Capítulo 3

— Estás tan hermosa — me dice Irina mientras termina mi maquillaje.

—No quiero ir — lloriqueo. 

—Si quieres, no te engañes — se ríe sola. —Me encantan tus ojos — me dice. 

—Pero los tuyos son más azules que los míos— sus ojos son tan hermosos. 

— Pero en ti se ven mejores — comienza a planchar mi cabello. 

—Preferiría haber sido rubia — le digo sinceramente. 

—¿Para que te llamen rubia tarada? Mejor quédate así de castaña y hermosa— sonreímos. —¿Quieres que te haga un flequillo? — lo considero unos segundos. 

—¿Crees que se verá bien en mi? — nunca he tenido uno.

—Ana, en ti todo se ve hermoso — me besa en la mejilla. Me encanta el apoyo que me da mi prima. 

— Entonces hagámoslo— sonríe victoriosamente. — Siempre te sales con la tuya — niego con la cabeza y río.

—Es porque me amas, acéptalo— reímos ahora. 

Una hora después ambas estamos listas. Son cerca de las 10:30 pm, Flavio llamó y quedó en llegar a las 10:00 pm, Irina está estresada por el atraso. 

— Será mejor quedarnos, no van a venir — digo mientras bajo un poco mi vestido. 

—¿Estás de coña cierto? Así no vengan nos vamos nosotras. Es viernes en la noche, Houston nos espera baby— arregla su perfecto cabello rubio con ondas —¿Crees que estoy bien así? — me pregunta.

—Por duodécima tercera vez, si. — que ni se le ocurra cambiar una vez más su atuendo. Es el 5 conjunto que se prueba, al final se decidió por él. Me mira con una sonrisa pícara. 

—Estás tan caliente — joder, que mala idea es seguir los consejos de vestimenta de mi prima. 

—No me lo recuerdes— le contesto. 

— Esta noche vamos a divertirnos y perder la cabeza. Quiero, no quiero, exijo de vuelta a la Aihnoa que vive en ti — me mira y se que está hablando enserio. 

— Sabes que Aihnoa murió. — me da tristeza pensar en mi antigua vida. 

—Bueno, pero Anastasia nació, y me rehuso a que sea una amargada. Así que, preparate para mover ese delicioso trasero que tienes toda la noche querida — me da una cachetada en el trasero y me guiña un ojo. Reímos.

—¿Irina? — es la tía Antonella— unos chicos muy guapos las esperan abajo — mi prima se mira por última vez en el espejo. 

—Ya vamos ma — le contesta — Que raro que no avisara — revisa su cell mientras vamos bajando. 

Cuando llegamos a la sala de estar me quiero morir literal, ya no me parece buena idea el vestido que traigo puesto. Irina insistió disque porque resaltaba mis curvas y porque tengo que exhibir los pechos que Dios me regaló en su arranque de generosidad. El vestido es negro, bueno, el de ambas es negro, es sobre las rodillas con mangas largas y entallado al cuerpo, me costó mucho trabajo entrar en él, o sea, la prenda es de Irina y ella es un poco más delgada que yo. El escote es transparente y mis pechos se notan demasiado. Los tres oficiales que nos esperan tienen la boca tan abierta que me siento demasiado expuesta. Flavio, Oscar y Mateo nos recorren con la mirada. La rubia se adelanta con su hermoso y sensual vestido negro también de mangas largas, solo que el de ella trae aberturas de la cintura para abajo en ambos lados. 

—¡Madre santa!— habla Flavio cuando la ve. —Estas divina — sus ojos recorren el cuerpo de mi prima con descaro. Esta se ríe. 

— Gracias, tú también estás muy bien — y es cierto. El chico trae unos jeans negros ajustados y una camisa gris con las magas remangadas hasta los codos.

—Tú también estás hermosa Anastasia — se dirige ahora a mi. Sonrío tímida. 

