despedí de mis amigos, cada uno tenía que volver a sus tareas, después nos reuniríamos para ver cómo nos fue o más bien a mí, estaban más que impresionados cuando les dije que sería guardián del mismo chico por el cual estaba aquí.

—Tienes que cruzar esa puerta, instantáneamente aparecerás cerca de donde esté Eidrian.

—Gracias por todo, por los consejos y guiarme— Le di un abrazo y ella me deseó suerte.

Cruce la puerta que no estaba muy lejos de donde nos encontrábamos.

Y estaba de vuelta.

Podía ver a varias personas y una de esas fue Eidrian, observé un poco y ...

¿Esto es una ceremonia?

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