Capítulo 3

Yoshio guardó bien lo que ese sujeto le había dado, su familia estaría feliz al ver como tenía lo que ellos querían conseguir a las malas. Aunque no le gustara el verse involucrado en las estafas de sus hermanos, era divertido hasta cierto punto…

Dejó la comida en la mesa de la cocina y fue hacia donde estaba su madre lavando la ropa de los vecinos en el patio trasero de la casa.

— ¿Por qué tardaste tanto? — Le preguntó su madre, con las manos dentro del cubo lleno de agua — ¿Qué es eso?

Volví a ver al señor de anoche — le mostró una invitación — Nos invitó a sentarnos en primera fila.

Por esta razón eres mi hijo favorito — la mujer se secó las manos — Ayúdame con esto que tenemos que arreglarte para que te veas hermoso cuando ese hombre ponga los ojos en ti.

Yoshio recogió su vestido y la ayudó a lavar la ropa que le faltaba porque de seguro quería aplastar su cabello más de lo que estaba. Si tan sólo pudiese cortárselo una vez, sería estupendo. Pero, al tenerlo hasta su trasero, era fácil confundirlo con una chica, y que nadie se diera cuenta de que simplemente era un chico que sus padres deseaban que fuera una mujer.

Su madre lo llevó hacia donde estaba la habitación que compartía con su padre. Lo llevó hacia el baño, desnudándolo para bañarlo como si fuera un niño pequeño, ya que sus hermanos no estaban en casa porque estaban con su padre trabajando en el pueblo.

— Eres mi hijo — la mujer lavó su cabello — La belleza que tienes puede que sea una gran bendición, pero también es una maldición porque no todas las personas pueden verla.

— ¿Por qué dices que es una maldición?

Si te lo digo, no podrás romperla — besó su frente — Tenemos que ponerte hermoso, serás el hombre más bello y lleno de vida en ese lugar.

Yoshio asintió, cerrando los ojos dejando que su madre le masajeara la cabeza con sus manos. Ella era con la única persona con la cual podía confiar sus problemas, quien le daba consejos sobre las cosas malas que ocurrían en su vida cuando sus hermanos lo sacaban de la casa para que vaya a un motel lejos del pueblo a buscar dinero.

Gracias a su belleza, pasaba por muchas cosas desde que cumplió la mayoría de edad y el dinero era escaso en esa casa.

Hora después, su padre y sus hermanos llegaron a la casa con más comida gracias a lo que trabajó en la fábrica de telas y en la nueva empresa de tecnología que se estaba construyendo, pero sólo eran sus dos hermanos mayores los que estaban en ese lugar, los otros se encontraban con su padre.

— Hermanito — Yarel tocó su hombro — Sólo trata de que ese sujeto no se espante al verte en tu…— hizo una pausa — En paños menores y que nos dé mucho dinero por ti, ¿Entiendes? — Yoshio asintió — Buen chico.

El menor quitó la mano de su hermano de su hombro en ese momento, puede que sea el mayor, pero era el sádico de todos y era el cabecilla de todas sus desgracias.

Metió sus manos en los bolsillos de su abrigo, caminando detrás de ellos por su propia seguridad. Esos juegos pesados que tenían sus hermanos no eran para él y nunca lo serían. Había muchas personas afuera, esperando para ver o que lo dejaran pasar.

Su madre le pasó sus entradas y fueron guiados hacia sus asientos. Yoshio aun se encontraba nervioso, pero se mantendría lo más sereno posible debido a que se le complicaba hablar con fluidez delante de las personas.

Sus manos estaban sudando bastante a tal punto que parecían que se iban a derretir por su culpa. Pero no importaba, sólo quería verlo aunque no hablara con él por culpa de su falta de habla. Al cabo de unos minutos él salió con otras personas para dar un discurso y de lo emocionado que estaba de estar con ellos ahí, que nada importaba si todo salía bien y que ese lugar dejaría de ser uno de los menos visitados por las personas.

Ese sujeto tenía demasiado porte de persona con dinero, muy diferente a sus hermanos a él ya los demás humanos que vivían en esa parte de china.

La mirada de ese sujeto se posó en él y todo su cuerpo se tensó. Aunque sólo fueron unos segundos, valió la pena tener esa mirada en su cuerpo aunque le trajera problemas cuando descubriera lo que en verdad era.

Todo terminó después de que la cinta que la cinta fue cortada por Alessio, lo que llamó la atención sus padres, ya que sabían que tenía mucho dinero de donde poder sostenerse si algo malo ocurría.

Se puso de pie para aplaudir, mientras los demás también lo hacían. Quería decir tantas cosas, pero nada salía de sus labios en ese momento. Era tan hermoso que desearía que esos enormes brazos lo sostuvieran en un cálido abrazo y lo más llamativo era que su cola se movía de un lado a otro, dándole esa sensación de tranquilidad que quería en su vida.

Agarró su vestido mientras salía al igual que los otros invitados que parecían tener mucho dinero, incluso el presidente estaba ahí con ellos, supervisando que todo se haga bien en ese pueblo olvidado por el mismo.

De la misma manera en la cual fueron a ese sitio, se marcharon hacia su casa. No sucedió nada del otro mundo, sólo fue una simple inauguración como cualquier otra.

— Disculpe — alguien tomó su brazo — Necesito que venga conmigo, por favor — Yoshio comenzó a asustarse.

— ¿Qué es lo que quiere con mi hermana? — Yarel preguntó, colocándose en medio de ambos — Suéltala, por favor.

— Mi jefe la mandó a buscar conmigo — explicó — Soy el asistente del señor Alessio.

