Tocar y besar

Candela se aleja de mí y se pone de pie, su hermosa escultura está justo en frente de mí, yo la veo con toda la lujuria que en ese momento siento. Ella sube su mano para deslizar uno de los tirantes por todo su hombro hasta que cae por su brazos y hace lo mismo con el otro lado, saca las manos de ellos y después desliza el vestido lentamente por todo su cuerpo para quedar en frente de mí con el torso descubierto y una pequeña tanga de encaje blanco.

― ¿Te gusta tu maestra? – me dice con voz sensual.

― Me encanta – respondo con una voz llena de deseo.

Ella se dobla un poco hacia la mesa y toma la copa de vino tinto que estaba tomando, le da un sorbo y después la echa sobre su cuerpo mojando su torso. Puedo ver las gotas cayendo poco a poco por su piel hasta mojar la parte de enfrente del encaje que está entre sus piernas.

Toma mi la botella con una mano y me da la otra para que yo la tome y me ponga de pie. Cuando estoy a su altura con mi camisa abierta me da un sorbo de vino directo de la botella y después toma uno ella para enseguida comenzar besarme con el sabor a vino en nuestros labios. El vino nunca me sabrá igual, e incluso sé que cada vez que lo tome no será igual.

― Ven, tu lección comienza ahora Javier Montenegro – y esa voz pronunciando mi nombre es de lo mejor que me ha pasado.

Me toma del cuello mientras caminamos hacia la cocina, puedo ver su hermoso y bien trabajado trasero en frente de mí moviéndose sensual, provocándome y haciéndolo evidente en mi pantalón. Ella se para frente al largo comedor que tengo y quita una de las sillas. Nos quedamos de pie un momento y mientras ella quita el centro de mesa que tengo, doblándose un poco hacia adelante yo me pego a ella y le hago sentir mi erección y paso mis manos por su torso tomando sus pechos mojados y excitados. Beso su espalda.

― ¿Cómo empieza la lección? – le murmuro al oído y puedo notar que ella sonríe.

― Me gustan los estudiantes como tú, ansiosos por aprender. Espero que esta lección nunca la olivides porque no la volveré a repetir.

― Te juro que será aprendida, recordada y espero que algún día la podamos repasar – y muerdo el lóbulo de su oreja.

Candela se voltea y me da el centro de mesa para que lo ponga en otro lado, mientras ella va a su bolsa y saca de ahí unos cuantos preservativos y una barra de chocolate belga – Dijiste que querías saber que me gustaba a mí ¿no? Pues me encanta el chocolate belga, y este será nuestro marcador para el día de hoy y yo seré el pizarrón, toda maestra necesita uno ―.

Ella deja ambas cosas sobre la mesa y después se para frente a mí y termina de quitarme la camisa, baja sus manos al pantalón y rápidamente lo quita dejándome en bóxers. Lo que antes me daba vergüenza ahora me encanta y lo disfruto como nadie en la vida. Ella acaricia mi erección encima de la tela y yo cierro los ojos.

―¿Vas a ser un buen estudiante cierto? Porque si no la maestra no te dará tu recompensa.

― ¿Y qué clase de recompensa será?  ― y trato de contener mi respiración mientras puedo sentir su mano tomando mi erección.

― Ya lo verás o más bien, lo sentirás – y me da un beso intenso comiéndose mis labios ― ¿listo para aprender a besar y a tocar?―

Candela se sienta en la orilla del comedor y luego me acerca a ella. Toma la botella de vino y le da un sorbo que sólo de ver esa imagen se me antoja enormemente. Ella toma la barra de chocolate y con sus hermosas manos lo abre para revelar un poco de la tableta de chocolate.

― Dicen que Vino y chocolate es afrodisíaco, hoy vamos a ver si es verdad― y le da una mordida a la barra. Mientras lo hace me ve provocativamente a los ojos y me seduce con la mirada – Mmmm – hace un ruido de que lo está disfrutando que me excita más – delicioso ¿Quieres?

― Sí, sí quiero – le murmuro.

Ella toma un cuadrito del chocolate y lo unta sobre sus labios, después me toma de la nuca y me acerca a ella para que los bese; entre el vino y el chocolate sus labios saben a gloria. La beso hasta que éste desaparece por completo de sus labios carnosos y después me alejo.

― Así me gusta el chocolate, envinado – le comento y ella sonríe.

― Entonces te va a encantar lo que sigue ―.

Toma un poco más de chocolate y lo unta sobre su cuello y desliza su dedo desde ahí hasta uno de sus pezones –  Primera lección, sigue el camino guapo, con tus labios y tu lengua, sin meter las manos, hazlo despacio disfrutando cada sabor que sientas―.

