HENRY
—Inspector —me llama un policía de a pie, a quien identifique como Unanue de un caso anterior en el que trabajé con él— un señor ha venido a denunciar la desaparición de su hija y he pensado que como estaba investigando los secuestros y las muertes sería interesante que hablase con él.
—Gracias por decírmelo —le sonrío, por fin algún policía que pensaba con la cabeza— ¿puedes llevarle a mi despacho, por favor?
—Claro inspector.
—Gracias.
Voy en busca de Monroe, pero no la encuentro por ninguna parte, no está en su cubículo, los policías en la sala le han visto, pero no sabían dó
Le empujaron al suelo mientras se reían de su ropa, de su aspecto… de todo él en general.—No eres nadie —le aseguró uno de ellos mientras le escupía en la cara.Quería defenderse, pero sabía que sería en vano, eran demasiados. No le querían allí, lo sabía, pero no podía cambiarse de colegio por mucho que lo deseara. Sus padres no podían permitirse un colegio privado y este era el único público de la zona.Por ende, deseó con todas sus fuerzas que la situación cambiase, o por lo menos que eligieran otro blanco aunque sabía que
ASESINOAsiento en el primer cuarto los cuerpos inconscientes de Emily Brent (Lucía), Edward Armstrong (David) y John MacArthur (Cristian). En el segundo cuarto, tumbados todos en el suelo, coloco a Ethel Rogers (Ainhoa), William Blove (Hugo), Philip Lombard (Josep), Anthony Marston (Pablo) y Thomas Rogers (Lucas). Por último, pero no menos importante, pongo a Vera Claythorne (Ane) en la cama y me tumbo junto a ella a esperar a que todos se levanten y empiece el juego.Tengo que esperar media hora hasta escuchar el primer grito, pero este es magnífico, ha sido tan alto que despierta a la señorita Vera de manera que me hago el dormido. Cuando siento que Vera se levanta de la cama me incorporo y finjo un dolor de cabeza horrible, como si me hubieran sedado.—¿Dónde estoy? —pregunto en v
HENRY—¿Habéis sacado algo en claro de las cámaras? —pregunto esperanzado.—No señor —niega el policía que estaba inspeccionándolas— está sola en todo momento.—Mierda —maldigo rascandome la nuca exasperado— quizá la atrapo en un momento en el que no había cámaras. Sigue revisando por si acaso.—Sí, señor.Después de que el señor Gago se ha marchado nos ponemos en contacto con el dueño para corroborar lo que ha dicho, así mismo nos ponemos en contacto con su madre, ya que el señor Gago nos había indicado que están divorciados, y la madre nos dice que no ha visto a
HENRYLos libros son la mejor fuente de inspiración dice la nota “El mal nunca queda sin castigo, pero a veces el castigo es secreto”.Saco el móvil y busco la frase en Google, es una frase de la célebre escritora Agatha Christie.—Cómo no nos hemos dado cuenta —me enfado pegándome un golpe en la cabeza— Agatha Christie.—Señor, no lo entiendo —me dice Monroe.—La frase es de la autora Agatha Christie de modo que se estará basándose en algún libro suyo.—¿Cual podrá ser? —pregunta mientras sacaba el móvil y se pon&ia
ASESINOMi vida últimamente se ha vuelto muy muy divertida. Y supongo que se volverá mucho más al jugar al Cluedo. ¡Oh bendito juego!, es tan entretenido, aunque por desgracia no he tenido muchas oportunidades para jugar, debido a que en mi infancia no tuve muchos amigos.Que los jugadores sepan que estoy entre ellos y que si no lo descubren morirían, es magnífico, se siembra el desconcierto y el miedo. Lo malo es que tengo que buscar sitios estratégicos debido a que necesito que la casa tenga; vestíbulo, salón, comedor, cocina, sala de música, invernadero, sala de billar, biblioteca y estudio.Obviamente no todas las casas disponen de tantas habitaciones por ello empiezo a investigar y me doy cuenta de que, los pueblos abandonados de Madrid será
—No sirves para nada —le gritó el oso.—Lo siento —se disculpó intentando no llorar.—No eres más que un estorbo —le volvió a gritar.Ante eso no pudo hacer más que llorar, primero los niños y luego el oso. Ya no podía más así que se fue a su habitación y cerró la puerta. Sacó un cua
HENRYNo he dormido mucho estas últimas semanas dado que he pasado todas las noches leyendo los libros de Agatha Christie a ver si consigo entiender mejor al asesino, pero ha sido en vano, el único libro que me ha servido es el de Los diez negritos.Esa mañana, nada más llegar a la oficina no dejo que nadie me hable y voy a tomar un café donde me encuentro con Rafa.—¿Qué tal tío? —le pregunto mientras paso por delante suyo para prepararme un café.—Bien, algo cansado ¿y tú? —me responde después de dar un sorbo a su café.—Bien —contesto mientras me giro para mirarle.&md
HENRY—Monroe —me preocupo mientras me acerco.Cuando se gira para mirarme se que ha estado llorando, tiene la nariz roja y se le ha corrido un poco el maquillaje. Después de apartar hacia un lado una pareja que se está interponiendo en mi camino llego a la mesa.—¿Estás bien? —le pregunto dejando las bebidas en la mesa.—Sí, es solo que me ha impactado ver a un conocido, pero estoy bien.—Bien, he traído dos chupitos —le notifico tendiéndoselo— necesitas al menos uno.—No sé yo —dice indecisa.—Hazme caso.Último capítulo