Capítulo 2

Han pasado tres días desde que Damian vió a Camila, no la saca de sus pensamientos pero trata de hacerse la idea de que sólo es un capricho o tal vez no deja de pensar en ella porque le destrozó su celular.

Sus relaciones han sido efímeras, una noche y más nada, algunas chicas sufren y otras se conforman,  ninguna ha robado su corazón cómo para él soltar un te amo así de fácil. No después que lo traicionaron. Sam ha intentado robar su corazón pero nada le vale, es solo una compañera de trabajo la cual él lleva a su cama cada vez que se le antoja, pero nada serio.

Se encuentra en la cafetería de la secundaria,  algunos lo ven con miedo, otros con rechazo y algunas chicas con deseo. Él continúa tomando su soda y leyendo un libro.

  Chico malo pero lector.

Es nuevo en esa secundaria pero todo mundo lo conoce, famoso por golpear sin compasión,  por ser irresistible,  echar carreras ilegales, destruir fiestas y sobre todo por su sentido del humor tan extraño.

Sentado en la mesa, siente un golpe fuerte en su cabeza y se levanta para golpear al culpable, pero su puño se detiene al ver a la causante... una Camila cargada de libros y una sonrisa tímida  y avergonzada.

-Yo, lo siento, no se que tienes,  ¿será un imán?  Haz atraído lo peor, una persona torpe como yo -dice sonriendo dejando notar su nerviosismo a kilómetros. 

Los demás se quedan mirando la escena, creen que tal vez él la va a golpear. Nunca se ha escuchado que ha golpeado a una mujer,  pero siempre existe una primera vez.  Pero él mira sus ojos, el libro que está a su lado en el suelo, mira a los demás y se va sin decir nada luego de recoger sus cosas.

No quiere creer que una chica tan torpe después de 5 años lo ha hecho sentir algo en su duro corazón.  Cree que la manera de ocultar lo que sintió cuando la vió a los ojo; es marcharse.

La sensación que recorrió su cuerpo cuando vió esos ojos tiernos y tímidos la había vivido hace 5 años cuando se enamoró por primera y última vez.

Camila recoje sus libros, se sienta donde estaba el chico anteriormente y se dispone a leer.

La campana suena indicado que es hora de entrar a clases, Camila ve que su horario indica que debe asistir a matemáticas. Toma los libros como puede y se dirige al aula.

Al abrir la puerta la maestra le regaña por llegar 3 minutos tardes.

-Señorita... -la maestra hace una pausa, mira la lista que tiene en sus manos y luego la mira a ella de arriba abajo -Camila Gomez llega usted tarde -dice arreglando sus lentes hasta ajustarlos en el puente de la nariz.

-Si, lo siento,  es que no encontraba el aula y apartes estaba cargada -dice ella nerviosa.

-Espero que sea la última vez; señorita. Vaya a su asiento -dice señalando un pupitre más viejo que ella misma.

-Gracias Maestra -responde con un asentamiento de cabeza.

Camila empieza a caminar, tropieza quien sabe con que y se cae, todos se ríen a carcajadas y ella los ignora. La torpeza ya es parte de ella, lo mas mínimo se rompe, las personas se caen por su culpa. Ella recoge sus cosas y se sienta. Ve a un costado al chico que ha hecho enfadar con su torpeza y se da la vuelta para que no la vea, pero él la vió desde su entrada.

Jamás lo había visto en esa secundaria, aunque digamos que ella es la chica invisible que solo notan cuando sea cae o alguien cae por su culpa.   Ella de ves en cuando lo mira, no sabe exactamente que edad tiene ese chico, pero sospecha que por su físico algunos 25, debería ya estar graduado de alguna carrera.

La clase transcurrió normal, con unos que otros comentarios fuera de lo normal en cuanto a la chica torpe.

Camila llega a su pequeña y pieza en donde lleva 1 año viviendo.  Ordena un poco y se dispone a hacer las tareas de una ricachona que le paga para que ella pueda psobrevivir.

Llena cada cuaderno como se lo indica, termina de guardar todo en el bulto de pucca. Camina unas cuantas calles y le entrega el cuaderno a la chica recibiendo 1,000 pesos.

De camino a casa ve a su padrastro en una esquina fumando, ella se esconde, sintiendo su corazón acelerado como si estuviese en un maratón de vida o muerte.  Se desvía para tomar la otra calle hasta llegar a su casa. Llega agitada por correr.

Su padrastro Felipe: Hombre alcohólico,  malo, despiadado, peligroso, se ha encargado de separar a Camila de su madre, aunque a decir verdad su madre está cegada de amor por ese imbécil. Camila un día no aguantó los insultos y agresiones de su padre;  y se marchó.

Busca que comer en el pequeño refrigerador y sólo hay un huevo y un pan.  Fríe el huevo en un poco de aceite que tiene y se lo come con el pan más duro que su situación económica.

