XLIII. Parte de su alma

Sintió miedo cuando observó cómo se llevaban a la pequeña humana, pero luego su corazón dejó de dolor al verla nuevamente ser traía. Aquel hombre de mirada fría depósito el cuerpo de Esmeralda en el frío suelo para luego alejarse de la celda y nuevamente dejarlas en la oscuridad. La reina felina se acercó a ella, gateando y adolorida.

—Esmeralda. —sollozó llamándola, observó cómo su piel pálida era decorada por sus labios resecos. La pequeña se encontraba débil— Despierta, hazlo por tu hijo

Reposó sobre sus piernas la cabeza de Esmeralda acariciando con delicadeza su rostro, sus lágrimas brotaban lentamente y su corazón dolía.

Dolía. Cerró sus ojos cuando un aroma conocido llegó hasta sus fosas nasales.

Ese aroma lo conozco.

Los abrió rápidamente. Observó a Esmeralda en silencio unos segundos mientras miles de pensamientos llegaban hasta su mente. El aroma provenía de Esmeralda. Ese aroma que por tantos años solo pudo sentir a través

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