5. Reencuentro

Me observé en la puerta de cristal que había en la tintorería mientras esperaba a que me trajeran la chaqueta.

Lo había llamado anoche y habíamos quedado en una cafetería que le indiqué, no fue fácil, pero me armé de valor y lo hice, no iba a hacerme ningún daño intentarlo. Me aseguré de que estaba bien arreglada y me veía bien; estaba nerviosa sí, pero eso no iba a impedir que volviera a ver.

—Señorita, aquí tiene su chaqueta— me giré para ver a ese hombre que me devolvía la chaqueta bien lavada y planchada envuelta en un plástico. La tomé en mis brazos.

—Muchas gracias.

Salí a la calle después de pagar lo que debía, el día era perfecto. Solo tenía que caminar unas cuantas calles para llegar a mi destino, la cafetería donde habíamos quedado no se encontraba muy lejos. Miré la hora en mi celular, tenía un par de minutos. Caminé lo más rápido que pude procurando no despeinarme. Divisé el lugar cuando me encontraba cerca, era de cristal por lo que se podía ver todo lo que ocurría dentro y definitivamente él había venido, no me había mentido y había sido puntual, se encontraba sentado justo junto a la ventana de cristal, estaba tomando te. Suspiré y me distraje observándolo, se veía tan distinto a todos los que conocía. Deseaba saber qué tenía tanto de especial que me había cautivado a la primera.

Saqué mi cámara y no perdí tiempo, le saqué unas cuantas fotos aunque sólo se le veía de lado, igual se veían perfectas, algún día podré quitarle una de frente.

Observé que le echaba un vistazo al reloj de su manoy me di cuenta de que había pasado más de la hora. Guardé la cámara y me acerqué al lugar. Entré, estaba de espaldas así que procuré relajarme antes de acercarme a él.

—Buenos días. —Lo saludé al ponerme frente a él. Se levantó y me dio la mano.

—Buenos días. 

—Perdone el retraso. —Me disculpé.

—No importa —me ofreció que me sentará y se sentó después. —¿Pido que le traigan algo?

—No es necesario, estoy bien así, gracias. Le traje su chaqueta.

—Cierto, hablamos de ello ayer. —Se lo ofrecí. —La llevó a la tintorería.

—Así es.

—No tenía que molestarse tanto, con devolverla bastaba.

—No ha sido ninguna molestia. —la verdad es que desde que entré no había despejado ni en un solo segundo mi mirada de él. 

Observaba sus gestos, su ligera sonrisa y su forma de tratarme, era encantador. Posó su mirada en mí. 

—Siento de verdad lo ocurrido en la fiesta.

—Lo sé, ya me lo dijo. No tiene por qué recordarlo, está todo olvidado. Al fin y al cabo yo también tuve la culpa por sorprenderlo de aquella manera.

—Entonces, ¿todo resuelto? —Asentí. — Estupendo —volvió a mirar su reloj. —Siento tener que irme pero el deber me llama.

—Ah claro, arquitecto.

—¿Perdona? —Me miró confuso.

—La tarjeta de su chaqueta donde encontré su contacto ponía que es arquitecto.

—Exacto.

—En ese caso, espero que tenga un buen día. —Me puse de pie y él hizo lo mismo.

—Muchas gracias. —me tendió la mano y yo la acepté —Ha sido un placer volver a verla. 

—Yo digo lo mismo.

—Tengo que irme. —Repitió. 

—Por supuesto.

—¿Me suelta la mano por favor? 

Observé nuestras manos unidas, ni cuenta me había dado de que seguía sacudiéndole la mano, lo solté de golpe.

—Lo siento mucho, no me había dado cuenta. —Me ruboricé avergonzada.

—No pasa nada.

Nos despedimos por última vez y lo vi salir por la puerta. Quise gritar de la rabia, cómo se me había ocurrido parecer una tonta, ¿qué estaría pensando ahora de mí? Esperaba no haberlo asustado.

Me senté de nuevo y me llevé las manos a la cara.

—¿Va a tomar algo señorita? -alcé la mirada para ver al joven uniformado que me hablaba.

—De acuerdo, tráigame un capuchino y unos gofres.

—En seguida se lo traigo.

Observé cómo se alejaba. Saqué de nuevo mi cámara y me dispuse a observar las fotos que había sacado hacía unos minutos. Me relajaron un poco sacándome una sonrisa.

—Aquí tiene—había regresado el camarero con mi pedido.

—Muchas gracias.

Guardé de nuevo la cámara y me puse a tomar mi desayuno.

Cuando acabé pagué la cuenta y salí de aquel lugar. En g****e había visto su dirección ¿qué pasaría si me acercara a ver cómo vivía y qué cosas hacía cuando estaba solo? Quería saberlo todo de él, pero no quería asustarlo, por lo tanto procuraría que no se entere de que lo espio. Pero primero tendría que alquilar un coche, así me resultaría un poco más fácil.

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