¿Me odias?

Regresé a mi casa no logré concentrarme en ninguna clase, todavía tenía ira contra Ethan, subí las escaleras hasta mi habitación y decidí darme una ducha procurando que el agua calmara mis agitados pensamientos y bajara mis ganas de meterle un puñetazo en su egocéntrico rostro. 

Salí de la ducha un poco más calmada, y vi que había estado demasiado tiempo allí, el espejo de la ducha tenía tanto vaho que ya parecía una sauna, decidí ir a limpiarlo con una toalla pequeña. 

Así que até una toalla arriba de mis pechos, abrí la puerta y la agitación que había dejado en la ducha regresó rápidamente por todo mi cuerpo como una inyección de adrenalina, al verlo a él, a Ethan sentado en el borde de mi cama, con las piernas estiradas y los brazos hacia atrás, con la sonrisa de idiota que parecía siempre tener. 

Repasó todo mi cuerpo con sus ojos, mientras yo procuraba no explotar en un gran drama, antes de que pudiera decirle algo, se levantó despacio y repitió lo que ya una vez me había hecho, levantó su brazo y con el pulgar repasó mi mandíbula a la par que dijo. 

- Vaya bonita, debería entrar por la ventana más seguido, cada que lo hago tienes menos ropa, llegara el momento en el que estés...- no lo deje terminar, aunque ya sabía perfectamente que iba a decir mi ira me dominó y le grité. 

- ¡Que acaso no tienes vergüenza!, ¿no te bastó con humillarme en el instituto?, vete ahora, ¡ahora! - 

Pero él no se movió ni medio centímetro, todo lo que hizo fue quitar la mano de mi rostro y bajar la cabeza. 

Le grité de nuevo. 

- Ethan, vete ahora! - 

Esta vez se levantó despacio, caminó hacia la puerta y la abrió, no había dicho nada en todo ese trayecto, pensé que se iría sin hacerlo, pero antes de salir me dijo con un tono serio que hasta ahora no le había oído. 

- Sarah, me iré ahora solo porque sé que tu madre está por llegar y no quiero que tengas problemas, pero volveré en la noche, entraré por esa ventana y no habrá poder humano que me saque de aquí - 

Quede estupefacta, no tanto por el mandato de que no saldría de mi habitación, aunque he de decir que el hecho de que utilizara mi nombre y no el mote que me tenía causó que tuviera un pequeño desdén pero que hay de la parte de "sé que tu madre está por llegar", ¿Cómo lo sabía?, apenas éramos conocidos, no habíamos cruzado muchas palabras, así que la curiosidad me pudo y le pregunté. 

- ¿Cómo lo sabes?, ¿cómo sabes que mi madre está por llegar? - 

Él se tensó, luego negó suavemente con la cabeza. 

- Eso todavía no te lo puedo decir, solo confía en mí - 

Y así, salió dejándome con mil dudas en la cabeza, con sentimientos encontrados y con mi estómago dando vueltas de los nervios por el significado oculto tras aquellas palabras.

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