CAPÍTULO 4. EMPEZANDO OTRA VEZ

CAPÍTULO 4. EMPEZANDO OTRA VEZ

Un año y seis meses

La lluvia caía torrencialmente en la ciudad, arrastrando consigo los desechos que habían dejado los comerciantes y la gente a su paso en las aceras, producto del ajetreado día, ya eran las ocho de la noche, había decidido caminar de la tienda donde trabajaba hasta el apartamento donde vivía, la distancia no era mucha y ella necesitaba pensar.

Había decidido trabajar en la tienda, primero por su edad, no la aceptarían en una empresa por mucha capacidad que tuviera, dos necesitaba poner un poco de distancia con todo, se sintió muy herida por todo lo que había pasado, así no lo hubiese demostrado. Ahora las preocupaciones no la dejaban en paz, habían tratado por todo los medios de salir adelante, su mayor deseo era poder recuperar lo que les habían quitado a su familia y hacerles pagar a los culpables, nunca pensó sentir tanto odio por alguien como experimentaba por Thomas Borges y la familia Pagliuca.

Tampoco lograba entender como su padre pudo hacerles eso, después de haber tenido todo, sus hermanos y ella de repente se encontraban en una situación inestable, jamás imaginó vivir en situación de escasez, de dejar de pagar el colegio de su hermanita algunas veces, para poder comer o pagar medicinas, ¿Se preguntarán porque no la inscribió en un liceo público? la respuesta era simple, le daba miedo lo que pudiera pasarle, además algunos de los chicos que estudiaban allí tenían mala conducta y las malas lenguas decían, que corría droga y por eso muchos jóvenes terminaban sumergidos en ese vicio, ella no quería eso para Melody.

Cuando fue una niña feliz y la última vez que estuvo con su madre, ni en sus peores pesadillas se imaginó que en menos de tres años iban a quedar huérfanos, sin casa, sin dinero, durante sus primeros casi dieciséis años, había gozado de numerosos privilegios sin ningún tipo de preocupación, sus padres salieron de tierras españolas hacía veintiocho años producto de la crisis económica, política, social que sufrió su país natal como consecuencia de la dictadura de Francisco Franco, emigraron a Venezuela cuya gente los recibió con los brazos abiertos, con mucho esfuerzo, trabajo y dedicación, terminaron levantando un imperio económico, crearon las redes de supermercados y cines más grandes del país.

Su familia lo había tenido todo, pero lo habían perdido, la vida era así, ya entendía la frase de “La vida es una jabonera, quien no se cae resbala”. Siguió caminando sumergida en esos pensamientos, mientras se daba cuenta de que la lluvia no cesaba, tenía los pies completamente mojados, pues el agua se había filtrado por sus botas, era una sensación bastante desagradable, el paraguas que cargaba a duras penas aguantaba ese vendaval que se había desatado, por lo cual su ropa también estaba completamente empapada, porque el fuerte viento se empeñó en levantar el paraguas, lo que provocó que aplicara un poco de fuerza para poder sostenerlo y así evitar que el mismo pudiera ser arrastrado por la acción de la corriente de aire. Lo bueno es que le faltaba poco para llegar.

No pudo evitar que los recuerdos del pasado se colaran en su mente, su hermosa casa donde vivió desde su nacimiento, ubicada en la Lagunita Country Club, con todas sus comodidades, una cocina tres veces el tamaño del apartamento que ocupaba actualmente, gimnasio, canchas deportivas, piscina, parque, grandes habitaciones provistas de los muebles más modernos y elegantes, cuál si de un castillo se tratara, eran cuatro hermanos, tres niñas y un niño, su hermano mayor que ella, pero algunas veces un poco inseguro compartía con ella la responsabilidad de proveerle a sus hermanas todo lo necesario.