Me acerco a ella poniendo mis manos sobre la mesa y comienzo a pasar mi lengua por su cuello para meter poco a poco mis labios hasta quitar todo el sabor, el chocolate es una mezcla entre avellana y cacao. Después bajo siguiendo el camino hasta que llego a su pezón y lo succiono un poco provocando un gemido en ella. El camino de chocolate se termina por completo y vuelvo a subir para verla de nuevo a los ojos.

― ¿Lo hice bien? – le pregunto mientras me muerdo el labio.

― Seguiste el camino al paraíso, pero aún no haz llegado, te falta aprender a tocar – y me besa ligeramente en los labios.

Toma de nuevo el chocolate y lo pone por completo en el otro pezón, me pide que haga lo mismo y yo sin dudarlo lo hago, lo disfruto, juego con él con mi lengua y al final lo muerdo ligeramente.

Candela se hace un poco para atrás y unta un poco de chocolate sobre su vientre, después toma la botella de vino y le da un sorbo, me da uno a mí, la beso en la boca con el vino todavía en la mía y después bajo a su vientre para comerme el chocolate que se derrite en su piel caliente. La piel de Candela comienza a erizarse y mis sensaciones están a punto de explotar, la deseo tanto, quiero fundirme en ella, pero no me deja, me pone altos cada vez que quiero avanzar más, así que me vuelvo obediente y cada vez que termino de quitar el chocolate en un lugar subo de nuevo a verla para disfrutar su cara llena de excitación.

― Excelente – dice mientras se recupera de lo último, es momento de enseñarte a tocar.

Ella se hace un poco más para atrás sus piernas quedan arriba del comedor, yo estoy de pie en la orilla de este, viendo esa bella y erótica imagen que me mantiene en un cofín de sensaciones indescriptibles. Candela se suelta el cabello y lo deja caer sobre sus hombros tapando sus pechos, como toda una Eva.

Ahora soy yo quien toma un sorbo de vino directo de la botella, tomo el chocolate y lo paso lentamente sobre sus piernas tocando un poco, desde su ingle hasta un poco más debajo de sus rodillas. Mientras hago esto, ella muerde sensualmente sus dedo. Con mi lengua comienzo a quitar el chocolate de abajo para arriba y cuando llego a su ingle, rozo su intimidad por un momento provocando que ella cierre lo ojos. Con mis manos la tomo de las piernas y la jalo hacía a mí para que quede pegada a mi cuerpo.

― Toca aquí – me dice mientras toma una de mis manos y la lleva a uno de sus pechos.

Lo tomo con cuidado y lo aprieto ligeramente. Ella me besa mientras lo hago y yo sólo puedo sentir que mi cuerpo está a punto de explotar – Ahora toca aquí – y me indica que toque su nuca y ella vuelve a besarme pero esta vez sus manos bajan mi bóxer y cominezan a jugar con mi erección, eso enciende aún más mi cuerpo – Ahora aquí – dice sobre mis labios y toma mi mano para bajarla directamente a su intimidad. Mis dedos comienzan a jugar con ella y Candela comienza a gemir.

― Lo siento, pero no puedo más – le digo excitado y en ese momento la tomo de los muslos y la cargo para llevarla al lugar más cercano que puedo, la silla que tenemos al lado.

Me siento con ella encima de mí y comenzamos a besarnos como locos mientras ella sigue jugando conmigo y provocándome aún más. Mi mano vuelve a tocar su intimidad que está completamente húmeda, al rozar mis dedos ella gime, está igual de excitada que yo. Tomo con la mano que tengo libre tomo su cabello con ella, me alejo de su boca y comienzo a besarla de nuevo en el cuello y sus pechos, el calor de la habitación es increíblemente caliente y nuestros cuerpos han empezado a sudar – Llévame al infierno – le murmuro – o déjame que te lleve al paraíso ―.

Candela se pone de pie de inmediato y toma uno de los preservativos que dejó sobre la mesa, después rompe la envoltura con los dientes y me lo entrega – quiero verte poniéndotelo ―. Lo saco de la envoltura y luego lo deslizo sobre mi erección de arriba para abajo, lentamente ante su mirada provocativa. Ella se acerca a mí, y se pone frente a mí con las piernas ligeramente abiertas ― ¿Quieres que me la quita o lo haces tú? – me pregunta.

― Quiero que te la quites tú – le contesto excitado, pero hazlo dándome la espalda, quiero ver tu trasero―.

