Rachel:
Llegamos a Argentina, fui a casa, vi a mi madre como siempre, pero mi padre no estaba. Llegó la noche y no regresó. Debía dormir para ir a la constructora muy temprano al día siguiente.
En la oficina, sobre el escritorio de mi despacho había una nota de Connor: “Hola preciosa, tuve que salir urgente de viaje nuevamente. La “sorpresa” debe esperar un poco más. No sé cuándo regreso, pero al volver te la daré. ¡Te encantará! Y recuerda que debemos hablar algo importante”.
Esa “sorpresa” o lo que sea que necesita decirme no me quitaba el sueño, pero me daba un poco de miedo pensar qué podía ser. Ahora mi gran molestia era el pago de lo acordado.
Andrea llegó enseguida y no pude ocultarle nada de Robert.
―¿No te creo? ―decía repetidas veces―. El destino los unió
RachelNormalmente Robert me llevaba a lujosos restaurantes, pero esta vez compartir junto a él en un parque de diversiones era algo totalmente diferente. Gracias a él, fui niña de nuevo.―Quiero ganar el oso panda, para ti —dijo y señaló varios peluches en la sección de tiro al blanco con dardos.―Está bien —dije un poco incrédula―. ¿Crees que puedes lograrlo?―¿Dudas de mi puntería? —exclamó acercándose a escasos centímetros de mis labios—. Lo lograré ―Señaló al oso de nuevo―. Ese oso será para ti. Te lo prometo ―sonreí y me besó―. El oso tendrá el privilegio de dormir contigo esta noche. Ante sus palabras, sentí un ligero calor subir desde mi estomago a mis mejillas.Sin dudarlo, tomó el dardo con su mano derecha; tenía tres oportunidades p
Andrea se retiró de la oficina por un momento y quedé sola con mis pensamientos. No podía con tantos recuerdos hermosos que tenía de Robert, pero la tristeza de Andrea no era normal, siempre tenía una gran sonrisa en su rostro y el optimismo era parte de ella. Algo le pasaba.Llegó la tarde y Andrea volvió a mi despacho.―Hay algo que no te he contado ―bajó su mirada y dejó caer una lágrima.―¿Qué sucede? ―Me acerqué un poco a ella preocupada.No sabía qué hacer, nunca la había visto así; pero me contó una hermosa historia y a la vez muy triste:―Hace mucho tiempo amé tanto a un hombre que, aún me arrepiento de las decisiones que tomé. Fue amor a primera vista. Me enamoré de él en la universidad. Sentí que mi vida estaba perfecta a su lado, pero descubrí que no era la &u
En ese momento, sentí sus brazos tibios en mi cintura; y sus dedos poco a poco subieron por mi espalda. Con solo sentir su roce, mi cuerpo tembló al mismo ritmo que mi corazón; incontrolablemente.Me acercó a él y pude sentir su respiración suave y a la vez agitada; al mismo tiempo que sus ojos me miraban sin parpadear. Abrió un poco sus labios y se acercó un poco más.Con su boca acarició unos segundos mi oreja, y escuché el leve susurro de un te amo que se escapó de sus labios. Estaba despertando miles de sensaciones que ni siquiera sabía que podían ser sentidas.De pronto entramos en una atmósfera diferente.Sus besos y sus manos recorrían mi cuerpo con euforia, cada centímetro, todo era de él. Lo deseaba y se lo hice saber.Me tomó fuerte entre sus brazos y me sentó sobre una mesa rectangular que adornaba l