Al principio le costó adaptarse porque las viejas costumbres cuesta dejarlas, su hermano debió madurar pronto y por razones obvias tuvo que dejar a un lado ese papel de chico desenfadado dado a derrochar dinero en fiestas, mujeres y amigos. Sobre todo porque cuando la fortuna se acabó, los amigos desaparecieron con ella, allí se dio cuenta cuan sincera era la amistad, lo mismo le pasó a ella, la única que permaneció fiel fue Rita, la apoyaba con sus hermanas y era la figura adulta que los acompañaba en todo momento, no sabía que haría sin ella.

Siguió caminando con premura con destino al apartamento, mientras lo hacía pudo observar en el exterior del edificio a un par de borrachitos que desplomados dormitaban en la acera, sacó las llaves para abrir la puerta externa al hacerlo, caminó por el pasillo, se dirigió a las escaleras y comenzó a subir los diez pisos que la separaban de donde vivía, el ascensor tenía un par de meses dañado, el mal olor y el desorden eran insoportables, no había conserje y lo peor que la gente era muy descuidada, una cosa era que fueses pobre económicamente y otra muy distinta era ser pobre mentalmente, porque de la primera se salía con trabajo, mientras la segunda no tenía cura, a menos que la gente recibiera un lavado cerebral que lo hiciera cambiar de conducta, lo cual a su parecer era bastante complicado.

Al llegar al apartamento estaban sus tres hermanos, Matías Eugenio estaba asomado por la ventana fumándose un cigarrillo, Meredith se encontraba en una de las dos butacas de la sala escuchando música y Melody estaba haciendo tareas, sentada en una mesa de plástico que fungía como mesa del comedor, la niña al verla se levantó a abrazarla y darle un beso, y le dijo—Hola hermanita. ¡Te extrañé!. Deberías ir a cambiarte esa ropa, estás toda mojada te puedes resfriar— le expresó seria.

Ella se sonrió, respondió al saludo con un abrazo, suspiró, ella era su mundo, lo único bonito que había en su vida y era el motivo para levantarse todas las mañanas y seguir luchando por un mejor futuro—Si mi princesa, en unos minutos lo haré.

De seguida, su hermana Meredith de una manera odiosa manifestó—Niña por fin te dignas en llegar. Tengo hambre, eres una desconsiderada en irte y no dejarnos preparado alimentos, sabiendo que Rita está afectada de salud.

Macarena respiró profundo, no quería conflictos sobre todo porque estaba Melody presente, sin embargo, la niña vio la actitud de su hermana y salió en defensa de Rena.

—Tú estás grande Meredith, si tienes mucha hambre prepárate tú misma la comida, agradecida deberías estar de nuestros hermanos que trabajan durante todo el día, para poder tener dinero que cubra nuestras necesidades, sin estar obligados porque ellos no son nuestros padres.

—Pues ellos están obligados son los mayores—replicó Meredith—no tenemos padres y ellos deben darnos todo.

—Nuestros hermanos no son tan mayores, están sacrificando sus vidas por nosotros, deberías ser agradecida no creas que eres merecedora de lo que te dan.

—¡Cállate mocosa! si no quieren atendernos y cuidarnos, que nos dejen en un orfanato o nos tiren a la calle.

Melody se molestó y le brincó encima a Meredith para golpearla, se empezaron a halar de los cabellos, ambas enfurecidas mientras Macarena observaba la escena impasible, fue Matías Eugenio que cuando escuchó la discusión se volteó y al ver la pelea cargó a Melody para apartarla de su hermana y con voz fuerte las recriminó.

—¡Ya basta! Contrólense. Deben respetarse, si nos peleamos entre nosotros estamos perdidos, debemos permanecer unidos. Meredith, aquí Macarena no es tu servicio, aquí en esta casa cada quien debe ganarse todo, nosotros no tenemos obligación para ustedes, lo hacemos porque las amamos y somos hermanos y la familia se apoya, pero no tienes que tratarnos como si tú fueses la reina y nosotros tus súbditos. Ahora párate y ve hacer la comida.

