~NOTAS Y UN BESO~

“¿Es tu novio?”

Esas tres palabras golpearon mi rostro una y otra vez.

Sus ojos azules ya no eran cálidos.

Sus ojos azules eran fríos.

Demasiado fríos.

Él…

¿Qué diablos sabía él?

—¡Oh por dios Owen! es una broma – su risa levanto ecos en mi mente, quería vomitar, quería llorar, quería alejarme de él. Sus ojos seguían siendo tan fríos.

Es… es mi hermano – murmuré, mi voz era apenas un susurro, él inclinó un poco el rostro para escucharme — es mi hermano — repetí.

— ¿En serio? No se parecen – dijo, mientras miraba a mi hermano que aun sonreía escuchando a la chica.

— Supongo – mis manos temblaron, el vaso de té helado cayó de lado, Tanner me observo con detenimiento.

—¿Te sientes bien?

— ¿Qué rayos sabes de mí? – pregunté, las palabras se agolpaban en mi garganta, arañando, gritando por salir… Tanner paso una mano por su cabello, si estaba molesto por tono no lo demostró.

— ¿saber? — asentí — mm… no mucho, sé que vas a clases que no son tuyas, que faltas a la escuela para desayunar fuera, que duermes en la biblioteca… mm… no sé. Que eres amigo de la chica que me gusta – mi ojo izquierdo desarrollo un tic de nuevo, Sam se acercó en ese momento.

— Perdón, Owen. Hey, hola, soy Sam Haner – se presentó mi hermano cuando vio a Tanner sentado en la silla que él había ocupado antes.

— Hola, soy Tanner Way, un placer.

— Bueno Owen, debo ir a la universidad antes de que nuestros padres se enteren. Ve a clases también, no quiero que tengamos problemas por esto, ¿sí?

— Entiendo.

— Bien, te veo en casa para la cena. Hasta pronto Tanner.

— Hasta luego – vimos a mi Sam salir de la cafetería y correr por la acera antes de desaparecer en la esquina, me levanté y tomé mis cosas.

— ¿Te vas? – pregunto Tanner, yo lo miré

— Será lo mejor.

— Mm.

— ¿Qué? – algo en él estaba comenzando a molestarme, amaba su hermoso rostro, pero solo necesitaba poner distancia entre nosotros.

— Nada, te quedarías un momento. También me salte las clases de esta mañana. Pediré un té para ti – sonrió y miró el vaso vacío que había tirado sobre la mesa, sus mejillas adquirieron pequeñas manchas de rubor, quise poder tocar con mis manos aquellas mejillas. Claro que quería quedarme a su lado, claro que quería permanecer mirando sus ojos azules y su cabello castaño cayendo sobre ellos. Pero… pero necesitaba alejarme de él, necesitaba respirar.

— No te vayas, traeré el té – y dicho eso se puso de pie sin esperar ninguna respuesta, mi cuerpo se relajó un instante y después se tensó de nuevo.

Deje mis cosas de nuevo sobre la silla a mi lado y analice este día con cuidado; hacía tiempo no venía a este lugar y esta mañana había tomado el desayuno con Sam y tenido una conversación tranquila y ahora Tanner estaba comprando un té helado para mí a la misma rubia que había coqueteado con mi hermano y en este momento lo hacía con él.

Quería llorar.

Quería irme, pero también deseaba quedarme.

Sabía que era algo peligroso estar con Tanner ahí y fingir que estaba bien, que no deseaba con todas mis fuerzas tomar sus manos con las mías o besar sus labios o simplemente tener una conversación normal con él sin que Mackenzie o su recuerdo surgieran de repente.

Observe a Tanner esperando en la barra mientras la chica servía su orden, todo sonrisas y comentarios lindos mientras él sonreía gentilmente, odiaba eso... envidiaba el poder de ser un chica.

No deseaba serlo, no quería ser una chica estaba bien como estaba, pero en muchas ocasiones como ahora, cuando un chico comenzaba a gustarme y él se fijaba solo en ellas, los celos me destrozaban.

Había sufrido demasiado acerca de eso; parejas que me habían dejado porque no era una chica o porque descubrían luego de un rato que al final les gustaban más ellas que yo o simplemente habían deseado experimentar como era estar con un hombre y me habían usado por ser la única persona que conocían. Uff…

También me gustaban las chicas, pero no importaban mucho cuando me enamoraba de un chico y los chicos no importaban tanto cuando me gustaba una chica.

