Un corazón roto

Capitulo 4

Miro a Henry y a ella a la vez y solo trato de no llorar pero eso no me funciona ya.

—¿Estas bien Celis? —dice Henry.

Cuando él pregunta eso quisiera romperle la cara ¿Cómo es que nunca me contestó nada? Si lo hubiera hecho no estaría aquí, pero no, lo mejor es pretender que no pasa nada y seguir mi camino y tratar de olvidar que alguna vez sentí algo por él, de mi parte trataré de que nunca se entere de lo que siento por él.

—Ah mis lagrimas —trato de restarle importancia —Son de felicidad—sonrío muy débilmente.

—¿Gustas pasar? —dice Daphne sonriendo nuevamente con hipocresía.

—No, obviamente no quiero ser mal tercio—sonrío vagamente.

—De acuerdo como gustes—alza las cejas y se va.

—¿Segura que no quieres pasar? —vuelve a preguntar Henry.

—Si estoy segura —limpio mis lagrimas, ahora ya entiendo...—suspiro— porque no contestabas mis llamadas y mis mensajes, debiste estar muy... ocupado—digo con seriedad

—Si la verdad si, entre mi novia y mi tiempo con la maestría es muy agotador —me mira fijamente.

—Si claro... Me lo imagino—sonrio de lado— En fin me tengo que ir, hasta luego me dio mucho gusto verte de nuevo— lo miro con tristeza y me doy la media vuelta para finalmente irme.

—Celis—me toma del brazo y me voltea—¿Segura estás bien? —levanta mi mirada.

—Sí, si lo estoy—quito su mano de mi barbilla.

Él me mira desconcertado al parecer no me cree pero no me importa, solo quiero irme de aquí.

—Te puedo llevar si quieres—me mira fijamente.

—¡No! No es necesario hasta pronto —me suelto de su agarre y camino hacia las escaleras y bajo al siguiente piso.

Me recargo en una pared y trato de respirar tranquila, no quiero llorar aquí, tengo que calmarme e irme al hotel para finalmente irme a casa, me trago mi llanto y sigo caminando para salir de ese edificio, llegó a las calles y cabizbaja camino hacia las calles de Nueva York para mi buena suerte empieza a llover por lo tanto termino toda mojada.

Cuando llego al hotel, me meto a dar un baño caliente.

Me siento tan triste que no dudo en sacar toda mi impotencia y coraje. Lloro hasta que me canso y decido dormir.

Por la mañana tomo mi ropa que gracias a Dios esta seca gracias a que la deje en el balcón, por nada del mundo pensaba en ir a una tienda lo que menos quiero es seguir en esta cuidad.

Salgo de mi cuarto y me voy directo a pagar el hotel y finalmente al aeropuerto. Tal y como lo hice la primera vez tomo el primer vuelo disponible a México para irme lo antes posible.

Dentro de ocho horas me encuentro en México esta vez llegue de día. Mi madre quien se encuentra en el jardín en cuanto me escucha viene hacia a mi.

—Celis ¿Qué es lo que…—menciona para luego callarse y verme de arriba abajo—¿Qué rayos? Hija ¿Estas bien? —menciona preocupada.

—No—miro hacia abajo.

—Celis estas hecha un desastre ¿Qué tienes? ¿Por qué regresaste así? ¿Ya viste tu rostro? Tus ojos están hinchados—frunce el ceño.

—Quiero dormir, por favor mamá ahora no preguntes nada —sale una lagrima de mis ojos.

Camino hacia las escaleras y subo a mi recamará, lo primero que hago es tirar las zapatillas que llevo puestas junto con el bolso y el saco que llevo puesto.

Pasan las horas y sigo dormida hasta que mis tripas rugen de hambre. En cuanto me pongo de pie siento un mareo terrible me agarro del buro que está a un lado mío y dejo que pase ese mareo, debe ser porque tengo hambre me digo a mi misma.

Camino hacia el baño y me meto al jacuzzi y no salgo hasta que me canso de estar allí. Cuando salgo me pongo crema en todo el cuerpo y opto por ponerme la pijama y cepillar mi cabello largo.

—¿Qué tienes nena? —pregunta mi madre quien viene entrando a mi recamara.

—Estoy muy triste mamá, ir a Nueva York no fue buena idea —mientras digo eso mas lagrimas salen de mis ojos.

—Henry ¿Cierto? ¿Qué paso con él? —mi madre me toma del hombro y me lleva a sentar junto con ella al sillón que está en mi recamara.

—Soy una total estúpida mamá —veo fijamente hacia la ventana.

—No lo eres —limpia mis lagrimas.