La niña se quedó mirándolo con tristeza, y expresó—Debería haber muerto con mamá o haberme pegado un tiro como papá, yo no les importo, son los peores hermanos del mundo.

Meredith, intentó salir corriendo, pero Matías Eugenio la sostuvo por el brazo y le dijo con firmeza—No irás a ningún lado, ¡te quedas aquí!

—Eres una manipuladora, lo haces para incitarme a la lástima y obligarme a mí a hacer lo que se te mandó a hacer, por esta vez lo permitiré, y eso porque ya venía pensando en cocinar algo que me provoque, por otra parte, no tengo la suficiente energía para polemizar. Además, Matías Eugenio está cansado y hambriento y Melody está estudiando, pero luego me encargaré de ello—manifestó con tranquilidad.

—Gracias por tu consideración. No soporto seguir trabajando allí, cargando cajas, haciendo cualquier tipo de trabajo manual. Yo no he nacido para eso. Yo nací para grandes cosas, para ser un gran empresario, no para trabajar forzado como si fuese una bestia, yo estoy hecho para la comodidad de una oficina, te juro que ya no soporto esta situación. Estoy al borde de un colapso—expresó con ímpetu mientras sus hermanas lo observaban.

—Eugenio ¿Y te parece que yo sí? ¿Crees que para mí ha sido fácil?—interrogó con una sonrisa ladeada, mientras enviaba a Melody a su habitación y continuó hablando—¡Ah sí! yo estoy súper acostumbrada a trabajar estando todo el día de pie en una tienda como vendedora —dijo con sarcasmo.

«No sé por qué crees que mereces mejores cosas que yo. Si a eso vamos te correspondería a ti trabajar, eres el mayor, a mí aún me faltan un par de semanas para cumplir dieciocho. Pero claro, de la boba de Macarena podemos abusar, total ella se acostumbra a todas las circunstancias —dijo mofándose y luego le manifestó a su hermano—Compórtate como un hombre y deja de quejarte por todo, pero claro, la culpa fue de papá por consentirte de pequeño y no enseñarte el verdadero valor de la vida.

—¡Y tú! eres una altanera que te hizo falta disciplina para que te pusieras en frecuencia, por eso desvirtúas la autoridad e irrespetas continuamente la memoria de mi padre—le dijo enojado.

—¡Porque fue un cobarde! Se tiró al abandono, a la bebida y al juego cuando murió mi madre, sin importarle sus hijos, y por su descuido y falta de atención, estamos en esta situación, se endeudó y cuando no pudo afrontar las consecuencias de lo que había hecho, se voló los sesos.

«Eugenio Mendoza, era un pusilánime, cobarde, poco hombre que no le importamos nosotros, y no lo digo por el dinero, porque nunca he sido codiciosa, sino que nos dejó desprotegido sin amor y eso nunca se lo voy a perdonar—expresó apretando los dientes, controlando la ira que bullía en su interior y que amenazaba con explotar mientras ella la mantenía a raya.

Su hermano se alteró y se le paró al frente furioso con intenciones de propinarle un golpe, pero ella no le bajaba la mirada seguía viéndolo retadoramente.

Él apretó sus puños a los lados de su cuerpo y le dijo—No hables de esa manera de mi padre, siempre nos dio todo, fuimos muy felices hasta que Gian Piero Pagliuca, causó el accidente donde murió nuestra madre. No puedes juzgarlo por no poder comportarse como debería después de eso, imagínate como fue para él quedar sin la mujer que lo complementaba, pero tú no puedes comprenderlo porque no amas a nadie—siguió enojado—crees que ninguno tenemos derecho a equivocarnos y te crees muy perfecta, te has convertido en un ser insensible, sin corazón, mi madre no estaría orgullosa de ti.

« Además, no se te olvidé que los Pagliuca son los únicos responsables de nuestra desgracia, porque desde que mamá murió a nuestro padre lo mató el dolor antes del tiro, él estaba muerto en vida, y todo porque los Pagliuca se valieron de que tuvieron más dinero e influencia que nosotros, evitando que ese desgraciado fuera a la cárcel.