— ¿Qué es lo que quiere ese sujeto con nuestra hermana?

— Sólo conversar con ella, eso es todo — le mostró su tarjeta — Por favor, necesito que venga conmigo. 

— Ve, hermana — su hermano le dio un pequeño empujón — Nosotros te estaremos esperando en casa.

Yoshio lo miró asustado, no quería ir con alguien que no conocía sólo porque ellos necesitaban el dinero. Pero ya era muy tarde cuando fue arrastrado por ese señor que nunca había visto en toda la estadía de los millonarios.

Fue calle abajo en donde las personas estaban en sus casas, pero mirando todo desde sus ventanas, debido a que no era siempre visto el que un auto de la gran ciudad estuviese por esos rumbos.

— Aquí está lo que me pidió, señor — abrió la puerta del auto — Nos veremos en un par de horas. Debo de hacer algo antes de irnos de aquí.

— De acuerdo, te llamaré.

Yoshio estaba asustado, no tenía la más remota idea de lo que estaba ocurriendo o a donde se iban a dirigir. Ocultó su rostro con ayuda de su cabello jugó con sus dedos, de seguro que alguno de sus hermanos hizo algún trato por unos cuanto billetes para que ese sujeto esté con él antes de irse.

— Hermosa — una mano quitó el cabello de su rostro — Sólo quiero conversar contigo en un lugar más reservado — puso su mano en su mejilla y la acarició — No estés asustado, no sucederá nada malo, ¿De acuerdo? — Yoshio asintió, tomando su mano.

¿A dónde me lleva? — Preguntó, con sus dedos temblándole — ¿Es lejos de casa?

— Un poco lejos, pero no tanto para que estés asustado — miró los dedos del menor — Es para tener privacidad, en éste lugar me imagino que todo se sabe.

Todos hablan sin  saber y eso siempre logra que se creen conflictos — pasó sus manos por el vestido — Gracias.

Aunque fuese lejos del pueblo, no quería ir a algún sitio en el fuese abandonado por él y perderse tratando de buscar el camino a casa. La gran ciudad lo recibió y sus ojos no podía dejar de ver todo el lugar con asombro, era realmente hermoso el ver ese sitio. Sus sentidos estaban en alerta, más que cualquier cosa en el mundo quería sentir el calor de la gran ciudad y lo estaba haciendo gracias a ese sujeto.

¿Cuál es tu nombre?

— Alessio.

El menor le respondió con una sonrisa, antes de volver su vista a la ventana que lo estaba recibiendo con una hermosa vista.

Alessio reservó todo el piso para ellos dos e incluso preparó algo especial para que el menor no se sintiera incomodo de pasar la noche con él. Le abrió la puerta del auto y lo sostuvo por la cadera, sin saber lo que en verdad se estaba ocultando debajo de ese vestido.

Una llave fue entregada a Alessio, seguido de eso fueron hacia el elevador más cercano, en donde sólo estaban ellos dos sin nadie más.

— Espero que te guste — abrió la puerta — Fue algo de último momento y no pude hacer nada mejor que esto.

El menor abrió la boca al encontrarse con tantas rosas en el piso y con comida en un carrito. Nade se había preocupado tanto por él en el momento de tener intimidad, estaba realmente asombrado con todo eso.

— Si no te gusta algo, puedes hablar conmigo y yo…

El menor puso un dedo en sus labios, dándole a entender que se mantuviera en silencio porque todo estaba bien. Fue hacia donde estaban las uvas y tomó un puñado acercándose a la ventana para ver la calle desde esa altura.

— ¿Te gusta? — Asintió, entrando otra uva a su boca — Me alegra saber eso — escondió su rostro en el cabello del menor, oliéndolo — Hueles muy bien… es un natural, sin importar los olores de los gel de baños.

Yoshio tomó su mano y antes de comenzar a escribir en ella se quedó mirándola por unos segundos.

Mis padres dijeron que es un olor que siempre ha sido llamativo para los híbridos cuando vienen al pueblo… — no terminó de escribir — Gracias por hacer esto por mí.

— Lo haría de nuevo de ser así — suspiró —debo de irme lo antes posible hacia mi ciudad natal, pero volveré. No sé cuando, pero lo haré.

Yoshio no hizo ningún otro gesto en seguir escuchándolo. Debía de aprovechar las hora so los minutos que le quedaban juntos porque volvería a su vida cotidiana.

Se dio la vuelta para mirarlo, luego se puso de puntas con una sonrisa que Alessio nunca había visto en esas pocas horas de conocerlo. 

Alessio al ver lo que el menor quería lograr con  eso, lo besó primero sosteniéndolo bien de la cintura para evitar que perdiera el equilibrio al ser mucho más pequeño…

Yoshio, por su parte sólo rezaba a los dioses que no saliera huyendo en cuanto supiera lo que en verdad escondía debajo de toda esa ropa y de ese largo cabello que se había vuelto una parte vital en su vida. Lo abrazó por la cadera, entrelazando sus dedos en su espalda mientras el mayor caminaba hacia la cama, dejándolo sentando en esta.

Era ahora o nunca, se dijo a sí mismo.

— No tienes que hacer nada — el menor negó con la cabeza — Pero si insistes, puedes hacer todo lo que quieras.

 Hizo que el mayor se sentara en la cama, completamente confundido. Puso sus manos en los extremos de su abrigo, luego prosiguió a quitárselo para terminar con su vestido que fue cayendo poco a poco de su cuerpo hasta quedar sólo con el bóxer, los cuales no tardaron en desaparecer de su cuerpo.

— ¿Eres un hombre?

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