¡Dios, era un desastre!

Me concentré en los firmes movimientos de Tanner, en su ligera sonrisa, en su forma casual de vestir con pantalones negros y un jersey gris, una bufanda en su cuello. Su cabello cayendo largo en sus ojos, me mordí el labio con fuerza, Tanner era realmente alguien genial y justo entonces volvió a mirarme.

Levantó una ceja y sonrió en mi dirección, pude sentir como el rubor subía de nuevo por mi cuello y mis mejillas, tragué y me maldije por ser tan obvio, aparte la mirada de él.

— Gracias por esperar, detesto comer solo. Aquí tienes – me paso el vaso de té helado y yo lo tomé con ambas manos solo para tener que sostener

— Gra… gracias — quise morir, me aclaré la garganta y Tanner me sonrió de nuevo, volví a sonrojarme, me quise golpear.

— ¿Eres alguien que se sonroja fácilmente? Es lindo – y dicho eso mi voluntad cayó, quise decirle que se olvidara de Mackenzie, que se olvidara que era linda y buena y que le gustaba. Deseé decirle que olvidara también que yo era un torpe chico y que realmente no era tan atractivo – como decía mi madre, mi abuela o la propia Mackenzie – y que me diera una oportunidad, que me aceptara sin prejuicios… pero no podía. No podía.

Me quedé ahí mirando el contenido de mi vaso, mis manos temblando contra el cristal con temor de que él mismo se diera cuenta lo mucho que deseaba gritarle que me gustaba y que sin conocerlo había empezado a enamorarme. Y también, que desde ese día en esa estúpida clase su mirada me había reducido a nada, a nada.

Y ahora no podía dormir bien o actuar normal frente a mi familia y amigos porque todo era su culpa. Todo.

— Hey, Owen - me llamó, tomé un sorbo de mi té helado para mantenerme ocupado en algo y evite su mirada, — Lo siento no quería hacerte sentir incómodo.

— Bien – fue mi respuesta, fije mi mirada en su plato, apenas y había tocado su comida.

— No tienes que ayudarme con esto de Mackenzie si no quieres, realmente fue estúpido de mi parte sugerirlo – alcé la mirada, él tenía la vista sobre el vaso con té que yo estaba sosteniendo.

— Mm… Sí, de acuerdo – murmuré, sus ojos se fijaron en los míos, más suaves, más tranquilos.

Lo observé comer en silencio durante unos minutos luego habló.

— Por cierto, tu hermano parece alguien agradable. Aunque aún pienso que no se parecen mucho.

— Sí, cuando no actúa como idiota, es genial. Sam, él se parece más a mi padre y yo, a mi madre – pasé una mano por mis cabellos y Tanner siguió con la mirada ese gesto, me moví nervioso

— Ahora entiendo; bueno tienes suerte, fui hijo único desde los 5 años.

— Dijiste que tenías una hermana.

— Hermanastra, sí, Laurent, realmente aún estoy tratando de adaptarme a ello.

— Parecen llevarse bien – murmure.

— Mm… supongo la mayor parte del tiempo así es, pero seamos honesto lidiar con una chica es algo…

— Complicado – terminé.

— Lo es, pero no le digas nada de esto o va a matarme – sonreí de lado, él sonrió también.

Guardamos silencio.

Sabía que era una estupidez, pero me sentía bien, justo ahora esa pequeña conversación sin mucha relevancia y el que dijera que no tenía que pensar mucho sobre Mack, ayudó mucho, pero aun así sabía que a él le interesaba y eso dolía.

— Entonces…. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la escuela? – pregunté.

— De hecho, ambos deberíamos estar en la escuela.

— Sí, bueno, como viste mi hermano pagó el desayuno por mí no podía negarme.

— Y tenía ganas de ver una cara amistosa, y te encontré.

— ¿Disculpa?

— Puedo decir que te vi salir de casa con tu hermano y te seguí.

— ¿Qué?

— Ya te lo dije quería ver una cara amistosa – se encogió de hombros mi corazón latió con fuerza.

¿Por qué diablos hacía eso?

— Pensé que hablaste conmigo por Mackenzie – susurré, terminé el resto de mi té y Tanner dejó los cubiertos a un lado de su plato.

— Sí, fue por eso al principio. Aunque también me sorprendió verte en la clase del otro día.