» Tenlo presente Macarena, por eso a esa gente le haremos pagar por la muerte de nuestros padres y la ruina de nuestra familia, todo es culpa de esos desgraciados. Por eso tú vas a ayudarme a destruir a esos miserables, así tengas que meterte en la cama de Valentino Pagliuca, el heredero del Viejo Gian Valentino—concluyó con odio.

—¡¿Te estás oyendo?! Estás mandando a arrojarme a la cama de ese miserable, jamás me acostaré con ese hombre y si esa es la condición para vengarme, entonces esperaré que la vida se encargue de cobrarles todos los sufrimientos que le provocaron a nuestra familia—expresó decidida.

—No tienes elección. Tal vez no sea cierto que tengas que acostarte con él, porque eso no me agradaría, pero si debes acercarte a ese hombre y a su familia para poder lograr nuestra venganza. Te conseguí trabajo en las empresas Pagliuca, específicamente en la cosmética, vas a entrar como su secretaria, tú conoces varios idiomas, tendrás una nueva identidad, te llamarás Némesis Vanessa Ontíveros, tienes veintiún años, deberás ganarte la confianza de todos allí, porque tu objetivo será robar las fórmulas de sus últimas líneas de productos de belleza.

«Cuando las tengamos se las daremos a cosméticos Perle Fine y con eso lograremos dos de nuestros grandes propósitos, por una parte daremos un duro golpe a la empresa Pagliuca porque su rival, sacarán los productos antes de que ellos hagan sus lanzamientos que tienen previsto realizar durante todo el año, nosotros recibiremos a cambio una cantidad considerable de dinero que nos ayudará a recuperarnos económicamente, y así cumpliremos con nuestra venganza. ¿Dime quieres que nuestras hermanas estudien con tranquilidad o quieres que les toque como a ti te ha tocado desde hace dos años? —Respóndeme—¿No quieres mejor vida para Melody y Meredith?

—Por supuesto que quiero mejor vida para ellas, pero lo que me estás mandado hacer es espionaje industrial, eso es un delito Matías, podría ir a la cárcel.

—Eso no pasará. Allí es donde deberás usar tus atributos, debes enamorar a Valentino, a sus hermanos a quien sea necesario, para eso tienes la belleza e inteligencia para hacerlo, haz que enloquezcan por ti.

—¿Acaso quieres que me prostituya? —interrogó con un tono de molestia— Además Valentino es mucho mayor que yo, él tiene veintiséis años, mientras a mí aún me falta un par de semana para cumplir los dieciocho años, ¿Cómo se fijará en mí? —Matías la tomó por el brazo y la paró frente a un largo espejo que se encontraba en la sala, donde se reflejó el cuerpo completo.

—Mírate hermana, eres de una belleza extraordinaria, ves ese hermoso cabello castaño que te cae como cascada por tu hombro, esos ojos impactantes color marrón, un cuerpo espectacular que volvería loco a cualquier hombre y fácilmente pasarías por una mujer de veintiún años.

«No te estoy mandando a que te prostituyas, solo coquetéales y usa todas las armas que tienen las mujeres a su alcance. ¿Te parece justo que mientras nosotros nos quedamos sin mamá, y sin papá, Gian Piero no haya pagado ni un solo día de cárcel, ni siquiera una indemnización, porque la justicia de este país se congració con su familia a través de su poderoso hermano para no actuar? —Ella movió su cabeza respondiendo negativamente—Entonces nos toca a nosotros hacer justicia con nuestras propias manos.

Macarena se quedó pensativa, mientras las ideas fluían en su interior, ¿Sería capaz de hacer lo que su hermano le estaba pidiendo? Ni siquiera soportaría estar cerca de esa gente, como iba a conquistar a nadie, su hermano estaba totalmente loco.