—¿Qué dices hermosa? Puta madre, estás tan caliente— me río de las palabras de Óscar. 

— Se de alguien que tendrá un infarto al verla — le susurra Mateo a sus amigos pero lo escuché bastante bien. 

—¿Quién? — bueno, la imprudente fue Irina, no yo.

—Será mejor que nos vayamos — dice Flavio cambiando de tema. —Dante nos está esperando fuera — y justo ahí, eso era lo que faltaba para que mis piernas comenzaran a temblar de la nada.

—¿Dante? — pregunto. 

—Si, al final lo convencimos y nos trajo en su enorme camioneta, ahí hay espacio para todos — explica Óscar. Mi mirada se dirige hacia Irina pero ella está muy entretenida comiéndose la boca con Flavio. 

—Mejor vámonos antes de que estos dos cambien de idea y se queden a follar aquí— los chicos se ríen del chiste de Mateo. 

Al salir por la puerta mi corazón se pone a mil. Él está ahi, Dios, si me permites apreciarlo bien, está tan guapo, nunca en mi vida había visto a un hombre tan perfecto. Trae jeans oscuros que abrazan sus musculosas piernas, una sudadera color bermellón ajustada y unas botas Timberlake que lo hacen parecer más alto e intimidante. Cuando me ve, se endereza y me inspecciona de pies a cabeza. No sé por qué no me molesta que me mire así, de hecho, me siento excitada de ver su mirada, pero rápidamente el sentimiento es remplazado pro vergüenza, no quiero que ningún hombre me vuelva a mirar así. Justo ahora quiero matar a la rubia loca que tengo por prima por convencerme a usar este vestido tan atrevido. 

—Ya estamos listos — grita Flavio.

Abre la puerta trasera del auto y sus amigos entran y se posicionan en los últimos asientos, luego Irina entra y me hace señas para acercarme. 

Mis pies no quieren moverse del lugar. Camino y él me sigue observando. Mis tacones rojos no tan altos, no me hacen parecer más esbelta. Debido a mi accidente no solo tuve que abandonar mi carrera de bailarina, sino también mi pasión por los tacos de 15 centímetros de alto. Realmente se me daba muy bien caminar con tacos, también es la costumbre, cuando vivía en Nueva York usaba muchos, mis amigas eran bien pijas y era como una ley entre nosotras las bailarinas usarlos a diario. Cuando paso por su lado el aroma de su loción me invade. 

—Yo iré acá con Irina. ¿No te molesta ir en el asiento del copiloto? — m****a Flavio.

—No — digo pero por dentro estoy gritando que sí, joder, claro que no quiero. 

—Genial — sonríe y entra al auto cerrando la puerta. Mi mirada y la de Dante se encuentran. 

—Bien — no se que decir — Buenas noches — él asiente y abre la puerta del copiloto para mi. —Gracias — digo mientras me desplazo hacia dentro.

Cuando entra pone enseguida el auto en marcha.

—Pon algo de música divertida— grita Mateo. 

—Espera a llegar al antro — responde Dante. 

—No seas aburrido — ahora habla Irina, juro que la quiero matar. Todos rien. 

—Vamos Dante— él se ve renuente a hacerlo, así que me aventuro y complazco a los chicos. En la radio suena una canción de rock y todos comienzan a gritar. Dante me mira feo.

—¿Lo siento?— digo más como una pregunta mientras me encojo de hombros. 

El resto del camino fue con los chicos cantando las canciones de rock de la radio, Irina y Flavio morreandose y yo tratando de evitar las miradas que lanzaba Dante en mi dirección. Llegamos a el supuesto antor más concurrido de Houston. Todos bajamos del auto y la fila es tan enorme que estoy considerando volver a casa. Pero como era de esperarse, alguna ventaja tenía salir con los agentes del FBI de Houston, ¿fila? ¿Quien dijo que haríamos fila? 

