Capitulo 5

Isabel se sintió acalorada cuando supo que era hora de partir, por ahora no tendría una Luna de miel, de eso había asegurado Jassier pero tendrían que pasar la noche en el desierto como era costumbre, eso la había asustado, hasta que el aseguro que estarían protegidos por grandes carpas y tendría un calor reconfortante ella estuvo apunto de decirle que no lo hiciera, pero Amir nada amable le explico que aquello era necesario para consumar el matrimonio si no seria tomado como una burla y el pueblo se sentiría furioso si ella de alguna forma evitaba esa tradición de más de seiscientos años atrás la cuál empezó el primer califa luego de haber robado a la novia casarse y pasar su primera vez como matrimonio en un lugar tan frío como aquel. Estaba furiosa no podía negar pensar en estar a la deriva, podría atacar y muchas cosas más que pasaban por su mente y ninguna de ellas tenía buena pinta. Sin duda luego de aquella no grata experiencia tenia miedo a pasar por lo mismo. Si no fuera una tradición tan importante se hubiera negado en el primer instante sin dudarlo ni un segundo.

Se tiró en el mueble sorprendiendo a las damas que insistentemente la ayudaban a cambiarse, odiaba aquello no poder hacer que se fueran y ellas sabían cuanto odiaba aquello solo se excusaban diciendo es nuestro trabajo además siempre ha sido así y quiso gritar ¡Por dios! Casi lo hizo, pero tuvo que respirar y colocar su mejor sonrisa, cuando se fuera de ahí se aseguraría que nadie más le ayudara a vestirse.

Jassier entró en la habitación y les hizo una señal de silencio, y con una señal les hizo que se retiraran unas con medias sonrisas y conteniendo los sonrojo se marcharon. Jassier sonrió sin duda no sabía si aquella mujer le quedaba mejor el rojo o el azul, aquellos colores que representaban la casa real de Qatar.

—¿Qué la tiene tan mortificada? — preguntó al verla suspirar pesadamente, se incorporó dándole una vista de su expresión de horror.

—Bueno creo que ha sido un día inteso—, dijo sonriendole— ¿Te digo un secreto? — le pregunto, él sonrió y tomo asiento a su lado—. Odio que me cambien, estoy apunto de gritarles y mira que cuando me enojo no soy una nada linda. Me siento como si no tuviera control sobre mi propio cuerpo

A él no le pareció así, se veía encantadora com sus mejillas con un rojo intenso y sus ojos se oscurecían un poco, haciéndolos parecer más oscuros.

—Yo creo que también te ves hermosa, jabibi. Pero solo diles que no las necesitas y ella, y si intentan refutar mandalas conmigo y les asignaré otras tareas. A partir de mañana podras hacerlo tu, son cosas de tradicones en este caso las mujeres de la familia de la novia la hubieran ayudado a vestir— le epxplico, aquello le hizo que suspirara contenta y lo abrazo sin poder contenerse. Jassier se tensó por un momento no estaba acostumbrado a los abrazos, siempre los evitaba les hacía recordar a su hermana, ella siempre parecía querer apapacharlo. No quería perder a mas nadie por eso evitaba tener sentimientos con otras personas.

Parecía un pequeño mono pegado a él, aunque siempre gruñía no podía evitar aquella enorme sonrisa de felicidad, Annisa era la luz de aquel lúgubre y frío palacio, porque así parecía para él. Termino también abrazandola sintiéndose cálido con el calor que emanaba su cuerpo, y encantado con aquella fragancia de canela.

— Prometo protegerte, pequeña rosa— posó sus labios sobre su cabeza. Isabel levantó la cabeza y su mirada se detuvo por un pequeño momento en aquellos carnosos y pequeños labios, contuvo el aliento. Jassier se sintió complacido por aquella reacción de su parte. Pero la sonrisa en su rostro se convirtió en una mueca al pensar que tal vez no podía salvarla de él y su grotesca manera de alejar a las personas. Intentaría hacer tanto lo mejor para eviatrle pasar un mal rato.