Enseguida Meredith dijo—Matías si Macarena no quiere hacerlo ¡Lo haré yo!, soy más hermosa que ella y con este hermoso cuerpo pudiera pasar por una chica de veinte o veintiún años, además, tengo más experiencia en asuntos de hombres que mi hermana ¿Por qué creen que ya no soy virgen? mientras que Macarena no creo que haya visto a un hombre desnudo, ni siquiera en una revista—expresó con picardía.

Macarena la miró con los ojos saliéndose casi de las órbitas por la sorpresa, entretanto Matías la miraba con odio y hasta se puso rojo del enojo por lo cual le espetó

—¡Cállate Meredith! Eres una vulgar, ¿Cómo puedes ser tan zafia? si ni siquiera edad tienes, apenas eres una mocosa ¿Crees que eso les gusta a los hombres? ¿Una mujer regalada?

—No seas hipócrita Matías, a los hombres les gusta una mujer que los haga sentir como reyes y que sepan complacerlos y la mojigata de Macarena no conoce el significado de la palabra placer.

—¡No lo harás! Tú no eres cerebral sino hormonal y necesito la inteligencia y astucia de Macarena. Tú no sabrías manejar la situación.

Macarena era sobre protectora con sus hermanos, así no se lo merecieran como era el caso de Meredith, por eso para evitar que esta se arriesgara, aceptó participar en el plan de Matías—Está bien, ¡lo haré!, pero ni creas que me voy a involucrar sexualmente con esos tipos para obtener información a cambio.

—Sabía que podía contar contigo hermanita y no te preocupes, las estrategias que uses son solo tuyas, me interesa es el resultado. Iré a conversar con la gente de Perle Fine, estarán felices de saber que trabajaras para ello—y diciendo eso salió del apartamento.

Ella se quedó con sus hermanas, entró a la pequeña cocina y comenzó a preparar un espagueti a la Boloña para cenar. Sin embargo, no podía dejar de pensar a lo que había accedido, no podía estar tranquila, era cierto que quería vengar a su madre, pero ella no se le daba la conspiración, ni la hipocresía prefería buscar elementos desde afuera, pero ya se había comprometido con su hermano.

En ese momento en el cual estaba cocinando tocaron la puerta, aunque Meredith estaba en la sala no se levantó para abrir la puerta, salió a la pequeña sala comedor y allí estaba su hermana con unos audífonos sin prestar atención a la puerta, respiró profundo para hacerse del control y abrió ella misma, al hacerlo frente a ella estaba su amigo Octavio Montero, compañero de la universidad.

Ambos estudiaban cuarto semestre de Ingeniería química en la Universidad Central de Venezuela en horario nocturno, él era un chico muy dicharachero, de un metro setenta y ocho, trigueño, ojos verdes, delgado de veinte años de edad y aparentemente según confesión de él, andaba de cabeza por ella, periódicamente salían juntos, iban a comer helados, al cine, sin embargo, aunque su compañía era bastante agradable no se decidía a tener algo con él, le gustaba un poco, pero en verdad, no tenía cabeza para involucrarse por los momentos en una relación, o tal vez es que no le gustaba mucho.

—Hola, Octavio ¿Cómo estás? —saludó dándole un beso en la mejilla.

—Hola, mujer de mi vida, cada vez más hermosa como siempre. Vine a verte porque no te vi en la universidad, pensé que te había pasado algo. Pareces una pollita remojada—y al decir eso Macarena empezó a estornudar—veo que te mojaste, me imagino que cuando venías del trabajo. ¿Qué estás haciendo?

—Estoy preparando una pasta a la Boloña para la cena, dentro de poco estará lista—pronunció y volvió a estornudar. Al parecer lo mojado de su ropa más la apertura de la puerta le enfriaron el cuerpo.

—Macarena, creo que es mejor que vayas y te cambies esa ropa mojada, te vas a resfriar si es que ya no estás. Anda mientras yo veo que la comida no se queme—le dijo él acariciando su rostro con ternura.

