Rebecca
Enterré mis dedos en su pelo y tiré de el ligeramente cuando escuché el sonido del maletín contra el piso. Toda esa tensión sexual que se había acumulado durante semanas por fin se veía liberada con la fuerza un volcán en erupción.
Se inclinó para bajar la cremallera del vestido, que deslizó por mis hombros hasta los muslos. Sonriendo, se apoderó de nuevo de mi boca mordiendo suavemente mi labio inferior mientras tiraba de la tela hasta que cayera al piso. Me examinó durante unos segundos, parpadeando. Luego sostuvo mi cara, sonriendo y su lengua se abrió paso en mi boca nuevamente. Sus manos me recorrieron y sus dedos corrieron la fina tela de mis bragas para introducir uno de sus dedos en mi interior. Suspiró contra mi boca y se apartó. —¿Ha sido esto lo que he interrumpido?«Han pasado meses… muchos meses…».—¿Rebecca? —Me cogió por la barbilla y me sujetó la cara para que no pudiera mirar hacia otro lado—. ¿Es,RebeccaMe senté en una banqueta frente a la encimera donde una hora antes había tenido la experiencia sexual más satisfactoria e inesperada de mi vida y miré fijamente la pantalla del ordenador. Lo único en lo que podía pensar era en lo que había hecho con Nathaniel y en que debí haberle permitido quedarse un par de horas más.No estaba segura de si me sentía eufórica y no podía dejar de sonreír porque llevaba mucho tiempo sin tener relaciones sexuales o si era gracias a haberlas tenido con él.Entonces entró Popys y miró entre asombrada y divertida. —Hola…¿Qué fue lo que sucedió aquí? —Dijo divertida al ver que las hojas de los expedientes estaban por el suelo.—¿No vas a enfadarte?—¡Por supuesto que no, señora-no- sexo-antes-de-la-tercera-cita!. —Se echó a reír—. No volviste a enviarme ningún mensaje y fui con Jacob a su departamento. ¿Qué tal estuvo con Oliver?«¿Quién demonios era Oliver?».—Fue increíble. El mejo
RebeccaCuando me desperté el lunes por la mañana me sentía fantástica y llena de energía, Nathaniel había prácticamente vaciado la lista de tareas del lunes, para que me encargará exclusivamente de la fusión Klein y Neumann. Y para mi gran sorpresa, no me había llamado para revisar informes en todo el fin de semana. Por lo que ese domingo después de un mes de trabajar para Wentworth, por primera vez había dormido a pata suelta como tanto añoraba. No hubo un momento en el que abandonará el sofá y ni siquiera nos molestamos en cocinar.Me acerqué al espejo para asegurarme de que todo estaba en su lugar y sonreí al ver que no tenía que tapar las enormes ojeras que siempre tenia o que estaba lista casi quince minutos antes de la hora prevista para que James me recogiera.Me preparé como siempre para ir a trabajar, tratando de no pensar en lo sexy que era Nathaniel Wentworth, ni en que elegante atuendo usaría ese día, y por supuesto trate de quitar de m
RebeccaCaminé hacia el vestíbulo. Saludé al personal en la recepción cuando pasé por delante y me dirigí hacia la sala de correo.Después de apretar el botón para subir en el interior del ascensor, me apoyé contra la fría pared esperando que el ascensor se abriera. Vi que los números de llamada estaban iluminados hacia abajo.«¿Se va a detener en cada piso?».Saqué el móvil del bolsillo con un gemido y vi que tenía una notificación nueva. Un mensaje de Spencer que me preguntaba nuevamente si debía confirmar la cena con el director de la firma.Me sentí demasiado ansiosa. No había forma de evitarlo, de todas maneras. A pesar de que había rechazado el almuerzo con Nathaniel no había logrado avanzar con la fusión y el viernes se realizaría la fiesta para celebrar l
RebeccaSe me quedó mirando fijamente a los ojos. Con las pupilas dilatadas y la mandíbula tensa. Tan sensual que deseaba que me tomara allí mismo.—Dime a la cara que no has soñado con la forma en que mi polla te llenó haciéndote gritar y te dejaré en paz al instante.Tragué saliva, incapaz de decir una palabra.—Eso imaginaba. —Se inclinó de nuevo hacia delante para apretar la boca contra la mía, para dejarme otra vez indefensa por completo…Aunque en el último momento volví la cabeza, dejando los labios fuera de su alcance.—Necesito que deje de acercarte tanto, porque me es muy difícil resistir. Independientemente del hecho de si he pensado en volver a mantener relaciones sexuales con usted o no, me gustaría no tener que verlo durante las horas que me quedan.—No será así. —Se puso otra vez delante de mí, tapando la luz—. ¿Dónde están las cámaras de esta sala?—¿Qué?Parecía totalmente dispuesto a hacerlo allí mismo.&n
