Capítulo 5

Decidí no perder mi dignidad rogándole, eso era lo que él quería así que mejor decidí marcarle a una de mis amigas y decirle si podía quedarme en su casa. Henna aceptó y pronto pedí un taxi a su casa. Al llegar me preguntó que porqué decidí quedarme con ella, omití los detalles ya que sabía que si le contaba no me iba a dejar en paz.

Platicamos un poco de otras cosas, pronto nos quedamos dormidas. Al despertar temprano me aseguré de que Jason ya estuviera en la casa, al confirmarlo volví y al entrar lo primero que vi fue a Ian desayunando en bóxer.

—Buenos días ¿cómo amaneciste? ¿dormiste bien?

Sentía como la tripa se me retorcía y la bilis se me derramaba, pero sabía que si le hacía saber que estaba furiosa sería darle el mero gusto.

—Buenos días, muy bien que amanecí y también dormí de maravilla — Dije sonriente.

—¿Ah sí? ¿El pasto es cómodo? ¿Te comieron los gusanos?

—No, fíjate que, a diferencia de ti, tengo una amplia variedad de amigos que me pueden ayudar cuando esté en un caso como en el que tú me pusiste ayer.

—Que bien, es bueno saberlo.

Me quedé sin saber que decirle y al parecer él también porque solo nos quedamos viéndonos fijamente. Sentí incomodidad por un momento y mejor me fui para mi habitación. Puse a cargar el celular y volví a dormir otro rato.

***

Al levantarme me puse en la esquina de la cama, miré mi celular y seguía sin una señal de Jack, me sentía fatal al respecto. Me bañé y bajé a la sala.

—¿Y Jason?

—Se fue hace una hora. —Ian se preparaba para salir. Yo de igual forma estaba lista, pero no sabía a donde, mis amigas no estaban y de Jack no sabía nada.

—¿Vas a salir? —Pregunté.

—Así es —Levantó unas llaves —Pero estoy preparado así que ni te lo pienses.

—Ya basta con eso, no quiero vivir a la una y una y menos sabiendo que estás en mi casa, no quiero vivir con miedo de no saber que será lo que me harás después.

Ian no parecía muy confiado en lo que le decía, siento que pensaba que en cualquier momento podría hacerle algo.

—¿Hablas de una tregua?

—Llámale como quieras, no me prestaré para tus jueguitos.

—Mmm ok, tomaré tu alza de bandera blanca como derrota ¿tienes algo que hacer?

—No

—¿Quieres salir? —Mi cara se tornó despectiva al parecer porque pronto continuó— Para platicar.

—Ni en tus sueños sería para otra cosa — Dije saliendo de la casa, sin pensarlo mucho acepté estaba en un círculo de no saber que hacer y en este caso hasta pasar unas horas con Ian sonaban más atractivas que no hacer nada.

Luego de unos minutos llegamos a un parque que estaba cerca de la casa, podíamos andar en patines o bicicletas.

—¿Rentamos unas bicis?

—No, prefiero solo sentarme debajo de un árbol.

—Bueno cómo quieras.

—Tenía mucho de no venir a este parque, años en realidad. —Dijo poniéndose cómodo recargado en el tronco de un árbol.

—Ha cambiado mucho, antes también venía seguido con Jason para correr.

—Debo decir que me sorprende mucho que hayas aceptado ir a algún sitio conmigo.

—No tenía otra opción, estaba aburrida y no tenía que hacer.

—No que te sobraban amigos.

—Tienes razón, me largo —Dije levantándome del césped.

—Ya espera, estamos en tregua, siéntate.

—¿Qué tenías que hacer ahorita?

—Nada.

—Te vi que ya ibas a salida, ibas a algún lado.

—Pues solo iría por ahí.

—¿Con una chica?

—Así es

—¿Y la dejaste plantada?

—No, si le avisé que no iría.

—Eso es dejar plantada, tal vez ya estaba en camino o arreglada.

—No tanto así, como sea ¿porque me preguntas esto? A ver yo te voy a preguntar de tu vida íntima a ver si te gusta.

—Yo no juego con las personas, no me incomodaría hablar de ello.

—¿Cuántos novios has tenido?

—Solo uno.

