FRENÉTICOS

 Mientras más lejos esté de mi familia, mejor. La mayoría vendrá detrás de mí para intentar atraparme. Ya no vuelvo a mirar hacia atrás. He recuperado el sentido del oído. Brinqué el muro divisional de la carretera y me metí al bosque del flanco izquierdo para intentar perderlos. Unas cuarenta personas vienen detrás de mí. Ayer me perseguían perros mientras me ladraban, hoy me persiguen personas gritándome maldiciones. Me dicen que me detenga, que seré el culpable de la muerte de ellos y de sus familias. ¿Culpable de la muerte de sus familias? ¿Acaso esta marca me convertirá en asesino? Esa pregunta me la responde otra mujer, que me grita que no permita que me atrapen, que “somos la esperanza”. ¿La esperanza de qué? ¿Qué somos? Corro con todas mis fuerzas por el bosque. Con la carretera a mi Sur, cuando siento que me he alejado lo suficiente para que no me vean, cambio mi dirección noventa grados al Este, avanzo unos cien metros y tomo rumbo al Noreste para alejarme de la carretera y de mis perseguidores a la vez. Corro y corro sin parar por el bosque entre matorrales sin camino hasta que me detengo y no escucho ningún tipo de ruido. Veo un buen árbol para subir, pero primero hago una observación de trescientos sesenta grados para estar seguro de que los he perdido. Subo hasta una rama alta desde donde no se ve el suelo del bosque. Esta acción estimula mis emociones, porque soy un aficionado al Parkour. Mis condiciones físicas y mi uno ochenta de estatura, me han sido favorables para este deporte no convencional que practico desde la adolescencia. Aquí nadie me verá. Solo hay dos ruidos: el del viento entre las hojas, que es constante, y el rugido de mi estómago que ruge entre lapsos cortos. No he comido desde el almuerzo de ayer, y por eso me reclama con énfasis. Pero no puedo hacer nada por él, debo esperar la noche para bajar, no es seguro andar a plena luz del día con tanto desorden por encontrar marcados. Debo ignorar a mi estómago, y organizar mis ideas:

Estas Misiones temporales de mi antebrazo me hacen saber que es un tipo de tecnología muy avanzada, lo que me genera una tercera duda; ¿Quién me marcó? Si fueron los Andros, significa que luego de su proceso de observación, me han seleccionado. Pero si soy uno de los seres humanos que conservan un grado puro de humanidad ¿Por qué otros humanos quieren atraparme o hacerme daño? ¿Por qué se ha desatado esta convulsión en busca de marcados? No tengo modo de saberlo, pero me hace cuestionar si de verdad soy uno de los elegidos, porque no le he conseguido sentido a que nos hayan marcado y que ahora seamos un objetivo. ¿Y si fue que se equivocaron y me marcaron como uno de los más votados en la lista corrupta de las elecciones de la Worl Corp? No lo creo, yo no me postulé, y de ser así, no habría gente que arriesgara su vida por mí. Mis tres dudas básicas siguen sin respuesta; ¿Qué somos los marcados? No lo sé. ¿Qué se gana al encontrar un marcado? Tampoco lo sé. ¿Quién nos marcó? Puede que los Andros, y la única pista que me hace pensar en esa posibilidad es la tecnología de mi brazo, que muestra en una barra mi nivel de nutrición y de hidratación, y me asigna misiones en tiempo real.

Las letras de la primera misión, que consistía en alejarme de mi familia, se han puesto opacas con una flechita al final. Debe ser porque la he cumplido. Es decir que me están monitoreando. Por reflejo de mis músculos, miro hacia arriba. Ya las naves de los Andros no están en el cielo. Así que tampoco puedo saber cómo lo hacen. Qué frustración tener tantos vacíos de información.

                Me quedan tres por cumplir; ocultarme en un lugar seguro, encontrar agua y consumir proteínas. Si la segunda misión no está en letras opacas, debe significar que este no es un lugar seguro del todo. Pero de aquí no me voy a bajar, no por ahora. Este refugio es temporal, sí, pero aquí en una rama no sabría dormir. El zoológico está cerca y creo que es mi mejor opción, ya que no vi ningún humano en el recinto ni en los alrededores. Por lo menos, ahí, si veo perros, un jaguar u otro depredador, sé que debo correr sin pensarlo, porque su naturaleza está clara, su comportamiento es predecible. Si veo pavos, chivos, picures o monos puedo estar tranquilo, su función según su naturaleza está clara, sé cómo responderán y cuáles serán sus conductas. Pero aquí afuera, si veo un humano no puedo tener la certeza de si debo correr o estar tranquilo. Es imposible tener una idea de sus intenciones porque su naturaleza nunca ha estado clara. O sea que en el zoológico, entre depredadores y depredados puedo estar un poco más seguro. Al presentarse la oportunidad, emprenderé mi camino hacia el zoológico.

Me reconforta, que no todos están en contra de los marcados. Por lo que he visto hay personas con las que puedo contar. Pero me preocupan las otras, que se han convertido en un tipo extraño de seres salvajes y desquiciados que buscan marcados con una pasión desproporcionada y violenta. Son una especie de rastreadores. No quiero ser despectivo, pero sus rostros tensos y fúricos, sus movimientos bruscos aparentemente involuntarios, sus miradas temerarias, sus gritos, sus conductas... No me parecen naturales. O el valor de encontrarnos es incalculable, o la crisis social los ha terminado de desquiciar.

Aunque haya personas que estén a favor y otras en mi contra, el problema es identificarlos. Unido a ello, no me ayuda estar solo. No podré conversar con nadie, ni siquiera puedo dejar que me vean, no es seguro. Me gustaría saber cómo está Andru. Más agobiante que el hambre y la sed, es no saber si mi familia ha salido ilesa.