—Muchas gracias Octavio, eres un sol—expresó Macarena dándole un beso en la mejilla de agradecimiento, sin embargo, al hacerlo Octavio volteó el rostro y terminó dándole el beso en los labios, un beso suave, pero tierno, Macarena sintió un cosquilleo en su piel y una sensación que no sabía que era, pero le resultó muy agradable. Él sintió su cuerpo erizado del deseo.

Esa chica lo tenía loco, bastaba verla para que su cuerpo reaccionara, se había excitado con su contacto, y le había empezado apretar la ropa interior y el pantalón por la gran erección que le provocó. Octavio luego del beso le manifestó a Macarena —Sabes que eres la mujer a quien amo y lo que más deseo en el mundo—ella se sonrojó, no dijo nada y salió corriendo hacia su habitación, sintiendo que su corazón latía desbocadamente, mientras en la cocina se quedó Octavio con una sonrisa, mezclando la salsa, olía espectacular, esa mujer era una caja de sorpresas.

La admiraba, porque aunque provenía de una buena familia que lo habían perdido todo, no se ponía limitaciones, ni se amilanaba, tampoco tenía ínfulas de superioridad, era una chica hermosa por fuera pero también por dentro, aunque se daba de dura e insensible, él que la conocía, sabía que era sentimental, cerró un momento los ojos para evocar el beso que se habían dado en los labios, y la suave caricia que le dio en la cintura y así estaba cuando sintió que lo tomaban por detrás y le besaban el cuello, no pudo evitar excitarse más, mientras que la mujer detrás de él apretaba sus senos sobre su espalda, y le tomaba la erección a través del pantalón, susurró el nombre de Macarena, pero al abrir los ojos y voltearse era Meredith quien lo miraba con ojos nublados del deseo.

Octavio la apartó de sí empujándola, pero la chica fue tan insistente que se le encimó, se abrió la blusa exponiendo sus perfectos senos y le tomó las manos y las colocó en ellos, Octavio quería rechazarla, pero ella no lo permitió, aunado a ello, tenía tanto tiempo sin estar con una chica y ella estaba dispuesta para él, no pudo negarse y le dio rienda suelta a sus deseos.

Apagó la cocina y luego se volteó tomó a la chica por los glúteos y la pegó más a él, acercándola a su erección, sabía que estaba mal hecho porque él solo amaba a Macarena, pero necesitaba satisfacer su necesidad física y Macarena no se prestaría para eso, en cambio Meredith estaba bien dispuesta a satisfacerlo, era una experta, lo tenía fuera de control, enfebrecido, demasiado caliente, su cuerpo clamaba por introducirse en ella, ya le había abierto el pantalón y soltado la correa y había metido su mano por encima del bóxer acariciándole, mientras tanto él le levantó la falda e introdujo su mano en su centro, la chica andaba sin ropa interior, al ingresar sus dedos en su sexo pudo sentir lo mojada que estaba y eso lo puso más duro.

¡Diablos! Pensó, la recostó en el mesón de la cocina mientras se bajaba el pantalón y su ropa interior, liberando su hombría sin pérdida de tiempo, lo que iban a hacer, debían hacerlo con premura antes que apareciera Macarena, le levantó la falda, la inclinó un poco y se introdujo dentro de ella, empezó a moverse violentamente dentro de ella, la embestía con fuerza y ella lo recibía gustosa yendo al encuentro de cada una, ambos jadeaban enfebrecidos, Octavio, le atrapó la boca para evitar que sus gemidos fuera oídos, hasta que sin poder contenerse se vació dentro de ella, mientras ambos llegaban a una vorágine de pasión, justo en ese momento entró Macarena a la cocina y observó la escena, no podía dar crédito a lo que veía, mientras en su boca se dibujó una “O” producto del asombro, sentía que ya no podía recibir más desagradables sorpresas en su vida.

"La traición supone una cobardía y una depravación detestable." Barón de Holbach.

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