Has que regrese a ti

No recuerdo lo que pasó después, pero si el coraje que me dio que Candela me haya prendido para después apagarme con su frialdad. Sé que hubo mucho alcohol, que las chicas que conocí recién entrando al club llegaron a nuestra mesa y después recuerdo mi habitación, las mismas chicas en pequeñas bragas y el torso descubierto enseñándome sus pechos, una recostada sobre mi cama y la otra besando mi espalda, mientras yo le hacía el amor a una, y después a la otra. Recuerdo perfectamente mi cuerpo completamente desnudo encima de una de las chicas mientras la otra le hacía sexo oral a la otra. Los roles se cambiaron varias veces para terminar fuertemente en la boca de las dos. Creo que finalmente sí pude con ambas y la vez que pensé que no podía era sólo yo subestimando mi capacidad.

La factura me pasó al siguiente día cuando la luz del sol del mediodía entro por las ventanas de mi cuarto y me despertó sin piedad. Era obvio que por las prisas de anoche olvidé cerrar las cortinas y ahora eran un instrumento de tortura para mí. Me levanto con cuidado de la cama y me sorprendo al ver la cantidad de condones que hay tirados en el suelo «¿Cuántas veces lo hice anoche?» Pienso pero la tremenda jaqueca que traigo no me permite más y simplemente continuo. Me encuentro completamente solo, así que supongo que las chicas que vinieron conmigo se fueron tan solo terminar lo que pasó. El cuarto es un caos, hay botellas de champaña sobre la mesa, mi ropa tirada por el piso y mi bóxer colgando de uno de los sofás que están al otro lado de la habitación.

― Guau, sí que querías olvidar ― me digo a mi mismo mientras entro al baño y abro la ducha para entrar al agua fría y tratar de despertar.

Me quedo bajo el chorro de agua un momento mientras siento que mi cuerpo comienza a revivir poco a poco y mis los ojos se abren más. Cuando me siento un poco más vivo me lavo el cabello, el cuerpo y vuelvo a quedarme recargado sobre la pared mientras el agua, ya tibia, cae sobre mi cuerpo desnudo. Cierro la ducha, salgo de ahí y envuelto en una toalla regreso al cuarto para buscar en la maleta un cambio de ropa y salir de ahí. Escucho que alguien toca la puerta de mi habitación y camino hacia allá para ver un papel se desliza por debajo de ésta.

Lo tomo con curiosidad y al abrirlo veo una dirección junto con una frase que dice 2:00 pm, mesa 17. No tiene nombre, no tiene nada más, sólo eso ― ¿Será una broma de Manuel? ― es lo primero que digo en voz alta. Voy hacia dónde el pantalón de anoche está tirado y saco el móvil que está completamente descargado ― ¡Joder! ― digo en voz alta y mi propia voz me causa jaqueca ¿Quién me habrá mandado este mensaje? ¿Serán las chicas de anoche?

Termino de arreglarme y después de pensármelo salgo de la habitación. El dolor de cabeza me persigue, pero de nuevo mi curiosidad es mayor y ese se convierte en mi motor para ir al encuentro de la dirección que me si o no puede darme una sorpresa. Sólo en verdad espero no sea una broma de Manuel porque juro que lo mato ya que me está haciendo caminar bajo el sol con una jaqueca de los mil demonios.

Camino un poco más, pasando varios restaurantes y tiendas hasta que por fin llego al lugar correcto, una restaurante con vista al mar bastante exclusivo, entro sin rodeos y pido la mesa 17 tal y como me lo ordenó el papel ― Lo esperábamos señor ― me dice el concierge de la entrada y me lleva hasta la mesa donde una mujer con un hermoso sombrero de ala blanco me espera sentada viendo al mar. Sé quién es, no necesito verla de frente.

― Señora Bella, llegó su invitado ― escucho que el hombre le dice y ella voltea y me ve a través de sus gafas para el sol.

―Gracias ― contesta y sonríe ― Siéntate guapo, en seguida te traen lo que deseas.

―¿Cómo sabes lo que deseo? ― le digo tratando de hacerme el macho en frente de ella y ella sonríe ― Porque te leo, es mi trabajo ¿recuerdas? ― y luego se acomoda el vestido blanco, en forma de tubo y con tirantes que está vistiendo en ese momento. Candela trae su tono de cabello natural y ha dejado el rubio atrás, me gusta mucho como se ve y vuelvo a sentir excitado sólo de oler su perfume.