— Sé que lo harás, pero también se defenderme y solo acudiré en ayuda cuando lo necesite; tengo garras cuando me enojo— mascullo enojada.

Jassier se levantó y le tendió la mano era hora de partir, con nervios y muchas preguntas se marcharon Isabel tenía muchas preguntas algunas que por un momento la hicieron sonrojarse y sentir su cuerpo temblar de placer, su respiración se tornó acelerada al igual que su palpitar.

Al llegar al lugar, Isabel quedó impresionada, era cálido no como afuera de la gran tienda se podía sentir la brisa fría de la noche, habia una parte de la tienda que dejaba entrar la luz de la luna iluminando el lugar habia unas cuantas lámparas de carbón, el lugar parecía mágico entonces solo pudo describirlo como un escape.

Si eso era, un escape donde dos amentes podían esconderse del mundo por lo menos unas horas y entregarse en aquel lugar, el olor a incesio lleno el lugar, era como canela. Se quitó la pequeña sobrecapa que le habían puesto en la coronación, dejándola doblada en uno de los pequeños muebles.

Jassier entró luego de dar algunas órdenes a sus hombres se quedarían cerca, pero manteniendo a una distancia adecuada, habia pensado en evitar aquello mas su consejero Amir había sido muy insistente en ello. La contempló parecía una diosa ahí parada bajo la luz de la luna, era una vista espectacular y como los pequeños cristales del vestido brillaban. Se acercó con un paso agazapado, Isabel contuvo la respiración cuando lo noto acercarse y sintió su cuerpo temblar de solo pensar como sería sentir las manos de Jassier sobre su piel, como sería sentir de nuevo sus labios sobre los suyos.

Jassier se acercó y beso robandole todo el aliento, la desnudo poco a poco, acariciando la y demostrando le su devoción, su cabello cubría aquellos hermosos y pequeños senos, los lamió, beso y así fue bajando hasta llegar aquel pequeño lugar que gritaba por atención y le hizo sentir en el cielo con sus dedos y con su boca, Isabel jamás había sentido un fervor como aquel. Aquella ansia de obtenerlo todo, de llegar hasta la cima y caer de golpe. Ella también lo hizo lo acarició y lo besó sin ningún pudor, ambos se acostaron sobre aquella suave tela, sus cuerpos encajaban perfectamente como si estuvieran hechos uno para él otro. Cuando Jassier se introdujo en ella, se sintió extasiado era estrecha y aquella sensación era agradable, se introdujo poco a poco haciendo que Isabel soltara pequeños gemidos entre el dolor y placer hacia muchos años que no tenía sexo, pero ese aquel y este ahora no tenían punto de comparación, con embestidas rápidas y lentas, besos, caricias y gemidos ambos llegaron al éxtasis. Jassier se corrió dentro de aquel pequeño cuerpo, sus cuerpos estaban sudorosos, él por un momento pensó en apartarla, pero la sostendría, se alejó un poco hasta una pequeña mesita donde prendió la linterna y volvió apagarla, dando la la señal que el matrimonio había sido consumado.

Isabel sintió sus ojos pesados, y se acercó a su pecho y se recostó su cabeza en su hombro y cerró los ojos y antes de dormirse le dijo:

— Gracias por salvarme, Jassier. Nunca dejaré de darte las gracias.

Jassier sintió su pecho hincharse de un sentimiento que para el era completamente desconocia y pensar que también de alguna forma la haría sufrir.

—Hare lo posible para que seas feliz mientras estes aquí— le prometio para luego besar sus labios y esperar que se durmiera.

Tenia que buscar una forma que su madre no la agobiara y la presionara, sobretodo mantenerla fuera del radar de Malissa sabia que su madre la “quería para el” mas todo aquello solo eran palabras solo le agradaba porque seria fiel a ella. No todo era color de rosas, las sonrisas podían esconder mucho dolor y tristeza y sin duda la traición era una de las cosas que sentía por su madre y jamas perdonaría aquello.

Jamas.

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