Capitulo cuarenta y ocho

-Es solo que no entiendo, por qué los anillos de compromiso no pueden ir en cualquier dedo-cuestionó mirándome. 

-No, los anillos de compromiso van en el anular -señalé mi dedo.

Estábamos en el piso de mi habitación viendo el techo, no había nadie en casa, solo nos acostamos sobre la alfombra para charlar, Canela estaba en medio cuidando de chaperón, dormida cómodamente con su pancita hacia arriba. Ronroneaba y se daba vuelta de vez en cuando alguno se topaba con ella y casi la despertaba. 

Hablábamos de nuestras vidas, de la mía aburrida, sintiendo que había olvidado una parte importante de ella y de la suya que había estado perdiendo durante tanto tiempo y que al volver sus padres lo metieron a todo tipo de clases desde idiomas hasta etiqueta. No le agradó saber cuándo le dije que ya sabía sobre que había estado por ocho a&nti

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