El mesero se acerca a la mesa y me pone un vaso con agua y un par de aspirinas y Candela sonríe ― ¿Noche pesada? ― me pregunta.

―Algo así ― contesto ― ¿Y tu esposo? ― pregunto curioso.

― De negocios, tengo unas cuantas horas para hablar contigo y después tengo que ir al Spa a unirme a él.

―¿En verdad estas casada? ― le pregunto sin rodeos.

― Por la cantidad correcta puedo ser lo que tú quieras ¿recuerdas? Rubio, morena, la señorita de la limpieza, la mucama, la enfermera, Bea, hasta tu madre si quieres. A Anthony le gusta pensar que soy su esposa Bella y que ambos viajamos por el mundo. Ayer Javier, estaba trabajando por eso no podía responderte nada, cuando estoy con un cliente no puedo hablar con otro, lo siento. No quise tratarte así, pero a Anthony no le gusta que hable con nadie más.

―¿Y el baile? ¿Y el beso? ― pregunto de nuevo.

― Fue por mi gusto ¿No lo disfrutaste? tu cuerpo contra mi cuerpo, muy sensual ― y toma un sorbo de la bebida ― No soy de piedra ¿sabes? y sé cuando un hombre es atractivo y guapo. Además, a Anthony le gusta verme bailar entre la gente y que bese alguno que otro extraño.

―Pero no soy extraño para tí ― confió.

―No, pero para Anthony sí ― y me sonríe.

―La otra vez llamé de nuevo y tú no llegaste, enviaron a otra chica que tuve que rechazar, pensé que ya no trabajabas en ese número.

Ella se ríe leve y se quita las gafas de sol dejándome ver sus hermosos ojos ― Venga Javier, estoy en Ibiza, todo pagado con un hombre rico que después de aquí me llevará a Paris ¿Crees que dejaría de trabajar? ― Y por una razón hago una sonrisa que parece una mueca ― Llegó otra persona porque así funciona esto. Ese número no es específico, simplemente te mandan a la chica que esté cerca de tu ubicación y tu decides si la tomas o la dejas, para tu mala suerte yo ya estaba aquí cuando llamaste, suerte para la próxima.

―Y si yo te pago ahora a ti para que regresemos a mi cuarto de hotel ¿lo haces?― digo osadamente mientras le tomo la mano.

― No guapo, tampoco funciona así. Además está en mi contrato que debo permanecer una semana con Anthony y no puedo hacer lo que me plazca, aunque así parezca. Reglas son reglas y estoy atada a ellas.

―Parece una vil broma ¿sabes? ― respondo un poco molesto ― Haces todo esto por dinero y placer y cuando te ofrecen un poco más lo rechazas.

―Puede parece broma para ti, pero así con las reglas, si quieres volver a estar conmigo marca hasta que vuelva a llegar a tí, si es que llego.

Candela se pone de pie y las gafas obscuras vuelve a cubrir sus ojos. En verdad se ve como una señora de la alta sociedad, casada con el tal Anthony, no como una escort que puedes llamar las 24 horas y convertirse en todo lo que deseas.

― Ya que dejé las cosas claras, espero que si me vuelves a encontrar no me te ofenda el hecho de que no te haga caso, contratos son contratos ¿no? Creo que tú entiendes sobre eso.

―¿Hay una manera de volverte a ver y tenerte para mí solo? ― pregunto con el último hilo de esperanza que me queda.

―No lo sé, pero es lo divertido de esto ¿no? Nunca sabes quién te tocará. Yo te recomiendo que lo disfrutes y seas más específico con lo que quieres ― Me pongo de pie y quedo justamente a su altura.

―Pero te quiero a ti― le murmuro

―Entonces ingéniatelas para que yo regrese a ti― y me da un leve beso en los labios ― Sé que sabrás como y si lo logras, te daré una sorpresa. Hasta luego Javier ― y sale del restaurante dejándome con un dolor de cabeza menos, el sabor de sus labios en los míos y un poco más de esperanza de volverla a ver.

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