Las miradas de las chicas hacia Dante no me pasaban desapercibidas, él ni caso, solo caminaba y nos guiaba hacia la zona VIP del lugar. Uno de los gorilas de esa zona lo saluda a él y los demás chicos, les abre el paso, cuando Irina y yo íbamos a entrar nos detiene. 

—¿Son mayores de edad? — pregunta. M****a, no trajimos el carnet.

—¿Qué pasa Ricky? —habla Flavio.— ¿Crees que entraríamos a menores? Somos la autoridad de esta ciudad. — dice con orgullo. 

—Voy a confiar en ti Flavio — le contesta el moreno de casi dos metros. 

—¿Cuándo te he fallado? — hacen un saludo típico de chicos y nos dejan entrar sin problema. 

La canción Body de Megan thee Stallion sonaba en todo el lugar. La multitud estaba enloquecida bailando sensual y sexualmente en la pista. Ya casi todos los que están acá tienen un nivel de alcohol por encima del consciente. Irina baila y mueve sus caderas al ritmo de la canción. Mi mirada busca a Dante y lo veo en la barra, creí que no bebía. Me atrapa viéndolo y tengo que desviar mi mirada rápido, lo veo por el rabillo del ojo y se está riendo. Miro a mi alrededor y todas las chicas súper hermosas y exuberantes imitan los gemidos de la canción mientras bailan, Mateo y Óscar son bien rápidos, ya ambos andan con un par de chicas a su alrededor, genial, lo que faltaba, yo estoy sola. Irina ni contar con ella, está en la pista de baile restregandose y besándose con Flavio. 

—¿Quieres? — la voz de Dante me sobresalta. Trae un trago en las manos, solo uno.

—¿Qué es? — pregunto. Realmente si me gusta la bebida y mucho, aunque no soy buena con ella.

—Es un Diamond — no se mucho de tragos. Él lo nota en mi expresión— Es una mezcla a base de coñacs y un terrón de azúcar, ah,y champagne. 

—Suena delicioso — digo sinceramente

—Está delicioso, los coñacs más costosos del mundo complementan este trago. — puedo notar que sabe mucho de bebidas. 

—Para no ser un bebedor sabes mucho de tragos y bebidas — le digo. Él sonríe.

—¿Quién dice que no soy un bebedor? — ahora sí me quedo en blanco. Flavio había mencionado que él no bebía. — Solo que ya llevo más de un año sin beber — su mirada cae un poco cuando dice esto. 

—¿Y eso por qué? — mi lado chismosa saliendo a la luz. Él me ve, pero no contesta.

—¿Lo quieres o no? - pregunta. 

—Entonces ¿lo compraste para mi? — no sé por qué pregunté eso. 

—Puede ser — se encoje de hombros. Este chico me confunde. 

—Ok — acepto el trago —¿No tendrá drogas cierto? — se ríe a carcajadas, retumba por encima de la música house que ahora suena. 

—Sería demasiado irónico intentar parar el tráfico de drogas en la ciudad y la vez consumirla — observo los hoyuelos de sus mejillas mientras ríe, deseo tanto tocarlos. Espera, no, Anastasia, concéntrate. — No soy del tipo que droga a una chica para llevarla a la cama — escupo el trago que estaba bebiendo, él se ríe más fuerte. —Porfavor, jurame que no eres tan inocente? — rie más. 

—¿Quiere decir que me compraste un trago caro para llevarme a la cama? — lo desafío. 

—No, te compré un trago caro, no porque sea caro, sino porque si quieres algo bueno tienes que pagar por ello el precio que sea. Y no, no quiero llevarte a la cama, si quisiera, no usaría un trago como estrategia. — se acerca más a mi, mi pecho se desboca — Tengo mejores tácticas— me susurra al oído.

Mi piel se pone de gallina. Con un pañuelo que saca de su bolsillo limpia mi barbilla, una gota de bebida iba a caer. 