—Si lo soy ¿Cómo pude pensar que Henry iba sentir algo por mi? ¿Cómo pude haber pensado eso? Si él nunca me dio a entender nada, la única que sentía que se moría de amor era yo, la única que veía amor por parte de él era yo, la única que se enamoro fui yo —suspiro y empiezo a llorar—La única que se ilusiono fui la tonta de yo—sigo llorando.

—¿Por qué dices eso hija? ¿Qué te hizo Henry? —acaricia mi cabeza mientras la tengo recargada en su pecho.

—Èl no me hizo nada la única que se hizo daño fui yo solita, lo único malo que hizo él fue no mandarme los mensajes ni llamarme pero mis dudas ya fueron respondidas él no estaba disponible porque estaba con ella—digo con voz quebrantada.

—Hija no entiendo por favor cálmate —me suplica.

—Èl ya tiene novia y se ve muy enamorado de ella, lo perdí mamá —trago saliva —Lo perdí —limpio mi nariz—Pensé que yo y él teníamos algo muy especial pero ya vi que nunca fue así.

—Hija lo siento, pero si él no es para ti ya vendrá otro que si lo sea —Aunque…— se queda callada— En fin se que no debería decirte esto pero aun no lo has perdido ,el aún no se casa hija así que no lo has perdido. —levanta mi barbilla—Pero si aún así él no es para ti debes dejarlo ir ¿Entiendes? —me mira fijamente—Siempre te he dicho que eres hermosa y puedes tener a quien tú quieras.

—Si mamá, pero yo lo quiero a él  aunque haré lo posible por olvidarlo—limpio mis lágrimas.

—Si  es lo mejor—sigue acariciando mi cabeza.

Me quedo nuevamente dormida en las piernas de mi madre y cuando despierto ya es noche y aún mi madre esta conmigo.

—Mamá me quede dormida lo siento —froto mis ojos y bostezo.

—No te preocupes mi hermosa, hay que ir a cenar  ya es tarde—me encamina junto con ella al comedor.

Cuando entramos a el, mi padre ya esta sentado esperándonos.

—Hola hija, me dijo tu madre que te sentías mal del estomago ¿Por qué regresaste tan rápido de Nueva York? ¿Viste a Henry?.

Antes de contestar miro a mi mama   quien me lanza una mirada.

—Si, papá si vi a Henry, él... esta muy ocupado y si regresé pronto a México fue por que necesitaba trabajar más—le sonrío.

—Hija trabajas mucho hasta te mal pasas por estar metida en la empresa  en vez de regresar tan pronto hubieras aprovechado ir distraerte un poco. Estoy seguro que Henry no hubiera tenido problema en darte un tour por Nueva York—sonríe.

—Tal vez después papá—sonrío mientras observo el plato de comida.

—Si tal vez cuando Henry vuelva  faltan dos meses para eso, además tú y él tienen un viaje en puerta—dice ansioso.

Rayos olvide que Henry regresa en dos meses, claro él dijo que su maestría terminaba en dos años y dos meses y ya pasaron los dos años.

—¡Qué! ¿Un viaje? —pregunto desconcertada.

—Si hija ayer me salió una propuesta en Acapulco  y si logras que firme nos ira muy bien, es decir si logran por que aproveché la llegada de Henry para que pudiera viajar contigo es excelente porque así aprovecharemos sus técnicas aprendidas en Nueva York.

—Papá pero quizá el señor Sean quiera dejarlo descansar, yo puedo ir sola.

—Conozco a Sean y él aprovechara que su hijo como su mano derecha y recién llegado de la maestría acuda junto contigo a Acapulco—dice con seriedad.

—Papá creo que esa no es buena idea  voy yo sola —frunzo el ceño.

—Hija noto cierta incomodidad cuando hablamos de Henry ¿Pasa algo con él? —pregunta.

—No papá para nada solo no quiero incomodar—digo para luego disponerme a cenar y evitar más preguntas.

—No lo harás —sonríe y empieza a cenar.

Después de la cena, mi padre se va a dormir, mientras que mi madre y yo nos quedamos en el comedor.

—Hija ¿Por qué no le dijiste a tu papá la verdad? —menciona preocupada.

—Mamá yo no quiero que por culpa de mi error salga perjudicada la amistad que ustedes tienen con los señores Kohlheim, además yo tuve la culpa  dejemos las cosas así mama.

—Esta bien hija —me sonríe —¿Te confieso algo? Yo ya sabia del viaje, tu padre me había comentado algo desde hace semanas pero aun no era concreto, lo único concreto era que si todo salía bien, al regreso de Henry viajarías con él.

—Espero que no viajemos juntos mamá, sería tan… incomodo  en fin me iré a dormir ¡Buenas noches! —me levanto de la silla y me voy a mi cuarto.

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