Llaman a su puerta y ella va despacio algo temblorosa. ¿y si Felipe la vió? ¿Si viene por fin a cumplir su deseo sexual? Respira hondo y luego del otro toque, abre.

-Hola Señor Pedro -dice algo nerviosa.

-Ningún Hola niñata,  vengo por lo de la renta -dice él revisando unos papeles.

-Yo, solo tengo 1,000 pesos, ¿podría aceptar estos y mañana le entrego la otra parte? -pregunta ella apunto de llorar.

-Nada mas te digo niña, que si no me pagas, te me largas -dice él tomando el dinero con mala gana y entregándole un papel donde indica su pago.

Camila cierra la puerta con seguro, suspira y unas lágrimas se escapan. Ha buscado la manera de trabajar pero su torpeza no la ayuda. Su primer trabajo fue como camarera y le derramó un café a una señorita muy estiradota. El segundo en un asilo  y mientras compaseaba a un anciano la silla de ruedas se escapó de sus manos, gracias a Dios nada grave. Actualmente se dedica a hacer tareas  de otros compañeros para poder sobrevivir.

Él sonido de su pequeño y antiguo celular la sobresalta. Ella va hasta él y ve un número desconocido.

-Si, buenas tardes -contesta ella limpiando sus lágrimas.

-Soy el chico que le rompiste el celular y le golpeaste la cabeza en la cafetería con tu torpeza -dice él del otro lado de la linea.

-Ah, este...hola, ¿Qué necesitas? -pregunta ella nerviosa.

-Que me hagas las tareas de matemáticas -responde él.

-Claro, no hay problemas -dice ella viendo sus cuadernos sobre la pequeña mesa.

-Iré a llevarte mis cuadernos -contesta él.

-No, no... espera -dice ella antes de que cuelgue -creo que es mejor que yo vaya a tu casa, me das la dirección -dice ella mirando la pieza en la que vive.

-Te paso a recoger en 15 minutos donde me rompiste el celular -dice él colgando la llamada.

Camila recoge sus cuadernos, los guarda. Se da un baño de 2 minutos, se pone lo primero que encuentra de vestir ya que no tiene mucha opción y sale casi corriendo a la cafetería donde destrozó el Iphone.

Llega al lugar y lo ve a él impaciente a punto de irse.

-Ya estoy aquí -dice acercándose luego de caminar deprisa.

-Ya me iba - contesta él rodeando la camioneta negra.

Damian es un chico rudo de vez en cuando,  a veces se toma la vida a la ligera, cree en el amor, pero de sus padres, le rompieron el corazón una vez, pero ya no habrá una segunda. Aún no ha terminado la secundaria por lo problemático que es, sin contar a lo que se dedica. Muchos dicen que vende y consume drogas, otros que tiene un bar, algunos que prostituye chicas y pues a él le vale una mierda lo que digan los demás.

Camila antes de entrar al auto reza por su vida, no sabe quien es exactamente ese chico, no sabe si de verdad la llevará a su casa o a un matorral. Lo ve por última vez, su vista está al frente, su mandíbula apretada y su entrecejo fruncido. No le tiene miedo, pero no le gusta esa cara que se carga.

Él se pone el cinturón y espera a que ella lo haga, pero ella está embelesada en el frente.

-Ponte el cinturón,  no quiero que salgas volando por el cristal y tener que cargar con tu muerte en mi conciencia -dice girando la llave pera encender el auto.

Camila dirige su mirada hasta él, observa sus ojos verdes grisáceos, un poco de pecas regadas en su rostro, las cejas no muy desaliñadas y una mirada de cansancio y terror.

Ella lo ve arquear las cejas y mira el cinturón, a decir verdad ella no sabe como colocarselo, lo ve a él,  pero los nervios ni siquiera la dejan tomar el cinturón en sus manos. Se lo coloca y Damian quiere estallar a risas pero se contiene, le quita el cinturón mal puesto y se lo coloca como va. Parecía como si quisiera ahorcarse con el cinturón.

Después de que manejara con prudencia llegaron a la casa de Damian blanca por dentro y por fuera, muy bien ordenada, una decoración muy varonil y olor a hombre.

Ella entra algo tímida y observa algunas que otras cosas.

Media hora había pasado desde que Camila empezó a realizar la tarea mientras Damian estaba en otra cosa en su habitación u otro lugar de la casa.

Lo escucha bajar rápido las escaleras, se da la vuelta y esta con unos pantalones rasgados, una cazadora de cuero, no lleva nada debajo, así que se que de ver su torso desnudo.

-Debo ir a resolver algo, regreso al rato, no te vayas, puedes comer lo que sea, y no le abras a nadie -dice dirigiéndose a la puerta sin ni siquieras esperar una queja de su parte.

****


Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo