VII. La coronación

Reino Witther

Los días habían pasado y con ello los recuerdos de aquel encuentro, Esmeralda no había sido castigada pues nadie la había descubierto.

Ella solo huyó de ahí, dejando al príncipe confundido y feliz.

Maximiliano soñó con su compañera, pensó en su dulce mirada y el miedo que reflejaba.

Fue imposible poder ocultarlo, así que tuvo que confesarlo a su nana quien se emocionó por aquello, pero él fue muy claro.

—No puedes decirle esto a ella, es un secreto. Por eso te pido tu discreción y tu apoyo. Cuídala y no dejes que nadie se enteré de esto. Debo cumplir mi venganza y guardar este secreto.

Para él era difícil, los días siguientes de su encuentro no dejaba de observar a su compañera y le era difícil no enloquecer por aquel dulce aroma. Todo el castillo estaba impregnado con su aroma.

El sol brillaba y el pueblo se alistaba para la coronación.

Maximiliano observaba desde su balcón como las grandes rejas eran abiertas y decoradas. A su mente la imagen de sus padres fue imposible de retener, los extrañaba.

El gran salón era decorado con mucho esmero, las nuevas cocineras fueron llevabas ahí para ayudar en aquella labor.

Esmeralda hacia su mayor esfuerzo, mientras su mente gritaba de miedo. Luego de aquel encuentro solo quería olvidarlo, pero le fue imposible, su corazón se contrajo al enterarse que el hombre misterioso era el próximo rey.

Pregunto con curiosidad a Lisa, su supervisora, como se llamaba el príncipe a lo que ella amablemente respondió.

—Se llama Maximiliano, como su bisabuelo. Pero es un joven triste y cerrado, —Esmeralda quedó impactada— desde la muerte de sus padres, él se alejó de todos y ahora solo busca al asesino de sus padres

—Debe sentirse solo —susurró tristemente Esmeralda

Luego simplemente ya no quiso hablar, se concentró en sus labores intentando olvidar aquella extraña sensación en su corazón.

El trono del rey brillaba y en medio de este el escudo de un lobo aullando. El símbolo del reino Witther.

Y al caer la noche los carruajes empezaron a llegar, primero llegó el rey de Priswer, su mirada fría y oscura intimidaba a todos. Se llamaba Dorian Priswer, su linaje era de brujos Zafiro, un clan puro de antiguos brujos que según la historia fueron los primeros fieles seguidores de la Diosa Atenea, pero se rebelaron para liberarse de ser extinguidos.

Los llamaron traidores, pero ellos solo buscaban seguir con su descendencia.

Dorian solía ser muy frío al hablar, nunca nadie lo vio sonreír y nadie quería establecer una conversación con él por el miedo a ser rechazado o ignorado.

Pero ahora caminaba a su lugar con un aire de grandeza, una capa negra y su corona. Detrás de él iba su segundo al mando quien cuidaba y respaldaba a su rey.

Maximiliano tendría un respectivo beta, pero aún no había sido escogido.

El segundo carruaje fue del reino Thusrek, el segundo al mando, Josep llegaba en representación de su rey.

Y lo demás carruajes fueron de los 16 consejeros de Witther, aquellos que se encargaron del reino hasta el día de hoy.

Su labor era muy importante, pero no podían interferir en mayoría ante cualquier decisión del rey, solo debían evitar el caos en el reino.

El pueblo festejaba y esperaba a que la mañana llegará para escuchar a su rey. Era una tradición que el nuevo rey se comunicara ante su reino para establecer confianza y respeto.

Cuando la hora se acercaba, las sirvientas se colocaban en sus posiciones respectivas, algunas al lado de la gran mesa de postres y otras en las esquinas. Llevaban nuevos trajes con mandiles blancos.

Y frente al trono yacía la puerta por donde entraría Maximiliano.

Solo quedaban unos minutos para poder entrar, miraba la pintura de sus padres. María estaba a su lado, observando con orgullo a su pequeño niño.

Colocando una mano en su hombro le mostró su apoyo.

—Ellos están orgullosos de ti, siempre lo estarán. No olvides lo que te enseñaron, el dolor no es permanente, tú podrás salir adelante y ser feliz. Ahora la tienes a ella —Maximiliano agradeció aquellas palabras con un suave abrazo

Su nana tenía razón, tenía que luchar por su compañera y la memoria de sus padres.

Las grandes puertas fueron abiertas captando la atención de todos, los aplausos empezaron y Maximiliano entró con un traje azul.

Esmeralda sintió su corazón palpitar fuertemente, aquel hombre removía algo en su interior.

El padre esperaba, hizo reverencia y la ceremonia empezó. Todos guardaron silencio.

Hablo sobre los antiguos licántropos, luego sostuvo la corona entre sus manos y con unas firmes palabras Maximiliano juro.

—¿Jurad por los antiguos licántropos servir y proteger al reino de Witther?

—Lo juro

—¿Jurad que ante la adversidad nunca abandonará el reino de Witther?

—Lo juro

—Entonces ante la voluntad, las creencias y su descendencia lo coronó como nuestro rey.

Colocó la corona y el nuevo rey fue aplaudido por los presentes.

Maximiliano no pudo evitar observar a su compañera, su rostro angelical mostraba una sonrisa que luego fue borrada para agachar la cabeza sonrojada.

Estaba a un lado de la mesa de postres.

Es tan hermosa —pensó el rey y sus fosas nasales captaron su dulce aroma

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