Entonces diciendo esto me desconozco por completo, creo que el Javier atrevido es el que está dominando en este momento, me seduce y me lleva a decir y hacer cosas que me dan placer infinito. Candela se voltea y pone sus manos sobre su cadera, después comienza a jugar con la orilla de su tanga para después bajarla y doblarse un poco para que pueda ver su trasero y un poco más. La tanga toca el suelo y ella la patea hacia arriba para después tomarla con una de sus manos. Se voltea y comienza jugar con ella moviendo su dedo y haciendo que ésta se mueva en círculos.

―Ven – le pido y ella camina hacia mí sonriendo pícara – Quiero comerte toda – y tomo el chocolate entre las manos.

― ¿Quieres que me recueste en algún lado? – me dice sensual.

― No, sólo ven –.

Ella se acerca a mí y yo la tomo de la cintura para sentarla de nuevo sobre mis piernas, entro en ella de inmediato y ella gime sensual. Tomo la barra de chocolate y la paso sobre su cuello y pecho. Mientras ella se mueve increíblemente encima con mis boca quito el chocolate para después untar una cantidad grande en sus labios, ella toma el chocolate y hace lo mismo con los míos. Luego nos besamos comiéndonos las bocas y disfrutando del chocolate en ella mientras puedo sentir el movimiento de su cuerpo sobre mí, haciéndome disfrutar como ninguna mujer lo había hecho antes. Sus manos están sobre mi rostro, mientras las mías abrazan su espalda baja y la empujan un poco con fuerza para penetrarla más – La quiero toda dentro de mí – le digo entre gemidos – La siento toda – me murmura y sigue quitándome el chocolate de los labios y yo de los suyos.

Candela baja sus manos y los acomoda sobre mis muslos arqueando su cuerpo para atrás, dándome la mejor de las vistas, sus pechos excitados que al probarlos es una mezcla entre vino tinto y chocolate. Ella y yo hemos llegado al paraíso y bajado al infierno en una sola noche y ahora nos encontramos en un limbo de sensaciones que invaden de gemidos este piso. No me interesa si los vecinos me escuchan, quiero hacerla gemir hasta que ella no pueda más.

La tomo de la espalda y la acerco a mí, pegándola lo más que puedo a mi cuerpo – Mírame a los ojos Candela, mírame y hazme venirme mientras te veo.

― Y yo me vengo contigo – murmura.

Ella se mueve un poco más rápido y las sensaciones placenteras empiezan a tomar nuestros cuerpos, cada parte comienza a sentir los efectos del evidente orgasmo que se va acercando, mi cuerpo y su cuerpo se tensan, ella aprieta con fuerza mis muslos mientras yo tomo con fuerza sus caderas – Sigue así – le murmuro – Sólo sigue así que me vuelves loco – y ella no duda en continuar. Puedo ver su cuerpo brillando por el sudor que recorre su cuerpo, sus bellos pechos excitados y sus ojos clavados en mí sin desviarse ni un centímetro.

La ola de placer recorrió su cuerpo y lo sentí en su intimidad y segundos después pasó conmigo uniendo nuestras voces en un gemido tan erótico y sensual que me libera de todo el estrés y todas las ganas que tenía acumuladas. Candela me hechizó desde la primera vez que la ví y después de esto me ha poseído en cuerpo y alma por completo.

Ella sigue moviéndose pero va bajando la velocidad hasta dejar de hacerlo por completo. Sus labios siguen pegados a los míos besándose sin que podamos respirar.

― Me encantas Candela – le confieso entre murmuros. Ella me ve a los ojos y juega con mi barba.

Yo la cargo de los muslos de nuevo y camino un poco torpe hacia mi cuarto, ya que los efectos del orgasmo que acabo de tener todavía se alojan ahí ― ¿Dónde me llevas guapo? – me murmura.

―Vamos a tomarnos una ducha, hermosa, y después no lo sé, aún no lo tengo planeado, mientras tanto sígueme besando que el sabor a vino y chocolate en tus labios me ha hecho adicto a ti.

Es verdad, soy adicto a Candela o más bien al Javier que soy cuando estoy con ella. Muchos podrían decirme que ella no es mi tipo, y que posiblemente estoy perdiendo la cabeza al gastar mi dinero en esto, pero ella sigue haciendo todas las cosas que me gustan y me tiene hipnotizado con todo lo que me dice, y lo admito, esa manera que ella tiene es lo que me gusta. Sé que todo tiene un precio y juro que estoy dispuesto a pagarlo, no me importa que sea una relación sin sentido, creo que en este momento es lo que necesito: disfrutar, dejarme llevar y seguir comiendo chocolate de su cuerpo.

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