—¡¡¡ANASTASIA!!! —llega gritando mi prima — ¡¡¡VAMOS A BAILAR!!! —me jala del brazo. 

Dante agarra mi bebida para evitar que caiga y yo la sigo a la pista de baile. Realmente necesitaba escapar de ese hombre. 

Un remix de 34 + 35 de Ariana Grande estaba en curso. Comenzamos a bailar, extrañaba mucho la sensación de estar en una pista de baile haciendo lo que me gusta. Irina ríe como loca mientras baila y se pega a mi. Amabas bailamos restrgandonos como lo hacíamos cuando ella pasaba las vacaciones en Nueva York y nos íbamos de antro, éramos el alma de la fiesta, una bomba juntas. Muchas miradas a nuestros alrededor me ponen nerviosa. Los chicos nos ven y algunos hacen gestos desagradables como tocar su entrepierna. Dos de ellos se acercan a nosotras. 

—¿Quieren un trago bellezas? — el olor a alcohol me ahoga cuando habla. 

—Claro — mi prima enseguida acepta.

—Creo que mejor no — le digo sobre la música. Ahora Savage Love de Jason Derulo hace estallar la pista. 

—¿Cómo que no? — me hace pucheros.

—Irina, volvamos con los chicos— prefiero la mirada intimidante de Dante que la forma asquerosa en que estos borrachos están mirando mis pechos.

—¿Desde cuando olvidaste como es divertirte? — me dice. 

—Irina...

—Ya basta Ana, deja de pensar en ser responsable, anda olvida tus miedos solo por esta noche.— me mira suplicante. Creo que tiene razón estoy algo paranoica. 

—Está bien — cedo. 

— AAAAAAAAHHHH!!!! — chilla emocionada. 

Caminamos hacia la barra con los desconocidos. Busco con la mirada a los chicos en la zona VIP y los veo a todos, y me refiero a todo, hasta a Dante, rodeados de chicas bailandoles sensualmente y besándose entre ellas. Ellos animan como si de un espectáculo se tratara. No sé por qué eso me molesta demasiado. Todos los hombres son iguales, unos cerdos. 

—Aqui tienes hermosa — me ofrece un chupito uno de los chicos y lo bebo de un trago mientras observo la repulsiva escena. 

—Mierda — me dice Irina y ahora bebe el de ella también de un trago — ¡¡QUIERO MÁS!! — grita emocionada. 

—No se diga más— dice uno de los chicos. 

— Amo esa canción— me grita mi prima, no la conozco, pero se oye muy pegajosa. 

Comenzamos a bailar nuevamente cerca de la pista de baile. Los chicos llegan con otra ronda de chupitos.

—Aqui tienen lindas — nos entregan y lo bebemos las dos de una. Ellos se ven raros y sonríen. 

Miro de nuevo hacia los agentes y siguen pendientes a las zorras que traen sentadas en las piernas. Por un momento mi mirada y la de Dante se conectan y como la chica madura que soy, comienzo a bailar con uno de los desconocidos. Me siento con adrenalina y atrevida. ¿El alcohol hizo tan rápido su efecto? Ni idea, solo se que me siento en las nubes. Mis pies y mis caderas se mueven solos. Siento las manos del chico en mi trasero pero no me importa, de repente no tengo ni fuerzas para sacarlo de encima de mi así que me resigno a sentir sus manos en mi cuerpo. Intento buscar a Irina con la mirada pero todo es tan borroso que a penas y logro ver. La música se escucha raro, por un momento va demasiado rápido, luego parece en cámara lenta. Unas manos están por debajo de mi vestido, me siento asqueada y quiero vomitar cuando unos labios impactan agresivos sobre los míos. Pero ¿qué m****a? Intento alejarlo pero a penas y puedo moverme, o eso creo, no estoy consciente del control de mi cuerpo o mi mente. Entonces soy agarrada bruscamente y siento como me empujan lejos pero caigo en brazos de alguien. Intento esclarecer mi mirada y por un segundo, solo por un segundo, lo logro ver a él encima del desconocido golpeándolo, o eso creo, hasta que la oscuridad me da la bienvenida.