— ¿Te sorprendió?

— Sí, bueno, te conocía por los altos puntajes que obtienes en los exámenes de la escuela y por qué ganaste el premio a mejor novela el año pasado y…

— Entiendo, mi historial académico, realmente no me importa mucho todo eso.

— ¿No? Pero si es estupendo.

— No lo sé, trato de no esforzarme mucho y, bueno, mis padres siempre han estado detrás de que tome cursos extras y los he tomado la mayor parte del tiempo. Realmente, solo quiero entrar a una buena universidad y largarme de aquí. Pero, en serio, no quiero hablar de eso.

— Entiendo.

— Genial. Sabes qué, debería irme ya. Gracias por el té – tomé mis cosas y Tanner me miró mientras me ponía de pie.

— Vamos juntos, de cualquier forma, supongo que ya llamaron a nuestros padres – dijo con una sonrisa y miró su reloj.

Terminamos caminando juntos en silencio hacia la escuela.

Un silencio que empezó a fragmentarme.

Un silencio que se estaba metiendo bajo mi piel.

Quise pedirle que me dejara solo.

Que caminara sin mí mientras iba de regreso a casa.

Pero la verdad toda esta autocompasión me estaba enloqueciendo.

Iba a terminar llorando en un rincón si seguía con aquello.

¿Qué más daba si el chico que me gustaba estaba enamorado de una chica?

¿No había vivido con eso toda mi vida? Claro que sí.

Me habían roto el corazón muchas veces, no debería importarme mucho algo como esto.

Podría enamorarme mañana o el próximo mes de una chica de otro chico, estaba bien.

Pero Tanner había tocado una fibra de mi ser diferente, algo que estaba a punto de explotar.

La actitud de Joseph tampoco había ayudado mucho.

Maldición.

Deje de pensar en ese momento.

❁❁❁❁❁❁

Cuando llegamos a la escuela, nos despedimos sin entusiasmos y cada uno tomó un camino diferente, lo vi desaparecer entre las hileras de casilleros y de alumnos.

Fui a mis clases, pero no tardó mucho en que mi profesor de cálculo me dijera que mi orientador académico me estaba buscando. Cuando me reuní con él y tras la charla de que no llamaría a mis padres por faltar el día de ayer y la mitad del día de hoy, me pidió que reconsiderara tomar más seminarios o clases extra para mejorar mis posibilidades de ir a la universidad de mi elección, con un ligero asentimiento dije que lo pensaría y tenía que hacerlo o tarde o temprano mis padres se darían cuenta que les había mentido en eso también.

Me arrastre a filosofía y luego a química, pero sin mucha convicción, recordando la conversación con mi madre, con Sam… Tanner.

Escribí una nota mental para su nombre, mis fuerzas para hacerlo en verdad estaban diluidas.

Después de que la campana sonara camine hasta mi casillero, tome mis cosas y arroje los libros al interior de este, solo quería ir a casa, pero quizá ni siquiera podía hacer eso, una vez que cerré mi casillero apoyados a la izquierda de este se encontraban Mack y Joseph, cerré los ojos un momento exasperado.

— Hola, Owen – Mackenzie sonrió y me envolvió en un abrazo algo incomodo, la mirada de Joseph se congelo en la mía.

— Hey, hola – dije mientras la alejaba tratando de no parecer más brusco de lo normal.

— Creímos que no vendrías de nuevo, te buscamos en el almuerzo – ese fue Joseph, envolvió un brazo alrededor de los hombros de Mackenzie y me dedico una sonrisa de lado, sonreí sin humor y pasé una mano por mi cabello.

— Lo hubiera preferido, pero mi orientador ya quiere matarme por faltar ayer y no tomar las clases extras y avanzadas que me ha sugerido desde que este semestre inicio.

— Deberías hacerlo, Owen – sonrió Mackenzie, Joseph la estrecho más cerca de él.

— Bueno, debería meditarlo con mi almohada en todo caso.

— ¿Dónde estuviste el resto de la mañana? – colgué mi mochila de mi hombro izquierdo y camine frente a ellos, los dos me siguieron de cerca, era extraño estar los tres juntos, más bien era extraño tener a los dos haciendo preguntas sobre lo que hacía o no, o sobre las clases que debería tomar; normalmente eran ellos dos quienes me pedían no inscribir tantas materias para tener tiempo juntos desde que iniciamos la preparatoria, en especial Joseph.