—No te creo

—Llevo con Jack toda mi vida, ¿a qué edad querías que tuviera otro novio? ¿a los 4?

—No, pero…

—Pero nada, vamos a las bicis, me estoy pudriendo del calor aquí, en las bicis al menos pega el aire en la cara.

—Ve tú, yo aquí te espero.

—A M A R G A D O —Dije mientras me levantaba. Fui hasta las bicis y pedí que me rentaran una por media hora. Pasé repetidas ocasiones por donde estaba Ian, él solo estaba tirado viendo hacia la nada y a veces volteaba a mirarme. A veces pensaba que no podía ser tan malo como imaginaba, pero a veces hacía o decía unas cosas que me hacía cambiar de opinión inmediatamente.

Fui hasta donde estaba él en el árbol y comencé a dar vueltas alrededor de él.

—Anda súbete a dar una vuelta, el aire está rico y ya está nublado.

—Ya te dije que no 50 veces.

—¡Vamos! —Me paré y me bajé de la bici, ofreciéndosela.

—No

—Culo si no —Dije en tono retador. A Ian se le formó una sonrisa, había dado en el clavo.

—No soy culo.

—No te veo meneando la melena con el aire.

—Melena — Soltó una carcajada —¿Quién dice esa palabra?

—Yo, no me cambies el tema, dale.

—No subiré.

—¿Por qué no?

—No me gusta andar en bici.

—¿Por? Nada te cuesta darte una vueltita, una vez que lo hagas ya no te molestaré, sabes que puedo ser muy joda.

—Puedes insistir toda la vida, quedarte sin saliva, llorar y suplicar, no lo haré.

—Dame un motivo razonable.

—Solo no me gusta ¿Qué no es válido?

—No… al menos que —Una sonrisa se formó en mi rostro ante la idea —¡No sabes andar en bici! —Dije afirmándolo, tiré una carcajada que se pudo escuchar en todo el parque.

—Claro que no es eso —Su rostro cambió por completo.

—No puedo creerlo, Ian, el gran Ian que se cree que con todas puede no sabe andar en bici —Me limpié una lágrima que se me había salido por la risa. —Ahora sí que me has dejado impactada.

—¿Quieres callarte? —Lo miré por un momento y no pude evitar reírme de nuevo al ver que su cara estaba roja cómo un tomate.

—Anda ya, deja pedir que me cambien la bici por una doble y yo te paseo.

—Ni lo pienses

—Claro que sí, vuelvo en 2 minutos —Me fui riéndome, sabía en el fondo que jamás se subiría a una bici doble, pero igual la cambié para molestarlo. Al volver lo vi parado sacudiéndose la ropa.

—Me largo.

—Que llorón saliste.

—¿Te quedas?

—Sí

—Bueno —Lo vi alejase unos cuantos metros para luego volverse hacia mí de nuevo.

—¿No tienes hambre?

—Si me vas a invitar a comer si tengo.

—Vámonos ya de aquí —Dijo haciéndome una seña.

Oportunidades de oro que no podía dejar pasar, dejé la bici, tomé mis cosas y nos fuimos.

***

No sé en qué momento pasaron las horas, la noche nos alcanzó y ya veníamos de regreso a la casa. Debo admitir que la pasé bastante bien, la compañía de Ian no era para nada cómo lo imaginaba, por un momento olvidé el tipo de persona que era.

—Hyemi, ¿realmente te aborrezco tanto? —Preguntó de repente.

—Sí, a veces.

—¿De verdad?

—Así es, es decir hoy la pasé bien y me caíste hasta bien, pero no puedo evitar seguir pensando que eres un imbécil… la mayoría del tiempo.

—¿Te doy asco?

—¿A qué vienen tus preguntas?

—Solo dime ¿te doy asco? Te escuché el otro día, con tus amigas, todo lo que dijiste sobre mí.

—Bueno asco como tal no, pero todo lo que dije realmente lo pienso, puedes llegar a ser detestable, por ejemplo, ayer te odié. Y sí, tal vez fui un poco dura con mis palabras o como lo quieras llamar. Pero en efecto serías la última persona del mundo con quien tuviera algo.

—Ok

—Mi intención no es hacerte sentir mal, tú preguntaste y yo solo soy sincera.

—No te preocupes, no eres la primera que me dice algo así. 

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