                 

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Escucho voces, pero mis ojos no se quieren abrir. Mi cuerpo se siente exhausto, como si hubiera corrido 500 metros planos una y otra vez, sin descanso. Mi garganta quema y un líquido ácido sube por ella. Entonces mis ojos se abren de golpe y me levanto. Un mareo me da la bienvenida pero los deseos de vaciar mi estómago es más urgente. No se donde estoy, no conozco esta casa, pero eso ahora no importa, estoy en una habitación que en mi vida había visto, pero visualizo una puerta y quiero pensar que ese es el cuarto de baño, gracias a Dios estoy en lo cierto. Me inclino sobre el retrete y dejo salir todo de mi. 

—¿Ana? — escucho la voz de Irina. 

—Debe de estar en el baño —es la voz de ¿Flavio? 

—Ana — Irina llega a mi lado. —¿Estás bien? — sostiene mi cabello mientras sigo vomitando. Odio vomitar. —Dejalo ir todo prima — me dice. —Malditos bastardos —susurra. Se queja y toca su cabeza.

—¿Qué pasó?— pregunto una vez que termino — No me acuerdo de nada — respiro pesadamente. 

—Yo tampoco— me dice y se sienta a mi lado en el suelo del baño. — Nos drogaron— mis ojos se disparan.

—¿Qué? — una punzada de dolor atraviesa mi cabeza.

—Si, esos hijos de su madre nos echaron droga en el trago — m****a.

Intento ponerme de pie, necesito lavar mi rostro y enjuagar mi boca. 

Cuando llego al lavado y me veo en el enorme espejo noto que traigo una polera blanca enorme en lugar de mi vestido. Entro en pánico. 

—¿Tú me cambiaste de ropa? — le pregunto y ruego con la mirada a que diga que si. Pero para que mi día sea aún peor...

— No — se pone de pie. —Los chicos nos cambiaron — ahora si, quiero enloquecer. 

— ¿Cómo que los chicos? — mi pulso se dispara.

—Si, estábamos inconscientes. Nos trajeron para acá, es el depa de Flavio porque ni modo que nos llevaran a casa — lavo mi rostro, no quiero ni imaginar que estos desconocidos me vieron desnuda. Porque eso son, unos desconocidos. 

—La próxima vez que te diga que no quiero salir, no intentes convencerme. — estoy enojada.

—Lo siento — me dice ella con la cabeza gacha. Me siento mal y me acerco a donde esta. La abrazo. 

—No llores — le digo. 

—Es que es mi culpa. Tú has pasado por muchas cosas, y si esos chicos se hubieran salido con la suya, sabrá Dios que planeaban hacer con nosotras. Nunca me lo iba a perdonar. — me mira a los ojos — No quiero que sufras más Aihnoa— dice mi nombre verdadero — Eres mi mejor amiga, mi prima, eres muy importante para mi — nos volvemos a abrazar.

— Chicas — Es Flavio — Acá tienen unos cepillos para los dientes — asentimos y los agarramos. Nos deja a solas nuevamente. 

Cuando salimos del cuarto de baño los chicos están esperándonos en la habitación. Puedo ver mi vestido en el suelo lanzado, de inmediato una enorme vergüenza me invade. Encuentro a Dante viéndome y le sostengo la mirada. No puedo descifrar la suya, se ve enojado, pero a la vez, se ven nobles. 

—Iremos preparando algo de café y desayuno— Óscar y Mateo salen de la habitación.

—Bueno — ahora habla Irina — Iré a prepararme para irnos, mis cosas están en la habitacion de Falvio. — ¿Habitación de Flavio? ¿Y esta? 