— Con Sam – contesté, caminamos por el estacionamiento y vi a Tanner frente a la puerta de este con su hermana Laurent, su cabello rojo caía sobre su espalda y él sonreía.

Por un momento desee que me gustara ella y no Tanner.

Por un momento desee estar enamorado de una chica.

Una chica…

— Vamos a tomar algo, hace tiempo que no vamos los tres juntos y así podrás contarnos que hablaste con tu hermano – sugirió Mackenzie, se deshizo del brazo de Joseph y deslizo suavemente su mano a la mía, los tres nos detuvimos un segundo.

— Mm… estoy atrasado en algunas tareas de química e inglés, debería ir a casa – murmuré, sonreí un poco y alborote el cabello oscuro de Mack con una mano mientras liberaba la otra.

Joseph sonrió sin humor.

— Últimamente sí que estas raro, Owen – ese fue Joseph, lo miré.

— Ya sabes como soy, porque no van ustedes dos a tomar algo – Mackenzie hizo una mueca de disgusto. Caminamos frente a Tanner y Laurent, ella saludo a Mack y Tanner me sonrió, seguimos nuestro camino fuera de la escuela.

— ¿Desde cuándo la conoces? – pregunté.

— ¿A quién? – ella alzo una ceja.

— Laurent.

— ¿Por qué quieres saberlo, Owen? ¿Te gusta acaso? – él pregunto, me encogí de hombros.

— No realmente, ¿sabes?

— ¿Quién te gusta entonces? – dijo Mackenzie mientras se ponía frente a mí, miré la calle detrás de ella y luego una vez más a Joseph, él simplemente me devolvió la mirada.

— Déjalo en paz, Mack, sabes cómo es Owen – sugirió, Mackenzie cruzo los brazos por encima del pecho, y me miro, una de sus cejas volvió a alzarse en mi dirección.

— Habla Haner, ¿Cuál es tu tipo? Chica y chico – sonrió, yo seguí caminando mientras los dos se quedaban de pie un momento, pero eventualmente me siguieron y deseaba en verdad que dejaran de caminar detrás de mí o a mi lado y simplemente siguieran su propio camino. Quería estar solo.

— Hey, Owen. Dinos.

— ¿Por qué quieres saber? – pregunté.

— Mm… curiosidad. Te he visto salir con todo tipo de chicas y bueno, ningún chico, eso me hace pensar, ¿en serio eres bisexual? – pregunto Mackenzie con menos tacto del que pensé que tendría.

— Vamos, Mack, ya basta. ¿Por qué tan repentinamente quieres saber sobre eso? Además, conocemos a Owen desde siempre, ¿no? Dudo que él haya mentido respecto a su sexualidad – Joseph, paso sus manos por sus cabellos mientras caminaba hacia mi lado izquierdo, Mack se ajustó al derecho.

— Bueno, entonces, ¿Por qué no nos dices Owen? ¿Cuál es tu tipo?

— Solo es la persona – respondí, porque por más que Mackenzie deseara escuchar que me gustaban las chicas con un parecido a ella, no lo conseguiría.

— …

— Me refiero a que, no me enamoro de un rostro o el tipo de cabello o su color, bueno, que en muchas ocasiones el físico ayuda mucho; pero, Mackenzie, me refiero a que me gustan las personas por lo que son, simplemente puede aparecer alguien de la nada y gustarme, no es como si buscara algo en especifico o decidiera que hoy deseo enamorarme de una chica y mañana de un chico no es algo así.

— Entonces, digamos que, ¿podría gustarte Joseph? – la miré y me detuve en seco, Joseph hizo lo mismo a mi izquierda y los dos la miramos ahora. Trague con fuerza, Mackenzie suspiró y continuo, – una pregunta estúpida, lo sé.

— Mm… no me gusta Joseph, lo siento – dije con un nudo en la garganta, mis manos temblaron y fue Joseph quien hablo.

— ¿En serio ni un poco?

— No.

— Entonces… entonces, ¿podría gustarte yo?

Y eso fue todo para que todo aquello se convirtiera en una estupidez, Joseph me miro primero a mí y luego a Mackenzie con las manos temblando a sus costados. Mackenzie, se acerco con suavidad a mí y tomo mis manos con las suyas, no dijo nada por algunos segundos.

— Mackenzie…

— ¿Podría ser yo? Por favor…

Y me besó.

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