RebeccaLa alarma sonó exactamente a las 3:25 de la mañana, y tuve que reprimirme para no llorar y desear que todo fuera una broma.Todavía tenía los músculos doloridos y los pies tan entumecidos que no podía sentirlos. Habría matado por un par de horas más de descanso. O porque me hubieran asignado otro jefe. Luego de la horrible discusión que habíamos tenido, había vuelto a su forma original de ogro sin alma …Estar trabajando con él, cuando su humor era tan volátil era como una sentencia a muerte, y a menos que hubiera algún tipo de intervención divina, estaba segura de que no iba a durar mucho más tiempo.Durante los últimos días, había trabajado más que en toda mi vida laboral y comenzaba a sentirme tentada a renunciar.La obsesión de Nathaniel por la perfección se disparaba de forma exponencial día tras día a tal punto que vigilaba todos mis movimientos, todas mis respiraciones.Siempre revoloteaba a mi alrededor. Siempre. No importaba lo mu
RebeccaEsa misma mañana, el olor a café y panecillos recién hechos se colaba por el edificio anunciando que la cafetería de la firma ya estaba funcionando y que en menos de quince minutos habría empleados llegando y haciendo fila para tomar un desayuno rápido antes de ir a su departamento para incorporarse a sus actividades.Hice mover mi cuerpo por el pasillo por segunda vez consecutiva en lo que iba de la mañana para tomar un nuevo café que me asegurará que me mantendría despierta por un para de horas más, me coloqué frente al mostrador y pedí un café negro cargado. Cuando estaba sacando la cartera, me sonó el móvil. Era Popys.—¿Hola? —respondí, entregando a la cajera un billete de veinte libras.—¡Hola, chica fantasma! —Tenía la voz inusualmente aguda—. ¿Cómo va la vida en el pandemonio esta semana?—Es agotadora, he bajado a comprar la tercera taza de café de la mañana. Pronto tendré una foto mía enmarcada con un letrero de mejor cliente del mes.&nbs
RebeccaTomé aire profundamente y suspiré.«Es perfecto, Rebecca. Tu puedes hacerlo. No retrocedas. Los ganadores no muestran miedo».Había evitado ir al despacho de Nathaniel a costa de mi vida, enviando a Spencer de aquí para allá como un loco, obligándolo a hacer eso que yo misma hacia y me avergonzaba: usar zapatillas de descanso cuando sabía que nadie me llamaría por un rato. Cuando llegué a su despacho, él ya se había sentado detrás del escritorio, y Spencer estaba sirviéndole el desayuno.—Buenos días, señorita Bianco —dijo, sonriendo—. ¿Ha tenido algún problema con el teléfono?¿Aparte de que había bloqueado temporalmente su número para no caer en sus redes?—Tal vez. —Me encogí de hombros—. Creo que sería m&
NathanielHabía oído un montón de idioteces en mi vida, pero «solo podría aceptar, si te acuestas solo conmigo» podía ser la mayor de todas.Me quedé mirando el espejo al tiempo que me acomodaba la pajarita, mientras me preparaba para la cena mensual con mis compañeros de Oxford, preguntándome por qué demonios esta mujer, que todo el tiempo me sacaba de mis casillas, tenía aquel tipo de efecto en mí. Me había convertido en alguien que a duras penas reconocía.En dos ocasiones me sentí a merced de sus caprichos, después de que saliera de mi oficina dejándome completamente pasmado; cuando me había aventurado por los pasillos, la sorprendí sonriendo y hablando animadamente con Spencer. No entendía por qué correspondía a sus atenciones. Pero el idiota bromeaba con ella sobre «salir a tomar unas copas el fin de semana para poder relajarse y olvidar el trabajo». Ella se rio con él, pero me di cuenta de que no era una risa sincera, que simplemente lo est