Entonces caigo en cuenta cuando veo un portarretratos donde aparece una imagen de Dante y una señora algo mayor. M****a, quiero justo ahora que la tierra me trague. Nos quedamos a solas y ninguno de los dos dice nada. Nos miramos en silencio por un rato, hasta que él rompe el silencio.

—Tendrás que usar mi ropa, tu vestido está roto —¿Qué? —Ese idiota lo rasgó.— me explica. Me fijo en sus manos y sus nudillos están rotos y con costra de sangre. 

—¿Quién me cambió la ropa? — de idiota eso es lo único que sale de mis labios. 

—Fui yo — me dice mientras se pone de pie —Pero no te preocupes, no te falte al respeto. No soy ese tipo de chicos — su voz es dura, como si me estuviera reclamando por algo. 

—¿Dormí aquí? — no sé por qué hago preguntas tan tontas. 

— Si. Flavio decidió dormir con Irina para vigilarla, pasó la noche vomitando — asiento. ¿Habremos dormido juntos? — Yo dormí en el sofá— me aclara — no te preocupes — pero ¿por qué está enojado? 

—¿Se puede saber a que se debe tu actitud? — tenía que preguntar. Él me mira severamente. 

—A que odio las irresponsabilidades. — escupe sin más. 

—O sea, estás insinuando que lo que ocurrió fue nuestra culpa — me estoy cabreando enserio. 

—¿Y tienes alguna duda de ello? — me enfrenta. Me siento pequeña, que digo pequeña, una pulga a su lado, eso me hace sentir frágil. 

—¿Con qué derecho me acusas? Esos tipos nos drogaron, no le pedimos que lo hicieran. — le grito.

— Bueno, si no te hubieras ido a restregar con esos tipos nada de esto hubiera pasado— me grita él de vuelta. 

—¿Qué dices? Nosotras estábamos bailando cuando ellos se acercaron y aceptamos un trago. — le digo alzando aún más la voz.

— Claro, aún sabiendo que aceptar una trago a un extraño es aceptar su invitación para llevarte a la cama —se acerca más a mi. Estoy realmente enojada. Este chico saca lo peor de mi.

—¿A ti que carajos te importa si quería acostarme con uno de esos chicos? Además, tu noche no era mala del todo, yo te vi muy entretenido con esas chicas en tu regazo bailando sensualmente para ti — alzo mi pecho con la intensión de parecer más intimidante. 

—¿De qué hablas? — me fulmina con la mirada. 

—Hablo de que tú y tus amigos estaban en su morbo mientras yo y mi prima erams drogada por dos enfermos borrachos — grito. 

—Estás loca. Esas chicas se acercaron y comenzaron a bailar pero les dejamos claro que estábamos acompañados. Además, ¿qué te importa a ti con quién me enrolle yo? — nos miramos fijamente por unos segundos. 

—Tienes razón— intento dar la vuelta y alejarme de él pero me agarra de una de mis muñecas. Mi cuerpo reacciona enseguida. —¡¡Sueltame!! — grito.

—Solo quiero decir... — no termina de hablar. 

Su mirada se dirige hacia mi muñeca y me quiero morir literal. Sus ojos inspeccionan mis marcas y van de mis muñecas a mis ojos. Se ve sorprendido pero a la vez enojado. Me suelto y escondo mis manos. Encuentro su mirada y entonces mis ojos lloran. No me gusta que vean mis marcas, es como verme desnuda. Me duele más saber que la haya visto a ellas que a mi sin ropa. Su mirada se suaviza cuando me ve llorar. 

—Lo siento— me dice.

—Quiero irme — es lo único que digo mientras miro al suelo. 

Él sale de la habitación y me deja sola, no lo aguanto más y me derrumbo. Me siento mal de que justamente él haya visto las cicatrices de mis muñecas. Bastante tortuoso es saber que ha visto mi cuello, ahora esto... no se por qué la vida se empeña en exponerme por completo a este chico. 

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