Por otro lado, si soy uno de los elegidos ¿Qué hice para merecerlo? En mi opinión, muy poco; me he mantenido en el carril de la moralidad, sé que eso debe haberme sumado puntos. Era buen estudiante, tuve una vida de solidaridad (un valor inculcado hasta los tuétanos por mis padres, sin duda), pertenecí a un Club de observadores del espacio, cuando aún era posible permitirse una pasión. Practiqué Parkour, fui atleta destacado en karate, y fundador de una escuela de dicha disciplina. Es lo más relevante y superficial que puedo decir mí, pero sé que mi familia y las personas que me conocen, llenarían una lista incómoda de las razones por las que merecería ser uno de los elegidos.

                                                                         .

-Tienes que postularte Nova. –Insistía mi padre cuando oímos por radio a Rufus Howard sobre cómo se organizarían las elecciones mundiales de los seres humanos que irían a Determinio a formar una nueva sociedad, que sería evaluada por El Cinturón, con el fin de determinar si los seres humanos podemos aprender a vivir de una forma inocua, y levantar la orden detención por el Delito de Extinción Inminente. Nunca dijeron qué ocurriría si esa nueva sociedad fracasaba, así como esta. –No pierdes nada.

-Hazlo por favor Nova.  –Agregó mi madre Magdalena. Mi padre me miró expectante, y Andru también, como si supieran algo que yo no.

-¡Tú podrías quedar! –Gritó mi primo Cerna metiendo su cabeza por las rendijas de la ventana de la calle.  Todos, hasta Cerna, comenzaron a sentir esperanzas cuando Rufus Howard dijo que cualquier podía postularse. Por la respiración de mi primo, yo sabía que corrió emocionado al escuchar el mensaje del Canciller solo para decirme: Tú podrías quedar. Yo, con actitud negativa y por incredulidad, arrugué mi nariz y sentí un cosquilleo. Mi padre esperó, porque siempre me ha otorgado un respeto y un espacio inusual entre padre e hijo para tomar decisiones importantes porque según él, mi visión del mundo es más fría, sensata y objetiva que cualquiera. Así lo cree por el hecho de que yo siento que no pertenezco a ninguna tendencia: ni a la Worl Corp, ni a la Adversidad. Pero mi madre insistía:

-Nova Isaac. –Recuerdo que alzó la voz. –Ellos vinieron por personas como tú. –Mi padre la mira con orgullo y Andru sonríe. -¿Quién es el que defiende en esta casa las causas perdidas? ¿Quién ha llegado a darle la razón a la Worl Corp en algunas de sus acciones y decisiones causando fuertes debates en la familia? Y después terminamos asimilando que tu postura es racional y no cargada de emociones, como la nuestra.  -Postura, por cierto, que significa un gran peligro para la militancia de mis padres en las filas de la Adversidad, el movimiento armado que por decenas de años ha mantenido una fuerte lucha contra la Worl Corp. El único movimiento armado que ha podido hacerle frente y que ha resistido. Pero para evitar una discusión más intensa, preferí callar, porque ahora fue que me enteré, que esos comentarios esporádicos a favor de la Worl Corp cuando hacían algo correcto, los han aceptado e internalizado. -¿Quién intenta conscientemente hacer las cosas de un modo distinto argumentando que por hacer las cosas igual que siempre el mundo está cómo está? ¿Quién anda siempre en busca de causar bienestar? Como si fuera tu trabajo, como si te lo hubieran asignado. Pero no, tú decidiste ser así. –La cara de Andru brillaba al oír lo que decía mi madre. Es mi admirador número uno sin duda.

-Además, conoces la historia de la humanidad, Nova. –Comentó mi padre. –Has decidido voluntariamente  estudiar la historia para conocer los errores que la humanidad no debería repetir. Tienes mucho para contribuir en esa nueva sociedad. -Sin ánimos de contradecir, les expresé que hablaban como si de verdad yo tuviera oportunidad de ser elegido con votos, y les advertí lo que ocurrirá. Les dije que era más fácil ganar la lotería tres veces.

-No es una lotería. Tienes lo necesario. –Aseguraba mi madre.

-Es verdad. Nosotros te elegiremos. –Agregó mi primo Cerna, la persona que conmigo, fue único testigo de Las Luces de Media Noche. Gracias a él, cuento la historia seguro de que en verdad las vimos. Sin él, dudaría de lo que vi.  –Debes postularte primo. ¡Por favor! –Me pidió. Pero tuve que hacerles entender. Les expliqué que los Andros cometían el error de dejar en manos de los humanos el proceso de elección. Ellos vinieron e intervinieron porque nos estábamos masacrando, y las potencias estaban a punto de desaparecer el planeta con bombas nucleares. Esos conflictos nacieron por discordancia de modelos políticos, económicos y gubernamentales. En pocas palabras por no saber convivir, y porque la Worl Corp siempre quiere ganar territorios, enriquecerse y tener todo el poder. Y en ese mismo sentido, no podía ser una elección limpia. Postularse no tenía sentido.

Esas eran mis razones para negarme a la postulación. Al ver la decepción en el rostro de mi madre, me le acerqué y la abracé. Mi padre apoyaba mi teoría, y todos lamentaron otra vez de que yo no tuviera oportunidad de abordar la nave. Pero ahora es que puedo comprender la genialidad de los Andros; que todo fue una trampa bien elaborada para demostrarnos que ciertamente vamos a terminar por extinguirnos.

                                                                          .

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