El encuentro con su familia era en la hacienda de sus padres, una casa a pocos minutos de Viena. Llegando, vi que era una casa enorme y muy lujosa rodeada de enormes jardines con flores de muchos colores.La entrada era con rosas de diferentes tamaños, antes de llegar a la puerta, eran rosas rojas; y al fondo se veían unas flores amarillas. El piso era con piedras blancas, al parecer, cuidadosamente seleccionadas que se acoplaban con cada paso. Eran unas piedras perfectas que marcaban la gran entrada a la casa.Como era el cumpleaños de su madre, la Señora Miranda, no podía llegar con las manos vacías y le compré un brazalete antes de viajar. Quizás no era el más caro ni bello de todos, pero deseaba que aceptara el obsequio con mucho cariño.―¡Bienvenida, querida! ¡Al fin te conozco! ―dijo al acercarse a nosotros en la puerta.―Muchas gracias Sra. Miranda. Lo mismo digo. Fel
Me puse de pie y decidí caminar un poco, necesitaba alejarme de tanta gente.Me fui sola y caminé algunos metros lejos de la fiesta. Aún se escuchaba la música y la diversión, pero necesitaba estar unos minutos con mis pensamientos. Me quedé sentada en un mueble de madera con vista un lago que estaba un poco apartado de la casa, y a los pocos minutos, vi que Robert se acercaba.―¿Estás bien?, ¿qué haces acá sola? ―Me colocó un abrigo en la espalda y se sentó junto a mí ―. Está haciendo mucho frío.―¿Por qué me ocultaste lo de la boda? ―dirigí mi mirada al lago.―¿De qué hablas?―Creo que sí sabes de lo que hablo ―Me giré hacia él―. ¿Por qué nunca me lo contaste?―¿Cómo te enteraste? ―Se puso de pie.―Lucía…Hubo un extra&
RachelLlegó la mañana y era el momento del desayuno familiar. Debo admitir que me sentía un poco nerviosa. Tenía miedo de sus preguntas y a decepcionarlos con mis respuestas.Robert llamó a mi puerta muy temprano.―Princesa, ¡buenos días!Me levanté muy rápido y corrí a la puerta. Abrí un poco.―Buenos días. Aún no estoy lista.―¿Dormiste bien? ―Asentí―. Esperaré aquí para ir juntos al comedor.―En cinco minutos salgó.Al salir de la habitación Robert estaba recostado a la pared del pasillo. Tenía puesto un pantalón jean negro, una camisa blanca deportiva, zapatos negros blancos con un toque de rojo; y unos lentes de sol sobre su cabello rebelde castaño. Por supuesto, también llevaba el aroma de su perfume que tanto me gustaba. Coloqué mi brazo a
El hermoso viaje había llegado a su fin, mi padre no estaba, pero debía volver a trabajar. Me encontré con Andrea en mi despacho y su rostro irradiaba una extrema felicidad―Quiero que me cuentes todo de tu viaje a Viena, pero primero necesito hablarte y desahogarme― dijo Andrea muy eufórica.―¿Es lo que me imagino? ―Abrí mis ojos y callé esperando conocer detalles.―¡¡Sí!! ―dijo con extrema efusividad y me abrazó―. Vi a Jorge de nuevo. Hablamos y… me besó. Nos vamos a ver de nuevo esta noche.―Me hace feliz verte así ―Tomé su mano―. Pero ¡Cuéntame todo!―Volví a la clínica decidida a verlo y hablarle ―dijo Andrea emocionada―. Nos fuimos a la cafetería de la esquina y conversamos mucho, de todo. Pensé no hablaríamos de nosotros, pero sí pasó. Fue maravilloso.―Nunca te habí
Recibí los mensajes de Rachel y no entendía qué le ocurría, todo lo que me decía parecía algo irreal, no era “Mi Rachel”. Sus palabras eran una espada que me cortaba el corazón lentamente. Tenía que verla, no entendía qué estaba pasando, nos acabábamos de ver, habíamos tenido unos días especiales y ahora de la noche a la mañana me dice que no quiere seguir. Temo a su rechazo, pero la amo con mi vida y no me voy a quedar con los brazos cruzados. Necesito verla cuanto antes.―¿Se puede? ―dijo mi padre abriendo un poco la puerta del despacho de la casa, asomando un poco su brillante cabeza blanca.―Claro, papá ―dije acomodándome en el asiento y alejando los pensamientos de Rachel por un momento.―¿Sucede algo? ―preguntó preocupado.―Nada importante. Estaba buscando unos papeles para llevarlos a la agencia ―suspir&ea